Me sentí muy pelotudo, pero ya estaba en baile y tenía que seguir bailando ¿verdad? Después de todo, tener una cita no era algo tan malo, excepto porque no tenía ni la más mínima idea de quién se trataba y que solo le pedí a Sofía que me organice este encuentro por un ataque de celos.
Lo que más me frustraba de todo esto, es que parecía que me arreglarme más para Brandon, que para la misteriosa persona con quien me iba a encontrar ese día. Porque claro, me encargue de que quedemos en Blue Moon en el horario que sabía que Brandon estaría de turno.
Ya tenía veinticuatro años, había pasado por muchas cosas, pero en ese momento me comporte como un puberto tarado que buscaba llamar la atención de su crush de las maneras más patéticas posibles.
Ese día me puse mi remera favorita de los Guns N' Roses. No me declaraba súper fan de la banda, pero mis gustos eran extremadamente variados. Un sentimiento de nostalgia me invadió cuando me vi a través del espejo del living, y el recuerdo de mi hermano regalándome esta remera en uno de mis cumpleaños me pateo el corazón.
A veces extrañaba demasiado a mi familia, pero aún tenía mucho miedo como para enfrentar el pasado y ellos formaban parte de una etapa que tanto me costó olvidar. Con Nahuel, mi hermano mayor, compartimos muchas cosas juntos y uno de ellos era el gusto por la música. Éramos como hermanos gemelos, pero teníamos una diferencia de cinco años.
Finalmente, cuando decidí salir de casa me crucé en el ascensor a Juliana quien me miro sorprendida, no me había atrevido a comentarles que este sábado tenía una cita. Pero no pude evitarla, y por supuesto tuve que confesar hacia dónde me dirigía y como estaba apurado me salvé de contarle todo con lujos y detalles. Solo sabía lo necesario como para dejarme en paz.
El camino desde mi departamento hasta Blue Moon era corto, pero ese día no se sintió así, parecía un recorrido eterno de nunca acabar e incluso me sentí un extraño en todo el trayecto. Sabía que era cosa de mi mente, yo sentía miles de miradas sobre mi cuerpo juzgándome por existir.
En ese momento no me di cuenta, pero me estaba dando un ataque de ansiedad y no sabía si era por conocer a alguien nuevo o porque me había arreglado más de lo normal.
Por suerte, la pesadilla acabó cuando pude cruzar por la puerta de la cafetería, y me sentí avergonzado por haber sudado en un camino tan corto. Porque no sucedió por haber caminado mucho, sino por el ataque de nervios que me dio previo a mi llegada.
Sofía me miro con una enorme sonrisa cuando llegué, ella temía que deje plantado al chico, porque tengo fama de amargado asocial. Me acerqué a la caja hecho un manojo de nervios para consultarle a Sofía si él ya había llegado y me tensé por completo cuando la respuesta fue afirmativa.
—Al menos me podés decir su nombre ¿no? —odiaba un poco bastante los misterios a pesar de que en ocasiones la adrenalina me llamaba la atención.
—¡No! ¡No! Anda arriba y descubrilo por tu cuenta, no parece un chico raro.
Suspiré de nervios y miré las escaleras aterrorizado, sabía que probablemente no era nadie malo aun así un nudo horrible invadía todo mi pecho queriendo dejarme sin respirar y para mi mala suerte, mientras subía las escaleras del terror... Brandon venía bajando.
Sentí su mirada más intensa que nunca, parecía como si me desnudara el alma con ella, pero ¿estaba enojado conmigo aún o había tenido una mala jornada?
—Ah... buenos días, Brandon—susurré avergonzado al quedar de frente con él, ¿por qué no dejaba de mirarme así? Me sentí intimidado, él se veía más alto de lo normal y me parecía estar más pequeño a su lado.
—Hola, Santi —soltó él como una especie de gruñido.
Ah... todavía él... seguía así conmigo.
Mejor volvamos al día que le dije que tendría una cita...
