Con el correr de los días las heridas fueron desapareciendo de mi piel, así como también la presencia de mi ex. El otoño nos abandonó para entrar en la temporada donde mis huesos dolían por el frio.
No soy fanático de esta época del año, este invierno no estaba comenzando de una manera tan terrible, ya que Brandon estaba conmigo quejándose de este terrible frio que no nos dejaba salir de nuestras casas a menos que sea para trabajar y estudiar.
Debo reconocer que él y yo nos habíamos vuelto tan cercanos al punto que podría presumir que lo conozco aún mejor que Juliana. Casi no regresaba a mi casa después del trabajo, porque prefería ocupar mi tiempo visitando diferentes librerías con Brandon y teniendo horas de lectura en su departamento, llorando y gritando de felicidad juntos cuando nuestros personajes favoritos viven sus asombrosas aventuras.
—Creo que mañana debería volver a casa… —dije sentado en el sofá del living de Brandon con mi teléfono en mano. Estaba leyendo mi manhwa favorito del momento.
—¿Por qué? ¿Ya te aburriste de mí? —cuestionó él con ese tonito de perrito lastimero, y apoyo su cabeza entre mis piernas al ser que él se encontraba sentado en el suelo frente a mí.
—¡No es por eso! Mocoso —reí alto abandonando mi lectura para llevar una de mis manos a su suave cabello castaño. Sabía que el amaba cuando hundía mis dedos entre sus hebras, se volvía más dócil.
—¿Entonces? —insistió.
—¿No te parece que debería regresar a mi casa? Estuve acá desde el viernes y ya no tengo ropa limpia Brandon…
—No me digas así, siento que me estas retando.
Definitivamente se había vuelto más malcriado ahora que no me tenía miedo.
—Dale, bebé, no te pongas así. Sabes que puedo quedarme el próximo fin de semana, pero los días de semana tengo que volver a mi depa.
—Odio la vida de adulto, me gusta boludear con vos. Quiero que todos los días sean domingos. ¡No! Los domingos no porque es el día que me abandonas, mejor que todos los días sean sábados.
—¿Sabes? Me halaga muchísimo que te guste compartir tiempo conmigo. Hace mucho que no hago un buen amigo como vos.
—Yo también estoy feliz por tenerte, sos mi mejor amigo, Santi —esas palabras me tomaron por sorpresa, y por algún motivo me ¿dolió? —Nunca pude tener esta conexión con alguien, y sé que puedo confiar en vos.
—Pero… ¿Y Fede?
—Sé que él es mi amigo de años, pero no es el mismo sentimiento, no sé si me entendes.
Oh, claro que lo entendía. Conocía a Matías desde hace muchísimo tiempo, pero nunca había logrado sentirme así de cómodo como con Brandon. Sin embargo, me apena admitir que Brandon me ¿atrae? ¿gusta? No sabía o no quería saber.
—Me haces sentir como en casa.
Dijo aquella última frase que retumbó profundamente en mi corazón. Aun cuando lo dejé para regresar a mi departamento, y tuve que ir a la universidad a tener mis clases de escultura, en mi cabeza seguía razonando que yo lo hacía sentir como en casa.
Era raro ser importante para alguien que conocía hace tan solo un par de meses.
—¡Che, Santi!, te ves re lindo todo sucio y desarreglado, es raro verte así.
—Mierda… ¡Juliana! —grité espantado dejando caer mi martillo con el cual estaba tallando mi pieza. ¿Esta escena no era familiar? Claro, a esta pendeja le encantaba llegar cuando estaba concentrado en algo y hablar con su voz chillona perturbando mi ambiente lleno de paz.
—¡Perdón! Prometo no volver a hacerlo. —dijo ella apenada y se sentó en uno de los taburetes cercanos a mí.
Era obvio que solo eran mentiras, nunca dejaría de ser escandalosa, y aunque a mí me gustaba hacerme el enojado, era algo de su personalidad que no lo cambiaría por nada en el mundo.
—Entonces, ¿a qué se debe tu visita? —le pregunté mientras recogía mi herramienta sin ánimos de continuar con el proyecto.
Debo confesar que era mi asignatura menos preferida. Odio el polvo, odio estornudar sin parar y odio ensuciarme constantemente.
—Ah sí, me quedé tan sorprendida de verte desalineado que se me olvidaba a que venía.
