Casi como si la vida le fuera en ello, salió disparado de la cocina. Lo último que necesitaba era que le acusaran de intento de abuso a menores. Las noticias estaban llenas de casos de esos y la gente siempre sacaba conclusiones precipitadas. Y en todo caso... ¡de ninguna manera se le había ocurrido que el chico pudiera ser menor de edad! ¡Si lo hubiese sabido antes ni se le habría pasado por la cabeza quedar con él para verle fuera de sus horas de trabajo!
"Eres un idiota, Naruto… ¡Tenías que haberle preguntado! ¡Imbécil!".
Llegó al recibidor, aterrado, con la imagen mental de la persona que pudiera encontrarse ahí abajo. Ya se imaginaba a la mujer llamando a la policía si tardaban demasiado en darle alguna señal de vida, y de cómo se lo llevarían esposado a comisaría. Casi podía sentir el frío del metal en sus muñecas.
Aún no sabía de qué manera se iba a disculpar ni de qué excusa poner por haber invitado a su hijo a casa, pero aún así abrió la puerta, y se asomó por la barandilla, resuelto a disculparse…
Pero allí no había nadie esperando.
Miró a los lados, por si acaso veía algún coche aparcado… Pero no… Tan sólo transeuntes caminando de vuelta a casa, seguramente, para ir a comer.
"Será…".
Muy… Lentamente… Entró de nuevo en casa… Y fue cerrando la puerta… Rojo de la vergüenza.
Había picado.
Como un gilipollas.
¿¡Qué cara tenía que poner ahora!? ¡Le había tomado el pelo descaradamente, y él se lo había tragado a pies juntillas!
Ahora tenía clara una cosa: no sería actor… ¡Pero actuaba a las mil maravillas, el muy…!
- ¡Cretino! -gritó nada más llegar al marco de la cocina-.
Aquel fue incapaz de contestarle. Estaba demasiado ocupado, temblando por contener una carcajada. Cosa que le hizo sentir aún más abochornado al rubio.
- En serio… -le tembló la voz al chico-, no creía que te lo fueras a tragar… Pero… Tenía que intentarlo…
Y no pudo más. El moreno estalló en una carcajada.
- Eres un capullo… -murmuró entre dientes-.
- Y tú un crédulo, usuratonkachi… -siguió riendo-.
Vale. Tal vez sí que era un capullo… Pero un capullo bastante atractivo.
Según iban pasando los segundos el sentimiento de bochorno se iba pasando para dejar paso al rubor. Realmente le sentaba bien sonreír, y ahora que se le veía más relajado que al principio se sentía más a gusto con su presencia.
Pero seguía siendo un capullo.
- Ahora en serio -le dijo mientras cogía la vajilla para sacarla al salón; necesitaba hacer algo para evitar morir de la vergüenza-, ¿cuántos años tienes?
- Veintidos. ¿Tú?
- Cumplo veintidos también, en unos meses.
- Jmmm…
"Dos, para ser exactos…", se dio cuenta de lo cerca que quedaba ya.
Puso todo lo que le hacía falta en una bandeja, y se fue directo a la salita. El moreno le siguió sin decir nada más y, esta vez sí, como había imaginado, se quedó un momento junto a la puerta, echando un vistazo a todo lo que quedaba a la vista.
Aunque no tenía muchas cosas en el piso: en un lado tenía el mueble, de madera gruesa y oscura, con sus libros, sus cómics, y las revistas de fotografía que se había ido comprando desde que llegó a la ciudad, a parte de la televisión y la video consola que se había traído; al fondo, junto a la cristalera del balcón, tenía un pequeño escritorio con ruedas donde dejaba el portátil para que no estorbara; justo enfrente del mueble estaba el sofá cama y, entremedias, una mesa de estilo tradicional; y tenía un par de fotos colgadas, las que más le habían gustado de las que había hecho hasta ahora.
Suspiró aliviado mientras colocaba todo en la mesa cuando el moreno cerró la puerta de nuevo, y se dirigió con calma hacia el interior de la sala, echando un vistazo por encima. Bien, otra cosa de él que había podido adivinar. Si le veía los libros que tenía ahí, seguro que encontrarían algo de lo que conversar.
