Al verlo alejarse rápidamente, Daitaro no tardó en verse consternado.

“¡Masaru, no corras mientras empujas el carrito!”

“No debería estar corriendo en primer lugar” añadió Daiki al ver a su hermano pelinegro como si fuera un idiota. Daitaro observó en silencio, por un lado sabía que estaba mal que corriera como loco, pero… Era cierto que se veía adorable corriendo así de emocionado.

“En fin…” dijo el pelirrojo al concluir que dentro de poco lo detendría, de momento le daría la libertad de correr… esperando que no tirara nada. Miró hacia su hermano rubio, quien estaba igualmente mirando a Masaru, sólo que éste se preguntaba qué tan divertido podría ser ir corriendo de esa manera.

“Mitsuru, no puedes entrar con nosotros” ante tal declaración, Mitsuru miró a Daitaro creyendo no haber escuchado bien.

“¿Eh…?”

“Es mejor que esperes, no nos tardaremos mucho”

“¿Por qué…?”

“Es sólo que no dejan entrar con mascotas y estás cargando a Hachi”

“Oh, eso…” murmuró Mitsuru al sentirse más tranquilo. Se sentía un poco tonto por creer otra cosa…

“¡Ah! ¿Prefieres entrar a ver? Puedo quedarme con Hachi si gustas” sugirió Daitaro al considerar que quizás Mitsuru tenía ganas de entrar a la tienda. Mitsuru se vio confundido por esto y procedió a negar con la cabeza.

“No, no es eso…”

Sin gustarle lo que estaba pasando, Daiki soltó la mano de su gemelo y en cambio se acercó a Mitsuru para sujetar a Hachi, tanto Daitaro como Mitsuru lo miraron con curiosidad.

“Estaremos cerca de las cajas registradoras, no se tarden”

“¿Daiki…?” Daitaro no podía entender la razón de que su gemelo de pronto dijera eso, no obstante, tan sólo se quedó mirando la manera en que Daiki se iba con Mitsuru cerca de las cajas registradoras. 

Sin poder pensar más al respecto, Daitaro sintió su celular vibrar de repente, un momento milagroso en el historial de llamadas que había contestado a tiempo. Sujetó el teléfono con curiosidad y pronto se vio sorprendido al ver de quien se trataba.

El niño sintió el celular vibrar mientras caminaba hacia un pasillo vacío. Tratando de calmar su corazón acelerado, pronto aceptó la llamada con miedo a que la vibración se detuviera.

“¿Sí…?”

«¿Daitaro?» cuestionó una voz masculina con un tono familiar.

“Ah, p-tío Julius… Hola” contestó el niño pelirrojo con nerviosismo. No escuchaba nada de ruido, por lo que se preguntaba en qué lugar del hospital estaría su tío en ese momento.

«No tengo mucho tiempo pero quiero saber qué hacen» era una extraña forma de decirlo, pero… Daitaro no pudo evitar sonreír al saber que estaba tomando la oportunidad para llamarlos pese a estar muy ocupado.

“Oh, pues… Venimos al super, Masaru quería hacer-” al contarle, el niño se detuvo recordando lo dicho por su gemelo; sin embargo, el tono de voz del otro no cambió mucho, tan sólo tenía un aire contemplativo.

«¿Al súper…? ¿Por qué?»

“Es sólo que Masaru quiere intentar cocinar algo y no teníamos los ingredientes…” 

«Oh, ¿le interesa cocinar? Qué extraño…»

“Espero que estés bien, tío” 

«De alguna manera pero sí» contestó simplemente. «¿Qué hay de ustedes?»

“Todo bien, no hay de qué preocuparse”

«Ha estado haciendo fresco últimamente, ¿vas abrigado?»

“Uh… Olvidé ponerme la chamarra, pero no tengo frío”

«El clima está muy raro, no quiero tener que traerte al hospital»

“Sí, incluso vi un árbol que parecía ser de otoño cuando veníamos de camino a la tienda, es verano pero no se siente como si lo fuera” contestó el niño al no querer sobrepensar lo dicho por el adulto acerca del hospital.

«Daitaro, no vayas a olvidar tu chamarra de nuevo»

“Pero no hace…”

«...»

“Está bien…” contestó Daitaro al no poder evitar sentirse contento de que su tío insistiera.

«¿Cómo está Masaru?»

“Igual de hiperactivo como siempre, ahora mismo anda explorando los pasillos del súper, se ve muy feliz”

«Ya veo. ¿Qué hay de Mitsuru?»

“Sigue pegado a su videojuego, pero hoy nos acompañó al súper”

«…Hm. ¿Cómo está Daiki?»

“...Él está bien, está esperando cerca de las cajas registradoras con Mitsuru” 

«¿Ellos traen chamarra?»

“Sí…, bueno, Daiki sólo viene de manga larga”

«…»

“¿Debería hacerlo usar chamarra también?”

