Para suerte de Bruno, Iván comenzó a evitarlo los siguientes días. Fueron momentos de paz. Pero a pesar de que el rubio lo ignoraba, Bruno no fue libre de los comentarios de Jay. Quien le susurraba cosas como “princesa o bonita” e Iván no hacia absolutamente nada más que sonreír con sorna.
Parecía que nunca habría un punto medio entre ellos; de algún modo, siempre estaban enfrentados por una guerra que él no comprendía del todo. No sabía por qué terminaron con Garam, pero entendía que había sido por algo importante porque Iván se aferraba y su prima evitaba hablar de ello.
—@kaisen12 :
Entonces… ese chico dejó de molestar.
ya no es necesario que vaya a darle una paliza.
—@bear03 :
Aunque si se la das no me molestaría…
—@kaisen12 :
¡Qué malo eres, osito!
Tú no me conoces.
realmente puedo noquearlo…
—@bear03 :
¡Eso suena tentador!
me dan ganas de conocerte.
para ver tus brazos
—@kaisen12 :
Tú…
—@bear03 :
Jajajaja es broma.
no te lo tomes enserio.
Respondió rápidamente Bruno siendo un manojo de nervios y vergüenza. Él creyó que todo quedaría allí, en comentarios sueltos, pero a medida que pasaban los días, el otaku comenzaba a ser más coqueto con él y no sabía si estaba malinterpretando o si en verdad estaba sucediendo.
No le importaba que Iván lo ignore, ni le pesaba demasiado ser el novio de mentiras de su prima porque día y noche compartía mensajes con @kaisen12 y eso lo mantenía lo suficientemente feliz y entretenido como para preocuparse por todo lo que estaba pasando en la vida real.
Por otro lado, los amigos de Iván estaban preocupados por la increíble calma que había entre ambos chicos, era extraño. No sabían si su amigo finalmente había superado el hecho de que Garam lo hubiera dejado por otro, o si finalmente estos arreglaron sus diferencias.
—¿Con quién hablas tanto? —preguntó Jay durante el almuerzo, tras ver a Iván metido dentro de su celular.
—Con nadie… —respondió fríamente.
—Pues para no hablar con nadie, déjame decirte, amigo, que sonríes como un idiota. —insistió Jay en un tono burlón, a lo que Mauro se sumó.
—Quizás se aburrió de andar como enamorado detrás de Bruno y se consiguió a una chica bonita.
Ivan suspiró, poniendo sus ojos en blanco. Pero entonces, cuando quiso observar al dueño de sus peores fantasías sexuales se dio cuenta que también estaba distraído con su teléfono.
Quizás siempre había sido así de tranquilo, pero era la primera vez que lo veía concentrado en otra cosa. Pero entonces, otra cosa llamó su atención, y era la forma en que el chico de teatro, Tomas, observaba con mucho cariño a su enemigo mortal.
—Dejen sus especulaciones, no hablo con nadie especial.
—Pues avísale a tu cara. —esta vez habló Elías.
Todos rieron alto, a excepción de Iván que se levantó de su asiento harto de sus amigos. Así que se encerró en el baño para poder mandar un audio.
—Te extraño, osito…
Bruno sonrió a la pantalla de su celular y corrió para estar a solas reproduciendo una y otra vez el audio que le había enviado su “amado virtual” cerca de su oído para que nadie más pudiera escucharlo. Estaba tan embobado en su mundo, que volando en las nubes chocó con el pecho de otro tonto que estaba igual que él.
—Ugh, lo siento —se disculpó con mala cara al ver que se trataba de Iván.
—Está bien —dijo el rubio sin darle mucha importancia y siguió con su camino, dejando a Bruno sorprendido por su increíble reacción.
—Vaya, él finalmente me está dejando en paz —susurró casi sin poder creerlo, pero cuando su celular vibró con un nuevo mensaje de @kaisen12, se fue lejos de allí con una enorme sonrisa de enamorado.
