Pasaron varias semanas cruzando Noir hasta llegar a su frontera con Thea; mismo tiempo en el cual no se dirigieron la palabra en un buen rato. Gunter nunca hablaba a menos que fuera estrictamente necesario. Tommy no hablaba mucho a menos que tuviera la suficiente confianza con la persona para hablar, mientras que Antuan permanecía molesto sin siquiera abrir la boca y, cada vez que lo hacía, era para quejarse.
— Hay que detenernos aquí — dijo Gunter —. Si pasamos cerca de la zona montañosa… No podemos hacerlo de noche, es peligroso.
— Nos evitaríamos ese riesgo si hubieras hecho bien tu trabajo — fingió sonreír.
— Cállate, me vas a dar jaqueca — Katari dijo después de bajar del caballo.
— Creí que la mascota no hablaba — Antuan dijo con burla.
— Dejen de pelear — dijo Gunter sin prestarle atención a ninguno.
— Buscaré un lugar donde hospedarnos — dijo Tommy huyendo del conflicto.
Las cuatro personas que voltearon a ver a Tommy y después se miraron todos entre sí.
— Tenemos que buscar una manera de que el ambiente sea soportable.
— Princesa — dijo con una sonrisa burlona en el rostro —. Por favor no intente querer ser una buena persona.
— Estoy de acuerdo — dijo Gunter con los brazos cruzados —. Si continuamos así, tal vez terminemos en un gran problema.
— ¿Qué problema podría haber? — Antuan sonrió cínicamente.
— Que tu gran bocota nos mate a todos — Katari lo miró de forma fulminante.
Antuan volteó los ojos y soltó una risa un tanto irónica.
«Que estupidez» Pensó Antuan al mirarlos a todos.
Gunter notó este gesto de él e inconscientemente enarcó una ceja. Luego, miró a Selene de arriba abajo.
— Deberías de dejar de ser tan rencoroso.
— No soy rencoroso — exclamó.
— Lo eres — dijo Selene después de un vistazo.
— Es insoportable — murmuró al verla irse.
— Tu eres peor — dijo Gunter inexpresivo.
— ¿Te estás poniendo de su lado? — dijo exageradamente sorprendido.
— Tal vez — dijo manteniendo una expresión seria
— Eso me extraña de ti — dijo con una expresión de lo sorprendido a lo preocupado.
— Bueno — una imperceptible sonrisa se formó un rostro — ¿Quién crees que me lastimo la mano?
«¡Fue ella!» pensó Antuan antes de poder decirlo.
Miró a Selene una última vez con una cara de incredulidad. Al mismo tiempo, Selene volvió a dirigirle la mirada mientras mostraba una risa burlona en el rostro, que, por una razón inexplicable, le daba escalofríos.
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