—No exageres.
—Ajá. —Iván sostuvo su mirada, su expresión imperturbable—. Y justo ahora es cuando más necesitas hablar con ella, ¿no?
Bruno apretó los labios. Entendía por dónde iba Iván, y el leve filo en su voz solo confirmaba lo que sospechaba.
—¿Estás celoso?
Iván soltó una risa seca. Aún tenía el orgullo herido, pero no iba a darle el gusto de admitirlo.
—No digas estupideces.
Pero Bruno notó cómo su mandíbula se tensaba. Admitía que Iván se veía más guapo cuando estaba molesto, pero eso no cambiaba el hecho de que seguía siendo un imbécil. Y él se ocuparía de no olvidar ese detalle. Que hicieran un proyecto juntos no lo convertiría en su amigo.
Él seguía siendo para Iván el chico que supuestamente le "robó" la novia. Se preguntó qué cara pondría si se enterara de que, en realidad, Garam era su prima.
—Entonces, ¿cuál es el problema?
Iván no respondió de inmediato. En su lugar, tomó el libro y lo abrió de nuevo, hojeando las páginas con desgano.
—Olvídalo. Sigamos estudiando.
Bruno lo observó por unos segundos antes de soltar un suspiro.
—Iván…
—Bruno, lee la maldita página.
Bruno arqueó una ceja, pero obedeció. Aunque la expresión de Iván se mantenía neutral, sus dedos apretaban el bolígrafo con demasiada fuerza.
Sí, definitivamente estaba celoso, pero Bruno creía que era por Garam. Ni siquiera Iván se daba cuenta de que la incomodidad que sentía en el pecho no tenía nada que ver con ella.
Bruno bufó y volvió a su lectura, pero esta vez sin apartar la vista de la página. Sin embargo, Iván no dejaba de pensar en qué lo irritaba más: el hecho de que Bruno parecía estar esperando un mensaje con tanta ansia o la sensación molesta en su pecho al darse cuenta de que ese mensaje no vendría de él.
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