Iván se detuvo, y miró de reojo cómo Bruno se iba casi saltando de felicidad. Algo en él le decía que debía estar más atento, no entendía por qué, pero entonces miró la pantalla de su teléfono y leyó con detención el nombre de usuario de quien le robaba la atención todos los días.
Esa noche, el otaku llamó a Bruno a su celular y, como siempre, se demoraba en responder porque lo ponía más nervioso al hablar por llamada. Sobre todo, luego de haber sido, tal vez, un poco coqueto durante toda la semana en la que estuvieron comunicándose sin parar.
—¿De verdad quieres ver mis brazos? —musito @kaisen12 al otro lado de la línea.
—Mierda, otaku, por lo menos dime hola primero… —balbuceó Bruno avergonzado.
—Oh, ¿entonces no quieres? —insistió el chico en un tono coqueto.
Bruno estaba acostumbrado a que sea así con él, pero no quería perderse dentro de ese juego y decepcionarse.
—Yo no dije eso —ni siquiera necesito terminar de hablar que su celular sonó con una notificación nueva. Era de @kaisen12. —Oh, tú… —susurro ansioso, atreviéndose a picar aquella foto temporal que solo pudo observar durante un par de segundos.
¡Él realmente le había mandado una foto de su brazo! Y era tal como se lo había imaginado. Fuerte.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan callado? —cuestionó el chico ansioso. —¿No te gustó?
—No, no, sí me gustó — Bruno casi se ahogó con su saliva cuando se dio cuenta de lo que dijo. —Digo, no me molesto, solo que no me lo esperaba. Es la primera vez que me dejas ver…
—A mí también me gustaría conocerte, osito, pero si me ves te vas a enamorar de verdad.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Porque soy muy guapo a pesar de ser otaku. —bromeó.
—Aunque con esos brazos, sí dejaría que me ahorques. —jugueteó.
—¿Te atreves a coquetearme, osito travieso? —se burló el chico de voz ronca, riendo de una forma tan atrayente que dejaba a Bruno embobado.
No quería perderlo, pero no podía evitar caer en esa red.
—¿Acaso no es lo que querías? ¿Si no, por qué me mandas fotos?
—Mh, creo que me descubrieron — Bruno cubrió su boca con una de sus manos, intentando contener esa emoción que nacía de su pecho.
Sus mejillas estaban más calientes, y al otro lado, el culpable, quien tenía miedo de lo que sentía estaba demasiado caliente y sensible al oír las reacciones de Bruno. Se sentía culpable, porque estaba seduciendo al chico y no dejaba de imaginarlo físicamente como cierta personita que solía ver en la universidad. Con él si se atrevía a hacer lo que no podía con la persona real.
—Tú…
—Osito, si realmente no quieres que te coma, será mejor que cortes. —le advirtió entre suspiros.
—¿A qué te refieres? —Bruno sintió un fuerte cosquilleo en su vientre.
@kaisen12 tomó aire y relamió sus labios sin pensar en que estaba a punto de joder a la única amistad bonita que había hecho, y que quizá esto podría lastimar a ambos.
—Me gustaría escuchar como gimes…
—Otaku, si esta es una broma, no es divertida… —insistió apretando sus piernas. La culpa le picaba por sentirse emocionado. La adrenalina lo estaba excitando.
—¿Crees que estoy jugando? Escucha bien…
Bruno contuvo su respiración y presto atención a los sonidos que podía oír del otro lado de la línea. El chico se estaba masturbando y él estaba siendo testigo oyente.
—Mhg… sigue hablando. —le pidió entre suspiros.
—Está bien —su voz le tembló, y abrió sus piernas mientras desabrochaba su pantalón.
Poco a poco, liberó su miembro y lo masajeo lento y suave, rodeándolo con una de sus manos y bombeando al ritmo que le marcaba el chico. No sabía cómo imaginarse al otaku. En su mente era un chico guapo con buen cuerpo, pero sin rostro. Aun así, le encendía completamente.
