Habían pasado tantos días que incluso junio nos empezaba a respirar en la nuca. No deseaba que llegue el invierno, y de algún modo, que hayan pasado tantas semanas sin saber nada de Lucas me tenía más tranquilo que antes.
Caí en la inocencia del pensamiento de que aquel tipo había recapacitado, no sé porque trate de buscarle el lado bueno a todo cuando sabía muy bien que vivía en un mundo corrompido en el cual debo sobrevivir.
Había despertado con el pie izquierdo, mi alarma nunca sonó, por lo tanto, no llegué a tiempo a mi clase de Historia de las Artes Visuales. El universo me gritaba que hoy no iba a ser un buen día, que me quedara en casa, pero seguía siendo terco y demasiado optimista.
Claramente no me fue muy bien en clases, y mi cuerpo se sentía pesado. Una presión en mi pecho me avisaba que no debía seguir caminando hasta Blue Moon pero seguí nadando en contra de la corriente.
Miré mi reloj una vez más para asegurarme de no llegar tarde al trabajo, pues quizás podría darme una vuelta por la biblioteca antes y despejar mi mente de estas malas vibraciones. Eran exactamente las 3:33 pm, mi turno era recién a las 5 pm tenía tiempo para ir y venir rápido.
Pero antes de que pudiera tomar esa decisión mi teléfono sonó y al ver la pantalla pude notar que se trataba de un número desconocido. El viento chocó fuerte contra mi rostro queriéndome decir algo, y por algún motivo mi ansiedad aumentó de golpe sin siquiera coger la llamada.
Cuando me decidí en aceptarla la persona que me llamó corto, y eso me generó más inseguridad. Me sentí solo y vulnerable, sentía que alguien me estaba observando y no quería verme demasiado paranoico, pero en definitiva alguien más estaba conmigo, y esa persona tomó fuertemente de mi brazo para obligarme a caminar hasta uno de los callejones más cercanos.
—Es tan difícil dar con vos, Santi.
Tan solo bastó oír su voz ronca para entrar en estado de alerta. No quise mirarlo a los ojos, pero él odiaba que baje la mirada y me obligo a verlo aun si tenía que apretar mi mandíbula para lograrlo.
Era imposible gritar, sentía que no tenía voz, ni fuerza para liberarme de ese simple agarre. No podía creer que me lo encontrase de camino a Blue Moon.
—¿Por qué me miras como si fuera el malo? ¿No te cansas de hacerte la víctima todo el tiempo? Vos y yo sabemos que esto es tu culpa, por ser una puta arrastrada.
El hablaba con tranquilidad, pero era violento con sus palabras punzantes. Poco a poco fue levantando el tono de su voz cuidando de no hacer un escándalo a plena luz del día. Lucas siempre debía mantener las apariencias.
—Vos no te das cuenta que yo te amo, y que hago todo esto porque te quiero, no quiero que estés con esas personas horribles que te usan. Pero ahí vas vos moviendo el culo donde hay plata, ¿no?
—Cállate, déjame solo... —miré con espanto cómo nos alejábamos de la luz para adentrarnos más en la oscuridad de ese callejón sin salida.
¿Por qué no grité? No lo sé, el miedo hacía que mis palabras se quedaran atascadas en mi garganta y lo último en que pensé fue en pedir ayuda.
—Ah bueno, ahora si hablas ¿no? —golpeó su puño la pared rozando una de mis mejillas, sabía que él ahora intentaba intimidarme, pero también lo conocía demasiado bien para saber que no tardará en tocar con su puño alguna parte de mi cuerpo.
Era estúpido darle batalla, solo provocaría que sea más duro conmigo y lo peor de todo era que el horario en que me encontró era beneficioso porque casi no había gente.
Si tenía suerte un ángel podría salvarme, y por algún motivo pensé en Brandon.
—No sé porque me haces esto, Lucas... —mi voz sonó cansada, en verdad, no deseaba luchar, le pedía paz una vez en la vida.
—Solo vine a buscar lo que es mío, pero parece que mi zorra se pone bastante difícil. Ese novio tuyo es un imbécil, ¿seguro que te coge bien? Porque dudo que puedas reemplazar el "mío" con algo tan mediocre.