«Sí»

“De acuerdo, me aseguraré de eso” 

«¿Y tú?»

“Eso es… Yo estoy bien, pero me preguntaba cuándo…”

«¿Cuándo…?»

“...¿Cuándo vendrás?” preguntó Daitaro con una voz pequeña al sentir su cara ponerse como tomate. “Pero sé que estás ocupado, así que…”

«Puedo verte hoy alrededor de las 7:00 pm»

“¿Eh…?” Al escuchar aquello, Daitaro sintió pequeñas lágrimas formarse en sus ojos. “¿De verdad…? ¿Pero qué no estás muy ocupado?”

“No tengo guardia hoy”

“Oh…, pero estás a dos horas de distancia… ¿no te molesta venir?”

«¿Prefieres que no vaya?»

“No, no, ¡quiero verte!” exclamó Daitaro antes de sentirse muy avergonzado por reaccionar así.

“Te llevaré a cenar algo, invita a tus hermanos”

“Podría decirles, pero Daiki no creo que…”

«Ya veo…»

“¡Pero iré yo solo a verte aunque no vengan, pa-tío!”

«...» tras un momento de silencio, Julius soltó un suspiro, mientras que Daitaro no podía con la vergüenza en ese momento.

“Lo siento, yo no…”

«No pasa nada»

“¿En serio…?”

«Te mandaré mensaje cuando llegue» escuchó el pelirrojo antes de que el otro colgara. 

Daitaro sujetó su rostro sintiendo mucha vergüenza e irritación hacia sí mismo.

“Eso fue tan vergonzoso… ¿Cuántas veces se me ha salido hasta ahora?”

“Eso dices pero lo tienes agendado así” al escuchar la repentina voz de su hermano, Daitaro se sobresaltó y lo miró con una expresión parecida a las que Daiki hacía cuando estaba enojado y avergonzado.

“¡¿M-Masaru?! Lo que escucha-”

“Pasé por el pasillo del otro lado y te escuché elevar la voz de forma rara así que sí, escuché suficiente”

Al escuchar esto, Daitaro escondió su rostro con sus manos. Masaru le dedicó una sonrisa dentona encontrando ese lado de su hermano muy gracioso.

“Ahaha, Ira, eres muy chistoso, aunque no creo que le haga mucha gracia al jefe que le contaras todo” 

“Gracias al cielo que tú fuiste el que me escuchó, pero oye, nuestro tío no sonaba molesto ni nada”

“Bueno, no me sorprende. Sabía que era más paranoia del jefe el creer que nos sacaría del departamento por cocinar” sugirió mientras Daitaro asentía de acuerdo con él. “Ah y no te preocupes, no pienso ser mal tercio en tu salida con tu papá” al escuchar esto, Daitaro le dedicó una expresión compleja pero evidentemente conflictuada.

“No, no, no es mi papá… No hay que decir cosas que pueden ser usadas como chisme”

“Pues digo, ¿sería malo? Ustedes dos se ven idénticos a él”

“Masaru, es el hermanito menor de…”

“¿El hermanito de mamá? Uh… ¿Qué no tiene más de veinte? Ya está grande, ¿no?” sugirió el pelinegro.

“Ella era mucho mayor a él”

“¿De verdad? Bueno, no lo recuerdo, así que te tomo la palabra”

“Mira nada de eso importa, lo importante aquí es que son hermanos y no está bien que hables así”

“Ah- cierto… Ok, ok, no seré mal tercio en tu tiempo de calidad con el que no es tu papá pero casi” 

Daitaro frunció el ceño y procedió a darle golpecitos débiles en forma de protesta a Masaru en los hombros con un evidente sonrojo.

“¡No seas así, deja de molestar!”

“Ok, ok, pero hablo en serio, sé lo mucho que te importa así que está bien”

“Pero…”

“No te preocupes, seguro que Mitsuru piensa igual. ¿Quieres que le pregunte?”

“Sí, pero…”

Masaru se quedó pensando lo que podría estarle molestando por un momento.

“Oh, te refieres al jefe” concluyó. “Sí, seguramente no se lo tome muy bien, pero no es como que necesites su permiso para ir”

“Supongo…” Al oír el tono inseguro de su hermano, Masaru sujetó su brazo.

“Ira, si piensas contarle, sólo quiero que me prometas que no dejarás que lo que el jefe diga interfiera con lo que realmente quieres hacer”

“Masaru…”

“No eres Daiki y no tienes porqué hacer caso de lo que él quiera o no quiera, hay veces donde tienes que ver por tus intereses y no escuchar a los demás”

“¿De verdad…?”

