—¿Estás seguro de hacer esto? —Nahuel me preguntó viendo como terminaba de preparar mi bolso de mano, pronto pasaría el taxi a buscarme para ir al aeropuerto.
—No sé porque me preguntas tanto, estoy cumpliendo mi sueño. —dije en ese entonces sin un ápice de emoción en mi voz.
—¿Realmente este es tu sueño? —insistió él.
—¿Por qué ahora te preocupas tanto por mí? —ataque irritado sintiendo como la ira y el dolor crecía en mi pecho. —Antes no te importó romper mis ilusiones.
Él no dijo más nada, y agradecí su silencio. Sabía que él estaba sufriendo, pero en ese entonces no tuve tiempo de sentirme culpable por el daño que le estaba causando.
Mis padres estaban orgullosos, me iría a estudiar al extranjero prometiendo un gran futuro al igual que mi hermano mayor. Las únicas punzadas de culpa que llevaron mi corazón fueron las lágrimas de mi hermanita quien no quería dejarme ir. No quería abandonarla, pero era el precio para escapar de toda la historia que escribí en Japón.
Nahuel llevó mis maletas hasta el auto, miré una última vez mi pasaje a Argentina antes de guardarlo en mi bolso ignorando la mirada penetrante de mi hermano. Sabía que si lo miraba una vez más iba a intentar implantar dudas en mi cabeza.
Era imposible hacerme cambiar de parecer, porque me esforcé muchísimo para volar lejos de casa aun si eso requería dejar algunas lágrimas ajenas en el camino.
—Hasta pronto, Ren... llámame cuando llegues, y no olvides que aquí tu familia te espera.
No tenía las fuerzas para responder a su despedida, ni siquiera nos dimos un abrazo emotivo como en las películas. Solo cerré la puerta del auto y me marché lejos sin mirar atrás.
No voy a negar que en todo el camino pensé en "él", y miré mi teléfono como si él fuese a llamarme una vez más. Esto no era una comedia romántica, y el amor de mi vida no iba a venir por mí ni mucho menos a curar esta alma rota.
Cuando llegué al aeropuerto no quise voltear, porque sabía que nadie estaba ahí. Era triste imaginar que él llegaría corriendo para tomar mi mano y pedirme que me quedara. No había posibilidades de que suceda porque solo en las películas pasan esas escenas estúpidas.
Pero de algo estaba seguro era de que él me amaba, pero su cuerpo nunca iba a ser mío y yo tampoco podía regalarle mi vida a un amor que no puede ser.
Volé lejos sin decir adiós, reescribí mi historia triste con nueva tinta y cambié mi número de teléfono para decirle "hasta nunca" al amor que una vez me hizo soñar y a la familia que tanto rompió mi corazón.
Luego de haber llegado a la casa de Brandon y haber comido desde pizza hasta las porciones de torta que antes había escogido de la cafetería, quede tan relajado que casi me quedo dormido.
—¿Santi? ¿Estás dormido? —su pregunta me hizo reír, era imposible no despertar con lo alto que alzó su voz.
—Todavía estoy despierto, tontito... —susurré poniéndome de costado en el colchón que preparo en el piso. Él estaba acostado en su cama, las luces estaban apagadas, solo podía verlo gracias a los reflejos de la luna que ingresaban desde su ventana. —¿No podes dormir?
—No, bueno, no es eso—se escuchó nervioso y eso me intrigó más.
—¿Brandon?
—Como es la primera vez que venís no quise decirte nada cuando me dijiste que no podías dormir si había mucha luz, la verdad es que le tengo miedo a la oscuridad.
—¿Ahora tenes miedo?
—Como sé que estas despierto no tengo miedo. —se oía tan tierno que moría de ganas de abrazarlo.
—Perdón por molestias, cariño... —murmuré enternecido. —No pensé que fueras a tener miedo. Si te deja más tranquilo puedo quedarme despierto hasta que te duermas.
—¿No te va a molestar? ¿Mañana temprano no tenes clases?
—Sí, pero no estoy seguro de ir a clases, y es lo menos que puedo hacer por vos después de que me salvaste de "quien ya tu sabes".
