En el momento en que escuché la campana que daba inicio al combate me decidí a tomar el centro del ring, al igual que mi contrincante.
Una vez estabamos a la distancia correcta empezó la acción. Ambos queríamos controlar el ritmo de esta pelea, y ninguno estaba dispuesto a ceder.
Con intercambios rápidos y controlados ambos nos disputamos el centro del ring, pude notar un gran nivel de técnica que solo se consigue trás mucho esfuerzo puliendola, ganar no iba a ser fácil.
Ambos esquivamos, golpeamos y fintamos de una manera espectacular, casi como una hermosa coreografía.
Durante ese primer round logré demostrar una diferencia significativa en las habilidades de ambos, ganando el round con decisión unánime de los jueces.
Luego de eso volví a mi esquina a prepararme para el próximo round.
"Lo hiciste muy bien, pero no te confíes, este solo es el primer round y no sabemos qué tanta energía le queda a ese chico"
"No hay de que preocuparse... Nadie podría durar mucho después de recibir tantos golpes míos" Respondí entre suspiros.
Suena la campana nuevamente y ambos volvemos al centro del ring a intercambiar golpes.
Confiado en conseguir la victoria decidí tomar la iniciativa desde el inicio. Pero el primer round, en el que había dominado con facilidad, había sido solo un espejismo.
Este chico, más joven que yo y al parecer también más ágil, de un momento a otro había logrado arrinconarme en el segundo asalto.
Los golpes, cada vez más fuertes, sacudían mi cuerpo. Mi visión se nublaba, el aliento me faltaba, pero no tenía pensado rendirme, recordaba las palabras de mi entrenador, un viejo lobo de mar del boxeo, cuando sus ojos aún ardían con pasión hacia el deporte.
"Nunca te rindas campeón, mientras haya una pizca de aliento en tu cuerpo, hay esperanza. Si no puedes usar tus brazos usa tus piernas, si no puedes usar tus piernas usa tus dientes, no importa que, dalo todo hasta el final".
"No...Rendirse...hasta el final" Dije balbuceando.
En ese instante, tuve una sensación familiar, mi cuerpo estaba a punto de ceder.
Pero a la vez, otro sentimiento me invadió, mi cuerpo se sentía... Ligero?
Al borde del colapso, me aferre a ese sentimiento y no lo dejé ir.
Con un último esfuerzo sobrehumano y, contra todo pronóstico, conecté una serie de golpes que hicieron tambalear a mi oponente, pero el esfuerzo había sido demasiado, utilicé hasta la última gota de energía que me quedaba.
Caí al suelo, exhausto, mientras el público, sorprendido, estallaba en aplausos.
Lorenzo había perdido el combate, pero había ganado algo mucho más valioso: el respeto y la admiración de un hombre que cambiaría su vida.
Fernández, el organizador de un proyecto innovador de boxeo, había quedado impresionado por la tenacidad de Lorenzo. Al final de la velada, este decide acercarse a él con una propuesta.
"En la época actual, debido a la corrupción, el boxeo ha sido desprendido del prestigio y el honor que alguna vez tuvo. En consecuencia, nace "The Box". Nuestra historia sigue la vida de Lorenzo, un joven boxeador que, luego de no solo perder una pelea, sino también de ser incapaz de salvar su gimnasio, decide asistir a "The Box" un proyecto ambicioso liderado por boxeador retirado que intentará, junto a 350 jóvenes pugilistas, reinventar el boxeo y mostrarle al mundo de lo que son capaces".
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