—Jajajaja ¿así que sin más lo dejaste afuera? —cuestionaba entre carcajadas Sofía.
—Si —respondía Ian sirviéndose una copa de vino.
—Diablos nos hubiéramos juntado, hablar esto por videollamada no es tan divertido.
—Lo sé, pero estoy cansado. Quizás otro día.
—¿Debo suponer que cogiste toda la noche?
Cough Cough
—¿Qué? —las palabras de Sofía habían tomado desprevenido a Ian, haciendo que este se ahogara con el trago de vino.
—¿Acaso no fue así? —cuestionaba la alfa con una cara incrédula. Ian se limitó a beber un sorbo nuevamente —¡diablos! Debió ser muy bueno para que te quedaras toda la noche. Definitivamente deberíamos ir de nuevo, estoy segura de que
—¡No! —exclamó interrumpiendo —no creo que sea conveniente.
—Ian no seas así, ¿Qué paso con solo se vive una vez? Además, es la mejor forma de tener algo de acción, es decir no tienes que lidiar con estas personas fuera de ese bar. —pudo notar como el nerviosismo se hacía presente en el beta. —... no es como si lo veas en otro lado ¿cierto? —Ian abrió los ojos como platos y colgó la llamada sin pensarlo.
—¡Demonios! ¡Demonios! ¿Por qué colgué? No, no.
La laptop mostraba la llamada entrante de la alfa, pero el beta aún no estaba preparado para verla a la cara. Lo conocía, no había forma en la que pudiera mentirle y decir que la conexión de la red había fallado.
—Sé que no tienes problemas con el internet, pues no has dejado de estar conectado. Así que contéstame.
Intentaba calmarse al leer el mensaje de texto.
—¡Maldita sea! —gritó para después responder la llamada.
—¿Dónde diablos lo miras? Solo vas de la casa al... trabajo ¿es uno de tus compañeros?
—... —seguía sin articular palabra.
—¿Es tu asistente? Debo admitir que eso es demasiado excitante, pero traería problemas.
—No es mi asistente...
—¿Entonces? ... No, tu cara tiene escrita La cagué por todo el rostro. Ian
—No lo digas
—¿Es tu
—Basta
—jefe?
—...
—Sabes muy bien que no dejaré de preguntarte, así que puedes responder o podemos seguir aquí toda la noche.
—¡Te odio!
—Me amas, así que dímelo. —el beta cubrió su rostro al comenzar a hablar. —No te entiendo.
—¡Es el presidente de la empresa! ¿Estás satisfecha? Me cogí al presidente de la empresa con la que se supone que haremos negociaciones. —la alfa se quedó sin palabras. —Vamos di algo, la jodí yo sé, pero ¿Cómo diablos iba a saber que ese estúpido alfa era el presidente de esa empresa?
—Veo que te tomaste muy en serio el forjar los lazos con esta compañía. —decía soltando una carcajada.
—¡Púdrete, Sofía! Me da gusto de que mis desgracias sean graciosas para ti.
—Vamos Ian, no puedes negar que es gracioso. Además, quizás ni siquiera te recuerda. —el beta le dio una mirada fría. —¿Te recuerda? Diablos, jajajaja me estas matando. —declaraba entre carcajadas —Dios, solo a ti te podía pasar algo así.
—Ah ¿Qué se supone que haga ahora?
—Intenta evitarlo, él y —decía recobrando la compostura —su grupo de amigos son clientes frecuentes en el bar. Quizás solo es cuestión de tiempo para que fije su vista en alguien más.
—Eso espero.
—Sí, seguro será así. Tú mientras tanto intenta evitar estar a solas con él.
Había quedado firme con su amiga que evitaría interacciones innecesarias con el alfa, pero a pesar de sus palabras, se hallaba sentado justo en frente de Víctor en la fiesta de bienvenida.
—¿Le molesta si me siento a su lado?
—No, claro que no adelante Hana.
—Gracias. —casi pudo jurar que escucho como el alfa había resoplado al ver a la omega sentarse a su lado. Sin importar que, debía ignorarlo era eso lo que se seguía repitiendo.
—¡Muy bien! —exclamó levantándose de la mesa con una copa en la mano. —Estamos aquí para celebrar que hemos estrechado lazos con la firma Vaughan y para darle la bienvenida a Ian Vaughan, estoy seguro de que será interesante. —proclamaba haciendo una señal con la copa hacia el beta para después beber.
Ian sonrió ligeramente por cortesía, podía ver lo que había detrás de esas palabras. Víctor le hacía saber que no había manera en la que se fuera a alejar de él. Y tenía razón al menos en el área laboral no había forma en la que pudiera evitarlo, pero se aseguraría de no tener nada que ver fuera de esas oficinas.