—Ah, hazlo más rápido.
—Uhm, pero voy a venirme —lloriqueó Bruno tirando su cabeza hacia atrás.
Su mano aceleraba el ritmo, saboreando cada uno de los suspiros que se escuchaba al otro lado de la línea.
—Quiero escucharlo, déjame escuchar cómo terminas —suspiro ronco y se perdió entre los dulces gemidos que emitía Bruno.
—Ah, no puedo…
—Vamos, cariño, déjalo salir para mí…
—Espera, ah… — Bruno dejó salir un largo suspiro y al darle rostro al desconocido logro correrse hasta mojar su mano con sus fluidos.
El chico llegó al orgasmo en cuanto escuchó Bruno. Pero entonces, una vez que estuvieron con la cabeza fría, Bruno no podía creer lo que había hecho y hasta dónde había llegado. Pero por, sobre todo, no podía entender que pudo imaginarse al otaku con el rostro de Iván en pleno clímax.
Aunque a la mañana siguiente, Bruno estaba ansioso por cómo había avanzado su relación virtual con el otaku, pero con el correr de los días esto comenzó a sentirse como un castigo. Desde esa noche, @kaisen12 dejó de responderle los mensajes.
Es más, ni siquiera se conectaba en el juego. Bruno tenía miedo de haberla cagado a pesar de que él no empezó, y no se atrevía a llamarlo pese a que el dolor comenzaba a pesarle el corazón.
La realidad era que Iván había quedado muy afectado luego de tener esa llamada tan caliente con él. Aun cuando no sabía que se trataba de Bruno, imaginar que era él lo estaba enloqueciendo. Cada día se sentía más atraído hacia él, y se negaba a aceptarlo.
No podía con la culpa de estar seduciendo a alguien que en algún momento consideró su amigo, solo por haberlo escuchado parecido a Bruno. No podía hacerle eso. No quería hacer eso.
Él creía que tal vez, después de toda la confusión, Garam tenía razón. Era por esto que habían terminado y ninguno de los dos lo quería aceptar. Desde que habían comenzado a salir, solo compartieron besos, pero cuando quisieron ir mucho más lejos, Iván no fue capaz de tener una erección por la chica.
Al inicio, Garam le tenía paciencia porque sabía que era la primera vez para ambos. Pero entonces, quién era su novio, comenzó a ignorarla cada vez más y ya ni siquiera la besaba. Ella sentía que él no tenía interés sexual hacia ella y lo peor fue cuando vio cómo Iván le sonreía a su computador como si estuviera enamorado de alguien más.
Él hablaba siempre con alguien que no conocía.
Él sonreía siempre por esa persona.
A él le emocionaba más ese hombre.
Ella fue espectadora durante todo el verano, y no lo pudo soportar. No tenía el valor de hacerlo de frente, porque en verdad le llegó a gustar Iván, así que lo dejó por mensaje. Y tal vez, merecía ser dejado de esa manera.
Todos notaron que Bruno poco a poco comenzaba a apagarse, ese brillo que él había desprendido durante los días pasados ya no estaba. Su semblante triste preocupaba a todos en la mesa a la hora del almuerzo, sobre a Camilo y Sebastián.
Quisieron hacer que confiese lo que le estaba pasando, pero él ni siquiera les había contado que tanto había avanzado su relación con su “amor virtual” como para que pudieran entenderlo y no estaba interesado en tocar aquella herida reciente.
—Bru… —suspiro Sebastián, apoyándose en el hombro de su amigo.
Camilo y Carla miraban a Iván con recelo, creyendo que tal vez él era el culpable de apagar la hermosa sonrisa de Bruno, y aunque ni él lo sabía, Iván sí era el culpable de su tristeza.
Garam codeó a Tomas con suavidad, y este la miró con pánico. Pero después de ver la mirada lamentable de todos, respiro y tomo coraje para llamar en voz alta al chico.
—Bruno…
—¿Sí? —miró el joven sorprendido al chico que lo llamó, Tomas nunca solía dirigirse a él.
