Mientras descansaba bajo las nubes grises no sabía que cerca de mi había un chico preocupado por mí. Brandon había despertado con un mal presentimiento y a medida que las horas pasaban la angustia crecía en su pecho. Él no sabía porque se sentía de esa manera, pero lo descubrió cuando yo no llegue a mi horario laboral.
No me estaba muriendo sin embargo sentía que yo no estaba ahí, y el viento helado que envolvía mi cuerpo me consolaba. Cuando las primeras gotas cayeron sobre mi rostro adolorido, yo no tenía noción del tiempo ni de cuántas horas permanecí sentado en el suelo tratando de soportar mi mente que no dejo de castigarme aun en la inconsciencia.
Por un momento, pensé que hubiera sido genial no haber despertado nunca, pero entonces mi “yo” optimista me hablaba diciéndome que, si así hubiera sido, él habría ganado y nunca quise darle mi vida a pesar de no saber lidiar con mi estabilidad mental.
Estaba todo oscuro, la verdad no había pasado mucho tiempo, pero el cielo me engañaba debido a la lluvia que se aproximaba. No me daba miedo el agua, ¿cómo podía temerle a un poco de lluvia después de sobrevivir a esta maldita vida?
Siempre trate de convencerme que se podía salir adelante y que no debía maldecir la vida que me ha tocado porque debía estar orgulloso de tenerla. Pero puta madre, ¿por qué mi camino tenía que estar llena de espinas?
Era una constante batalla entre odio, tristeza y confusión. No era consciente de que estaba sufriendo una depresión que venía arrastrando desde Japón. Todas mis decisiones fueron consecuencia de un mal que estaba en mi cabeza y que nunca pude ver a tiempo.
¿Y cómo podía verlo si desde chico me enseñaron a callar y ser independiente?
Cuando se sufre desde joven te acostumbras a ese dolor y a esa rutina extraña de estar viviendo en una falsa felicidad, rodeándote de pocas personas y de forzarte a ti mismo a seguir adelante cuando en realidad lo único que queres hacer es dormir mucho.
Había veces donde solo permanecí en mi cama sufriendo, y como si fuera por arte magia a las dos semanas me levantaba y continuaba mi vida como si nunca hubiera estado hundido en la oscuridad de mi habitación.
Estaba normalizado en mí, y tardé en darme cuenta que no estaba bien, de hecho, aun a esta altura de mi historia no lo logro detectar. Pero de esto se trata, porque no es solo un cuento de amor, sino que siempre fue algo más que eso.
Sentí que era el día más solitario de mi vida. Sabía que jamás iba a olvidarlo por todos los pensamientos que corrían por mi mente.
Me pregunte porque seguía respirando, y porque seguía nadando contra una corriente que solo quería arrastrarme a las profundidades del océano. Me pregunté porque arriba de este mar no hay un bote que viene por mí.
“¿Realmente soy tan insignificante en esta vida?”, pensé.
Y así apuñale a mi corazón.
Tenía una familia y no estaba ahí para ayudarme, escapé de ella, pero estaba seguro de que si esto lo hubieran vivido junto a mi ellos jamás harían nada para rescatarme de este agujero.
¿Por qué? I don't know.
Mi madre siempre decía que tenía todo para ser feliz, "salud, familia y amor", ¡que irónico! lo que ella decía que tengo mi alma sentía que le hace faltaba.
La lluvia se hizo más fuerte hasta empapar todo mi cuerpo. No tenía ánimos de cubrirme de ella, deje que fluya y se lleve el mal que llevo dentro. Hacía frío, mucho frío, y no sabía si era por el agua o por la soledad que me acompañaba en esas largas horas de la noche.
Por un momento, tuve la voluntad de ponerme de pie, pero mi cuerpo no me respondía de la manera que yo quería. Mis piernas temblaban al igual que mis manos, estaba por volver a caer cuando lo vi frente a mí.
No sabía si fueron por los golpes que ya estaba delirando, porque era imposible que esté frente a mí, sin embargo, no tuve tiempo para razonar y simplemente vi a Haruki como si fuera un salvavidas.
Extrañaba tanto su mirada, quise levantarme pronto para abrazarlo y llorar. Pero cuando tomé su mano, no era él, y el abrazo que recibí no tuvo ni su perfume ni su calor. Aun así, las lágrimas salieron mezclándose con la lluvia.
—¡Santi! por dios —suspiro con alivio. —estaba tan preocupado, ese maldito hijo de puta.
Al inicio me costó reaccionar, y no podía creer que Brandon me buscó y se tomó las molestias de rescatar a una persona como yo. Él lloraba en mi hombro y se aferraba a mi cuerpo. Aunque estaba adolorido no tenía el valor de quejarme, solo por un momento quise dejar que alguien me quiera.
Aun me abrazaba cuando se separó un poco de mí y al ver que el buscaba mi rostro sentí vergüenza. No quería que me viese lastimado, pero de algún modo todos los malos pensamientos desaparecieron en cuanto el me vio a los ojos.
