Lunes, 11 de agosto
17:00 h
Sin dejar de pedalear, se agachó un poco para coger a tientas la botella de agua. Llevaban poco más de quince minutos a la marcha, camino de la playa, pero tal vez por el cansancio, o los nervios, sentía la boca más seca de lo habitual.
Sabía que estaba empezando a darle demasiadas vueltas al asunto, y sabía que muy seguramente era su mente exagerada, pero empezaba a creerse que realmente Sasuke se había molestado con algo que hubiera podido hacer.
- ...y me amenazó con enseñárselas a mi madre… ¿Me estás escuchando?
- ¿Cómo? -salió de su ensimismamiento-.
Dejó de pedalear un momento para que le alcanzara Kiba y se pusieran a la par. No deberían circular en paralelo… Pero sólo sería por un momento.
- Tío, deja de soñar despierto con tu moreno y hazme un poco de caso, ¿quieres? -se quejó-. Que el asunto es grave.
- Pero, ¿qué ha pasado?
- Mi hermana -murmuró arrugando el entrecejo-. Ha encontrado mis revistas.
- No jodas…
- Sí, tío… Y quiere que haga sus tareas de casa para que no se lo cuente a mi madre.
- Pues lo tienes un poco jodido entonces -rio burlón-.
- ¡Ya sé! -se giró a mirarle, haciéndole dar un respingo al rubio-. ¡Déjame guardarlas en tu piso!
- ¿¡Eh!?
- ¡Tu madre no va a venir, ¿no?! Y aunque viniera… Bueno… -volvió a mirar al frente-. Ella lo sabe, ¿no? No va a pensar mal de ti...
- Unn…
Claro que se escandalizaría, aunque no iba a pensar que fueran suyas. Nunca llegó a decírselo de su boca… Pero en algún momento ella misma se dio cuenta, y fue lo suficientemente descarada para preguntarle de frente si le gustaban los chicos y pues… Bueno, con el tartamudeo y el sonrojo su madre no necesitó más explicaciones.
Le resultaba raro que no le hubiera llamado ya para enterarse de algo más relacionado con Sasuke. Parecía que se estuviera tomando con relativa calma el hecho de que pudiera empezar a salir con alguien…
"Como amigo, Naruto… ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo?".
Aunque el castaño -que ahora se adelantaba para marcar el ritmo-, se hubiera tomado bastante bien el hecho de que fuera gay… no quería decir que todo el mundo fuera a ser como él. Parecía casi como un occidental por su forma de ser, dejando de lado los prejuicios que todos tenían, preocupándose de su vida y poco más, centrándose en sus propios asuntos antes que juzgar lo que hacían los demás con sus vidas.
Tan sólo esperaba que Sasuke no fuera de esos. Que no le juzgara por ser lo que era y que, al menos, pudieran ser amigos… Si bien empezaba a resultarle difícil dejar de pensar en él, y en todo el hormigueo que le daba por el cuerpo cada vez que le tenía más cerca de lo estrictamente necesario.
"Amigos…", se levantó del asiento para pedalear con más ahínco.
Con la tontería, Kiba le estaba dejando atrás y no parecía tener intenciones de bajar el ritmo.
Lunes, 11 de agosto
19:20 h
Aún con la respiración agitada, pulsó el botón del segundo piso. Ambos subían desde el sótano, después dejar las bicicletas en el trastero que tenía en el aparcamiento subterráneo. Era el único buen uso que le encontraba al pequeño cuarto que le correspondía ahí.
- Menudas pivas, tío… -se quedó mirando a la nada el castaño mientras se desataban los cordones-. Tenías que haberlas sacado una foto al menos...
- Sí, claro. Y el que se lleva la hostia soy yo.
- Mira que eres exagerado -rio burlón-. Apuesto a que si les hubieses preguntado, hubieran posado encantadas.
- Hmmm… -arrugó el entrecejo sin terminar de creerle-.
- Ahhh… -suspiró volviendo a soñar despierto-. Qué piernas… Pero les faltaba más pecho a todas -se giró algo indignado-. Sólo un poco, ya sabes -empezó a contornear en el aire-.