“Pero así como está bien que hagas lo que quieres, si el jefe te dice que no quiere ir, es mejor que no le insistas. Sabes que si yo pensara que es una persona terrible no estaría de acuerdo en que fueras, todos pensamos diferente sobre el tío,  pero si tú quieres verlo…, no dejes que nadie te detenga”

El pelirrojo le dedicó una sonrisa llena de alegría y procedió a abrazar a su hermano con desbordante gratitud por su apoyo, sin embargo, Masaru se quedó mirando al horizonte como si tan sólo se hubiera resignado a su destino.

“¿El abrazo era necesario…?”

“¡Sí! Le estoy dando las gracias a mi adorable hermano después de todo” comentó Daitaro “Prometo que no me sentiré desmotivado aunque Daiki me odie por eso”

Masaru suspiró creyendo que no tenía remedio, ya entonces se dispuso a seguir mirando los pasillos, esta vez junto a Daitaro, quien miraba los productos perdido en su propio mundo. El pelinegro no tenía una opinión tan fuerte sobre su tío, pero sus hermanos gemelos tenían posturas extremadamente opuestas entre ellos, posturas que Masaru creía tenían su razón de ser.

Era un poco lamentable pero no recordaba mucho sobre el adulto antes de vivir en el apartamento actual,por lo cual trataba de ser neutral y apaciguar a Daiki cuando sus pensamientos negativos lo abrumaban con respecto a él.

No sabía porqué Daitaro buscaba tanto a alguien que los había dejado en un apartamento lejos suyo, pero suponía que era normal querer ser cercano al pariente que tiene una apariencia escalofriantemente similar a la tuya, y de alguna manera creía que ese mismo parecido era algo que le afectaba a Daiki de forma negativa.

Respetaba el sentir de Daitaro al él querer apoyar la libertad de hacer lo que te haga feliz, pero debía ser sincero en que entendía más a Daiki en este aspecto, pues… Vivir alejado de esa persona que estaba a cargo de ellos sí se sentía…,raro. 

“¡Ah! ¡Masaru, mira lo que encontré!” exclamó Daitaro de muy buen humor. Masaru se acercó con curiosidad y se asomó a ver lo que estaba mirando…, resultando ser una pequeña cafetería. Daitaro se acercó a mirar los pasteles, mientras que Masaru se quedó revisando el menú, el chico que actualmente atendía miraba al pelirrojo con una sonrisa.

“¿Buscas algo en especial? Tenemos nuevos sabores de helado por si gustan probar. Además, tenemos pay, galletas y otros dulces” 

Daitaro miró al chico con curiosidad. ¿Tendría unos 16 o 17 años? ¿Qué hacía trabajando en el súper? Sí, realmente no tenía idea de cuántos años sería normal que tuviera para que no se le hiciera raro, pero… ¿Qué no normalmente eran señores o señoras atendiendo? Quizás estaba sobrepensando, pero…

“¿Sí?” 

Masaru, quien había estado viendo las galletas, volteó a ver al chico de cabello café. Usaba unos lentes color violeta y tenía el cabello sujetado en una pequeña coleta baja; sin embargo, parecía igualmente interesado en su edad.

“¿Es normal que alguien tan joven atienda la cafetería del súper?” preguntó Masaru sin pena alguna. 

“¿Eh?” murmuró el niño de lentes violeta sin haberse esperado esa pregunta. Daitaro miró a Masaru con algo de incredulidad.

“Masaru…” el pelirrojo suspiró antes de mirar al chico nuevamente. “Lo siento, muchas veces sólo dice lo que piensa, espero no te ofenda”

“Oh, no, para nada, sólo me tomó por sorpresa” comentó el chico “Entonces gustan-”

“¿Sueles trabajar aquí a diario?” Daitaro miró a Masaru sin entender porqué le estaba preguntando aquello.

“Uhm… sólo dos días a la semana. Es un trabajo de medio tiempo” explicó. Masaru se quedó pensando mientras lo miraba. “¿Sucede algo…?”

“Hm, no lo sé, siento que te he visto antes pero no sé dónde” comentó Masaru al poner su mano sujetando su mentón mientras fruncía el ceño viéndolo con sospecha.

“Oh…” murmuró el chico al entonces soltar una risita nerviosa. 

“Masaru, ¿por qué mejor no ves el menú y escoges algo?” sugirió Daitaro al no querer tener que lidiar con el aire incómodo que se había formado de un momento a otro.

“¡Tsuki, regresé!” exclamó alguien que había llegado cargando una bolsa de papel entre sus brazos. El niño de lentes violeta lo miró con ligero desagrado.

“Esa es la ida al baño más larga que has tenido”

“Quizás, pero mira, te traje tus bisquets favoritos” dijo el chico al ofrecerle la bolsa de pan.

“No sabía que en el baño vendían bisquets y…” Tsuki apuntó hacia su mejilla disimuladamente queriendo indicarle que tenía un beso marcado. El chico entendió inmediatamente y procedió a limpiarse con una toallita húmeda que casualmente traía en uno de sus bolsillos.