—¡Ah, bueno! Vos no te lo vas a llevar de acá—Brandon me aparto de Lucas y me protegió al dejarme detrás suyo, y empujó a mi ex novio para sacarlo del local. —Venís acá, interrumpís mi cafetería como si nada, y encima queres forzar a Santiago a irse con vos cuando claramente no quiere.
—¡No podés echarme! —Lucas se alteró e intento golpear a Brandon, pero él tomó el puño que quiso impactar contra su rostro y, sinceramente no sé qué tanta fuerza tiene Brandon, pero por la mueca de mi ex confirme que mi jefe si se ejercitaba duro. —¡Igual voy a volver! ¡No podés escapar de mí, puta! —ese último grito retumbó en mi mente.
—¡No te atrevas a insultar a Santiago enfrente mío! ¡Ahora es mi novio y espero no vuelvas a aparecer por acá si no quieres que te cague a palos! —sentí el enojo de Brando, él no me asustaba y me sentí mejor cuando Lucas se fue, pero no tuve el valor de mirarlo.
Mi cuerpo estaba temblando demasiado, no podía controlarlo. Brandon me llevó al vestidor disculpándose en el camino con los clientes que presenciaron aquella escena desagradable. Federico iba a encargarse de todo, otro compañero de trabajo, iba a encargarse de todo.
Una parte de mi tenía miedo de ser despedido, pero otra parte se sintió en paz, y más aún cuando me vi envuelto en la calidez de Brandon. Normalmente rechazaba el contacto físico pero su abrazo me devolvió esa estabilidad que tanto estaba necesitando y mi corazón alterado comenzó a latir con más calma. Se sentía bien, me sentía bien.
No me cuestiono y solo me sostuvo.
No me juzgó, y empatizo con mi corazón.
Luego de beber el té que Federico preparó para mí, pude recomponerme y tuve el instinto de volver a trabajar, pero Brandon se negó a que siguiera con mi jornada laboral. Estaba avergonzado por eso, sabía que había hecho todo un desastre ahí afuera.
—Tómalo con calma, se nota que necesitas descansar. —me habló en un tono suave lleno de preocupación, y acaricio una de mis mejillas con tal delicadeza que me hizo sentir extraño porque nadie a parte de mis amigos me tocaba de ese modo como si yo fuera importante en el mundo.
—De verdad, perdon por todo—me sentía abatido. —creo que no voy a poder seguir trabajando acá, él va a venir de nuevo—mi voz tembló. —no sabes, pero él es violento y es muy difícil—iba a colapsar si seguía pensando en eso, pero no podía parar mis malos pensamientos.
—No, nosotros te vamos a cuidar, Santi. Vos no sos una carga ni mucho menos un problema. ¿Sabes? Sos mi amigo y especial para mí, no te quiero perder.
—¿De verdad?
—Sí, tonto, y hoy te acompaño a tu casa ¿sí? Por las dudas. —dude un poco, no quería irme todavía.
—Pero...
—Ya casi viene Sofi, no te preocupes, puedo dejar a Fede solo un rato.
—Y si mejor... ¿espero a que se termine tu horario? —pregunté con pudor, no me gustaba ser fastidioso, pero quería quedarme.
—Pero termino tarde, a menos que quieras quedarte en mi casa —hizo una breve pausa mirándome fijamente a los ojos, sé que estaba esperando que le dijera algo. —Mira, yo vivo solo, asique tranqui, nadie te va a joder... Bueno, quizás un poco yo que no se callarme.
—Bueno, si... —titubeé ocultando una sonrisa, me sentía feliz a pesar de que solo me estaba invitando a su casa como su amigo.
Ya se estaban preparando para el cierre y me molestaba estar sentado esperando porque ninguno me dejaba ayudar. Si bien Sofía no presenció nada de lo anterior estaba al tanto de todo.
Cuando faltaban veinte minutos para las diez de la noche Sofía y Fede se fueron y solo quedamos Brandon y yo. Como de costumbre él se quedaba un poco más para hacer cuentas y ese tipo de papeleo que no entendía muy bien.
No podía dejar de mirarlo esperando a que terminara, me mataba de ternura notar que él se estaba apresurando para poder irnos a su casa rápido.
—Che Santi, ¿queres agarrar algunas porciones de torta?
—¿Eh? ¡Ah, sí! ¿Cuál te queres que llevemos?
—El que vos quieras me va a gustar, no soy jodido con eso—me animó.
Lo quería matar por su respuesta por dejarme las decisiones a mí. No estaba muy seguro de los gustos de Brandon y por eso lleve un poco de todo. Como ya dije antes, no me gustaba tanto lo dulce, y por ende no era fan de las tortas, pero no me iba a morir por acompañarlo en lo dulce un día.
