Todos se fueron hacia el pueblo. Hiroshi cargaba la carreta con los barriles de pescado. Al frente iban Hisoka junto a Iku, quien los lideraba hacía el centro del pueblo acompañado de sus aprendices que hacen de ayudantes para cubrir su lugar en el puerto.
Llegaron al centro del pueblo, dónde todos los pueblerinos quiénes también laboraban se encontraban con los soldados, miembros del clan Nisshoku que regían la zona del pueblo. Aneko vió entre las personas a su madre quien era enfermera. Era de gris claro con rayas y ojos azules. Los pueblerinos se pusieron en fila para iniciar la colecta, abochornados del calor. Los pesqueros se detuvieron y bajaron los barriles de la carreta. Las personas iban entregando canastas con telas y carne, dejándolas en frente suyo. Los soldados las cambiaban por bolsas de arroz según su peso. Finalmente fue el turno de los pescadores. Iku se presentó acompañado de Katana, Aneko, Kenji y Hiroshi. Los soldados usaban yukata negra con una cinta blanca y portaban armas grandes. El líder del grupo que anotaba los suministros recibidos era un gato negro de ojos verdes.
–Iku-san. Tardaron en llegar, pero trajeron todo. Que suerte tienen –decía de forma burlona. Katana se disgustó en ese momento.
–Siempre cumplimos con nuestra parte –respondió Iku. Kenji y Hiroshi dejaron los barriles; inmediatamente fueron recogidos por los demás soldados. Finalmente subieron todo a las carretas de los Nisshoku y se prepararon para partir de vuelta a la base.
–Espero puedan cumplir con su parte la próxima vez –dijo el líder.
– ¿Mmm? ¿Porqué lo dice señor? –preguntó Iku.
– ¡Pueblo de Wakin! ¡Escuché! –exclamó el líder. Entonces sacaron un pergamino que traía un mensaje.
–Además de la colecta, también nos ordenaron dar un aviso –dijo el líder –Por órdenes del emperador. A partir del próximo año deberán entregar el doble de la cuota original con el fin de apoyar a nuestras tropas, sin excepción.
Todos en el pueblo se sorprendieron. "No puede ser", "¿Cómo quieren que hagamos eso?" Decía la gente.
– ¡¿Qué?! –exclamó Hiroshi
–No es cierto –dijo Kenji.
– ¡Pero nuestra producción apenas puede cubrir la cuota! –exclamó Hisoka disgustado – ¡No podríamos, aunque quisiéramos!
–Lo lamento –decía el líder en burla –pero son las órdenes. Si no pueden con eso, entonces prueben suerte en las granjas.
Los soldados se rieron. Katana comienza a enojarse.
–O tal vez –decía el líder –quieran entregar a sus mujeres para cubrir la cuota.
Las personas se asustaban. Algunos hombres protegían a sus esposas. Katana estaba furiosa. Entonces apretando el puño, va con el líder y se para frente a él.
– ¡No Katana! –exclamó Aneko.
– ¡Con lo que tienen es suficiente! –exclamó Katana – ¡Si quieren tanto, deberían hacer que sus tropas trabajen por igual!
– ¡Silencio! –gritó el líder – ¡Si no quieres que te corte la lengua será mejor que te vayas sirvienta! ¡Vuelve con tu anciano dueño!
El líder se da la vuelta y Katana entra en furia. Ella iba a sacar su espada de madera escondida en la manga izquierda de su kimono. Aneko e Iku notaron sus movimientos; y antes de que el líder se diera cuenta, Iku sujetó a Katana de su hombro derecho. Entonces ella voltea e Iku le da una bofetada que la toma por sorpresa, y cae de manos al suelo evitando que la descubrieran.
Todos en el lugar se quedaron en silencio.
–Tendrá que disculparla –dijo Iku al líder –ella solo es una sirvienta agotada de tanto trabajo. Tanto trabajo puede enojar a cualquiera.
–Ugh. Son unos locos –dijo el líder –Nos vamos. Pero la quiero lejos de mí la próxima vez. ¿Quedó claro? –dijo de forma amenazante.
