En la soledad del bosque,
En la amplitud, viendo al horizonte,
Siento tus manos,
Busco tu rostro
Observando al mío.
En tu mirada…
Encuentro miles de estrellas,
Ese universo de posibilidades infinitas,
En el que me pierdo cada vez que te miro.
Y paralelo a mis sentimientos,
Este corazón que te anhela,
Fervientemente,
Palpitante…
A un ritmo,
En el que tú estás presente…
Y en su amplitud,
En lo más profundo de esta alma anhelante,
De besos, de versos,
De mil poesías,
Y de tantas letras que he escrito para ti…
…
Anhelante, en un deseo ardiente,
De tenerte aquí conmigo,
De sentir tu abrigo,
Que tanto me falta,
Y tus caricias,
Como un millón de estrellas,
Como tiernas cosquillitas,
Plasmadas en un cielo,
Que si pudiera,
Te regalaría sin pensarlo…
¿Y qué otra cosa tengo que pensar?
Si mi mente sólo se entretiene en pensarte,
Sólo en tenerte a ti,
Sólo a ti…
Aquí,
Sin más,
Sin peros,
Sin olvidos y sin excusas,
Sólo mil caricias,
Sólo mil besos y mil versos,
Y un sinfín de estrofas,
De canciones que me recuerdan a ti,
A los momentos más bellos,
Que sólo he pasado contigo.
Momentos de alegría, de dicha,
Memorias que no se olvidan.
De tu presencia lejana,
Pero que dejó una huella
Tan profunda como un relieve,
Como un bordado,
Una figura de ti,
Como tu nombre tallado en mi alma,
En mi mente,
Y en este cuerpo,
Que todavía,
Es como tu templo,
Que todavía te pertenece,
Y que a través de los años,
Lo volviste tuyo,
Y de nadie más.
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