"Pero… ¿Y si no se para a mirar…?", recapacitó cuando aquel aún estaba a medio camino.
Bien podría sentarse a la mesa y no toquetear nada, como había pensado en principio que haría. Si ocurría como cuando llegó y volvía a quedarse callado… Esta vez sí le darían ganas de saltar por la ventana.
- Tengo ahí los libros -hizo un ademán con la cabeza-, puedes echarles un vistazo si quieres.
Ahora que había levantado la cabeza, veía las claras intenciones que tenía el otro de, efectivamente, sentarse sin toquetear nada.
"Uff… A tiempo…", pensó para sus adentros.
- Si te gusta alguno, puedes llevártelo…
Y, ahora sí, empezó a deambular mirando todo lo que tenía por ahí a la vista. De nuevo volvió a suspirar aliviado. Desde que le vio la primera vez por la cafetería había pensado que era un descarado… Pero resultaba ser más educado que el silencio.
"¿Y si…? ¿Y si es tan educado porque realmente es el heredero de una gran empresa…?", empezó a divagar en su mente, observándole.
Siempre se movía con gracilidad, muy lentamente, como si tuviera estudiado cada movimiento que hacía. No tenía ningún tipo de prisa nunca tampoco, como si tuvieran que esperarle a él, en lugar de ser él quien tuviera que darse prisa para no hacer esperar a los demás. Siempre iba bien vestido. Aunque sencillo, y obviando la manga larga, siempre estaba a la moda. Su piel parecía fina, pálida como la porcelana. Y en más de una ocasión había podido sentir una fragancia suave, algo así como la leche de almendras. Si no fuera porque había 'bodymilks' con ese olor, pensaría que realmente se bañaba en leche, como Cleopatra.
"Espera, espera, espera… ¿¡Y si realmente pertenece a alguna rama de la casa real!? Tal vez por eso siempre le hace gracia que le trate como si fuera un príncipe o algo así…", se quedó pálido. "¿Y si no era de coña eso de los centinelas…?".
- ¿Qué?
No sabía en qué momento fue, pero Sasuke se había girado a mirarle, alzando una ceja en ese preciso momento, seguramente por la cara que debía estar haciendo. Aunque ahora mismo le daba igual, tal vez su cabeza estuviera en juego.
- Dime que lo de los centinelas era coña…
- ¿A qué viene eso ahora? -frunció levemente el ceño-.
- Sasuke -se levantó y fue hasta él, cogiéndole por los hombros para que le mirase directamente a los ojos-, dime que realmente no eres de la casa real y que no hay ningún guardaespaldas esperando tu señal para pegarme un tiro.
Vale. Por la cara de confusión del moreno… Acababa de decir una gilipollez. Y ya podía sentir el rubor subirle a las mejillas.
- ¿¡P-pero qué tonterías estás diciendo!? -le apartó poniéndole una mano en la cara-. ¡Deja de imaginarte cosas, dobe!
- ¡Deja de llamarme dobe, ostras!
- ¡Pues deja de decir tonterías!
- ¡Yo no digo tonterías!
- ¿¡Ah, no!?
- ¡No!
- ¿¡Y entonces por qué piensas que hay alguien esperando para pegarte un tiro!?
- ¡Pues porque...! -apretó los labios, para no hablar sin pensar. Y es que, dándole un pensamiento… Sí, había sido una tontería cómo había llegado a esa conclusión. Se rascó la sien, desviando la mirada, intentando pensar en una buena excusa… En vano.
- Usuratonkachi…
- Argh…
"Estupendo…", volvió a sentarse a la mesa, dejándose caer con las piernas y los brazos cruzados. "Ya la has cagado… Gilipollas…".
Suspiró profundamente, observando al otro de reojo. Acababa de quedar como un idiota… Y le había cabreado.
No entraba en sus planes, pero decidió encender la televisión, y le bajó el volumen al ver que el otro se giraba un tanto, como si le hubiera desconcentrado de la lectura. Pero no dijo nada, y volvió a centrarse. Pasaron algunos minutos hasta que se sentó a la mesa con él, con el libro entre las manos. Parecía totalmente enfrascado en la lectura.