- Sí, sí…
Con pesadez, se levantó del escalón y se puso las pantuflas. Ahora en lo único que podía pensar era en la ducha bien fría que se tenía merecida, cenar e irse a dormir lo antes posible.
Por hoy sus energías habían llegado al límite.
- Voy a pedir sushi, ¿tú quieres algo? -le preguntó Kiba de camino al salón-.
- Una ensalada -contestó sin pensárselo dos veces-. Voy a hacerme curry para mañana, si quieres puedo echar un poco más.
- Nah, déjalo -sacó su móvil y se puso a buscar en su agenda-. Siempre estoy gorroneándote.
- Como quieras -se encogió de hombros-. Y no pongas la música muy alta que ya es tarde.
- Sí…
En verdad, si no fuera porque tenían planeado ver una película mientras cenaban, se hubiera ido directo a darse una ducha rápida para dejarse caer en plancha en la cama después. Últimamente dormía más bien poco; la noche de antes apenas había pegado ojo, y la mañana había sido bastante movidita. Si no fuera porque le habían entrado unas ganas irrefrenables de hacer fotos del atardecer desde la playa, ni loco hubiera salido hoy. No estaba muy lejos, a duras penas a diez kilómetros, que con la bici eran poco más de veinte minutos… La ida, claro. Cuesta abajo. No había pensado en la vuelta hasta que se encontró jadeando, levantando el culo de su asiento, rogando por llegar a una zona más llana.
Se apartó el sudor de la frente con el antebrazo mientras cogía la ropa limpia del armario. Sentía todo su cuerpo arder aún, especialmente la cara. Y con pesadez, casi arrastrando los pies, se fue derechito al baño y, tras dejar la ropa sudada en la canastilla, se metió en su pequeño paraíso. No era un espacio muy grande el que tenía junto a la bañera*, pero el suficiente para poder ducharse sin golpearse los codos con nada. Sentadito en su taburete. Una de las mayores razones por las que escogió este piso y no otro, a parte del precio del alquiler. Y aunque en un principio había planeado ducharse con agua fría… En cuanto el primer chorro le cayó en los pies, apartó el mango. No fue hasta que se templó un poco que se levantó para dejarlo en el soporte, y se sentó de nuevo dejando escapar un suspiro de alivio.
Sabía que estaba cansado, pero era ahora que se daba cuenta de cuánto, dejando que el chorro de agua le cayera directamente entre los hombros.
"Eso te pasa por quedarte pensando en las musarañas hasta las mil…", se reprendió a sí mismo.
Apoyó los codos en las rodillas y se inclinó un tanto hacia delante para que le cayera el agua por la espalda, cerrando los ojos. Realmente era relajante. Si bien, y a pesar de lo agotado que estaba, le era imposible a su mente escapar del hecho que había pasado el día sin verle.
Suspiró pesadamente al tiempo que alargaba la mano hasta el cubo para llenarlo, y antes de cerrar el grifo, hizo un cuenco con las manos y se la echó en la cara, frotándose las sienes después.
"Si viene mañana, le pido su email…"
Martes, 12 de agosto
09:55 h
… O eso había decidido la noche anterior.
En un primer momento no supo explicarse el mismo por qué, pero sintió como si toda la sangre le abandonara el rostro y se le hiciera un nudo en el estómago en cuanto vio aparecer a Sasuke.
Se había pasado toda la mañana simulando en su mente cómo intentaría redirigir cualquiera que fuese la conversación que pudieran tener para poder pedirle su email sin que pareciera desesperado.
Lo que no se esperaba es que entrara directamente dentro del local… Y acompañado.
Venía con la chica pelirroja con la que ya le había visto alguna que otra vez. Pero en esta ocasión venía otra más. Y por la poca distancia que guardaba con él, parecía tener más confianza con ella.
No tuvo mucho más tiempo de cruzar palabra con el moreno más que para saludarle de pasada cuando se cruzaron en la puerta del local. Fuera en la terraza había bastante gente a la que atender. Igual que dentro. Pero a estas horas, y con su jefe a punto de aparecer, no era para nada buena idea ni tan siquiera pedirle a su compañera que se cambiara con él.
"¿Y para qué si no vas a poder hablar con él…? ¿Para simplemente tomarle nota…?".