–Por supuesto señor –respondió Iku –le prometo que no volverá a suceder.
Katana seguía en el suelo tratando de contenerse.
– ¡Vámonos! –gritó el líder. Entonces se fueron en sus caballos con las carretas directo a la entrada hacia el puente.
Iku suspira aliviado. "¡Katana!", exclamaron Aneko y Kenji, y fueron corriendo a ayudarla. Hisoka va con Iku para ver cómo estaba.
– ¡Iku-san! ¿Está bien? –preguntó Hisoka
–Estoy bien –respondió Iku. Entonces camina hacia Katana y los demás.
Aneko observa a Katana. Katana mira a Iku quien permanece en silencio.
–Vámonos. Todos nos observan –dijo Iku.
Aneko quiso ayudar a Katana a levantarse, pero esta se negó. Katana se limpió una lágrima, y precipitada se fue de regreso a casa.
–Katana... –decía Kenji, pero Hisoka lo detiene.
Más tarde, en la base de los soldados Nisshoku; el líder se reunió con unos soldados en la habitación principal.
–Quiero que vayan al puerto esta noche –dijo el líder a los soldados –Busquen a la chica con cautela. Quiero su cabeza en la campana del pueblo al amanecer. Deben recordar para quienes sirven.
“¡Sí señor!” Respondieron los soldados. Salieron a prepararse para la noche.
Katana terminó de bañarse después de entrenar hasta el ocaso, usando agua del lago que tomaba de una cubeta usando un traste pequeño de madera. Luego de secarse, salió del baño pensando en lo que pasó en el pueblo. Estaba decidida a disculparse con el sensei Iku.
Hisoka y los demás trabajadores se encontraban cenando en una gran mesa del comedor. Aneko, Iku y Katana cenaban en otra mesa más pequeña. Comían arroz y vísceras de pescado secas con Té.
Los pescadores murmuraban sobre lo que sucedería con ellos ahora que la colecta se duplicó. Algunos estaban enojados y otros tristes. Katana quería disculparse con su sensei por lo que pasó en el pueblo. Katana terminó su plato y se armó de valor para hablar con el sensei. Esperó a que Aneko e Iku terminaran.
–Sensei –dijo Katana –quiero disculparme por lo ocurrido en el pueblo. Estaba enojada y…
–Katana, no te disculpes –interrumpió el sensei Iku.
–Pero estuvo mal lo que hice y…
–Katana –dijo Iku –sé porqué lo haces. Pero no hay nada de disculparse.
Kenji vió lo triste que estaba Katana. Hiroshi vió a Kenji.
Cayó la noche. Todos estaban durmiendo en sus cuartos. Salvo Kenji, quien se reunió con Hiroshi que llevaba una linterna.
– ¿Estás listo? –preguntó Kenji en voz baja. "Sí" respondió Hiroshi.
Acompañó a Kenji al cuarto de las chicas al otro lado de la casa. Sin darse cuenta, unas siluetas caminaron sobre el techo.
Hiroshi iluminó a Kenji frente a la puerta de Katana.
–Adelante –dijo Hiroshi en voz baja. Kenji se paró frente a la puerta.
– ¿Qué sucede? –preguntó Hiroshi.
–Estoy nervioso –decía Kenji. De pronto la luz de la linterna tembló.
– ¿Hiroshi? ¿Qué haces? –preguntó Kenji. Se dió vuelta y su pelo se erizó de miedo.
Había un sujeto vestido de negro quien apuñaló a Hiroshi en el corazón; mientras le tapaba la boca para que no hiciera ruido. La linterna cae a un lado. Y de la sombra sale otro encapuchado vestido de negro. Kenji retrocede y entra rápidamente a la habitación de Katana quien usaba kimono blanco. Ella despertó por el ruido.
– ¡Kenji! ¡¿Qué haces aquí?! –preguntó Katana furiosa.
– ¡Nos atacan! –exclamó Kenji apuntando a la puerta. Uno de los encapuchados estaba en la puerta, siendo visible por la luz de la linterna. Katana se sorprende y busca el compartimiento de su espada en el piso.