—Che, Brandon... ¿sabes? La próxima semana tengo una cita a ciegas con un chico. No lo conozco, pero me dijeron que siempre viene acá a verme... ¿sabes algo de eso?
—¿Qué? ¿Un cliente? —preguntó intrigado, sentía que me estaba mirando pero yo no quería verle a la cara, estaba demasiado enojado como para hacerlo.
—Sí, Sofí me dijo que hay un chico que siempre viene acá a comprar y que está interesado en mí. Hace un montón que no salgo con alguien y bueno...
—¿Me estás diciendo que no sabes quién es? —volvió a cuestionar en un tono más serio y por alguna extraña razón se escuchó más cerca de donde yo estaba.
Seguí pasando el trapo de piso despreocupado por debajo de las mesadas hasta que me estremecí al sentir su cuerpo más cerca al punto que su aliento chocó contra uno de los costados de mi rostro.
—¿Y aceptaste? ¿Vas a salir con que no conoces así no más? —me dio la impresión de que se estaba celoso, pero era estúpido pensarlo. Era más fácil interpretar que odiaba que salga con hombres. Tal vez ¿creía que era hetero como él?
—Sí, le dije que sí, puedo tener algo sin compromisos. —por primera vez me sentí intimidado al tenerlo tan cerca, y decidí mirarlo a los ojos, aunque fue un error porque pude ver ira a través de ellos. Él se alejó de mí de un modo muy extraño, "Te doy asco" pensé, y mi garganta se secó.
—Okay...
Él se fue a su oficina dando un portazo que me hizo saltar del susto. Eso definitivamente fue extraño, además si yo era el que estaba enojado en un principio ¿por qué ahora me sentía mal?
Pero ese acto impulsivo no fue lo peor de todo, porque en toda esa semana en la que esperaba a que sea el día de la cita, Brandon se comportó extraño conmigo. Ya no me evitaba como antes de manera chistosa, sino que ahora me evitaba o me hablaba fríamente haciéndome sentir ansioso.
Pero siendo muy contradictorio a ese modo nuevo de actuar suyo, en muchas ocasiones parecía buscar más contacto conmigo y cada vez que nos rozábamos por casualidad se me erizaba la piel. No parecía un hermoso cachorro grande, ahora parecía un lobo grande marcando territorio y hablándome algunas veces tan cerca que me alteraba todas las hormonas.
Ese hombre me traía mucha confusión.
En una de las mesas que está contra los ventanales, un chico se ponía de pie para saludarme como si me conociera de toda la vida. Supuse que era él quien me estaba esperando, y a primera impresión no se veía nada mal, al contrario de Brandon él tiene el cabello claro y no es tan alto, pero al lado mío todos son más altos.
Trate de ser educado desde el primer segundo, pero debo confesar que no me sentía cómodo. Ahora que lo vi reconocí que él había venido muchas veces y que lo atendí numerosas veces, pero jamás le había prestado atención y ni siquiera lo recordaba del todo bien.
Tomas trabajaba en una imprenta muy cerca de acá, por eso era que siempre venía a pedir algo en su hora de descanso. Tenía la edad de Brandon y estaba comenzando su carrera de odontología.
Era difícil encontrar un tema para hablar y profundizar, ya que ambos éramos muy diferentes, y de hecho él se mostraba bastante inmaduro. ¿Cómo sabía todo esto? Porque no había dejado de hablar desde que apoyé mi culo en el asiento, y yo no hice más que tan solo tomar mi café helado mientras lo escuchaba parlotear.
Si soy honesto, estaba un poco arrepentido por aceptar la salida, pero me golpeaba el sentimiento de culpa cada vez que notaba que él está completamente interesado en mí. No sé qué había visto cuando vino acá, pero creo que tiene altas expectativas de alguien que ni siquiera conoce.
No era la primera vez que alguien se interesaba por mi rostro, no era engreído, pero sabía que estoy lejos de ser feo. Siempre que quise comerme a alguien lo lograba gracias a la belleza que heredé de mi mamá, porque a mi padre me parezco solo en su horrible carácter.
