Nisshoku: Eclipse
En el dojo de los Yamamoto. Yoshio sacó su katana, y observó su hoja. Era de acero inoxidable, y podía ver su reflejo claramente. Se miraba a sí mismo y recordó la noche en que derrotó a Niimura.
El clan Eiko luchaba en el castillo de Niimura. Atacaron a todos los que habitaban en él, incluyendo civiles. Algunos escaparon. Yoshio estaba en el piso superior del castillo, dónde acababa de derrotar al bakufu. Yoshio traía su armadura de samurái, sin el casco. Estaba completamente exhausto y jadeaba mientras sostenía su espada, esperando a confirmar que el bakufu estaba muerto. Había perdido la vista del ojo izquierdo por un gran corte. Se acercó lentamente al cuerpo del bakufu; entonces supo que finalmente había muerto y que ganó la batalla. Se preparó para decapitarlo y levantó su espada.
Antes de que pudiera cortarle su cabeza desprotegida, un niño corrió a proteger el cuerpo del bakufu. Un joven gato de color blanco y hocico negro, se aferró al cuerpo y gruñó a Yoshio con unos ojos naranja y azul llenos de irá. Sonó la campana y Yoshio despertó.
"¿Qué sucede?" Se pregunta Yoshio. Katana se despertó al escuchar la campana.
– ¿Uh? ¿Otōsan? –preguntó Katana.
Poco después, Isao llega en su caballo a la entrada de la casa de los Yamamoto.
– ¡Yoshio! –grita el soldado en la puerta principal. Yoshio sale con sus espadas hacía la entrada y ve a su compañero.
– ¿Qué sucede? –preguntó Yoshio.
–Unos guerreros llegaron a la base –respondió Isao.
– ¿Qué? –preguntó Yoshio sorprendido.
–Dicen que vinieron a verte –respondió el soldado –Debes venir rápido.
Katana camina por el pasillo hacia la sala.
– ¡Katana! –exclamó la señora Akira al fondo del pasillo sosteniendo una linterna.
–Akira-san ¿Qué sucede? –preguntó Katana.
–Es la campana del clan –dijo la señora Akira –Significa que algo malo está pasando.
– ¿Dónde está mi papá? –preguntó Katana.
–Vamos a buscarlo –dijo la señora Akira y tomó a Katana de la mano.
Yoshio está en su habitación con su yukata puesta. Se amarra su cinturón y luego coloca con firmeza sus espadas. Luego bajó a la sala donde estaban Katana y Akira.
– ¡Yoshio-san! –exclamó Akira.
– ¡Otōsan! ¿Qué sucede? –preguntó Katana.
–Me están buscando –respondió Yoshio.
– ¿Qué? ¿Quiénes te buscan? –preguntó Katana sorprendida.
–No lo sé –respondió Yoshio –Debo ir a la base del clan. Akira, cuide bien de Katana.
Yoshio sale por la puerta de su casa.
– ¡Otōsan! ¡Espera! –exclamó Katana preocupada –Quiero ir contigo. Siento que algo malo va a pasar.
Yoshio se inclina a Katana.
–Katana –respondió Yoshio –No puedes venir conmigo. Puede ser peligroso.
–Pero... –responde Katana.
–Por favor, quiero que te quedes acá –responde Yoshio –Akira-san cuidará de tí. ¿Has entendido?
–Sí –respondió Katana triste.
Yoshio abraza a Katana. Después sale de la casa y se va a la entrada con Isao. Subió al caballo y se fueron galopando a la base. Akira cerraba la puerta principal, pero cuando estaba por poner la tabla, Katana empuja la puerta y sale corriendo.
– ¡No Katana! –exclamó Akira.
Katana ve a lo lejos el rastro de polvo del caballo de Yoshio y comienza a seguirlo por el camino.
– ¡Katana no lo hagas! ¡No vayas por favor! –gritaba Akira, siguiéndola a paso lento, mientras Katana corría por el camino cuesta abajo.
Yoshio e Isao llegaron a la parte trasera de la base. Adentro, Yoshio pasa por el patio con los soldados hacia la puerta.
