Capítulo 1. Un ayer nostálgico
“¿Eh? Pero qué…” murmuró con debilidad al tratar de abrir los ojos. De momento lo envolvía una obscuridad absoluta que no le permitía saber lo que ocurría, tan sólo podía escuchar el sonido de la lluvia que retumbaba contra el pavimento.
Sin embargo, era imposible ignorar la sensación fuerte de las gotas golpeando su cuerpo sin misericordia.
“¿Masaru?...” una voz familiar irrumpió de un momento a otro, logrando que pudiera no sólo escuchar la lluvia… Ahora podía escuchar gritos de fondo, cómo si se tratara de gente realmente enojada.
La pesadez de sus párpados se desvanecía al sentir una mayor urgencia, motivada por los gritos a su alrededor y la sensación de peligro que estaba experimentando.
Su visión finalmente se llenó de color… Aunque… Ante él, pudo observar personas peleando y gritando. Bajo la lluvia y la escena obscura, era difícil de entender lo que veía. ¿Qué tanta diferencia había de haber estado en la obscuridad total? Agradecía poder ver, pero… De momento ni siquiera podía moverse.
Al mirar a su alrededor como mejor pudo, creyó entender un poco más.
‘Ah. Parece que estoy en el suelo… ¿Será que por eso todo se ve más intimidante?’ pensó al creer que era muy posible que pudieran pisarlo; no obstante…
Entre todas las personas, un individuo acaparó su atención de forma súbita.
“Masaru…” al escuchar la voz, era aparente que se debía a la misma voz de antes. Aquella voz familiar, aunque…
Ante él, yacía un niño pelirrojo sujetando un cráneo en sus manos. Su mirada se veía completamente perturbada.
Al intercambiar miradas con él, pudo observar la forma en que éste empezaba a temblar. Ocultando su rostro con una de sus manos, era evidente que estaba siendo abrumado por emociones muy fuertes.
Sintiendo un tirón en su corazón al verlo, Masaru negó débilmente con la cabeza al creer saber lo que estaba pasando por su mente.
“No lo hagas…” murmuró con una voz pequeña mientras su visión se distorsionaba.
“¡Devuélvemelo!” Escuchó de un momento a otro. Aquellos gritos de personas que había escuchado con anterioridad habían cesado. ¿Acaso había aparecido en otra parte?
La voz sonaba cerca; sin embargo, sus párpados no parecían ceder esta vez. Como si estuvieran forzados a mantenerse cerrados, no pudo hacer nada más que escuchar.
“¡Devuélveme mi humanidad!”
“¡Devuélveme los días que nos robaste!”
¿Por qué estaba gritando aquello? Creía entender la razón detrás, pero… ¿Qué no era inútil? Ninguna de esas cosas existía más en sus vidas… Así que… ¿Por qué estaba gritando con tanta desesperación?
Con mucho pesar, sus ojos se llenaron de lágrimas y dentro de ese espacio vacío en el que actualmente existía, lamentó tener que escuchar al contrario tan devastado y al mismo tiempo, deseó con todo su ser que sus deseos pudieran ser escuchados.
“Dai… Gracias…” Sin tener energía para decir más, la realidad se tiño de negro y su mundo dejó de existir.
“¿Uh…?” murmuró mientras abría los ojos lentamente.
“¡Ya te dije que no hay nada de comer así que ya cállate!” exclamó un niño pelirrojo de ojos rojos carmesí y de tez trigueña clara, su cabello le llegaba un poco sobre los hombros. Masaru tardó unos segundos en reaccionar pero pronto miró hacia la puerta de la habitación, dándose cuenta de que yacía en el dormitorio que compartía con sus hermanos.
“¿Eso fue un sueño…?” se preguntó Masaru al seguir medio dormido. Esto hasta que la puerta de la habitación se abrió mostrando a un niño rubio de ojos azul cobalto y tez blanca, quien corrió hacia la cama y se aventó con tal de quedar cerca de Masaru.
“¡Masaru! ¡Tengo hambre!” exclamó el rubio de la nada. Masaru se quedó en silencio mientras miraba a su hermano de ojos azules. De igual manera, éste se quedó mirando sus ojos verde manzana sin decir más.
“¿Eh…?” murmuró el pelinegro finalmente captando lo que ocurría. “¿Qué acaso no hay nada en la cocina?”
