—Oe, dobe. ¿Dónde está el baño?
El rubio se sobresaltó al girarse al frente y ver que tenía al chico apenas a unos pasos. No sabía si sonrojarse por lo cerca que lo tenía, o mandarle a hacer puñetas por llamarle 'dobe'*. Pero tenía mala cara, o por lo menos lo que podía ver de ella estaba bastante pálida bajo las gafas de sol. Por lo que se mordió la lengua.
—Junto a la barra, al fondo —le indicó. —La primera puerta a la izquierda.
No le dijo nada más. Con las manos en los bolsillos, el moreno entró en el local con paso calmo, siguiendo las indicaciones de Naruto. Caminaba casi arrastrando los pies y, por un momento, a Naruto le dio la impresión de que fuera a perder el equilibrio, pero consiguió llegar hasta el final de la barra sin dar ningún traspiés.
Cuando desapareció de su vista, volvió a echar un vistazo a la terraza por si se había sentado alguien más. Nada. Todo en orden. Pero a pesar de estar mirando al frente tenía la imagen, grabada en la mente, del moreno apoyando la mano en el marco de la puerta, justo antes de entrar al baño.
"¿Y si le da un chungo estando dentro…?", empezó a preocuparse.
Sus amigos no parecían inquietos y seguían conversando en voz baja entre ellos. De vez en cuando dándose algún beso fugaz en los labios. Así que no entendía porqué tenía que ser él quien estuviera intranquilo.
Volvió a mirar el reloj.
Ya eran las tres y diez. Hacía algo más de diez minutos que el chico había entrado y aún no había salido.
"No seas idiota, Naruto… Si está con el número dos es normal…", se forzó a pensar. "Vale, vale... Si en cinco minutos no sale, llamo a la puerta".
Pero el tiempo pasaba y aquel no daba señales de vida. Sus amigos se habían bebido ya casi la mitad de sus refrigerios. Él apenas le había dado un sorbo o dos a su coca cola cuando entró.
Sentía que se lo fueran a comer los nervios. Había dejado que pasaran dos minutos más de los cinco que se había propuesto esperar. No era muy normal que un desconocido se preocupara por él más que sus amigos, ¿no? Quedaría muy extraño, y quizá le tomara por un acosador si se acercaba al baño a preguntar. Pero no podía aguantar más la espera.
Dio un vistazo rápido a la terraza para cerciorarse de que no le requerían, y entró al local intentando que no fueran demasiado visibles los nervios que sentía.
—Ino, échale un ojo a la terraza —le dijo mientras pasaba junto a la barra; ella estaba reponiendo las cámaras y Shikamaru limpiaba la máquina de café. Sabía que debería estar ayudándoles, y se sentía culpable por ello, pero en ese momento estaba demasiado intranquilo. —Ahora vuelvo.
Cuando ya estuvo frente a la puerta del baño donde se suponía que estaba el moreno, contuvo la respiración por un instante y exhaló lentamente para templarse. Esto iba a resultarle al chico de lo más extraño, sin duda.
—Oye… -dio unos leves golpes en la madera. —S-
"¡No le llames por su nombre idiota! ¿¡Qué crees que va a pensar!?", se abroncó a sí mismo. Por suerte pudo rectificar a tiempo.
—¿...Estás bien?
Silencio. Un tenso silencio que hizo que su propio pulso le resonara en los oídos. Hasta que contestó pasados unos segundos.
—Sí...
—¿Seguro…? —insistió, poco convencido por su tono de voz. —¿Necesitas algo?
De nuevo el silencio. Sentía que, para el chico, tenía que ser una de las situaciones más extrañas de su vida.
—¿Puedes decirle a mi amigo que vaya a por el coche? Enseguida salgo.
—Vale.
Algo debía pasar, sí. Si tenía pensado salir enseguida y le pedía el favor, es que no se encontraba bien. Apresurado salió de nuevo a la sala e hizo caso omiso de lo que fuera que le dijo su compañera. Fue directamente hasta el otro chico, ignorando completamente a la otra.
