Los cuarzos se heredaban por genética, por eso ellas sabían el suyo. Pero en cuanto a Mateo, se decía entre las cisnes que él había llegado desde los cielos acogido por la madre sol, y había sido ofrendado al bosque encantado para darles abundancia y poder. Todas debían venerar al muchacho que la reina adoptó como su hijo. Pero la realidad era que ni siquiera sus hermanas de cuarzo inmaduro sabían si la historia era completamente cierta.
Clarysse los invitó a bailar con ellas, y entre Cielo y Karina tomaron las manos de Mateo para llevarlos con ella a danzar cerca de la orilla del lago. Mateo admiraba con los dedos de sus pies la humedad del césped, no lamentó en ningún momento no haber llevado sus zapatos de baile.
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