Eso me hace preguntarme si Jasper y Hannah son verdaderamente hermanos. Pero es estúpido incluso dudarlo: tienen los mismos ojos azules, el mismo cabello rubio oscuro y la misma sonrisa ganadora. Imposible que hayan salido de distinto vientre.
Los conozco hace tiempo. Cuando eran jóvenes, se parecían más, pero Jasper nunca me miró y tampoco intenté hacerme notar.
Pero bueno, ahora que pagué la cuenta con la tarjeta negra que me obsequió Hans, regreso a la mesa a buscar a los hermanos. Hannah ya está casi dormida, con los brazos sobre la mesa usándolos como almohada, y Jasper hace esfuerzo para no caer como ella.
Tontos. Eso les pasa por tomar soju como si se tratara de agua.
Llamo a un conductor asignado, como me pidió el rubio, y lo ayudo a levantarse. Es grande. Es demasiado pesado para ser un omega. Puedo sentir sus músculos sobre mi espalda y esos brazos que apoya en mis hombros como si realmente pudiera soportar su peso.
—Vamos... pesas como una jodida bestia —me quejo, y lo ayudo a subir a su auto. Solo espero que llegue a salvo, tiene un largo camino hasta su casa. Aunque supongo que pronto se mudará a Berlín.
—Hannah... —balbucea.
—No te preocupes, yo la llevaré a casa —le muestro una sonrisa sincera. Jamás dejaría a mi amiga tirada. Él deja caer sus ojos, rendido, y cierro la puerta de su auto.
Lo veo irse en silencio. Es curioso todo lo que me hizo sentir en dos encuentros. Pero no dejo que eso perturbe mi mente, solo voy a por Hannah y pido un taxi para llevarla yo mismo hasta la puerta de su departamento. Sé que solo soy un omega recesivo, pero daría mi vida por ella si fuera necesario.
Ella, la única que sabe que mi prometido es Hans. La única persona que me dio su mano cuando era un extranjero solitario y que me enseñó a mejorar mi alemán.
Comments (0)
See all