Odiaba ser medio forro, pero ni siquiera estaba escuchando todo lo que el chico me decía y mis respuestas eran tan básicas como un "sí, no o tal vez".
—Entonces... ¿puedo llamarte Santi?
—Si —miré a Brandon cada vez que tenía oportunidad queriendo rogarle que me sacara de ahí, pero yo mismo me había metido en esta situación.
—¿Y vas mucho a Japón? ¿Podrías hablar en japonés para mí?
—No y... perdona, tengo un compromiso en unos minutos, discúlpame. —mentí ah.
—Uh bueno dale, no te preocupes, podemos quedar para otro día.
—¡Si! Yo te llamo. —dije sin pensarlo, y me levanté para seguir a Brandon que con mala cara estaba por bajar al piso de abajo. — ¡Nos vemos pronto, Tomas-kun! —exclamé en japonés para no dejar al futuro odontólogo con las ganas de oírme hablar en mi idioma materno. No quise ni ver su cara porque podía imaginarlo y me irritaba.
Prácticamente corrí para llegar a Brandon, pero cuando pude quedar cerca de él, la pelotuda que lo beso aquel día estaba ahí diciéndole algo que yo no pude oír. Ella me miró con una cara horrible. No le hice caso, pero me dio miedo hablar con Brandon pues temía interrumpir algo que no deseaba saber. Pero mi bocotas no pudo evitar musitar un...
—Ya me voy, te veo después, Brandon.
No miré a Sofía y simplemente salí de Blue Moon sintiendo que finalmente podía respirar, esa cita me había hostigado muchísimo. Ahora solo deseaba silencio y mucha paz, había un solo lugar que podía darme eso. El parque no estaba muy lejos, solo quedaba a unos cinco minutos a pie y aún contaba con energía para trasladarme hasta ahí.
Era fin de semana, pero parecía que la gente prefirió quedarse en sus casas porque no había muchas personas cuando llegue a la entrada del parque. El viento estaba fresco a pesar de ser primavera y los árboles en movimiento le daban su toque especial. Una risa salió de mi interior cuando una de las hojas se posó sobre mi nariz, aquella me ocasionó cosquilla y soplándola la ahuyenté de mi rostro.
Estar solo era algo maravilloso, cosa que Juliana jamás entendería. No sé porque mis amigos no respetaban mi decisión y trataban de buscar una pareja para mí cuando no la necesitaba para ser feliz.
Nadie más que yo mismo podía curar las heridas de mi corazón.
—¿Santi?
Mi corazón dejó de latir por un momento cuando escuché su voz, ¿por qué él estaba acá? Sin pensarlo me di la media vuelta y una brisa corrió entre nosotros como queriendo empujarnos el uno sobre el otro.
—Que...
—Perdón si te estoy molestando, solo... estaba preocupado por vos. —murmuró tranquilo al interrumpir mis preguntas y como si leyera mi mente prosiguió. —Vos no tenías buena cara cuando te fuiste, y pensé que tal vez ese chico te molesto o algo...
"Fue por ella Brandon", no podía decirle eso.
—Y... si necesitas a alguien, quiero ser ese alguien.
—Bueno... la cita fue una mierda. —susurré rascando mi nuca entre incómodo y avergonzado. —Pero él no me dijo y no hizo nada malo.
Brandon no se veía feliz, creo que no le había convencido con mis palabras. No le estaba mintiendo, pero sabe que había algo que no estaba diciendo. No sé porque hice eso, pero no me resistí acercarme a él y acariciar una de sus mejillas como si fuera una frágil pieza de porcelana. El tacto de mi mano contra su rostro era tan cálido que me derretía por dentro.
Si algo quise transmitirle, definitivamente lo logré, porque tan pronto lo toque cerró sus ojos permitiendo que continuara con esa pequeña muestra de afecto muy impropia de mí.