—No me debes nada. ¿Si?
—Ya se, sos un chico muy bueno Brandon y por eso yo también quiero ser bueno con vos. —me acerqué un poco más a su cama para extender mi mano en busca de la suya. Con cierto temor a que se enoje por el contacto la tome, y cuando vi que no le fastidiaba en absoluto entrelace nuestros dedos. — ¿Puedo?
Él se quedó callado por unos segundos y me asusté, pero cuando apretó mi mano para que no lo suelte le sonreí y entendí que también deseaba cuidarlo tanto como él a mí. Brandon ya era mi amigo, y quizás él también era la luz que necesitaba para iluminar este oscuro camino en el cual estaba perdido.
Brandon no tardo demasiado en dormirse, su respiración profunda y relajada me hipnotizaba. No quería verme como un acosador viéndolo dormir, era lindo incluso dormido. Le susurre un "buenas noches" a pesar de que no podía oírme, y cuando regrese a acomodarme en el colchón no abandone el agarre de nuestras manos.
La posición no era muy beneficiosa para mí, pero no iba a abandonarlo jamás.
A la mañana siguiente, todo era un verdadero caos en la casa de Brandon, porque resulta que el señorito no despertaba fácilmente ni siquiera con sus malditas diez alarmas SEGUIDAS.
Para mi desgracia y gracias a mi sueño ligero me desperté a la primera alarma, y traté de hacer que él también abriera sus ojos, pero era un caso imposible, y para empeorar la situación su "yo dormido" me atrapo tan fuerte que me hizo caer sobre su cama. Hubiera sido fácil para mí ponerme de pie si no fuera porque Brandon tan rápido como me hizo caer en su cama, me abrazó tan fuerte que era imposible huir.
—¡Ay! Brandon —me queje debido a que no me estaba dejando respirar.
Si, Brandon me daba ternura porque realmente era un bebé grande, pero... ¡Por Dios! ¡Él tenía que ir a la universidad y yo necesitaba ir a mi casa! Además ¿Qué necesidad tenía de apretar tan fuerte con sus hermosos brazos? Sus bíceps... ¡Santiago concéntrate!
—Mm no quiero, cinco minutos más...—se quejó él.
—¿¡Cómo que cinco minutos más!? ¡Son las ocho y media de la mañana!
—Shh, Fabri va abrir la cafetería—ese nombre no lo conocía. —No lo conoces porque él está a la mañana... mi amigo... —parecía que dormido tenía la habilidad de leer mentes.
—¿No tenes clases? ¿Cómo es que pones tantas alarmas?
—¿Clases?... ¡Ay no, mis clases! —exclamó aquello último liberándome de inmediato, se levantó a las apuradas. Creo que no tuvo tiempo de avergonzarse por haberme raptado en su cama porque tan pronto como se levantó fue rápido al baño a darse una ducha.
—Buenos días, mocoso de miércoles—me queje sonrojado por la situación, ¡siquiera había sido capaz de darme los buenos días correctamente!
En lo que él se duchaba prepare un desayuno rápido que pudiera llevarse a la universidad, no había tiempo para compartir juntos. Aproveché que anoche sobraron algunos postres de los que me traje y los guardé en un tupper.
Ese mocoso, ese maldito pendejo hermoso, no podía enojarme con él.
Cuando Brandon salió del baño casi me infarto, y es que ver su torso desnudo me dejo tonto. Su cuerpo, dios mío, no tenía que envidiarle nada a nadie porque una vez más confirme que debía de ejercitarse mucho, y traer el cabello húmedo le daba su toque sexy y especial.
Quería atacarlo con mis insinuaciones, pero obviamente no olvidaba que somos amigos, y no debía abusar de su confianza, sin contar que él era heterosexual y probablemente arruinaría todo si sabe que... espera, ya sabía que soy gay.
Bueno... da igual... entienden a lo que me refería.
—¡Hey, nene! ¡Cámbiate rápido que te vas a enfermar! —mentira... el que se iba a enfermar era yo si seguía desfilando en ropa interior frente a mí.