No me pregunto que me paso, tampoco me regaño y no se burló de mí. Él solo limpió mis lágrimas y beso mi mejilla herida.
—No volveré a dejar que esto pase. Lo prometo.
Su suave susurro fue dulce y tomé su promesa, aunque por dentro en mi mente, el otro Santiago que hay en mí me gritaba que las promesas no eran para siempre.
—Gracias...
No pude tener un gran momento a solas con Brandon, no lo había notado en un comienzo, pero él se apareció con un vehículo de la patrulla. Me dio miedo indagar, pero no fue difícil escuchar que Brandon había sido arrestado por haber peleado con Lucas en la vía pública.
Él los convenció con “ayuda de contactos” a que me busquen cerca, ya que Lucas se negaba a confesar donde me había dejado.
Ahora que me habían encontrado Brandon me cubrió con una manta y me ayudo a subir la patrulla, y sí, me negué a que me alejaran de él. Una mujer policía se sentó a mi otro extremo en los asientos traseros del vehículo, ella no solo era policía, sino que apoyaba a víctimas de abuso sexual, violencia doméstica, y sus derivados.
—Me dijeron que te llamas Santiago, ¿es verdad?
—Si —murmuré débil.
—¿Queres contarme que paso? Necesitamos que declares. —me miro con amabilidad.
—Mh… está bien. —titubee.
—Podes hacer una denuncia si queres, sería lo mejor —no respondí. —Sé que tenes miedo, pero te podemos asegurar que vamos a protegerte. Si no me equivoco Brandon dijo que Lucas es tu ex pareja, él está siendo retenido.
Me alteré solo con oír su nombre y traté de empujar a Brandon quien estaba a mi lado teniendo el reflejo de escapar, pero era imposible saltar del auto en movimiento. Mis palpitaciones se enloquecieron y mi mente también.
—No, yo necesito ir a mi casa, quiero ir a mi casa.
Brandon me abrazo con delicadeza y beso mis cabellos robándome un suspiro. No sabía porque tenía ese efecto en mí, pero podía llegar acostumbrarme y querer más.
—Está bien, voy a considerarlo… —murmuré rendido ante la mirada esperanzadora de la oficial.
Cuando llegamos me sentí ansioso, tener a Brandon tomando de mi mano me ayudaba bastante, y cuando cruzamos miradas con Lucas él fingió que no me conocía. Pero de lejos podía sentir la amenaza sin que me dijera nada.
Estaba decidido, no solo por mí, sino porque mis amigos merecían una solución a este caos, sobre todo Brandon después de todos los problemas que tuvo por defenderme.
Di mi declaración de los hechos, y presenté cargos contra Lucas por acoso y violencia. Mencioné que tenía pruebas en mi teléfono pero que no lo llevaba conmigo, así que me dejaron llamar a Juliana para que lo trajera. Ella se alteró cuando escucho mi voz, no sabía que Brandon había puesto a todos mis amigos a buscarme.
No tuve mucho tiempo de explicarle, pero accedió a mi pedido tan pronto dije que estaba denunciando a mi ex. El proceso fue algo largo y engorroso, ahora tenía una perimetral y no estaba seguro de que iba a pasar con Lucas, pero tampoco quería saberlo.
Volví a casa seguro, Juliana estuvo aferrada a mi brazo y Brandon no dejó de darle calor a mi mano izquierda. Entonces me pregunté, si merecía tanto amor por parte ellos. Pero no deje que esa pregunta taladre mi mente, me deje querer, y permití que ellos cuidaran de esta alma rota que se estaba cayendo a pedazos.
En casa Matías me recibió con un abrazo enérgico que me hizo gemir del dolor, los tres se estaban olvidando que mi cuerpo aún estaba herido. Sabía que ellos contuvieron su bronca al ver el estado en el que me encontraba, y apreté la mano de Brandon para pedirle sin palabras que no se vaya.
—Creo que debemos ir al hospital —dijo Matías buscando la aprobación de Brandon y Juliana.
—No, estoy cansado, quiero descansar un rato —Brandon casi soltó mi mano y me apresure en entrelazar nuestros dedos para no dejarlo ir. —Mañana tal vez puedan acompañarme. Hoy no, por favor.
Sabía que ninguno estaba de acuerdo, pero ahora que estaba dentro de mi zona de confort no deseaba salir. Mi ropa aún estaba empapada por la lluvia, tenía frío y solo quería el calor de mi casa. Lo que menos deseaba era pasar la noche en una fría habitación de hospital.
—Seguro tiene miedo de que los fantasmas le jalen de las patas si pasa la noche en el hospital. —bromeó esa Juliana para romper el ambiente, y todos reímos con ella porque en parte era verdad.
—No sé de qué estás hablando.
Reí tan fuerte que no pude disfrutar mucho porque mi estómago comenzó a doler con cada carcajada.
—Perdón, perdón —se disculpó ella de inmediato.
—¿Santi? ¿Te duele mucho?
—No se preocupen, es lógico que me duela…
—Anda a tu habitación a descansar, le voy a dar a Brandon el botiquín para que te ayude.
