Los hermanos se reunieron en la cocina. Daiki fue el primero en tomar asiento frente a la mesa, Mitsuru se acomodó a un lado suyo mientras sujetaba su consola. Daitaro y Masaru, los interesados en cocinar, se acercaron a la estufa y prontamente empezaron a preparar las cosas.
“Daiki, ¿podrías guardar las cosas que compramos?” preguntó Daitaro. Daiki asintió e inmediatamente se paró para hacer justo eso. Mitsuru, en cambio, continuó sentado sin intenciones de moverse.
Masaru miró de reojo a Daiki. Su hermano parecía decidido en no sacar el tema del graffiti, probablemente porque estaba Daitaro, pero bien, el pelinegro sabía que lo mejor sería esperar a hablarlo en la noche. No es como que tuvieran aerosoles, pero siempre podía ir por uno más tarde. Aunque... ¿Siquiera le venderían uno al ser menor de edad? Sí, no había pensado en eso.
Masaru suspiró. De haber recordado eso, habría sido más fácil calmar a Daiki antes; no obstante, aún le gustaba la idea de hacer graffiti así que ya pensaría en algo.
Daitaro se quedó reflexionando sobre el silencio de su gemelo. ¿Por qué parecía que estaba de mal humor? No se habían tardado en volver así que no podía ser por la insistencia de Masaru en ayudar a los demás, ¿o sí?
“¿Sigues preocupado porque nuestro tío llegue de la nada?”
“...No es importante, mejor procuren que lo que sea que estén haciendo quede bien” contestó el pelirrojo. Aquella respuesta le decía a Daitaro que Daiki no tenía ganas de hablar. Hm. Quizás tendría que preguntarle más tarde al respecto.
“Eh…” murmuró Daitaro al entonces fijarse en Mitsuru. “Mitsuru… ¿No piensas ayudar en algo?”
“No. Ya hice suficiente al salir de aquí y llevarte a tu querido hermano. Además, estoy cuidando a Hachi, es algo muy importante”
“Estamos en casa, no tienes que cargarlo…”
“A Hachi le gusta ver cómo juego. ¿No es así, Hachi?”
“¡Woof!”
Mitsuru sonrió al interpretar su ladrido como una afirmación. Daitaro suspiró algo resignado a su actitud.
“Sabes bien que los tres son mis queridos hermanos, no es como que Daiki sea el único que cuente”
“...” Mitsuru se quedó en silencio por unos segundos mientras seguía jugando, esto, antes de mirar a su hermano con apatía. “¿Era necesario decir eso? Sí que eres cursi…”
“Es sólo que no me gusta que hables como si sólo Daiki fuera mi hermano…”
“Sé que no es así, pero el favoritismo existe y no me quejo, sólo digo los hechos”
“Qué…” Daitaro miró con cansancio al rubio. Intercambió miradas con Daiki, quien encogió los hombros en respuesta.
“No lo sé, y luego él dice que yo soy el celoso”
“Lo eres” contestó Mitsuru simplemente.
“Bueno, si tantos celos le tienes a Daiki, podrías acercarte y ayudarnos a cocinar” ante el comentario, Mitsuru lo miró con incredulidad por un momento antes de regresar su atención al videojuego. “¿Entonces? Creí que querías que tu hermano mayor te pusiera más atención”
“No pongas palabras en mi boca, no habría razón para que asumas algo tan incoherente como eso” dijo Mitsuru “En todo caso, mejor ayudale a Masaru, a mi me van a matar si te sigo contestando”
“¿Ah? ¿Te van a matar?”
“Seguro que está jugando algún juego de supervivencia, ya ves lo mucho que le gusta ese género” dijo Masaru al observar la escena. “Tal como dijo Mitsuru, mejor ven y ayúdame con los hot cakes”
“Cierto, lo siento, me quedé platicando…”
“¡No pasa nada! Ya puse los ingredientes en el tazón, ahora sólo hay que batirlos”
“¿Seguro que sabes lo que haces?” preguntó Daiki. Masaru asintió con mucha confianza.
“¡Pero claro! Estoy siguiendo este video de cómo se preparan. No se ve difícil, así que pronto podremos comer” dijo Masaru al mostrarle su celular. “Ah, por cierto, ¿podrían poner la mesa?”
“Supongo, aunque…” Daiki miró con irritación a su hermano rubio. “Mitsuru, ponle pausa y pon la mesa junto conmigo”
“¿Qué? Este juego no tiene pausa”
“Claro que la tiene, sólo regresate al inicio pulsando el botón y ya. Todos los juegos de esa consola se pausan así”
“Tch”
“Podrás engañar a Masaru y a Daitaro con tus excusas, pero yo también juego de repente”
“¡No eres el único que sabía eso!” exclamó Masaru al hacer un puchero, sin embargo, no tardó mucho en reír. “Sé que sólo son excusas de Mitsuru, pero no importa, ya que si no cocina entonces tendrá que lavar los platos”
“...¿Qué?” Mitsuru apartó la mirada de la consola para ver con disgusto al contrario.