—Muchas gracias, sé que nuestras compañías se beneficiarán mutuamente con esta unión. —proclamaba el beta empinándose la bebida.
Los empleados se veían felices celebrando, por su parte Ian intentaba ignorar el peso de aquellos ojos negros sobre él. El alcohol ayudaba a hacerlo.
—¿Qué es eso? —preguntaba al ver como el mesero iba acercándose hacia los presentes con vasos pequeños.
—Son shots de tequila, sé que no es algo común en una fiesta así, pero el Sr. López uno de los miembros de la junta siempre ordena rondas de ellos durante las cenas. —decía Hana al tiempo que agarraba uno de los vasos. —no es necesario que lo beba si no quiere.
—Lo sé, pero créeme lo necesito —respondía empinándose de golpe el trago y tomando otro más. Sintió como el tequila le quemaba la garganta, había escuchado que había una manera correcta de tomar ese trago y evitar eso, pero en esos momentos necesitaba el alcohol. —Al diablo —murmuró ingiriendo dos más, uno tras otro.
—Joven Ian, no le aconsejaría que hiciera eso.
—No te preocupes —respondía con una sonrisa en el rostro —está bien. —el rubor que comenzaba a hacerse presente en aquellas pálidas mejillas dejaba ver como el alcohol había empezado a hacer efecto.
A pesar de todo, se hallaba de alguna manera disfrutando de aquella celebración. Había perdido la cuenta de cuantos tragos había ingerido, de pronto sentía su cabeza ligera y su cuerpo pesado.
—¿Seguro que no quiere que yo lo lleve? Si me da la dirección, puedo hacerlo. —alcanzaba a entender alguna que otra palabra.
—No es necesario, yo me encargo. —conocía esa voz era la de Víctor, no podía dejar que este se encargara de llevarlo.
—Mmm ngh —intentaba hablar, pero solo balbuceos salían de la boca rosada.
—Además, eres muy pequeña para poder cargarlo, así que no te preocupes. Ve a casa yo me encargo de cuidar del joven Vaughan.
Al abrir sus ojos vio la figura borrosa de la omega lejos de ahí, una mano lo sostenía por la cintura.
—Suéltame —decía intentando romper el agarre del alfa.
—No creo que sea una buena idea, si te suelto, te caerás. —el beta seguía tratando de alejarse de él. —De acuerdo.
Levantó a Ian con el fin de cargarlo, era liviano, tal como lo recordaba de su encuentro.
—Bájame, te digo que me bajes.
—Puedes patalear, gritarme, incluso morderme, pensándolo bien eso me gustaría, pero no voy a bajarte. —cubrió con cuidado la cabeza del beta al entrar a la limusina con el fin de que este no se golpeara. —¿Por qué me ves así?
—Prometimos que sería algo de una noche, sin embargo. —comenzó a acercarse hacia Víctor hasta subírsele arriba. Los ojos del alfa hicieron contacto con los del conductor indicándole de esta manera que subiera la ventanilla. —sigues intentando acercarte. Te acercas, te acercas, te acercas —decía deteniéndose a unos centímetros de la boca del alfa. —no se supone que fuera así.
—En verdad estás borracho... ¿Pero puedes culparme? ¿Esperabas que después de haber saboreado el banquete más espectacular, me olvidara de él y más al tenerlo cerca?
—Se sintió bien ¿cierto? —notó como el cuerpo de Ian presionaba contra el suyo. —se sintió muy, muy bien.
—Jodidamente bien. —declaró y al sentir como los labios del beta rosaron por un segundo los suyos, comenzó a besarlo. Aquellos suaves y jugosos labios que había estado deseando probar, se encontraban besándole, a la par que seguía frotando su cuerpo contra el suyo.
—Ahh mm —se alejó un poco para recobrar el aliento. —No es justo —expresó al ver como el cuello de Víctor no tenía ninguna marca de mordida. —Tengo que usar esto, para poder cubrir todas las marcas que me dejaste. —ver como el beta arrastraba las palabras al hablar le parecía tierno.
—Puedes vengarte si así lo deseas. —decía abriéndose más la camisa. Ian sonrió para posteriormente lamer el cuello del alfa, cada contacto con la piel de este hacía que el cuerpo de Víctor reaccionara. —Gmm —gruñó al sentir los dientes del beta presionar con fuerza sobre su piel. Las pequeñas manos de Ian comenzaron a intentar remover el cinto del alfa torpemente. —No hay manera en la que vaya a detenerme ahora. —declaró y sin perder un instante introdujo sus manos bajo la camisa del beta, empezó a recorrer aquella tersa espalda. —¿Ian?... Debes de estar jodiéndome. —espetaba al notar como el beta había caído dormido sobre su pecho.
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