- ¿Has estado aquí?
- 'Aquí', ¿dónde?
Pero en lugar de contestar, cerró el libro y le enseñó la portada. Había un castillo.
- ¡Ah, sí! Está en un pueblo pequeño, cerca de la capital del país.
- ¿Y cómo es?
Aún abochornado, comenzó a describirle el castillo, que realmente no era tan grande como parecía, pero que igualmente era abrumador. Y a contarle cómo eran las casas de aquel pueblo, todas hechas de piedra. Las calles eran muy estrechas y frías, pero de algún modo acogedoras. Todo estaba lleno de pequeñas construcciones históricas, bien conservadas.
Y bueno… Hablando y hablando, comenzaron a comer. Naruto se sintió victorioso al escuchar el suspiro del otro, después de que diera el primer bocado, y continuó contándole sobre sus andanzas por aquel país.
- Pero si no llega a ser porque mamá sabe algo de español… Creo que nos hubiéramos muerto de hambre en aquellos pueblos -no pudo evitar reír-.
- ¿Y eso?
- No tienen ni idea de inglés -rio por lo bajo-. Y nos miraban como si fuéramos bichos raros.
- Me gustaría escucharte hablar a ti en inglés… -rio burlón-.
- Excuse me? You are talking to Uzumaki Naruto, 'The Great' -alzó el mentón fingiendo petulancia, llevándose el puño al pecho-, first in line for the Uzumaki throne.
- Ya, claro… -sonrió socarrón-, eso es sólo porque eres hijo único…
- ¿Cómo lo sabes?
Ambos se quedaron mirándose en silencio por un momento, hasta que Sasuke desvió la mirada al plato para seguir comiendo.
- Porque sólo hablas de tus padres. Si tuvieras un hermano, seguro que hablarías de él también.
- Supongo… -se quedó meditando. En verdad, hablaba un montón de sus padres. Especialmente de su madre-. ¿Y tú? ¿Tienes hermanos?
- Unn… -asintió con la cabeza-. Uno. Aunque a veces es desesperante -añadió-.
- Es mayor que tú entonces, ¿verdad?
- ¿Por qué lo supones?
- No sé… Mis primos son así -se encogió de hombros-. Mi prima es la pequeña, y está hasta las narices de su hermano. Es un mandón y se burla mucho de ella.
- Fu… -resopló-. Algo así…
Aquel comentario debió de recordarle algo que pareció hacerle sentir incómodo porque ahora no hacía más que darle vueltas a la comida con los palillos. Tal vez fuera por entrar en el terreno personal… No paraba de hablar de los viajes con sus padres y Sasuke apenas hablaba de sí mismo. Quizás era más tímido de lo que había pensado en principio…
- ¿Me traes un vaso de agua, por favor?
- Unn…
No estaba seguro… Pero de alguna manera sabía que había metido la pata en terreno resbaladizo.
"Mejor será no preguntarle sobre su familia…", llegó a la conclusión.
Le dejó el vaso frente a él cuando regresó, y siguió comiendo en silencio, sumido en sus pensamientos.
"Tal vez tenga problemas en casa… Quizá no se lleve bien con su familia y por eso siempre está por ahí, o con algún amigo…".
Dándole un pensamiento, a no ser que tuviera un trabajo de tiempo parcial, y que fuera donde iba todas las mañanas, siempre le veía en la calle, a veces con sus amigos, hasta bien pasado el medio día…
Un sonido llamó su atención y le sacó de sus cavilaciones. Se giró un tanto y no pudo evitar quedarse mirando una especie de cajita de plástico que ahora dejaba el moreno sobre la mesa.
- ¿Estás enfermo…? -se le escapó la pregunta al verle tomar una pastilla-.
- Unn… Anemia crónica…
"Claro… Por eso siempre parece que vaya a desmayarse…".
- Vaya… Tiene que ser una mierda…
- No te haces ni la más mínima idea -contestó antes de llevarse una segunda pastilla a la boca y dar un trago de agua-.
- ¿De alguna vitamina, o hierro? -preguntó curioso-.
- Ambas.