Cuando termine de guardar todo, él se acercó para avisarme que ya podíamos ir a su casa. No vivía lejos asique fuimos a pie.
Creo que se sintió apenado por hacerme caminar, pero la noche primaveral estaba perfecta y me ayudó a relajarme luego de haber tenido un día tan duro.
Al inicio había mucho silencio y me sentía raro porque sabía que él acostumbra a hablar demasiado, no sabía cómo romper el hielo y al mismo tiempo deseaba disculparme por los inconvenientes que le cause.
—Hey... de verdad, perdon todo lo de hoy.
—No te preocupes, menos mal estaba ahí. —me consoló mirándome de reojo.
—¿Juli te contó algo?
—No, bueno, sí, pero... —lo miré arqueando una de mis cejas. No estaba molesto, pero si intrigado por saber qué tanto sabía de mí. —solo me dijo que tenes un ex problemático y que te cuide. Al principio no entendí porque me pidió eso, pero ahora...
—Él es un acosador, probablemente por eso Juli te lo dijo. —confesé avergonzado.
—No estoy seguro de si puedo preguntarte que paso entre ustedes o si me estoy metiendo demasiado en tu vida. No soy una vieja chusma solamente me considero tu amigo.
—Es una larga historia... —dije sin ánimos de recordar. —pero supongo que tengo el tiempo suficiente para contarte que paso.
—Podemos dar una vuelta en el parque...
Era la primera vez que iba a hablar en voz alta de mi relación con Lucas. Nos habíamos conocido de una manera extraña, él acababa de terminar con su novia y yo acababa de ser rechazado por un chico que me gustaba entonces simplemente nos cruzamos ese día y fue un clic de inmediato.
Yo estaba llorando bajo la primera lluvia de verano y nos chocamos en el peor momento de ambos. Ninguno de los dos estaba preparado para empezar de nuevo tan pronto. Pero bueno, ese día él pidió mi número y comenzamos a mensajearnos.
Desde el inicio fue muy lanzado conmigo, yo no sabía que él era heterosexual. Mi primer error fue asumir que estábamos en el mismo barco.
Empezó a pedirme fotos y esas cosas. Fui tonto, pero también caí en esa adrenalina de hacer algo rebelde. Al principio él se comportaba súper dulce y amoroso, no sabía que esa no era su verdadera cara. El había creado esa linda personalidad para mí.
Al tiempo me enteré que era el primer chico que le gustaba y me sorprendí, me sentí especial, no dudaba de él. La pesadilla empezó cuando empezamos a salir oficialmente después de tener sexo.
No había pasado ni una semana y empezó a desconfiar de mí pidiéndome que me alejara de amigos. Me hacía escenas de celos si debía hacer un trabajo de universidad con otros hombres. Yo no era la mejor persona del mundo, pero nunca le di motivos para que me celara de esa manera.
Tuve que terminarlo en ese momento, pero me quede y soporte su violencia verbal convenciéndome que cambiaría y que él necesitaba mi ayuda para aliviar sus ataques de ira. Era muy violento conmigo y luego me pedía perdón diciéndome que no era su intención, que me necesitaba para ser mejor persona.
Para el segundo mes comenzó a ser violento físicamente. No me golpeaba como tal, pero me apretaba tan fuerte que me dejaba hematomas o me empujaba. Me forzó a tener relaciones con él cuando yo no quería y esa vez me golpeó.
Lloré mucho y tenía miedo, él me decía que si lo dejaba haría de mi vida un desastre y le creía. Después de ver su peor cara sabía que era capaz de hacerme cualquier cosa. No sabía cómo escapar, y para mi buena suerte él encontró a una "buena mujer" y me dejo.
No sin antes decirme que le daba asco por ser hombre. Yo estaba aliviado cuando él terminó conmigo, pero no todo terminó como quería. Aun cuando él estaba con alguien más comenzó a acosarme y yo trabajaba en un local cerca de su departamento, tuve que renunciar de inmediato porque me sentía en constante peligro.
Me mandaba audios amenazando con golpearme si me veía con otro hombre, cambié mi número de teléfono y todo. Por suerte, como duramos poco tiempo no conocía mi casa. Igualmente me costaba salir de casa solo, entonces Matías y Juliana me acompañaban a todas partes.
No entendía como hizo para encontrarme, tampoco sabía porque quería llevarme con él, pero yo no quería volver a verlo nunca más.
—Él no te hará daño de nuevo, no vamos a dejar que eso pase. —me abrazo Brandon. Después de todo, yo estaba hecho un mar de lágrimas.
Quería creer, pero el miedo que implantó Lucas en mí era muchísimo más fuerte que las palabras de Brandon.
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