– Están afuera de la entrada –dijo Isao.
–Su líder está en la puerta –dijo un guardia –Solo quiere verlo a usted señor.
Yoshio lo piensa un segundo.
–Abre las puertas –dijo Yoshio.
–Sí señor –respondió el guardia – ¡Abran las puertas!
Yoshio se para frente a la entrada mientras las puertas se abren lentamente.
Frente a él estaba el líder con máscara. Tenía unas espadas negras en el lado derecho. Miraba a Yoshio con unos ojos llenos de íra.
– ¿Quién eres tú? –preguntó Yoshio – ¿Qué es lo que quieres?
–No me reconoces –dijo el guerrero –pero yo a tí sí.
El guerrero se quita la máscara. Y Yoshio se sorprende. Los demás miembros del clan también se quedan viendo.
Era un gato blanco con hocico negro, con yukata gris y cinta blanca. Sus ojos eran naranja y azul.
–Eres el hijo de Niimura –dijo Yoshio. Los miembros del clan se sorprenden.
“¿Dijo el hijo de Niimura? ¿Niimura tenía un hijo?”, murmuraban los soldados.
–Así es –respondió el hijo –me llamo Hideki Niimura. Hijo de Ichiro Niimura. Y he venido a desafiar a Yamamoto Yoshio.
Yoshio frunció el ceño.
– ¿Quieres enfrentarme en un duelo? –preguntó Yoshio disgustado.
–Así es –respondió Hideki –Eh venido para vengar al clan Nisshoku. Y a mi padre.
– No somos responsables de sus actos. Él... –dijo Yoshio.
– ¡Silencio! –interrumpió Hideki – ¡No puedes negar el desafío! ¡Enfréntate Yoshio! O tu pueblo sufrirá.
Yoshio observa a los guerreros de Niimura. Eran de diferentes especies y uno era muy grande. Se queda pensando un momento. Y finalmente lo decide.
–Acepto tu desafío –dijo Yoshio –Si te venzo, nos dejarán en paz. Y no atacarán a ningún otro pueblo.
–Solo si me vences, haremos lo que digas –dijo Hideki. Entonces saca su espada. Una nodachi con una gran hoja de acero, con punta delgada que generaba un sonido agudo con solo haber desenfundado. Los soldados del clan Eiko estaban nerviosos por lo que iba a pasar.
Yoshio saca su espada y se pone en posición de pelea. Mientras tanto, Katana continuaba bajando la colina a toda prisa.
Katana tropieza mientras iba a medio camino. Se levanta con polvo y hojas de pasto encima.
– ¡Katana! –gritó Akira, quien logró alcanzarla. Akira toma la mano de Katana y trata de detenerla.
– ¡Suélteme! –exclamó Katana.
– ¡Es demasiado peligroso! ¡No puedes ir ahí! –respondió Akira.
En la base del clan Eiko, guardaban silencio. Solo se oía el sonido del viento aumentando. Todos en la base observaban a Yoshio y Hideki. Él se pone en posición de pelea y entonces Yoshio se abalanza y ataca. Niimura lo bloquea y contraataca; Yoshio lo esquiva con una voltereta. Se pone en posición y se abalanza de nuevo. Niimura también ataca, y ambas espadas chocan entre sí. Se sueltan y vuelven a chocar continuamente. Yoshio bloquea; Niimura hace una tajada con giro, y Yoshio vuelve a esquivar. Yoshio ataca y Niimura lo detiene a centímetros suyos. Yoshio se asombra y entonces Niimura hace otro ataque rápido con giros que Yoshio apenas logra esquivar, cortando dos de sus bigotes y un corte en la mejilla izquierda.
Isao se preocupa, pero Iku le toma del hombro para detenerlo mientras le niega con la cabeza.
Yoshio jadea. Se limpia el corte. Niimura suspira mientras muestra una sonrisa, entonces Yoshio ataca una vez más y chocan. Sujetándose entre sí.
–Sé cómo te sientes –dijo Yoshio a Niimura –Pero la venganza no te hará mejor.
