-Eh, ¿encontró todo lo que buscaba?-me limité a decir.
Él rio un poco ante mi pregunta, después bajó la mirada hacia el objeto que estaba sosteniendo. –Sólo será esto por el día de hoy- dijo-me gustaría llevarme una de esas tarjetitas que les das a los clientes para que pidan el servicio a domicilio-
Lo miré con sorpresa, estaba tan cerca de mí. Pero me apresuré, aclaré mi garganta -¡Ah, por supuesto!- comencé a buscar las tarjetitas por todas partes de manera apresurada, pero no encontré nada.
-Mira, aquí están, no te preocupes por buscarlas más- dijo, mientras soltaba una ligera risa y sostenía una tarjeta blanca con letras rojas.
-¡Ah, claro, es cierto, muy bien!-balbuceé, aun más nerviosa que antes. Él sonrió y guardó la tajeta.
-…Así que, ¿cuánto sería por esto, señorita?- extendió su largo brazo y me entregó una larga caja, la cual contenía un dildo negro de enorme tamaño. Mis ojos se llenaron de sorpresa; no era la primera vez que vendía ese tipo de productos, pero él era una persona especial, supongo, no creí que tuviera esos gustos, internamente, pensé en muchas cosas y probabilidades. Perdida por un momento en mis pensamientos, me quedé observando el producto. Hasta que el chico intervino.
-¿Y bien?, lo siento, es que tengo un poco de prisa. Alguien me espera en casa- como antes, dijo esto con una ligera y pervertida sonrisa. Salí de mi estado de breve hipnosis, al escuchar eso. Y por dentro me quedó la duda, ¿quién es esa persona que lo espera en casa? Creí que el dildo era para él solo. Este y un montón de pensamientos desilusionantes llenaron mi cabeza mientras checaba el producto, lo embolsaba y se lo entregaba.
-Nos vemos pronto- se despidió él con un movimiento de su mano y una tierna sonrisa. Yo no dije nada, sólo me quedé viéndolo mientras se iba. Fue un momento como en cámara lenta, lo vi marcharse lentamente, hasta que desapareció su figura.
Después de ese momento tan desconcertante y extraño para mí, me di cuenta de que ya casi era hora de cerrar. Normalmente llevaba los pedidos a esa hora, para luego de haber terminado esa labor, llevar la motocicleta a casa y guardarla bien, esta fue otra buena idea mía que le encantó al dueño de la tienda. Así que, sin más, me di a la tarea de cerrar la cortina de la tienda, seguido de ir a revisar los pedidos que debían ser entregados en este día. Me sobresaltó el sonido de un correo nuevo, era un pedido que acababa de llegar. Pensé: “menos mal que llegó a tiempo, si no tendría que ser entregado hasta mañana, qué buena suerte tiene este cliente”. Revisé la dirección, nunca había llegado a esa calle, así que la busqué en el google maps… parecía estar a las afueras de la ciudad, cerca de un gran número de hectáreas vacías o destinadas a los cultivos, es decir, era una casa rodeada de parcelas… Por un momento, y como si un flashback pasara rápidamente por mi cabeza, recordé esa escena primaria, donde perdí mi celular, donde vi a aquellos hombres jóvenes y tan guapos, en una escenario que claramente dejaría traumado a cualquiera; pero a mí no, por lo menos no de mala manera. Siempre que los recordaba, mi mente se llenaba de un intenso deseo, de poseerlos a ambos; o por lo menos de volver a verlos, aunque fuera una sola vez más. Pero no, ¿qué es lo que me estaba pasando últimamente? “Debo concentrarme en mi trabajo” me dije a mí misma, “no está bien que continúe distrayéndome a cada rato, mi jefe se dará cuenta y, que no lo quiera dios, pero podría correrme de aquí, debo enfocarme en cosas importantes, sobre todo en cosas recientes. El aquí y el ahora. Vamos, yo sé que puedo”. Por un momento dejé de sermonearme y traté de estar enfocada en mis responsabilidades. Comencé de nuevo a registrar los pedidos, a empaquetar los productos. Por suerte, no eran muchos. Suspiré aliviada al ver que sólo me faltaba el último, el cual había llegado hacía poco. Rápidamente, y sin pensarlo mucho, fui por los productos de ese pedido, los empaqueté y llevé todas las cajas a la motocicleta. Había sido un día muy extraño e intenso, todo gracias al guapo chico desconocido de la bicicleta, aunque hoy no había visto que la trajera. Pero bueno, a seguir con el trabajo, ya era lo último, pensé para mis adentros y suspiré aliviada, con una sonrisa.
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