Me sentí asqueado cuando presiono mi entrepierna con su pierna. El se restregó contra uno de mis muslos, acercándose hasta que nuestros alientos se juntaron. No quería, le tenía miedo, asco, y solo deseaba que alguien me sacara de ahí.
Sabía que nadie iba a tomar mi mano, y otra vez estaba cayendo en el dolor. Mi mente no me dejaba de disparar diciéndome que todo era mi culpa por tomar malas decisiones, y Lucas me apuñalaba con cada toque que dejaba en mi cuerpo.
Sobre todo, cuánto más lo rechazaba más me apretaba y me lastimaba.
No había manera de explicar todo el dolor que había estado sintiendo. Ya no sabía quién era, ni a donde estaba mirando. No sabía si valía la pena luchar contra esta ira que me asfixiaba y me mataba por dentro, pero la ira no es mía, no, no lo es.
Cuando mire a Lucas a los ojos me pregunte una y otra vez en mi mente, como pude caer en las garras de este tipo tan desagradable. Pero era mi culpa, ¿verdad? Era mi culpa porque yo no escuché a Juliana y menos a Matías.
Él decía que yo era bonito cuando lloraba y me mató con su ultra violencia.
Yo mismo caminé hacia el fuego cubriendo mis oídos para no escuchar las advertencias. Era tan frágil que me costaba pensar que alguien más me fuera amar, aunque era obvio que no estaba siendo amado, sin embargo, era el tipo de amor que creía que merecía.
¿Por qué?
Desde mi adolescencia mi corazón había sido azotado con grandes amores y grandes dolores. La pérdida de alguien importante podía llevarte también a perderte a ti mismo. Porque te sientes solo y sin rumbo, y no sabes a donde ir cuando esa parte de tu alma se va sin ti.
Muchas veces me había cuestionado porque había tenido que ser de esta manera, y muchas personas me dijeron que mi alma necesita de estas experiencias para madurar y crecer.
¿Pero por qué?
¿Por qué tenía que ser yo?
¿Por qué la vida de otros parece ser tan fácil cuando la mía había estado llena de mierda desde tan temprano?
Cuando llegué a Argentina lo primero que hice fue buscar una pareja porque pensaba que podía tener estabilidad solo encontrando a alguien que me amara. Pero era un pensamiento tonto porque nunca estuvo en mis planes dar amor. No sabía mantener una relación sana donde se da y se recibe. No sabía que no necesitaba ser amado por otros para vivir, no pensé que primero debía amarme a mí mismo si quería sentirme pleno en esta vida.
Ahora no era tan idiota pero los malos pensamientos siempre llegaban a mi cuando no los quiero, y Lucas era la figura viva de todos los errores que había cometido en el pasado.
—¿¡Por qué me rechazas!? —él me gritó luego de que lo mordiera lo suficientemente fuerte para hacerle sangrar el labio. Logre que me suelte. Lo mire con miedo y asco, eso al parecer, lo hizo enojar más. El sostuvo mi cuello cortándome la respiración, yo no era capaz de moverme así que cuando levantó su mano estaba listo para recibir el primer puñetazo de varios que él planeaba darme.
Esa era su forma de amarme, a él le gustaba marcarme, y, sobre todo, hacerme sentir que lo merecía.
—¿¡Es por ese estúpido que ya no queres conmigo!? ¡Puta arrastrada!
Cuando recibí el golpe en mi mejilla izquierda escupí sangre, pero no me dolía aún. Él soltó mi cuello y tuve el impulso de empujarlo para tomar ese aire que me estaba faltando.
No sé porque aun en estos momentos tuve el instinto de sobrevivir, y él se reía haciéndome sentir patético. Volvió a golpear mi rostro y mi cuerpo cayó al suelo. Ahí fue que aprovecho para darme una patada en mis muslos haciéndome gritar del dolor.
Nadie sabía la fuerza que tenía Lucas, después de todo él jugaba fútbol en la secundaria y siempre mantuvo su buen físico.
Solo era un hombre guapo descerebrado, machista y violento que juraba amor a base de golpes y maltrato psicológico; y yo era un simple chico de una contextura física que nunca le ha favorecido.