“Sólo hay sopa instantanea y comida enlatada, quiero algo más pero Daiki no coopera”
“No es como que puedo hacer que aparezca comida por arte de magia, tonto” dijo Daiki al mirar la situación desde el marco de la puerta.
Al escuchar la voz de su hermano. Masaru miró en su dirección, observando cómo entraba otro de sus hermanos a la habitación luego de darle un golpecito en la cabeza a Daiki.
“Daiki, no seas tan gruñón” dijo el niño idéntico a Daiki, con la diferencia siendo su cabello largo, el cual le llegaba hasta la espalda baja. Cargaba a su cachorrito de pelo castaño en sus brazos, el cual tenía un adorable fleco similar al de su dueño.
“Es culpa de Mitsuru por molestar tan temprano, debería sólo comer lo que hay”
“Ni siquiera tú quieres comer lo que hay…” dijo su hermano al entonces acercarle al perrito. “Pero mira, ¿qué no ves que Hachi quiere que te relajes?” preguntó mientras el cachorrito lamía la mejilla de Daiki un par de veces.
Daiki sonrió por un momento antes de sonrojarse y fruncir el ceño de nuevo.
“Daitaro, para, ya entendí… Aunque no quita que Mitsuru esté siendo un idiota” dijo Daiki al gestionarle que apartara al perrito.
“Quizá… Pero tiene razón en que es algo aburrido sólo comer lo mismo una y otra vez” comentó Daitaro al acercarse más a la cama y ver a Masaru. “¡Buenos días! ¿Cómo dormiste? Decidimos dejarte dormir ya que parecías necesitarlo”
“Pues…” murmuró Masaru al quedarse pensando en esto.
“¿Decidimos? Prácticamente insististe en no molestarlo, así que sólo tú decidiste eso” dijo Mitsuru, quien ahora estaba hecho bolita entre las cobijas.
“Haha, bueno, me hicieron caso así que en teoría también estuvieron de acuerdo” dijo Daitaro al entonces notar la mirada perdida de su hermano pelinegro.
Notando su mirada, Masaru se vio un poco nervioso antes de mirar a Daiki, a quien observó con atención. Daiki arqueó una ceja ante esto.
“¿Qué te pasa? ¿Por qué me miras así?” preguntó el pelirrojo antes de verlo con molestia. “¿Acaso también tienes hambre y me ves como un bistec? Porque si es así puedo ponerte en tu lugar en dos segundos”
Ante el silencio prolongado, la mirada de Daiki se relajó. Sus ganas de pelear murieron debido a la mirada inexpresiva de su hermano.
“Oye, quita la cara de idiota de una vez”
“Daiki, uh… bueno… ¿Cómo decirlo? No es que me importe, pero…” Masaru no sabía cómo preguntar sin ocasionar que su hermano sospechara de su comportamiento, sin mencionar que encontraba algo vergonzoso preguntar así como si nada. “¿Has gritado o algo así…?”
“¿Eh? Pues sí, he estado gritándole a Mitsuru desde hace rato, ¿Por qué?” preguntó Daiki sin entender la pregunta. Masaru no se veía satisfecho con la respuesta, tendría que intentarlo de nuevo.
“No, ehm, me preguntaba si… ¿Alguien te ha golpeado, pateado…?” preguntó el pelinegro, de nuevo, Daiki seguía ignorando la intención de la pregunta.
“Pues sí, el idiota de Mitsuru aparentemente me vio cara de tocino hace rato y estaba mordiéndome, si es a eso a lo que te refieres. ¿Pero eso qué importa? Sólo lo golpeé y dejó de intentarlo… un par de minutos después”
“Corrección, Daitaro me golpeó para que dejara de morderte y sólo por eso te solté” dijo Mitsuru al sacarle la lengua a Daiki. Daiki lo miró no muy contento por el comentario.
Daitaro tan sólo sonrió dulcemente sin decir nada ante el intercambio.
“Ah… no, no precisamente Mitsuru, me refería a si…” Mitsuru los miró sin entender la dificultad de la pregunta, ¿Es que acaso era tan complicado? Ni siquiera con el hambre que tenía había dejado pasar esa pregunta.
“Masaru te está intentando preguntar si estás bien” dijo Mitsuru sin querer que el intercambio sin sentido prosiguiera. Masaru se quedó callado junto con Daiki. El pelinegro miró a Mitsuru con enfado, no quería decirlo tal cual, no quería que Daiki empezara a sobrepensar la situación.
