En el ocaso de nuestros cuerpos,
Nuestras almas, vuelven a reunirse
Otra vez.
Se sentían extrañas,
Se echaban de menos,
Se extrañaban, una a la otra…
La esperanza de volver a tenerte,
Finalmente había sido cumplida.
Y mi alma, se siente llena
Está dichosa de tenerte
Otra vez conmigo,
De sentir tu abrigo, tus caricias.
De escuchar tus latidos
Uno a uno, tan fuertemente.
Y aquí estás, junto a mí,
Es como un sueño finalmente cumplido.
Estoy en un jardín de dicha,
Porque tú estás conmigo,
Me regocijo,
Siento la calma que da el tenerte cerca…
El tocarte,
El sentir tu presencia tan, tan cerca de la mía.
Y sé que aunque nunca pudimos estar juntos en vida,
Ahora, en la eternidad.
Aquí, en el olvido de los vivos,
En este resplandor infinito de nuestras almas.
Doy gracias a Dios.
Gracias, por dejarme amarte,
Aquí,
Donde las apariencias y las dificultades ya no importan,
Donde las nubes ahora son nuestra casa,
Y donde el sol brilla como nunca antes…
Aquí,
Aquí estaremos juntos, por toda la eternidad.
Ya no me siento vacía, ya no me siento sola,
Ya no importa nada.
Sólo la dicha, de estar siempre contigo.
Pues aquí…
Podemos ser infinitos.
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