— Antuan, deja de tomar — lo mira con fastidio — no pienso llevarte de regreso.
— Mi buen Tommy — dejó la cerveza y palmeo la espalda de Tommy —, ¡no seas tan aburrido! — dijo con una gran sonrisa — Si no, serás igual que Scherade.
— Cállate Antuan — lo miraba con una expresión seria desde el rincón.
— ¿Qué?, es la verdad — sonrió cínicamente —. Siempre estás tan serio y amargado…
— Deberías de dejar de tomar — dijo sin inmutarse — hazle caso a Tommy.
— Humph, no me dejan vivir mi libertad — se sentó en el banco con el ceño fruncido.
— No seas tan exagerado — dijo Tommy mientras miraba hacia otra dirección.
— ¿A dónde estás viendo? — miró en la misma dirección que Tommy y sonrió — ¿Qué hará una princesa en estos lugares?
— … — miró en la misma dirección.
— ¿Princesa? — Tommy miró a Antuan.
— Sí, es como una. No puedo ver bien su rostro por la capa, pero puedo notar desde aquí que es linda. Tiene el cabello rubio y los ojos de un color bastante peculiar… — dijo mientras trataba de ver su rostro — ¿Aqua? — sonrió — Creo que le haré una visita — se levantó del banco.
— Mejor siéntate — Scherade lo tomó de ambos hombros y le obligó a sentarse en el banco.
— ¿No me digas que estás interesado? — sonrió de forma descarada — ¿Acaso temes que te la robe?
— ¿Quieres morir? — dijo con una expresión gélida.
— ¿Me matarás?
— No, pero quizá ella lo hará… — le dio un vistazo a ella — Trae una daga.
— Apuesto a que ni siquiera sabe usarla — dijo despreocupado.
Scherade lo soltó e ignoró sus últimas palabras; se fue en dirección a ella. Ella notó su presencia y sujetó con un poco de fuerza la empuñadura de la daga. Sin embargo, cuando menos se lo esperaba, él ya se encontraba detrás de ella.
— La reina no debería de estar en Noir — la miró.
— ¿Debería agradecerle? — sonrió con ironía.
— Sabe que pude haberla matado, ¿no? — se sentó frente a ella.
— Debería de retirarse…
— Lo sé — interrumpió a Katari — ¿Acaso piensa terminar lo que empezó?
— Su… — se interrumpió a sí mismo — Selene, deberíamos de irnos.
— Así que su nombre es Selene — la miró —. Soy Gunter… Gunter Scherade.
— No quería saber el nombre de quien quiere matarme — lo miró de forma retadora.
— No quiero matarla — se recargó sobre la silla y cruzó sus brazos —. Solo hice mi trabajo — miró la expresión de Katari y enseguida volvió a mirar a Selene a los ojos — pero eso ya terminó, así que podría ayudarla.
— Es muy bromista, ¿no? — lo miró — ¿Para qué haría eso?
— No — respondió sin inmutarse — solo quiero hacerlo.
— ¿Si es consciente de que, si me ayuda, se convertiría en un traidor? — arqueó una ceja.
— Mi único rey es el dinero — dijo con una voz tranquila — después de él, hago lo que quiero.
— Entonces… — se recargó sobre la mesa — Si te pidiera que me escoltaras hasta Orit y luego a Deva, ¿lo harías?
— Lo haría, ¿entonces es un trato?
— Mi señora — tomó el brazo de Selene —, no debería…
— ¿Realmente lo harás? — lo miró incrédula mientras al mismo tiempo ignoraba a Katari.
— Lo haré — asintió ligeramente con la cabeza.
— No confío en ti del todo, así que te pagaré.
— ¿Y con qué lo harás?
Selene miró en dirección a la voz: cabello negro al igual que sus ojos, era bien parecido y tenía una sonrisa de negocios cuando se recargo sobre la mesa. Quizá, era un año menor que ella, tenía casi la misma edad de Tyler.
— Un brazalete — Selene dejó el brazalete en la mesa.
— Tommy — miró hacia la barra — trae el mapa.
Poco después apareció un joven, cabello castaño y ojos color rojo. De los tres personajes, este era el que parecía más inofensivo; era muy joven. Selene calculaba que, al menos, era cinco años menor que ella. Tenía una expresión amable en el rostro. Se veía como una persona que no mataría ninguna mosca, pero estaba casi segura de que aquel joven era el arquero que casi daba en el blanco.
Tommy le dio el mapa a Gunter miró el brazalete y se quedó pasmado.
— Antuan…
— ¿Qué? — respondió con molestia.
— El brazalete… Es el brazalete de la reina.
— ¿El brazalete perdido en Deva?
— Sí, el mismo — lo tomó y empezó a examinarlo —. Está bañado en oro, además de que tiene en el centro la piedra color lila en forma de flor, es igual a como lo escriben.
— ¿Quién eres? — Antuan miró a Selene.
— No te lo dirá aquí — dijo Gunter mientras colocaba el mapa sobre la mesa.
— ¿A dónde iremos? — Tommy miró el mapa.
— A Deva y Orit.
— ¿¡Acaso Tommy te hirió en algún otro lado con la flecha!?
— …
— Sabe bien que tenemos prohibida la entrada a Deva desde que el rey mató a su reina, ¡y en Orit ni siquiera podemos poner un pie desde que casi desaparecen a la familia real!
— Lo sé — dijo con expresión neutra.
— Además de que todo el mundo nos busca en Orit desde que Tommy falló en acabar con la pequeña Princesa.
— ¡Era una niña! — exclamó Tommy.
— Antuan — dijo sin siquiera mirarlo — no lo molestes, él tenía diez años.
Antuan tomó una silla y se sentó de brazos cruzados a lado de Selene. Su expresión relajada se había convertido en una expresión seria y de molestia. Miró a Gunter y, luego, al mapa para después decir:
— ¿Por dónde iremos?
— Podríamos ir por las orillas de Kader, cerca de Noir.
— No — dijo Gunter.
— ¿No? — lo miró con un poco de sorpresa —. Entonces que te parece por aquí — señaló el mapa.
— No, ese camino es de Deva — Antuan contestó mientras señalaba el mapa —. No podemos ocuparlo, y menos desde que… Accidentamos a su princesa — le sonrió levemente a Selene.
— Iremos por Thea — dijo Gunter después de darle un vistazo al mapa.
— ¿Qué no Thea está negociando con Orit? — lo miró Tommy
— No lo conseguirán, ellos quieren Nirelle.
Antuan se levantó de su asiento y soltó un gran suspiro. Se dio la vuelta para irse, sin embargo, antes dijo:
— Partiremos al amanecer, y espero para ese entonces saber con qué cliente estoy tratando.
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