—¿Sabes qué es lo que más me desespera? Que estés tan callado, pero me encanta cuando gritas, me trae hermosos recuerdos... —el piso más fuerte mi muslo haciéndome chillar del dolor, pero en todo momento me guarde las lágrimas para mí, no iba a llorar, no debía darle ese placer. Al menos algo debía dejarlo para mi soledad. —Pero bueno, ya que planeas hacerte el difícil voy a contarte algo muy gracioso. Yo sabía que fuiste feliz cuando terminamos, pero ese par de tetas me aburrieron muy rápido, esa perra no gemía tan lindo en la cama como lo haces vos. —una patada llegó directo a mi estómago y me retorcí en el suelo del dolor. —En fin, sé que vos no vales la pena, pero sos muy bueno para recibir mi pene en tu culo, no puedo reemplazar eso bebé.
—Hijo de puta, cállate...—hablé con mi voz ronca intentando soportar el dolor de mi estómago, pero él me golpeó otra vez en la misma zona sin importar que estuvieran mis manos allí. Mis dedos ardían y probablemente estaba sangrando. No quería mostrarle mucha importancia porque iba a torturarme peor.
—Cómo hablas cuando queres, putita. Es triste que no quieras escuchar, pero ese tal Bruno, no, no... Brandon anda saliendo a tus espaldas con la zorra más cotizada de TU universidad. ¿O acaso sos cornudo consciente?
No quería escucharlo, NO DEBIA ESCUCHARLO.
—Parece que he tocado dónde duele ¿no?
—Vos no sabes nada, Lucas.
—Así que ahora soy Lucas, era más divertido cuando me llamabas "amorcito". Te veías tan ridículo. —se agacho hasta quedar a mi altura y me tomo de las mejillas tiernamente como si no hubiese golpeado mi cuerpo nunca en la vida. —Pudiste ser mi amante, bebé, pero no quisiste y bueno, ahora ya no quiero amarte. Sos un malagradecido, egoísta, y desgraciado. Pero Dios te dio algo bueno y es la habilidad de chuparme bien la pija.
—Ya basta...
—¿Qué? ¿Acaso estoy mintiendo o ya lo olvidaste? —soltó mi rostro bruscamente para buscar algo en sus bolsillos, y me puse más nervioso. Ya no quería más esto, deseaba que termine de torturarme de una buena vez o en todo caso que acabe conmigo si eso es lo que vino hacer.
—No lo hagas, por favor, ya déjame.
—¿Por qué? Me encantaría refrescarte la memoria. —le dio a reproducir a uno de esos famosos videos que grabó sin mi consentimiento para ver mi expresión de rechazo y vergüenza. No quería verme, no quería vernos, pero él me tomó del cabello para obligarme a mirar la pantalla y cuando intenté cerrar mis ojos me dio una fuerte cachetada para que los abriera otra vez.
La primera lágrima se deslizó por mi mejilla, y su sonrisa triunfante se pintó en su asqueroso rostro.
—Me pregunto cuál sería la reacción de Brandon si viera lo zorra que te puedes llegar a ver con mi pene en la boca, ¿Debería enviarle el video? Quizás y hasta se le ponga dura. —comentó burlón.
—¡No, no lo hagas!
—O mejor... ¿debería enviarlo a todos tus compañeros de tu universidad? ¿Cómo se sentirán al saber que tienen un compañero marica y puta barata?
—Por favor, Lucas, no lo hagas, no...
—No lo sé, no me estás dando nada a cambio del favor.
—¿Y qué es lo que queres? —me dio miedo incluso preguntar, pero para mí buena suerte una llamada interrumpió nuestra conversación. No llegue a ver quién era, pero al parecer era importante, ya que se levantó rápido para responder.
Me hizo una seña para que me mantuviera callado, y se fue caminando hacia la luz. No estaba seguro de si fuera a volver, pero tampoco era como si pudiera huir de ahí. Mi cuerpo estaba golpeado. La soledad me estaba tocando, y mis lágrimas silenciosas comenzaron a escapar desesperadas como agua de lluvia torrencial.
El tiempo empezó a correr y me sentía muy agotado.
Solo quería cerrar mis ojos para siempre.
Comments (0)
See all