CAPÍTULO 6
No había pasado mucho tiempo desde aquella confusión es sus pensamientos cuando, al verla, de nuevo sus pensamientos dijeron:
«Está loca, o se convirtió en una».
No le quitaba los ojos de encima mientras se decía esa conjetura; pues, enfrente de él, estaba la chica con la sonrisa más radiante que un sol.
«¡¿Quién pensaría que esta misma chica hace un par de horas tenía un rostro tan lamentable!?»
Tyler pensaba mientras miraba a Amira revolotear por todo el mercado como una niña pequeña. Ella corría de aquí a allá destacando entre la multitud por esa gran sonrisa combinada con aquel listón negro que sostenía su cabello en una cola y el vestido azul celeste con corsé que le daban un aire campirano. Todo hacía que se viera igual que una campesina entrando a la ciudad por primera vez.
Amira no paraba de ir de un puesto a otro para ver que ofrecían, en especial si eran de comida; Pasaba uno tras otro probando todo tipo de comidas que los mercaderes le podían ofrecer. Uno tras otro, los degustaba con gran alegría. El dinero no importaba. Tyler, cubierto con una capa larga color negro que evitaba mostrar su rostro, pagaba cualquier cosa que ella comiera. Fue así por unos largos minutos o, tal vez, un par de horas hasta que estando algo fastidiado le dijo:
— ¡¿Qué no piensas parar de comer!?
— ¡ES QUE ESTÁ DELICIOSO! — Amira dijo con la boca llena — simplemente no puedo parar.
— Pues deberías, parece que no has comido en semanas, además... — la miró fijamente — ¿No se supone que estabas triste por no poder volver a casa?
— Pues sí, pero tampoco voy a llorar por eso. Me tengo que acostumbrar a mi nueva vida. Ahora cállate y prueba esto.
Amira se acercó a él dándole a probar una brocheta de carne. Tyler la miró y, al ver la radiante sonrisa de Amira, solo suspiró de forma pesada. Después, le dio un bocado a la brocheta. Amira preguntó:
— ¿Y?, ¿sabe bien? — esperando su respuesta.
— Tal vez.
Amira sonrió nuevamente, tomó la mano de Tyler y dijo.
— ¡Genial!, ahora quiero probar eso.
Tyler le dio unas monedas al vendedor y simplemente se dejó llevar por el entusiasmo de Amira.
«Quizá no esté tan mal»
Pensó al verla.
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