“Cierto, los que no cocinan tendrán que lavar” dijo Daitaro. Daiki lo miró con sospecha.
“Eso significa…”
“Sí, tú también” dijo Daitaro. Daiki se quedó en silencio, esto antes de compartir miradas de incomodidad con Mitsuru.
“Preguntaría si es demasiado tarde para cocinar, pero… No quiero cocinar, se me hace perdida de tiempo” dijo Mitsuru al regresar su atención al videojuego. “Y seguro que aunque ayude van a molestar con que lave los platos de todas maneras”
“Para alguien que van a matar si sigue hablando, estás hablando mucho” comentó Daitaro con intriga. Mitsuru se quedó en silencio y optó por ya no decir nada.
“...” Daiki igualmente se quedó callado, pues no sabía qué decir. Tan sólo decidió empezar a poner la mesa.
“Pero lavate las manos primero”
“Okay…” respondió con desgane. Daitaro sonrió al ver que su hermano le hacía caso, ya entonces se giró para continuar ayudando a Masaru.
Minutos después, los niños se reunieron en la mesa mientras Daitaro cuidaba de los hotcakes en el sartén. Ahora que estaban comiendo, Masaru miró con incredulidad a Mitsuru, quien seguía jugando.
“Mitsuru, si sigues tendrás que comer hot cakes fríos”
“No importa”
“¿Cómo que no importa? Saben mejor recién hechos” comentó Daiki.
“Ahora como, no molesten” contestó. Daiki se encogió de hombros y procedió a justamente comer antes de que se enfriara la comida.
“Eh… ¿Tan bueno está ese juego como para no dejarlo ni por un momento? Me impresiona que siquiera vinieras al super”
“Sólo le hice un favor a Daitaro, Masaru” dijo Mitsuru “Ya casi termino esto…”
Daitaro se acercó prontamente mientras sujetaba el plato. Satisfecho consigo mismo por haber podido cocinar, colocó la pequeña torre de hotcakes restante en medio de la mesa antes de mirar a Mitsuru.
“¿Estás jugando eso de nuevo?” preguntó Daitaro.
“¿Ah?” Mitsuru lo miró de reojo al sentirse un poco confundido por la pregunta extraña.
“Daitaro, Mitsuru siempre está jugando” comentó Daiki al considerar que decía lo obvio.
“Eso ya lo sé, pero me refiero a ese juego. ¿Cómo se llamaba? Hmm…” Daitaro se quedó pensando.
“Apenas lo empecé ayer en la noche” dijo Mitsuru sonando muy emocionado, su actitud realmente cambiaba cuando alguien mostraba interés en sus pasatiempos. “Se llama…”
“Muerte por gula” dijeron Daitaro y Mitsuru al mismo tiempo.
Ante la respuesta inesperada, Mitsuru desvió su atención del juego al ahora ver con mucho desconcierto a su hermano.
Masaru y Daiki continuaron comiendo sin tomarle mucha importancia al intercambio.
“¿Hm? Haha, lo sabía” dijo Daitaro muy sonriente. Mitsuru frunció el ceño levemente.
“¿Cómo es que supiste?...”
“¿Eh? Pues me dijiste el nombre, ¿si no cómo lo sabría?” Daitaro se vio confundido. ¿Por qué su hermano se veía tan descolocado? “Yo creo que se te olvidó”
“...” un ambiente incómodo los envolvió al ninguno de los dos decir algo. Daitaro, sin entender por qué su hermano lo veía con tanto conflicto, sintió un súbito escalofrío.
“¿Estás bien?...” preguntó Masaru al ver a su hermano temblando. ¿Qué había pasado? ¿Por qué Daitaro se veía mal de repente?
“Sí, aunque…” Daitaro sujetó su frente al sentir una punzada dolorosa.
Daiki se puso de pie y se acercó a su hermano, no se veía muy bien. Juraba que ahora se veía muy pálido.
“Daitaro, creo que será mejor que te sientes” Daiki ayudó a su gemelo a tomar asiento, pues éste no levantaba la mirada y seguía sujetando su frente.
Cuando fuerzas sobrenaturales destruyen la línea entre la verdad y la ilusión, los lazos entre los hermanos se ven puestos a prueba por sentimientos enterrados y una lucha creciente por ser vistos tal como son; sin embargo, cuando todo empieza a ser revelado, ¿podrán mantenerse unidos o la realidad los separará?
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