—Yo también puedo—interrumpió Matías y se ganó un codazo en las costillas por parte de Juliana
—Chhh… vos no podes —Juliana me miró con una sonrisita picara y empujo suavemente mi cuerpo para que ingrese a mi cuarto.
Quise reír por la situación, pero solo una queja escapó de mis labios por el dolor abdominal. No sabía que tanto demoraría Brandon en venir a mi habitación, conociendo Juliana seguro lo debe estar interrogando para no molestarme a mí.
Mi cuerpo temblaba mucho y no estaba seguro de si era por dolor o frío. Me animé a quitarme la ropa poco a poco frente al espejo observando como aquellos golpes comenzaban a tomar color en mi piel.
Era frustrante verme herido después de tanto tiempo, pero solo son cicatrices de una batalla que finalmente había acabado y que por suerte había ganado. Fue difícil preparar la ducha por mi cuenta, iba a ser muy vergonzoso decirle a alguno de mis amigos que me ayudara.
Me dolía cada vez que intentaba lavarme, pero hice el esfuerzo para no molestar a nadie más. Pensé que estaba solo y salí de mi baño con una toalla rodeando mi cintura. Di un pequeño saltito del susto, pues Brandon me estaba esperando sentado sobre mi cama con el botiquín a su lado, y vi que también había traído una bandeja con comida.
No tenía hambre.
—¡Mierda! pudiste haberme avisado, casi me haces morir del espanto. —exclame más avergonzado que asustado.
—Pero… perdón, si queres puedo irme. —dijo él siendo un manojo de nervios.
—¡No! solo estaba jugando con vos, aunque si me sorprendiste.
Él se levantó para tomar mi mano y me ayudo a caminar hasta mi cama.
—¿Cómo te sentís?
—¿Queres que sea honesto?
Brandon asintió mirándome con esos ojitos llenos de preocupación. Me derretía cada vez que lucía como un cachorro triste por su dueño.
—Bueno, me duele mucho, pero no está tan mal.
—No digas eso, no normalices el dolor.
Acercó su mano a mi mejilla herida para acariciarla como si se tratase de la seda fina. Me puse nervioso por el ambiente que se puso extraño tan pronto como tocó mi rostro. Aún estaba desnudo bajo la toalla y sin querer comencé a ruborizarme, aunque probablemente no me veía lindo con el rostro golpeado.
—No… no me mires, estoy horrible.
—¿Qué decís Santi? Si aun cuando ese hijo de puta se atrevió a lastimar tu rostro seguís siendo el chico más hermoso que he visto en la vida.
Creo que a Brandon se le ha escapado ese comentario o lo pensó en voz alta porque se puso más nervioso de lo normal, y un ligero rubor adorno sus mejillas.
—Gracias, es muy lindo de tu parte. —susurré conmovido, y al mismo tiempo intenté que se sintiera seguro. Pero él seguía viéndose nervioso, y al parecer le estaba costando trabajo abrir el botiquín por su cuenta.
—¿Necesitas ayuda?
—No, no, puedo hacerlo.
—Entonces ¿vas a curarme vos? —pregunté.
—¿Es… es incómodo para vos? Es que bueno, Juli me dijo que podía ayudarte, pero ahora que lo preguntas, no te consulte si querías mi ayuda.
—Si quiero —desvié mi mirada sintiéndome aún más cohibido, “pero tengo vergüenza de que veas mi cuerpo herido”, pensé.
Brandon tomó una de las pomadas para el cuerpo, usualmente este tipo de medicamento los compraba yo, siempre fui propenso a sufrir heridas. Recuerdo que Matías sufría cuando me veía comprar nuevas cremas para mí, porque, aunque yo le dijera que tuve un accidente en la calle de camino al trabajo o en la universidad, él sabía perfectamente que yo estaba sufriendo de violencia dentro de mi relación venenosa que mantenía con Lucas.
Brandon no me hizo preguntas tras ver la cantidad de medicinas, solo me miró directamente a los ojos antes de tomar mis manos. Aplicó aquella fría pomada sobre mis dedos, y él suavemente los masajeó hasta que la piel absorbió el medicamento.
Volvió a tocar mi mejilla para esparcir la crema por aquella zona más delicada, y como si me pidiese permiso por telepatía, solo me miró en busca de aprobación. Con delicadeza descubrió mis hombros para desnudar mi torso. Mi corazón bombeaba rápido de lo nervioso que me tenía, y es que me daba miedo que esa dulce mirada me juzgará.
Pero al contrario de todo lo que yo pensaba, él me beso con sus ojos y me trato con amor en todo momento. Brandon no solo estaba curando mi exterior, también estaba sanando mi corazón con ese amor que mi alma tanto había anhelado.
Con ese amor que nunca me permití tener.
Ese amor que comenzó a florecer con un tallo más fuerte y firme, haciendo que yo empiece a olvidarme del temor dejando que fluya en mi corazón.
Me estaba enamorando de él, y fuera de tener miedo, baje mis barreras para dejarme caer en un amor no planeado por mí, pero si por el destino.
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