“¿Qué…?” Daiki yacía todavía perdido. “¿Por qué me preguntaría algo así? Mitsuru, no seas estúpido, Masaru no hace esa clase de preguntas”
“Claro…” Mitsuru puso los ojos en blanco antes de decidir no intervenir más.
“Déjalo, mi gemelo es algo lento para estas cosas, haha” dijo Daitaro al ver con algo de simpatía a Daiki, quien le dedicó una expresión denotando molestia.
“Bueno, ignorando a estos dos, ya dime qué es lo que me quieres preguntar. Ve al grano”
“Uh…” Masaru miró hacia otro lado, mostrando un tic en su ojo, no sabía qué decir. “Intento preguntar que si… ¿Has sentido ganas de gritar o…?”
“Masaru, basta” dijo Daiki al no querer creer lo que estaba pasando, la sugerencia de Mitsuru le cruzó la mente y parecía extrañamente creíble. “¿Me estás queriendo decir que Mitsuru tenía razón?” Mitsuru le sacó la lengua, a lo cuál Daiki desvió la mirada mostrando fastidio.
“Ah…” el pelinegro murmuró sin saber cómo defenderse. Daiki de verdad no parecía entender la razón de su hermano para preguntar eso.
“¿Estás intentando preguntar si estoy bien?... ”
“¿Tal vez…?” dijo Masaru al entonces fruncir el ceño y hacer un puchero. “Pero por como contestas creo que sólo perdí el tiempo preguntando, es obvio que estás bien”
“¿Por qué preguntarías eso si te acabas de despertar?” preguntó Daiki mientras arqueaba una ceja.
“No es nada, no sé qué mosca me picó-“
“Masaru, sólo dilo de una vez” insistió Daiki. Masaru se quedó en silencio antes de suspirar y resignarse.
“Tuve una pesadilla…”
“¿Y entonces?” Al mirar la expresión de impaciencia del pelirrojo, Masaru le dedicó un puchero y miró hacia otro lado.
“Sólo olvídalo, quizás era I-Daitaro en mi pesadilla en vez de ti” ante el comentario, Daiki se sobresaltó. Se veía ligeramente indignado. Por otro lado, Masaru estaba un poco preocupado por su desliz en ese momento; no obstante, Daiki no parecía haberse dado cuenta. Tendría que tener más cuidado.
“¿Qué? ¿Cómo podrías confundirnos?” Olvidando la pregunta extraña de antes, Daiki se enfocó en lo que él consideraba que actualmente tenía más importancia.
Masaru y Mitsuru le dedicaron una expresión de incredulidad a Daiki luego de mirar a Daitaro por unos momentos.
“¡Oye! ¡No somos tan parecidos!” exclamó Daiki al pararse a un lado de Daitaro, quien le sonreía sin verse afectado por la conversación; sin embargo, Daiki claramente no podía aceptar que dijeran eso.
“Son gemelos idénticos y crees que no son tan parecidos…, pobre iluso” dijo Mitsuru al ver a su hermano con lástima.
“Literalmente sólo se ven diferentes por lo largo de su cabello” dijo Masaru al ver a Daitaro “Eso y por los brazaletes con picos que siempre usa, pero como no son parte de su cuerpo no cuentan”
“...” Sin argumentos, Daiki los miró como si estuviera maldiciendo a ambos en su mente. Daitaro rió por unos segundos antes de sujetar el hombro de su hermano con intención de animarlo.
“Daiki, no te preocupes, siempre serás único y especial para mí” dijo Daitaro dulcemente. Los otros, al escucharlo y ver cómo Daiki se sonrojaba, se echaron a reír al unísono.
“Es muy temprano como para salgas con tus cursilerías” contestó Daiki al desviar la mirada.
“Pero hablo en serio, tú…”
“Cállate, ya te dije que es muy temprano para eso” Daitaro sonrió al escuchar eso antes de mirar a Masaru.
“Bueno, mientras Daiki trata de superar la pena que siente, ¿qué tal si nos cuentas qué soñaste como para preguntar por él?”
“¿Hm? Ah…” La sonrisa se desvaneció de su rostro casi enseguida. “Soñé que Daiki estaba gritando… Aunque no recuerdo por qué”
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