—No sé qué te sorprende, siempre me veo terrible en los talleres.
—Pero… es que vos no te das cuenta, pero sos muy limpio para ser un artista. Cuando pasaba a buscarte después de clases de pintura, tus compañeros salían con las caras manchadas y vos impecable como si te rascaras durante toda la clase.
—No sé si debería ofenderme, pendeja.
—¡Ya deja de distraerme que se me olvida a qué venía! —exclamó. —¡Ah sí! Es que como ahora Brandon te secuestra casi todos los días quería saber qué onda con ustedes.
—¿Viniste solo a chismear sobre nosotros? No te hagas ilusiones, Juli solo somos amigos normales.
—Con que normales, eh. Bueno, es una lástima, igual me alegra que Brandon tenga a un amigo tan fuerte como vos. ¿Te falta mucho con… eso?
—No, la verdad estaba por abandonar a Roberto para ir a comer algo —bromeé abrazando mi pieza de roca y le di un besito como si me estuviera despidiendo de él.
—¡Joya! Entonces vayamos juntos, no puedo creer que le pongas nombre a esa cosa.
—Shhh, no te atrevas a ofender a Roberto, cuando lo termine va a romper corazones.
Sacudí mis prendas, y cubrí mi pieza con un trozo de tela oscura. Tenía que volver, pero tenía unos largos minutos de receso que prefería desperdiciarlos junto a Juliana.
No estaba del todo presentable, y no me daba vergüenza salir de este modo, pero cuando vi a lo lejos del corredor como se acercaba un chico que muy bien sabía reconocer mi rostro se puso de todos los colores existentes. Sabía que Brandon me había visto en peores condiciones, lamentablemente, pero una parte de mí no quería revelarle mi “yo feo”.
—Juli…
—No, juro que no fui… —se atajó Juliana antes de que pudiera reclamarle algo.
—¡Juli! ¡Santi! —saludaba Brandon alegremente viniendo directo hacia mí como si fuese a abrazarme, pero algo lo detuvo, y su mirada penetrante me hizo sonrojar más de lo que ya estaba. —Oh, Santi te ves realmente lindo en ese mono.
—Pfff —se escuchó a mi lado como Juliana intentaba reprimir su risa.
—No, no digas eso acá. —dije nervioso llevando mis manos a la bocota de Brandon para que no dijera nada más vergonzoso.
—Con qué lindo, eh… —comentó la chica dándole un codazo a Brandon haciendo que este se sonrojara, ya que volvió a pensar en voz alta.
—Ah ¿qué te trae por acá, cariño? —le pregunté sin pensar en mis palabras a Brandon, logrando que Juliana nos viese más asombrada que nunca, pero la ignoré, porque si le daba lugar comenzaría con sus bromitas de nuevo.
—Bueno, es que te extrañaba.
—Pero ¡¿qué decís?! ¡Si hasta ayer lo tenías secuestrado en tu casa, Brandon! Ya ni recuerdo cómo es el rostro de mi mejor amigo. —exclamo la chica ganándose un zape por parte del él.
—Bueno, Juli tiene un poquito de razón.
A la primera no me di cuenta, pero Brandon buscaba una excusa para verme y pasar más tiempo conmigo. Al parecer, se olvidaba que yo tenía otros amigos aparte de él. Quizás con Juliana no tenían la misma química, pero aun así debía compartir mi tiempo con ella y se ve que eso le generaba un poquito de celos.
—Pero ella te tuvo como dos años.
—Creo que te tengo muy mimado, cachorrito. ¿Queres venir a almorzar con nosotros?
Cuando creía que finalmente logré que ambos se calmen, al llegar a la cafetería ambos se peleaban por pedir y pagar mi comida, parecían dos hermanos celando a su madre. No sabía que Brandon podría resultar tan posesivo con sus amigos, nunca lo había visto ponerse de este modo por Juliana u otra persona.
Al final ninguno de los dos salió ganando porque yo mismo pedí y pagué mi propio almuerzo, y además de eso pagué el de los dos mocosos, a mí también me gustaba invitar a mis amigos de vez en cuando. Además, no se me olvidaba que soy el mayor.
El almuerzo fue muy divertido, pudimos hablar de muchas cosas que teníamos en común y fue muy gratificante salir de mi burbuja llamada soledad para permitirme tener compañía.
