Querido diario. A pesar de haber gozado una vida privilegiada, llena de felicidad y que me brindó muchas oportunidades para triunfar; nada pudo haber predicho la condición que me golpearía a mis 28 añitos.
Algunas amistades ya han notado el tono de mis mensajes en Instagram y Facebook, los cuales insinúan que estoy viviendo mi vida al máximo, ya que uno nunca sabe cuando le toca. La verdad es que no falleceré antes que mis progenitores; sin embargo, la posibilidad de que termine en un hospital psiquiátrico antes de pegarle a los 30, está presente, y la piπ©π3 vergüenza de que algún día mi abuela me tenga que llevar sopita de pollo al manicomio y ver en lo que me habré convertido, la dejará con el corazón marchitado.
Estas notas servirán como una película donde podre revivir momentos en mi vida y comprender más mi condición mental. Mi psiquiatra no sabe cuándo empezó, pero si pláticas seguido conmigo, notarás que lo que te platico, cada vez tiene menos sentido. Es que la verdad ya me está costando trabajo distinguir entre la realidad y la fantasía, y estoy desarrollando la tendencia de exagerar eventos en mi vida cotidiana.
No me clasifiquen como, mentiroso, ya que estás no son falacias elaboradas a propósito, sino características de como veo el mundo desde mi punto de vista a causa de mi condición mental.
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Chequen mi versión en inglés en, tapas.io/episode/999180
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