—¡Ya voy, mamá! —gritó con ánimos de molestar y corrió lejos de mí para ir a ponerse su ropa diaria.
Suspiré aliviado cuando se marchó, pero cuando regreso estaba igual de hermoso que antes, y mi corazón tonto se alboroto con tan solo verlo. Esa reacción de mi cuerpo me puso de mal humor.
Al salir de su casa cada uno se fue por su lado, sabía que él iba a la universidad así que tuve la decencia de informarle que me tomaría el día libre y no iría a clases. Esperaba no encontrarme con Juliana en el departamento, no tenía ganas de darle explicaciones ni mucho menos de aguantar sus fantasías de emparejarme con Brandon.
Pero había algo peor que me esperaba, porque tan pronto llegué a la puerta del hogar que compartía con mis amigos mi celular vibró en el bolsillo trasero de mi pantalón, y cuando lo tomé mi cuerpo se paralizó.
Una lluvia de notificaciones me atacó, y mi cuerpo tembló.
[xxx número desconocido]
RATA TRAIDORA
[xxx número desconocido]
Si te pasan cosas malas es por ser una puta ARRASTRADA.
[xxx número desconocido]
Mira cuanto me amabas que a la primera oportunidad te vas a entregarle el culo a cualquier hijo de puta con plata.
[xxx número desconocido]
¿Por qué te escondes, zorra?
[xxx número desconocido]
Debiste de haberla mamado muy bien para que te defienda así, si no sos más que una puta arrastrada.
[xxx número desconocido]
¿Acaso te pensas que él te soportará por siempre? Solo yo te conozco y puedo aguantarte. Él te abandonara y vas a venir arrastrándote por mi poronga.
[xxx número desconocido]
Ni te atrevas a bloquearme otra vez o veras lo que soy capaz de hacer.
Apreté mi celular contra mi pecho, y con temor miré a mi alrededor antes de ingresar a mi casa como si el criminal fuese yo. El miedo que escondía en mi corazón comenzó a desplazarse por cada uno de mis órganos, y caminar nunca me había resultado tan difícil como ese día.
¿Por qué tenía que pasarme esto a mí?
¿En qué mierda estaba pensando cuando acepté ser su novio?
Desde un primer comienzo Lucas mostró actitudes extrañas, no era bueno para controlar su ira, pero... ¿Qué me hizo pensar que su actuar era normal?
Había relaciones largas que te lastiman y te marcan para siempre, pero también hay relaciones cortas que te arruinan profundamente. Antes de conocer a Lucas también tuve una mala relación, pero no se podía comparar una con la otra, sin embargo, tarde me di cuenta que él se aprovechaba de mi vulnerabilidad para hacerme parte de su juego.
Me costaba entender que hice mal para que torturara de esa manera, y lo peor era que yo había confiado tanto en él que ahora estaba asustado de todo lo que podía llegar a hacer. No era un criminal, pero en nuestra relación le había confiado secretos e incluso había desnudado mi alma para que confié en mí con la esperanza de que cambie su temperamento.
Pero ni siquiera me sirvió darle mi corazón porque nada era suficiente para él.
Yo sabía cosas de él, y sabía que él había sido un hijo de puta con su ex pareja cuando esta lo dejó por otra persona. La había acosado y chantajeado, no sabía porque no corrí lejos cuando me confesó eso como si fuera lo más normal del mundo. Pero en ese tiempo, sentí lástima por su alma contaminada y me puse como meta mejorar su corazón, mente y alma.
Claramente no sirvió de nada porque fácilmente me envolvió en su red de veneno, y me hizo caer en este profundo pozo negro.
Él no sabía muchas cosas profundas sobre mi como mi pasado, tampoco sabía dónde vivía, pero si tenía, me daba vergüenza pensarlo, pero tenía fotos e incluso videos sexuales míos con él. Podía sonar como un tonto, pero cuando le mandaba fotos lo veía como una especie de juego consensuado, sin embargo, el abusaba de mi confianza para filmarme en contra de mi voluntad en varias ocasiones mientras teníamos relaciones sexuales.