¿Este era el significado de hogar que decía Brandon tener cuando estamos a solas?
Al parecer también era digno de disfrutar de tal magnífico sentimiento.
No quería irme de ahí, me sentía tan cómodo que hasta podría saltarme las clases para permanecer un poco más, pero ello sería bastante irresponsable de mi parte.
—¡Santi!
—¿Si?
—¿Puedo pasar por vos después de clases?
Sonreí, por supuesto que podía hacerlo. Pero no le respondí con palabras, solo asentí levemente riéndome por la reacción divertida de Juliana. Seguramente iba a torturarlo cuando estando solos a no ser que Brandon lograra escapar del interrogatorio de aquella maldita mujer.
Las horas en el taller se volvían eternas cuando ansiaba irme. Sentía adrenalina en mi corazón como si me esperara el amor de mi vida.
Cuando la clase finalmente acabó me sentí apenado, no había posibilidades de arreglar mi apariencia, sin embargo, pude sacarme el mono lleno de polvo. Mi cabello estaba travieso y no podía dejar de estornudar por haber estado en un taller lleno de polvillo. Porque si, era alérgico, otra razón para odiar las clases de escultura.
—¡Santi! ¡Al fin salís de clases! —exclamó mi cachorro gigante corriendo hacia mí para abrazarme como si no me hubiese visto en semanas. Definitivamente podía imaginarlo moviendo su cola peluda. Él era mi golden retriever.
Era tan adorable.
—No tarde mucho, bebé… —susurré mimoso.
—Llevo esperando unos veinte minutos. —dijo haciendo un bonito berrinche.
—Exageeradooo…
Era tan lindo, nunca nadie a parte de Juliana me había esperado hasta que yo saliera de clases.
—Es que me gusta estar con vos. —respondió él queriendo atajarse con sus mejillas ruborizadas. Era raro y lindo al mismo tiempo ver a un joven tan guapo de un metro ochenta y siete todo tímido.
—Bueno, entonces, ¿a dónde vamos? ¿me vas a llevar a una cita, príncipe azul? —bromeé con él y me colgué de su brazo derecho.
—Pensaba que tal vez podríamos ir al parque a leer juntos. Compré unas cosas para comer y como hay buen clima…
No podía creer que en verdad tenía pensado llevarme a una especie de “cita''.
—¿En qué pensas, Santi? ¿No te gusta?
—No, no, me gusta la idea, sabes que me encanta leer con vos.
Entre risas compartimos ese segundo almuerzo hablando de nuestras series favoritas y de las que aún no habíamos visto, y que tal vez podíamos verlas juntos en vez de disfrutarlas en solitario como solíamos hacer antes de tenernos el uno al otro. Estar con él era divertido.
Ambos sacamos de nuestros bolsos el manga que estábamos leyendo, él leía Given y por mi parte leía por primera vez los primeros tomos de WOTAKOI. Había visto por la web que era una historia muy buena, y sin dudas desde el primer tomo logró atraparme.
No quería hacerle spoiler a Brandon pero me moría de ganas.
—Cuando termine de leer esto, voy a pedir que me prestes el tuyo.
—¡Si!
—Santi…
—¿Si?
—¿Sabes qué es lo que más me gusta de vos? —lo miré confuso.
—Es que no me juzgas por lo que me gusta, sé que también disfrutas mucho del BL, pero normalmente tenía que ocultarlo de las personas que quería.
—Esas personas son unos idiotas, de lo que se perdieron con vos.
—Qué lindo que seas tan honesto y fiel a vos mismo—suspiró.
—¿Acaso vos no lo sos?
—Muchas personas me vuelven inseguro.
—No dejes que las demás personas influyan en vos, las que se queden a tu lado son las que necesitarás y valen la pena.
—Ojalá pudieras casarte conmigo —pensó Brandon en voz alta, como de costumbre.
—¿Y por qué no? —bromeé haciendo una pose seductora. —Por ti si me pondría peluca y seria tu esposa. Solo le temes al éxito.
No sabía si estaba bien jugarle ese tipo de bromas o si me había pasado pero lo que dijo me dejó mudo.
—No necesitas cambiar, para mi sos perfecto así.
“Acaso… ¿había posibilidades para mí? ¿podría ser amado románticamente por un chico tan hermoso como Brandon? ¿Realmente merecía un amor así?”, pensé.
Comments (0)
See all