- Ostras…
Aquel no dijo nada más. Siguió comiendo en silencio, y Naruto le imitó al entender que ya había llenado su cupo sobre temas personales. Aunque había uno del que aún no había dicho ni 'mú', y había dado su palabra.
- ¡Ne, Sasuke! -le llamó con tanto énfasis que hasta le fue visible el respingo que le dio al otro-. Tienes que enseñarme alguna de tus pinturas. ¡Me lo prometiste!
- Unn…
Bueno, al menos había aprendido algo más sobre él: era más tímido de lo que nunca se hubiera imaginado, y más formal también; le gustaba leer, y también le gustaba todo lo relacionado con la historia aparentemente, al coger prestados un par de libros históricos que tenía sobre los pueblos de España; no parecía cómodo hablando sobre temas personales, pero le escuchaba atento cuando hablaba sobre los viajes que había hecho con sus padres. Bien. Al menos por ahí tenía conversación para rato.
Y así fue como se les pasó la tarde: hablando sobre sus viajes y enseñándole algunas de las fotos que tenía en el portátil.
Y al contrario de lo que pensó al principio, cuando llegó, se sorprendió de lo rápido que se le pasó el tiempo hablando con él. Según iba pasando las horas, se sentía más relajado. Acabaron sentados en el sofá, con el portátil sobre la mesa frente a ellos, cuando al fin Sasuke accedió a enseñarle algunas de sus pinturas del portofolio online que tenía.
- Buah, qué pasada… -se quedó con la boca abierta-.
Era mucho más bueno de lo que había pensado. Era el tipo de cuadros que uno podría encontrarse en una galería de arte. Si bien sentía que le faltaba algo… Tendría que observarlo en más detalle para averiguar qué. Pero sería en otro momento. No quería abordarle con preguntas y comentarios tontos sin pensar.
Fue ya pasadas las seis, que el teléfono de Sasuke sonó al recibir un mensaje. Y después de contestar, se disculpó por tener que darse prisa para marcharse.
Descubrió también que, seguramente, le gustaba el manga al añadir a los libros que se llevaba prestados el primer tomo de una sus colecciones, de camino a la salida. Si realmente le gustaba… Ya tendrían algo más en común de lo que hablar, evitando así los temas personales.
Y sintió como si se le fuera a parar la respiración cuando ya se encontró en el recibidor, viéndole calzarse para irse.
- Bueno… -se rascó la nuca nervioso. Por dentro estaba rabiando de que tuviera que marcharse ya, tan pronto, pero para ser la primera vez que quedaban… Tal vez había sido suficiente. Aunque no para él-. Supongo que ya nos veremos por la cafetería… Pero si algún día quieres volver, eres bienvenido…
"¿Qué forma es esa de pedirle una cita…?".
"...".
"¿¡Cómo que una cita!? ¡Amigo, Naruto, amigo! ¡De ahí no vas a pasar!".
- Unn… -asintió con una leve reverencia-. Nos vemos…
Naruto se quedó ahí, plantado junto a la puerta, despidiéndole con la mano, mientras le veía caminar a paso calmo hacia el ascensor. Se le escapó un suspiro observándole, mientras aquel esperaba, y seguramente centrado en el móvil por el movimiento de sus brazos. Dio un respingo al ver que se giraba y le miraba al entrar en la cabina, y volvieron a despedirse con las manos, y una sonrisa. Quería pensar que Sasuke se había sentido cómodo… No estaba seguro… Pero él estaba flotando en una nube.
Aún seguía sin creer que realmente hubiera estado ahí. El chico que había estado observando tanto tiempo, el que no podía expulsar de su mente por mucho que quisiera y el que le hacía suspirar… Había estado en su casa. Y no sería la última vez si realmente todo había marchado bien, como él creía.
Volvió a suspirar, cerrando la puerta, y encaminándose de nuevo al salón. Se dejó caer boca abajo en el sofá y se abrazó a uno de los cojines, sonriendo como el bobo que se sentía. Tal vez no pudiera llegar a ser más que un amigo para él… Pero con eso le bastaba.
Tumbado desde ahí, alzó la mano hasta su portátil y volvió a abrir la pestaña del portofolio de Sasuke. Aún era pronto, y quería ver todo lo que tenía en su galería.
Comments (1)
See all