– ¡Aneko! ¡Levántate! –exclamó Kenji. Pero el hombre entra antes de que Katana pueda sacar la espada.
El otro sujeto abre la habitación de al lado y es golpeado con fuerza por una espada de madera y retrocede. Aneko sale a pelear. El otro soldado se distrae por eso y Katana rápidamente sacó la espada de una funda roja que fue desenvuelta de una tela blanca. Era la espada que usaba su padre Yoshio.
Katana desenfunda y ataca rápidamente al soldado sacándolo de su habitación. Aneko y Katana luchaban contra los dos hombres en el pasillo. Katana sujeta su espada con ambas manos y choca contra la espada del soldado encapuchado. Kenji sale de la habitación.
– ¡Kenji! ¡Busca a Hisoka! –exclamó Katana. Él sale corriendo a buscar a Hisoka y a los demás al otro lado de la casa. Katana choca y se sujeta al soldado. Entonces ve el cuerpo de Hiroshi tendido en el suelo.
– ¡Son unos malditos! –exclamó entrando en furia.
Empuja al soldado a la pared e intenta darle un corte, pero este lo esquiva. Iku sale de su habitación con un cuchillo en la mano. El soldado trata de huir y Katana lo sigue hacia el muelle.
Aneko evade los ataques del otro soldado y trata de darle en el abdomen sin tener éxito.
– ¡Aneko! –exclamó Iku. El soldado se distrae y Aneko le da al soldado en el estómago. Iku intenta atacar, pero el soldado lo detiene y lo arroja al suelo.
– ¡Sensei! –gritó Aneko.
El soldado hace un ataque rápido y Aneko logra esquivarlo por unos centímetros y se sorprende. El soldado se abalanza de nuevo y Aneko vuelve a esquivar. Su espada chocaba pero era más débil porque era de madera. Comenzaba a cansarse por seguir esquivando. Se percata de que él era más fuerte y que terminaría mal para ella si no hacía algo. Ve el momento de atacar y se abalanza esquivando al soldado. Da un fuerte golpe al costado del soldado y este cae. El soldado trata de darle a Aneko, pero ella le da primero un golpe en la cabeza y lo noquea.
Llega Kenji con Hisoka y los demás.
– ¡Aneko! ¿Estás bien? –preguntó Kenji.
–Sí. Pero Katana fue a pelear con otro soldado. Debemos buscarla –respondió Aneko mientras ayudaba a Iku. Kenji se percata de que el soldado se levanta de nuevo. Aneko voltea y el soldado da un salto largo. Estuvo a punto de darle a Aneko, pero Iku lo detiene rápidamente chocando la espada con su cuchillo. Derriba al soldado y lo apuñala en el corazón con el cuchillo. Matándolo al instante.
Iku jadea del cansancio y cae de rodillas. Tenía un corte en el hombro derecho.
– ¡Sensei! –exclamó Aneko quien va a ayudarlo.
–Estaré bien –dijo Iku –ayuda a Katana. ¡Ve!
–Nosotros lo cuidaremos –dijo Hisoka.
– ¡Sí! –respondió Aneko y salió hacia el muelle.
Katana entró a la bodega de los pescadores. Caminó lentamente mirando a su alrededor. La luz de la luna entraba por las ventanas e iluminaba algunas cajas y herramientas de pesca. Continuó caminando descalza, con la espada en posición y la respiración lenta; y la luz cubriéndola mientras avanzaba. Escondido en lo oscuro, el enemigo saca su espada y se prepara. Katana pasa por la luz de una ventana y entonces el enemigo corre a atacar.
Katana bloquea y ataca también. El enemigo esquiva y hace un ataque rápido que Katana continúa bloqueando con su espada. Inesperadamente, el enemigo da una patada a Katana y retrocede. Da un corte lateral y Katana logra bloquearlo. Continúan chocando. El soldado le hace un pequeño corte a Katana en el cuerpo, a lo que ella reacciona. El soldado da un corte vertical y Katana lo detiene sosteniendo su espada de los dos extremos y lo empuja de vuelta con un grito. Katana da un gran corte en el pecho del soldado y lo derriba cayendo sobre unas cajas. Aneko llega a la bodega y corre hacia Katana.
