Los rayos del sol se hacían cada vez más presentes dentro de la habitación cuando Amira despertó. Sintió una calidez rodeando su cintura, la cual se negaba a soltarle.
— ¿Estás despierto?
— Lo estoy — dijo con una gran sonrisa — pero quiero estar un poco más así — abrazó a Amira con más fuerza.
— Yo también — suspiró — se siente tan irreal el estar aquí — sonrió levemente.
— Lo sé — besó la mejilla de Amira — se siente como un sueño tenerte entre mis brazos.
El cielo estaba despejado. El sol brillaba tan intensamente después de aquel rencuentro. Después de un mes, se encontraban el uno cerca del otro. Los jardines se encontraban en su máximo esplendor; las flores ya habían vuelto a florecer no poco antes de que ella se fuera.
La primavera se había hecho más presente de la misma forma en la que se hacía presente en el corazón de ambos. Quizá, era cierto que el sentimiento de ambos fuera demasiado grande para lo poco que había sucedido. Quizá, al igual que las flores, se marchitaría al llegar el otoño y moriría al llegar el invierno o, quizá, mucho antes que eso. Pero, ahora mismo eso no era importante.
El jardín de camelias había vuelto a tener esa tranquilidad que tanto le caracterizaba. El jardín de rosas blancas seguía mostrando el misterio que siempre había llevado. Por otra parte, el jardín lleno de nomeolvides se veía amargo y al mismo tiempo esperanzador.
Amira observaba el jardín de nomeolvides siempre al atardecer; la hacía recordar cuando conoció a Tyler por primera vez, cuando la trajo a ese jardín y el trato que habían hecho. Además, le hacía recordar cuanto anhelaba volver aquí después de haber vuelto en su hogar.
— ¿En qué piensas? — la abrazó fuertemente y recargó su barbilla en su hombro.
— En recuerdos y… En lo mucho que te amo — sonrió.
— Suenas como si te estuvieras despidiendo.
— ¡No lo hago! — frunció el ceño.
— No frunzas el ceño — besó su mejilla.
— No, lo hago — aún tenía el ceño fruncido — y… ¿No estás ocupado?
— No, y, aun si lo estuviera, no hay nada más importante que estar contigo.
— ¿De casualidad no te han dicho que eres muy meloso?
— No lo soy, pero tú eres mi excepción — abrazó su cintura con más fuerza.
— ¿Yo?, ¿por qué? — lo miró directamente a los ojos.
— Porque eres mi futura esposa.
— ¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? — volteó a verlo — No llevamos tanto tiempo juntos, estuvimos un mes separados y, después de eso, apenas va a cumplirse otro mes — dejó de mirarlo — ¿Cómo puedes tener tanta seguridad de que seré yo?
Tyler se puso enfrente de Amira aún sin dejar de abrazar su cintura; la miró directo a los ojos. Los ojos de Tyler tenían un brillo peculiar. Sus ojos se veían en un tono ambarino ante el atardecer. Al verlos, Amira recordó aquella vez en el jardín de camelias cuando vio ese peculiar brillo por primera vez en los ojos de Tyler.
Amira se encontraba fascinada con los ojos de aquel hombre desde el jardín de camelias. Cada vez que mira los ojos de Tyler, le es difícil apartar la mirada. Aunque, a veces, su mirada es como en el principio, no es igual a cuando se conocieron; era diferente. Era una mirada cálida.
— ¿Por cuánto tiempo me seguirás mirando?
— No contestaste mi pregunta — dijo sin dejar de mirarlo a los ojos.
— No cambies el tema — hizo una ligera mueca y sonrió enseguida — pero, respondiendo a tu pregunta… Estoy seguro de que será así — observó la expresión de sorpresa de Amira —. Es cierto que al principio creí que estabas un tanto loca y que eras algo extraña…
Amira hizo un pequeño puchero en expresión de molestia.
«Que linda»
Tyler pensó al verla. Al verla, sonreía tontamente. Sin poder contenerse, le dio unos cuantos besos en la mejilla. Luego continuó con su respuesta.
— Pero conforme fue avanzando el tiempo… — prosiguió mientras tenía una sonrisa — Empecé a conocer varias facetas de ti — siguió mirando el rostro de Amira — y… Justo cuando estábamos bailando en la calle, miré tus ojos y me dije a mi mismo… — sonrió tiernamente — “Quiero pasar hasta el último día de mi vida haciendo sonreír a esta mujer”
Amira no supo cómo reaccionar ante tales palabras; solo se encontraba mirándolo fijamente por un buen rato en silencio. El silencio era largo, cada vez más largo, y la sonrisa de Tyler se fue desvaneciendo.
— ¿Sucede algo? — la miró preocupado.
— No — negó con la cabeza — no es nada — miró con detenimiento el rostro de Tyler.
El silencio se hizo nuevamente presente por un largo rato. Sin embargo, la sonrisa de Amira era cada vez más notoria. Era una sonrisa cálida; después de ella, vendría un tierno beso.
«Supongo que fue lo mismo para mí»
Pensó mientras se separaba de aquel dulce beso y miraba nuevamente a Tyler.
«Lo único que recuerdo, fue que en ese momento lo único que pensé fue “creo que lo amo”»
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