Miércoles, 13 de agosto
11:45 h
Naruto estaba hambriento. Cosa rara en estos días tan calurosos, a estas horas: con el calor, se le cerraba el estómago y era imposible hacerle tragar nada sólido y consistente.
Pero es que la noche anterior se había ido a dormir sin cenar en un intento de alejar las tonterías que volvían a formarse en su mente, después de hablar con su amigo, y desde que se levantó sentía como si tuviera un agujero en el estómago que tenía que llenar con lo que fuera.
Después de desayunar su buen plato de arroz con curry, se había apresurado para ir a buscar al castaño e ir al centro con el coche. Sabía que se iba a estresar con el tráfico, pero de esa forma podrían ir a cualquier parte más tarde si les apetecía, y también sería más rápido si querían volver al piso para salir con las bicis.
Habían estado dando vueltas por las tiendas de música y de ropa después de que Kiba hiciera la reserva del juego que quería comprar, aunque realmente no había nada que le llamara la atención. El único sitio al que tal vez tuviera ganas de ir, era una galería de fotografía que había en la ciudad. Pero quedaba algo apartada, así que estaba totalmente descartada por el momento: si había decidido levantarse temprano ese día para ir al centro, era con el único objetivo de no alejarse de la avenida, para ver si por "casualidad" podía encontrarse con Sasuke y hablar un rato con él.
Aunque según pasaban los minutos se sentía más inquieto.
"No sé si será buena idea después de lo de ayer…", suspiró con algo de amargura.
Un gruñido procedente de su estómago le devolvió de nuevo a la realidad, haciendo que se disolviera toda esa negatividad que volvía a susurrarle desde un rincón de su mente. Realmente estaba hambriento.
- Va, Kiba… -le zarandeó un poco del brazo-. Tengo hambre…
- Joder, tío, pareces una preñada. Llevas todas la mañana comiendo porquerías.
- ¿Y qué quieres que le haga? -se cruzó de brazos molesto-.
Llevaba al menos un cuarto de hora ahí de pie, junto a los estantes de la tienda, esperando a que el castaño decidiera qué pantalón comprarse.
- Bah, demasiado simples -los volvió a colocar en su sitio-. Vamos a comer algo, yo también tengo hambre ya…
- ¡Gracias! -exclamó llevando las manos al cielo, siguiendo los pasos de su amigo-.
Casi por instinto, echó un vistazo a la hora en su reloj de pulsera. De buena mañana, cuando pasaron por delante de la cafetería, Ino ya le había dicho que Sasuke no había aparecido aún… Y se habían quedado por las tiendas cercanas sólo por si acaso, pero sabía de sobras que, si no había ido temprano, no le vería hasta algo más tarde. Si es que realmente iba.
"Aunque ayer vino más tarde de lo normal…", frunció levemente el ceño.
Era en momentos como éste en los que se sentía un completo acosador. Casi sin querer, se había aprendido los horarios en los que solía pasar por ahí… Y se extrañaba si algún día se salía de la norma.
Sacudió la cabeza y metió las manos en los bolsillos, mientras caminaba junto a Kiba mirando los escaparates. Tenía que comer algo y darle un poco de azúcar a su cerebro para que empezara a carburar.
Miércoles, 13 de agosto
14:35 h
- Vámonos ya, Naruto. No va a venir.
- Cinco minutos más.
Tenía la horrible sensación de que no le iba a ver más.
No tenía ni idea de qué fue lo que pudo hacer mal cuando Sasuke estuvo en su casa… Pero pareciera que el moreno ya no quisiera saber nada más de él.
¿O estaba imaginando cosas?
El día anterior apenas pudieron cruzar los 'buenos días', casi pareciera que le hubiera ignorado completamente a propósito, y la inquietud se estaba haciendo más grande hoy. Seguía sin creerse que, después de tanto tiempo viniendo y quedándose fuera, decidiera irse directamente dentro del local el día de antes. Y no podía quitarse de la cabeza a esa chica nueva con la que vino: al contrario que la pelirroja, con esta parecía tener más confianza.