–La venganza, es lo que me ha hecho más fuerte –respondió Niimura –Más de lo que te imaginas.
Niimura comienza a dar pasos, haciendo retroceder a Yoshio que usa todas sus fuerzas; entonces se suelta y esquiva otro ataque de Niimura, casi tropezando. Niimura vuelve a su posición de pelea. Yoshio recupera el aliento.
–No puedo arrepentirme de lo que hice –dijo Yoshio –Haré lo que tenga que hacer.
Yoshio se pone de nuevo en posición de pelea. Con el mango de su espada sostenida hacia su hombro, apuntando hacia el frente. Yoshio se lanza hacia Niimura y chocan sus espadas varias veces sacando chispas entre sí. Yoshio se para detrás de Hideki y este logra bloquearlo. Chocan un par de veces más. Hideki ataca hacia abajo y Yoshio bloquea enterrando su espada en el suelo. Ambos se liberan y Niimura continúa atacando.
Yoshio lo bloquea, pero Hideki desvía su espada y logra dar un corte en su espalda, luego atraviesa su hakama cortando su cola. Yoshio suelta un grito desgarrador que asusta al clan.
– ¿Otōsan? –preguntó Katana. Ella se zafa de Akira usando sus pequeñas garras, y corre hacia la base
– ¡Katana! ¡No Katana! –gritaba Akira.
Yoshio estaba boca abajo en el suelo soportando el dolor.
–Eso, son todos los latigazos que he tenido los años que entrené –dijo Hideki a Yoshio.
–No puede ser ¡Ese maldito cortó su cola! –exclamó Isao angustiado – ¡Vamos Yoshio! ¡Tienes que levantarte!
“¡Levántate Yoshio” exclamaban los soldados del clan Eiko “¡Derrota a ese demonio!”
“¿Qué esperas Yoshio? Levántate” pensaba Iku.
–Levántate Yoshio –decía Hideki en forma de burla –¿Vas a rendirte?
El grupo de Hideki se burlaba. Yoshio toma su espada del suelo y la aprieta con fuerza, aguantando el dolor. Intenta levantarse, pero le es difícil mantener el equilibrio al perder su cola. Se pone de pie apoyándose de su espada. Se pone en posición de ataque. Le cuesta ver a Hideki. Se toma un segundo, y ataca. Yoshio grita, y ambos chocan un par de veces. Pero Hideki acierta un golpe mortal en el costado. Ambos se detienen. Hideki se quedó en guardia. Tenía un corte en el hombro. Su espada sonaba, y cuando la vibración llegó a su punta ensangrentada, esta acumuló una gota de sangre. La gota cae al suelo, seguido de Yoshio que cae de frente boca abajo. Todos se quedaron en silencio. Solo se oía el viento.
–Yoshio. No puede ser –dijo Isao.
–Está hecho –dijo Hideki, quien guarda su espada –El clan Eiko ha caído. ¡Un nuevo tiempo empieza! ¡Comienza la nueva era del eclipse! ¡Da inicio el Nisshoku! ¡Todo el mundo estará ahora bajo mi mando! ¡Todos aquellos que se reúsen, perecerán! –exclamó a todos.
– ¡Maldito demonio! –exclamó el guardia arriba de la puerta apuntándole a Hideki con el arco. Rápidamente es derribado por otro arquero del grupo de Hideki.
–Nos retiramos. –dijo Hideki. “¡Sí mi señor!” exclamó su clan.
Hideki monta su caballo y se marcha junto con sus soldados que celebran su victoria. Isao cae de rodillas. Iku se entristece.
Katana llega corriendo desde atrás de la base y ve a su padre tendido en el suelo.
– ¡Otōsan! –exclamó Katana. Llega con Yoshio y trata de despertarlo.
– ¡Otōsan! –exclamó de nuevo Katana. Yoshio tenía sangre en su boca. Levantó la mirada hacia Katana y tocó su mejilla.
–Perdóname... “Ana…” –dijo Yoshio con su último aliento, y finalmente muere. Katana llora a mares y grita; mientras en el cielo, la luna era cubierta por las nubes en una oscuridad.
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