Viernes, 8 de agosto
20:45
Naruto se apresuró a salir del baño para abrir la puerta en cuanto escuchó el timbre, sin que le diera más tiempo que para ponerse una toalla alrededor de la cintura. Como no abriera pronto se lo iba a quemar. El gracioso de Kiba había cogido la costumbre de mantener el timbre pulsado hasta que le abría desde aquella vez que le tuvo casi una hora esperando en la puerta de su casa por haberse quedado dormido... Se había vuelto insoportable desde entonces.
- ¡Que ya voy! -gritó aún en mitad del pasillo-.
Abrió de un tirón y se encontró con la risita burlona de su amigo, pero se limitó a soltar un gruñido antes de darse media vuelta para volver a la cocina: las pizzas estaban a punto de quemarse, o eso creía él. Se le había olvidado por completo que las había metido en el horno, antes de darse una ducha rápida. Y mientras había ido hasta la puerta por el pasillo para abrirle, le vino el inconfundible aroma de la masa tostada.
Esta vez tuvo suerte. Estaban en su punto. Pareciera que Kiba las hubiera olido para llegar en el momento justo.
- Pon tú la mesa mientras me visto -le dijo de camino a su habitación-.
Pero claro… Se trataba de Kiba. Y Kiba no podía hacer nada si no era con algo de música de fondo. No es que le pareciera mal, a él también le gustaba tener algo de fondo cuando hacia la faena de casa… Y no es que no le gustara el rock… ¡Pero no era la mejor música de ambiente para tener a toda castaña!
- ¡Kiba! ¡Baja el volúmen! -le regañó mientras rebuscaba en el armario y cogía unos pantalones-.
- ¡Amargado!
- ¡Tus huevos, cabrón! ¡Cómo llamen a la policía los vecinos vas a pagar tú la multa!
Y así se sintió, como si la policía acabara de llegar a su puerta, cuando sonó el teléfono y vio que era su madre.
- ¡Baja ya la música!
- ¡Joder! ¡Que esto no va!
- ¡Argh!
No le quedaba más remedio que descolgar. Un par de tonos más y estaba seguro de que se cortaría la llamada. Y no quería tener a su madre llamándole como una histérica por no haberle cogido el teléfono a tiempo cuando ella sabía que estaba en casa.
- Espera un momento, mamá…
Tapó el micrófono y se encaminó a toda prisa al salón, y apretó el botón para apagar los altavoces, lanzándole una mirada de reproche al castaño. Aquel juntó las manos y medio sonrió, algo avergonzado, a modo de disculpa.
- ¿No estarás dando una fiesta salvaje en el piso, verdad...? -le preguntó con tono amenazador-.
Podía imaginársela, con la vena de la sien hinchada, y sonriendo de manera forzada mientras se acercaba con una pantufla en la mano.
- No, mamá -le recorrió un escalofrío por la imagen mental-, se ha quedado el ordenador enganchado y no podíamos bajar el volúmen…
- Jmmm…
- ¡Te lo juro!
- Ahhh… -suspiró-. ¿Cómo estás?
- Bien… Ahora íbamos a cenar.
- ¿Estás con Kiba?
- Sí. Vamos a ver una peli luego -le contó mientras iba de camino a la cocina-.
- ¿No ireis a cenar pizza otra vez, no?
- No, mamá -mintió. Era aterrador el poder de adivinación de las madres-. Nos hemos hecho una ensalada de wakame, y arroz con un poco de pescado.
En realidad, eso era lo que tenía pensado de hacer… Pero a última hora le dio pereza.
- No sé por qué no te creo.
Sí. Realmente aterrador.
- Te lo prometo, mamá -se pellizcó una pierna*-.
- Jmmm…
En serio, podía visualizar cómo fruncía el entrecejo, debatiéndose entre si creerle o no. Estaba seguro de que si pudiera, si viviera lo suficientemente cerca, vendría corriendo para ver que no le mentía. Finalmente suspiró resignada.
- ¿Te va bien en el trabajo?
Inmediatamente le vino a la cabeza la imagen mental de Sasuke, sentado en la terraza leyendo el libro que le había prestado, con la sonrisilla de autosuficiencia que portaba hoy en la mañana. Y algo le dio en la nariz que su madre quería saber algo al respecto con esa pregunta tan 'trivial'.
- Como siempre -se encogió de hombros. Sabía que no le veía, pero tenía la necesidad de gesticular-. Mucha gente con prisa por la mañana, lo normal.
- ¿Y el chico ese?
"Allá va…".
- ¿Le has vuelto a ver? ¿Sabes ya cómo se llama? No me digas que aún n-
- Sí, mamá, sí… -le cortó antes de que se pusiera a hacer un monólogo. ¡Lo sabía, lo sabía! Si es que la conocía como la palma de su mano-. Se llama Sasuke… -murmuró para que no le escuchara el castaño. Ya bastante se burlaba de él-.
- ¿Y?
- 'Y', nada.
- ¿No le has invitado a salir?
- No, mamá…
- ¿Por qué no? -preguntó con cierta preocupación-. Hijo, cuando tienes claro que quieres algo, tienes que ir a por ello. Si de tu padre hubiera dependido… -dejó la frase en el aire-.
- No es tan sencillo, mamá… No quiero parecer un acosador... -hizo un puchero-.
- Ay, Naruto… No seas ton-
- Oye, Naruto, ¿saco las pizzas ya o qué?
De repente todo se quedó en silencio y muy lentamente, Naruto se giró con el ceño fruncido a mirar a su amigo.
- Naruto… -escuchó cómo se empezaba a encender su madre del otro lado de la línea-. ¡Me has ment-!
Y Naruto colgó el teléfono.
- Capullo.
- ¿¡Ahora qué he hecho!?
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