—Estoy bien, cariño... solo tengo problemas que no sé qué son...
—¿Y puedo hacer algo por vos? —susurró con un eje de angustia.
—Ser mi amigo como ahora... —me acerqué lo suficiente esta vez para dejar un besito en su mentón. Cuando note mi accionar temí lo peor, no es normal que tu amigo hombre te bese en el rostro. Pero el no hizo. —Mi cachorro grande...
—¿Qué?
—Pfff... —una fuerte risa se me escapo y me atreví a desordenar su cabello tan fuerte como si realmente fuera un lindo cachorro. Se veía más guapo con su cabello alborotado. —Sos un perrito grande, hasta me puedo imaginar cómo agitas tu cola.
El me miró indignado, pero ambos terminamos riéndonos del otro.
La tensión que hubo entre nosotros se fue volando con el viento primaveral y ahora la risa envolvía nuestros cuerpos con ese floreciente amor que no notamos su temprano crecimiento. Pero pese a que en nuestro interior perdonamos nuestros tontos comportamientos, nada se aclaró en verdad y había fantasmas que nos seguían por no enciendes la luz.
Luego de aquella conversación en el parque, mi amistad con Brandon se fue reforzando cada vez más. La chica que me fastidiaba ya no frecuentaba la cafetería y nada se concretó con Matías. Tampoco me insistió mucho. De algún modo ese chico respetó mi decisión de no volvernos a ver en privado, aunque claro, cada vez que pasaba por Blue Moon nos saludamos amistosamente.
Todo parecía tan tranquilo que de alguna manera me asustaba, pero disfruté de esa breve felicidad.
¿Por qué breve? Porque no era un chico suertudo y la desgracia siempre me perseguía aun cuando creía que la había desviado de mi camino.
Si tu corres y no pones un punto final en la historia, la oscuridad del pasado algún día tocará tus pies. Y cuando lo haga, te jalará tan fuerte que muy difícilmente podrás volver a ponerte de pie.
Era jueves cuando mi nueva realidad se rompió para enseñarme que no siempre se lograba huir. Estaba tan sorprendido que la bandeja que traía resbaló de mis manos impactando fuertemente contra el suelo, logrando así romper un par de tazas y salpiqué todo por no reaccionar a tiempo.
Solo podía oír sus gritos llenos de bronca y cuando menos me di cuenta mi brazo era presionado con sus manos y sacudió mi cuerpo, devolviendo así esos recuerdos que tanto pretendía olvidar.
Fue estúpido para mi pensar que podría esconderme de Lucas para siempre y que él se olvidaría fácilmente de mí. Mi mundo daba vueltas, solo podía ver con pánico sus ojos que solo reflejaban odio y repudio hacia mi persona.
Cuántas veces me hizo sentir que yo era el culpable de que nuestra relación fracasara.
Me sentí indefenso, no podía defenderme. Sentía miedo y no tenía las fuerzas suficientes para alejarlo de mí. Sin darme cuenta, Lucas me estaba llevando con él en contra de mi voluntad a la salida de mi trabajo.
Mi alma volvió a mi cuando del otro extremo Brandon tomó mi mano con esa firmeza que yo necesitaba. Aun cuando me sentía algo protegido, no estaba ahí del todo y en mi cabeza solo retumbaba todos los gritos y reclamos que Lucas me hacía.
—¿Quién sos? ¿qué te pensas que haces? —Brandon dijo con una seriedad que podía intimidar a cualquiera que no lo conociera.
—Soy el novio de Santi, y tiene que venir conmigo. ¿Vos quien mierda sos? —el agarre de Brandon se sintió más débil, pero volvió a apretar mi mano sin hacerme daño. Él sabía que algo no está bien.
—Soy su jefe, y él ahora está de turno. —volvió a hablar con su firmeza inquebrantable.
—Me importa una mierda, esta zorra que tenes de empleado se viene conmigo ahora. —mi corazón dolía y no porque lo ame, sino porque siempre creía las cosas que me decía.
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