Respiró profundamente en un intento de sacudirse de la cabeza las historias que se estaba empezando a inventar para poder quedarse dentro mientras él estuviera ahí.
"¿Por qué ha venido tan tarde…?", apretó los labios de camino de vuelta hacia la barra para descargar la bandeja.
Por un lado, quería poder quedarse en la sala a toda costa. Aunque fueran pocas palabras las que pudieran intercambiar. Pero viéndoles de reojo…
"No, mejor me quedo fuera", apartó la mirada con un profundo suspiro intentando controlarse.
No quería ver nada más de aquella mesa en la que se habían sentado. Hasta ahora había pensado que el moreno valoraba considerablemente su espacio personal. Pero por algún motivo, esta chica, podía invadirlo sin que él la apartara como vio que hacía con la otra un día que intentó agarrarle del brazo.
"¿Será su novia…?".
No se dio cuenta de que estaba frunciendo el ceño hasta que Shikamaru dio un par de toques en la barra para que bajara de las nubes.
- Espabila, Naruto, que Kunimitsu-san viene por ahí -le inquirió serio antes de volver a su labor-.
Disimuladamente tragó saliva con fuerza tras sentir un escalofrío recorrerle todo el espinazo y cogió la bandeja que ya había preparado su compañero para salir a servir.
Pero no podía dejar de darle vueltas al asunto.
Cada vez que entraba de nuevo al local para descargar la bandeja o mandar pedidos a través del ordenador de la sala, echaba un rápido vistazo hacia donde estaban aquellos tres. Y siempre que lo hacía se repetía que tenía que centrarse y no volver a mirar, porque cada vez que lo hacía se sentía más inquieto. Pero no podía evitarlo. Desde la puerta, conforme se había sentado el moreno, no podía verle la cara. Y siempre les veía agazapados, como cuchicheando entre ellos, y la chica nueva dándole toques con el hombro de vez en cuando, riendo por lo bajo.
"Tiene que ser su novia…".
Era bonita, no podía negarlo. Y el pelo corto y claro enmarcándole la cara le daba un aire más maduro que el aura que desprendía la pelirroja. Aunque hablando de belleza, cualquiera de las dos quedaba bien a su lado. Pero es que cualquiera que se pusiera junto a Sasuke tenía que verse bien. Casi pareciera que fuese algo contagioso.
- Ummm… ¿Naruto?
Casi da un brinco del sobresalto que se llevó cuando al girarse se encontró frente a él a la pelirroja.
- ¿Sí? -atinó a decir-.
- Verás… Quería disculparme por lo del otro día…
- ¿Eh?
Sentía su pulso retumbar en los oídos. No sólo porque por un momento se sintió descubierto, como si hubiera dicho sus pensamientos en voz alta, sino porque estaba junto a la barra a punto de llevarse una bandeja para servir fuera, viendo por detrás de la chica cómo Sasuke alzaba la mano a modo de despedida mirándole a él y, de reojo, detrás de la barra, estaba su jefe que se había volteado a echar un vistazo al escuchar a la chica. Sólo esperaba que no se hiciera ideas equivocadas.
- Fui muy grosera contigo -se inclinó un tanto, en una reverencia-. Lo siento.
- No, no, tranquila -agitó las manos delante suyo, empezando a entrar en pánico-. Está olvidado ya…
- Insisto -respondió sin levantar la mirada-.
No podía dejar de desviar la mirada, de uno a otro, entre los tres que ocupaban su atención sin saber muy bien qué hacer para salir de esa situación.
- Unn… -asintió finalmente-.
La chica se irguió entonces, dedicándole una sutil sonrisa como entre arrepentimiento y agradecimiento a lo que pudo entender.
- Nos vemos.
Tras otra leve reverencia, aquella se dio media vuelta y salió a paso ligero para alcanzar a los otros dos, que ya habían desaparecido de su vista. Realmente se había marchado sin cruzar más que los 'buenos días' con él.
"Eres un idiota, Naruto…", suspiró.
Antes de que su jefe pudiera decirle nada al respecto, cogió la bandeja para salir echando chispas a servir los pedidos.
Aunque por mucha bronca que le pudiera echar… Ése día ya nada podía ser peor.
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