Sin contar el hecho de que me había hecho practicar muchas cosas que a mí no me gustaban, pero si me negaba me maltrataba psicológicamente hasta hacerme sentir culpable, y acceder a sus deseos sin problemas.
Él era capaz de difundir todo ese material sobre mí, y en parte, me daba igual lo que la gente pensara de mí. Mis amigos harían todo para defenderme si lo peor fuera a pasar, pero no quería que hagan todo por mí, no quería llegar a esa situación.
Simplemente no deseaba saber más de él, quería borrar su nombre y esos meses que pasamos juntos como si nuestra corta historia de "amor" estuviera trazada con lápiz grafito y yo tuviese en mano el mejor borrador del universo. Quería ser feliz, y quería vivir en paz sin él. No quería que mi familia supiera que estaba en problemas, y no quería que Nahuel meta sus narices en Argentina.
No quería correr a otro país otra vez por no saber enfrentar mis errores y mi pasado.
La hora corría más rápido que nunca, y el dolor en mi pecho crecía junto con los segundos que se escapaban de mis manos. No sé de donde saqué las fuerzas para tomar una ducha y prepararme para salir, cuando claramente no quería hacerlo. Mis pies pesaban, y sentía como el suelo me quemaba las suelas de mis zapatos.
Era imposible salir de casa en mi condición, pero no podía defraudar a mis amigos hundiéndome en este pozo negro que intentaba succionarme una vez más.
—¿Santi? —escuchar esa voz conocida no me ayudó a tranquilizarme, pero si a mantenerme de pie.
Matías me conocía como a la palma de su mano, y cuando nuestras miradas se cruzaron rompí a llorar. Fue terrible sentir pánico por tener que salir a las calles de Puerto Madero. Era horrible tener que revivir esto una vez más.
—No puedo, tengo que salir... Tengo que ir a Blue Moon, pero tengo miedo. —me permití llorar en sus brazos. Sabía que, si necesitaba apoyo, Matías me lo daría a pesar de todo.
—Hey, tranquilo... respira ¿sí? —acarició mi cabello haciéndome suspirar. —¿A qué hora tenes que estar en Blue Moon? ¿Por qué no queres ir?
—En, en cuarenta minutos es mi turno.
—Bueno, tomemos un té juntos, ¿sí? Y me contas que paso. —no podía responder con palabras, pero nosotros no necesitábamos hablar para entendernos.
Matías me ayudó a caminar hasta el sofá del living, y me pidió que fuera paciente, ya que iría a calentar agua para el té.
Cuando regresó, trajo un pañuelo de seda para ayudarme a secar las lágrimas de mi rostro, pero por dentro aún seguía muy angustiado y si hablaba del tema no tardaría en romper en llanto. Era extraño en mi llorar, pero había colapsado y mi cuerpo no podía soportar tanto dolor. Además, mi mejor amigo siempre tenía la facilidad de hacerme quebrar.
Él suspiró, y entendí que esperaba a que yo quisiera hablar. Matías nunca me presionaba, aun cuando era del tipo de persona que necesitaba que lo presionen para confesar. Eso era lo difícil de hablar con él.
—Lucas apareció...
—¿Qué?
—Él me volvió a buscar y bueno, ayer fue a Blue Moon, armó todo un escándalo porque quería llevarme con él. —tocar el tema me ponía demasiado sensible, pero era necesario soltarlo todo.
—Ese hijo de puta se atreve a...
—Eso no es todo, él también consiguió mi número, y hoy... —le tendí mi teléfono para que viera. —me llegaron todos estos mensajes "amables" de su parte. —no sabía si reír o seguir llorando por mis desgracias.
—Dios, este tipo es... ¿Pero no te había dejado por alguien más?
—Sí, pero al parecer no le duró mucho o no sé, no entiendo porque quiere buscarme otra vez. ¿Qué hice mal, Mati? ¿Por qué me está haciendo esto?
—Amigo, vos no hiciste nada malo, ¿sí? Ese tipo es un enfermo, si sigue así tenemos que hacerle una denuncia o algo.
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