—Oye, perdona —quiso decir con calma, pero hasta él notó la urgencia en su voz—, parece que tu amigo no se encuentra bien. Me ha pedido que te diga que vayas a por el coche.
No tuvo que decir nada más. El chaval recogió sus cosas, y con paso acelerado se marchó avenida arriba. Ella sacó de su bolso el dinero de la consumición, y sin siquiera mirar cuánto dejaba, recogió también las cosas del moreno y se cargó su bandolera al hombro. Con algo más de calma que su novio, entró en el establecimiento y se fue directa hacia los baños.
No hace falta mucho explicar el revoltijo que se le estaba haciendo en el estómago a Naruto. No tenía ni idea de qué le podía pasar. Seguramente ellos sí lo sabían y por eso no le preguntaron nada. Pero ya no pintaba nada más ahí. Así que, con la desazón recorriéndole el cuerpo, recogió de la mesa lo que pudo sin la bandeja y entró de nuevo para buscar una bayeta. Con todo el sentido del oído puesto en el fondo de la barra, claro, para intentar escuchar si salía el chico o no, por si necesitaban ayuda.
—¿Qué ha pasado? —le susurró Ino, inclinándose sobre la barra.
—Creo que se encuentra mal… No sé… —se masajeó el cuello con la preocupación escrita en la cara.
—Espero que no sea nada… —se inquietó ella también.
Pasaron algunos minutos más, en los que Naruto se obligó a seguir con su faena y dejar la terraza bien recogida, hasta que el moreno salió del baño. Ella caminaba a su lado, e intentó cogerle del brazo para que se apoyara en ella, pero en cuanto sintió el roce de sus manos, el chico apartó el brazo de forma brusca.
Quería acercarse a él y preguntarle cómo se encontraba.
Dios… Si por él fuera, le acompañaría hasta donde tuviera que ir para ocuparse personalmente de que llegara sano y salvo, visto que no le hacía demasiada gracia la compañía de aquella chica. Aunque tampoco podía asumir que hubiera preferido la suya...
No pudo sino limitarse a mirar como aquellos dos se marchaban, dándole la espalda, encaminándose hacia el borde de la calzada. Seguramente esperarían ahí a su amigo a que viniera con el coche.
Jueves, 7 de agosto
09:50 h
—No va a venir… —suspiró por enésima vez.
Apoyó la mejilla en la mano totalmente desalentado.
Aún no podía creerse que se hubiera levantado por la mañana temprano con el único propósito de ir a su trabajo… en su día libre. Menos aún podía creer que realmente lo hubiera hecho, y llevara ahí sentado más de una hora esperando a que el chico apareciera.
—¿Crees que es por lo de ayer? —le preguntó Ino algo desazonada también.
—¿Por qué crees si no? Tiene que pasarle algo… No es normal que le den esos chungos. Lo que no entiendo es porqué se empeña en quedarse fuera con el calor que hace. Y porqué no se pone ropa más fresca. Seguro que lo que le dio ayer fue una lipotimia…
Su compañera no pudo decirle nada al respecto. Cuando iba a contestarle hubo de dejar la conversación para ir a atender a los clientes que se habían sentado unas mesas más allá.
No podía quitarse de la cabeza la imagen del chico marchándose junto a la pelirroja.
"Sasuke…", volvió a repetir el nombre en su mente.
Suspiró profundamente, dándole vueltas al azúcar con la cuchara para que se disolviera con el té.
Por fin podía ponerle un nombre a aquel chico… Aunque no se sentía con la suficiente confianza para llamarle así, de la nada. No era él quien se lo había dicho, así que sería una situación un poco incómoda tener que explicarle que sabía su nombre porque se lo había escuchado decir a su amigo. Seguro que le tomaba por un 'stalker'.
Le dio un trago al té antes de acomodarse en la silla y dejarse escurrir un poco. Eran ya casi las diez. Las probabilidades de que apareciera por ahí en el día de hoy eran casi nulas, por no decir inexistentes. Tenía que hacerse a la idea. Pero no podía evitar seguir buscándole con la mirada entre la gente, con la esperanza de estar equivocándose.
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