—Ten, te compré esto, creí que tal vez podría gustarte… —el extendió su mano para entregarle una bolsa de dulces a Bruno, quien se sonrojó sin entender qué estaba pasando.
—Oh, muchas gracias, Tom.
—Espero que puedas volver a sonreír, tienes una sonrisa muy linda y todos tus amigos la extrañamos.
Bruno lo miró fijamente sin saber qué decir, involuntariamente sonrió por las lindas palabras que le había dicho Tomas y tomó aquella bolsa con alegría. Eran chocolates, sus favoritos.
El día parecía querer mejorar, pero cuando creyó que finalmente el sol estaba saliendo para él. En la clase de Ciencias de la Tierra, la profesora se colocó de pie para dar los nombres de las parejas que ella formó para hacer el proyecto que definía la nota del primer cuatrimestre.
—Bruno Lombardi e Iván Marino.
Las expresiones de ambos eran dignas de ser fotografiadas. El horror podía verse tanto en el más joven como en el rubio. Bruno no quería involucrarse más con Iván y Marino no deseaba enfrentar a Lombardi después de todos sus sucios sueños donde él básicamente se lo almorzaba.
—Mierda… —se quejaron los dos al unísono, pero no había nada que pudieran hacer. Sabían que esa profesora en particular era una mujer muy rígida.
Ninguno de los dos estaba feliz, y todo el salón pudo sentir la tensión de ambos. No era novedad para nadie el hecho de que se detestaban mutuamente. Incluso para la docente, que le pareció buena idea juntarlos en el proyecto con la esperanza de fortalecer el vínculo entre ellos. Después de todo, el día de mañana serian colegas y no era bueno que tengan rivalidades.
El resto de la clase estuvieron en silencio, e incluso en la siguiente no se dirigieron la palabra. Pero sabían que no podían evitarse para siempre, y aunque ambos odiaban la idea de compartir momentos juntos. No había forma de escapar de dicha responsabilidad si querían mantener su buena calificación.
Bruno se colocó de pie parándose al lado del pupitre de Iván. No podían evitar lo inevitable.
—Idiota… —murmuró para llamar su atención y toco su hombro con temor al rechazo.
—¿Qué pasa, maricon? —Iván lo miró con mala cara, terminando de guardar sus cosas dentro de su mochila.
Bruno simplemente suspiro y rasco su nuca, intentando encontrar las palabras correctas para no matarlo. Él realmente necesitaba a Iván, y no iba a poner en peligro su nota por un capricho suyo.
—Solo quería hablarte sobre el proyecto.
—Ah, es verdad… —Iván parecía maldecir por dentro.
—Para que sepas, no deseo hacer esto contigo, pero debemos ponernos de acuerdo. —aclaró.
—Bien —el rubio soltó un largo suspiro, y busco su celular para entregárselo a Bruno. Nunca pensó que sentiría la obligación de intercambiar sus teléfonos, pero más le impacto la reacción del otro.
—No, no, espera… —se alertó. No quería tener ese tipo de confianza con el idiota. Sabía que si tenía su número sería libre de molestarlo incluso fuera de la universidad. —No es necesario que nos agendemos, yo digo que, si te parece bien, podemos acordar estudiar en la biblioteca los viernes después de clases. Y tal vez si quieres podemos ir a mi casa.
Iván lo miro en silencio. No entendía como el chico se negaba a darle su número accedió a llevarlo a su casa. Así que, para molestarlo, puso sus condiciones…
—También lo haremos en mi casa —hablo. —El trabajo, claro, no pienses mariconadas.
—Ugh, realmente eres insufrible —Bruno se puso rojo del enojo, y fue directo a buscar su bolso para poder irse lo más pronto posible. —No puedo creer que deba soportar tu presencia hasta fin de año.
—Espera, espera —Iván se levantó para impedir que Bruno se vaya.
—¿Qué quieres? —pregunto notoriamente irritado.
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