– ¡Katana! ¿Estás bien? –preguntó Aneko.
–Sí –respondió jadeando.
El soldado ve la espada de Katana. A lo que pregunta herido.
–Esa espada... ¿Es la espada de Yoshio Yamamoto? ¡¿Tú eres su hija?! –exclamó el soldado.
–Sí. Así es –respondió Katana. Aneko se ve sorprendida de que le haya confesado.
– Nos enviaron para matarte por lo que hiciste hoy en la colecta. No puedo creer que en verdad seas su hija –dijo el soldado escupiendo sangre de la boca.
–No me importa si no lo crees –respondió Katana.
–Da lo mismo si muero –dijo el soldado –Los demás lo sabrán pronto y los buscarán. Y también enviarán al daimyo por tí. Condenaron a este pueblo. Eres tonta para ser la hija de Yoshio –dijo en burla.
– ¡Cállate! –gritó Katana furiosa y enterró su espada atravesándolo hasta la caja que tenía detrás, matándolo al instante. Cuando el soldado dejó de respirar Katana sacó su espada ensangrentada sujetándola con firmeza y jadeando. Rápidamente se va a vomitar a una caja vacía. Aneko se quedó viéndola.
–Katana... Vámonos –dijo Aneko. Katana se tranquilizó y limpió la sangre de su espada.
–Vamos –respondió y guardó su espada. Luego se retiraron.
De vuelta en los pasillos, Aneko y Katana ven a Iku siendo ayudado por Hisoka que cubre su herida, mientras Kenji sostenía las vendas. Los demás pescadores habían tapado el cuerpo de Hiroshi con una sábana y vigilaban el lugar.
– ¡Katana! ¿Están bien? Tienes un corte –dijo Kenji.
–Estoy bien. Gracias –respondió Katana y observa a Iku –¡Sensei! –exclamó Katana preocupada y fue rápido a él ignorando a Kenji
–¿Lo vencieron? –preguntó Kenji a Aneko.
–Sí. Katana fue quien lo mató –respondió Aneko.
–Me alegra que ambas estén a salvo –dijo Kenji. Aneko miró a su hermano seriamente.
–En realidad, hay algo más que decirles –dijo Aneko.
–No es una herida profunda –dijo Hisoka a Katana –pero está muy débil. Estará bien en cuanto lo llevemos con Shoko. Ella sabrá qué hacer. Lo llevaremos en las carreta. ¡Traiganla! –dijo a los pescadores y salieron rápidamente a buscarlas.
Katana veía el cuerpo cubierto de Hiroshi preocupada.
– ¿Qué vamos a hacer con los cuerpos? –preguntó Aneko.
–Hay que sepultarlos –respondió Hisoka.
–Hay algo que debemos decirles a todos. Nosotras... –decía Aneko quien es interrumpida por Katana.
–Fuimos atacados por mi culpa –dijo Katana con coraje –ellos vinieron a buscarme porque peleé con su líder en el pueblo. Y pronto vendrán más por nosotros. Puse a todos en peligro. Sé que lo que hice estuvo mal y no puedo deshacerlo. Entenderé si están enojados conmigo.
–No. Katana –dijo Aneko que toma el hombro de Katana –En estos momentos es cuando debemos actuar como un samurái –Katana reacciona –Recuerda que debes seguir firme ante la situación. Por favor. Ayúdanos.
Katana se armó de valor y luego asentó con la cabeza.
–Ya trajeron las carretas. Vámonos. –dijo Hisoka quien cargó a Iku en sus brazos. Todos salieron afuera del pasillo hacia la entrada donde los esperaban con las carretas. Recostaron al sensei Iku a un lado del cuerpo cubierto de Hiroshi sobre la carreta. Hisoka ordenó que enterrarán a los soldados y que después se vieran con Shoko Yūhí, la madre de Aneko y Kenji. Hisoka y Kenji cargaron la carreta, con Aneko y Katana al lado de ellos. Partieron hacia el pueblo guardando silencio.
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