"Tal vez que ella sí que era su novia…", suspiró resignado.
Empezaba a tener ganas de llorar de nuevo. Y no podía sino enfadarse consigo mismo por haber permitido, y alimentado, las ganas de querer pasar más tiempo con él.
- Vámonos… -suspiró resignado al tiempo que se levantaba-.
- Va, no te pongas así… -le pasó el brazo por los hombros y le dio un leve apretón-. Seguro que está ocupado con sus cosas y por eso no ha venido.
- Ocupado con su novia… -suspiró de nuevo-.
No veía a Kiba porque estaba más ocupado mirando las baldosas por las que caminaban, de vuelta al coche, pero estaba seguro de que le estaba mirando con cara de pena, caminando a su lado. Y odiaba sentirse así. Daría lo que fuera ahora mismo por tener al alcance una piedra para poder darle una buena patada y poder descargar algo de su rabia.
- Va, Naruto -le dio un leve empujón con el hombro-, seguro que mañana le ves.
- Ya, claro…
- Por lo que me has dicho, siempre va ahí porque seguramente le viene bien para ir a donde sea que vaya, ¿no? Si de verdad has hecho algo que le haya enfadado, ya volverá cuando se le pase el cabreo. O seguro que le ves pasar alguna mañana por ahí.
- Si no quiere hablar más conmigo dudo que le haga mucha ilusión si le paro en mitad de la calle…
- Jmmm… Pero te tiene que devolver tus libros, ¿no? ¿No me dijiste que se llevó unos cuantos?
- Sí -se encogió de hombros-.
Pero en este momento lo que menos le importaban eran los libros. Sentía que había fracasado de una forma colosal con el moreno.
"Eso me pasa por esperar nada de él…", se afligió.
Aunque no había parado de recordarse que no podía pasar de ser más que un amigo -si es que hubieran llegado a ser algo parecido a eso-, en el fondo tenía que admitir que estaba deseando ser algo más. No podía quitárselo de la mente, y el corazón siempre le daba brincos cuando estaba cerca de él. Se le encogía el pecho simplemente de pensar que no iban a hablar más.
- Oye, Naruto… -le llamó la atención el castaño. Levantó levemente la cabeza al ver que aquel se quedaba parado-. ¿No es ése?
Durante unos segundos se le quedó observando sin entender. Pero al ver que no decía nada más siguió con la mirada la línea hacia la dirección donde miraba el otro. Hubiera apostado lo que fuera a que le estaba gastando una broma pesada sino fuera porque no se estaba riendo. Y sí, era él.
Estaba sentado en la parada del tranvía, con los codos apoyados en las rodillas, mirando el suelo. Quería acercarse a preguntarle algo. Lo que fuera con tal de poder averiguar si es que se había enfadado con él, y por qué. Aunque enseguida se desvaneció ese deseo. No era nadie para pedirle explicaciones, no era más que un simple conocido: el camarero de la cafetería.
Y estuvo a punto de seguir su camino, resignado, hasta que vio cómo se quitaba las gafas de sol y se llevaba una mano a la cara. Debía de estar a más de quince metros de él, pero por la forma en la que se pasó el dorso de la mano por la mejilla, aunque tuviera la cabeza gacha, no le quedaba duda.
"¿Está llorando…?".
- Espérame un momento, Kiba -le dijo en un murmullo-.
Algo dentro de su ser agitó de forma violenta, empujándole a redirigir sus pasos hacia donde estaba aquel. Llegó hasta el paso de peatones y esperó impaciente su turno para cruzar. No quería salir corriendo, pero su paso se fue acelerando hasta que estuvo a un par de metros del moreno.
- Hey, Sasuke… -le saludó algo inseguro-.
Aquel se quedó inmóvil durante un momento. Era evidente que no esperaba que nadie conocido le viera ahí. Mucho menos le esperaba a él. Lentamente, y seguramente queriendo mantener su orgullo, se pasó la manga de la camiseta por la mejilla para secarse las lágrimas para acto seguido ponerse las gafas de sol. Sólo una vez se vio resguardado por las lentes fue que levantó la cabeza y apoyó la espalda en el asiento.
- Hola.
Naruto no sabía exactamente qué hacer. Hasta ahora ya sabía lo reservado que era con sus asuntos personales, pero algo se le removía en el interior de verle así.
- ¿Estás bien? -le preguntó sentándose a su lado-.
- Sí.
El moreno giró la cara hacia el otro lado, haciéndole sentir como un idiota por haberle preguntado algo tan evidente. Claro que no estaba bien. Y fuese cual fuese la causa, no se la iba a contar sin más a él, un completo desconocido. Pero aún así quería serle de ayuda, como fuera. No soportaba verle así. Sentía como si le estrujaran las entrañas.
Y algo le daba en la nariz que cual fuese el problema, tenía que ver con su familia. O por lo menos así lo entendió él, pues el moreno era muy reacio a hablar de ello. ¿O tal vez tenía que ver con la pelirosa del día anterior?
Se pasó largos segundos observándole, sentado junto a él. Y se percató del suspiro que dio en silencio, por el movimiento de su pecho.
No podía evitar sentirse impotente, sin saber qué hacer por él. Desvió la mirada al suelo, como si fuese a encontrar alguna respuesta ahí. Obviamente no encontró ninguna y se quedó mirando al frente, ausente por un momento, hasta que su vista enfocó a su amigo en el otro lado de la calle.
Entonces se le ocurrió.
Si estaba enfadado por algo que hubiera hecho, tenía que ponerle remedio de alguna manera. Pero primero tenía que empezar a tratarle igual que a Kiba si quería llegar a tener algo parecido a una amistad con él para hacerle sentir cómodo. Empezaba a estar seguro de que había sido su deseo inconsciente de poder acercarse más a él lo que le había llevado a hacer alguna gilipollez sin darse cuenta.
- ¿Quieres venirte a mi casa? -le ofreció. Continuó cuando tras unos segundos esperando no recibió respuesta-. Viene un amigo conmigo, vamos a jugar a la consola para pasar la tarde.
El pecho le dio un brinco al girarse el otro levemente, como prestándole algo más de atención.
- Puedes quedarte a descansar en mi cuarto si estás cansado -dijo sin pensar-. Y bueno... -rio algo avergonzado-, no tengo mucho de comer en casa, pero hay un combini* cerca de mi piso…
El moreno se tomó su tiempo meditando. Aunque Naruto no tenía claro si realmente le estaba escuchando o no. Parecía estar ausente, con la mente en algún otro lugar. Volvió a ver cómo suspiraba en silencio y con cuidado se llevó de nuevo el dorso de la mano a la cara, levantando levemente las gafas. Seguramente se le había vuelto a escapar una lágrima, de esas traicioneras.
- Unn… -asintió finalmente-.
El rubio sonrió levemente, con algo de amargura. Se sentía aliviado por el hecho de que quisiera ir con ellos, eso le demostraba que realmente no debía de estar enfadado con él, o no tanto al menos; pero por otro lado no podía evitar preocuparse: ya le había visto desganado antes, e intuía que debía tener algún problema en casa con su familia… Pero no se le había pasado por la cabeza en ningún momento que estuvieran tan mal como para llegar a verle así.
- Va -le animó a seguirle poniéndose en pie-.
Caminó con contenida calma, ajustando sus pasos a los del moreno. Y le presentó a Kiba cuando llegaron al otro lado de la calle. Ya se había hecho una idea de que Sasuke no mostraría mucho entusiasmo, pero al menos no parecía demasiado incómodo con la situación, y caminaron en silencio hasta llegar al coche, que no quedaba ya lejos, poniendo rumbo al piso de Naruto.
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