“Siento que ya te he visto antes”: no podía sacarme de la cabeza lo último que me había dicho esa chica. Había pasado una semana desde aquel incidente que me había hecho conocerla, pero no podía olvidarla. Ella siempre aparecía por mi mente.
«Si tan solo pudiera frecuentar con ella igual que esas pesadillas», pensé, era absurdo, pero quería verla. Lo que era todavía más absurdo es que, cada vez que podía, iba buscarla. A pesar de todos mis intentos, nunca pude dar con ella.
Quería verla, pero nunca coincidí con ella, ni una sola vez. Siempre que creía encontrarla, ya no estaba ahí. Era como perseguir una mariposa, difícilmente la puedes atrapar si vas tras ella.
Decidí quedarme quieto; pensé que quizá vendría a mí. Me senté en una banca de un parque muy cercano a donde ella estudiaba. Quise escribir aquellos sueños que tenía con anterioridad. Todo esto no tenía sentido para mí, pero me dieron ganas de hacerlo.
Abrí un pequeño cuaderno y empecé a escribir. Era una cosa que nunca hago, pero quería hacerlo. No quería olvidar, como si alguien me rogara que no lo hiciera. Escribí y me concentré en ello quizá, en el momento indicado, cruzaría frente a mí.
No pasó mucho tiempo cuando sentí una mirada tras de mí. Poco después, escuché las respiraciones de alguien en mi nuca; levanté la vista y con lo primero que me encontré fue con sus ojos grises. Luego, fue su boca, sonreía, se veía hermosa. «Te encontré», pensé mientras la miraba. No mucho después, sonreí impulsivamente.
— ¿Eres escritor? — preguntó.
— No, no lo soy — respondí —. Yo no tengo ese don artístico.
— Pues para no serlo, no lo haces tan mal — miró la libreta.
— Gracias, supongo.
Ella volvió a sonreír y se sentó junto a mí, no podía quitarle los ojos de encima otra vez.
— Hoshie… — la llamé
— Creí que no recordarías mi nombre — se veía sorprendida.
— Sería difícil no hacerlo, te he estado buscando — dije sin pensar.
Me miró con una expresión de sorpresa que, espero, fuera más grande que la mía al darme cuenta de lo que acababa de decir. “Me intrigas”: pasó por mi cabeza en ese momento igual que un recuerdo ¿Por qué siento que ya lo he vivido?
— Bueno, no creí que tú también me estuvieras buscando.
— Te dije que sería difícil olvidarte.
— No creí que lo dijeras enserio, pensé que era como cuando dicen: “encantado de conocerte”, aunque no sea así — se tapó la boca con una mano rápidamente.
No pude evitar reír. Sabía por su expresión que no quería decir eso, pero su reacción me ocasionaba ternura. Yo no podía hacer otra cosa más que sonreír.
— ¿Qué escribías? — dijo para evitar el tema.
— Un sueño o una pesadilla, quizá — respondí.
— ¿Un sueño?
— ¿No lo parece? — miré el cuaderno y luego la volví a ver.
— No, parece un recuerdo… — miró la libreta — Y uno muy trágico.
— Desde que tengo memoria, ha sido así.
— ¿Entonces no es nuevo?
— No — respondí al instante — pero eso no importa — traté de corregir.
— ¿Por qué no?, puede que sea importante.
Como pensé antes, ¿cómo es posible que tú lo pienses también? Era extraño, solo nos habíamos visto una vez y yo ya le había abierto mi corazón como no lo había hecho con nadie. Si ella me hiciera un interrogatorio, sin duda confesaría todo, hasta el más mínimo detalle.
«Me intrigas», pensé mientras la veía hojear la libreta. Solo llevábamos unos minutos, pero sentía como si hubiera estado con ella más que eso.
— Quiero conocerte — dije sin pensar.
Ella dejó de hojear la libreta y me miró sorprendida. Cuando lo noté sabía porqué. Quería retractarme de lo que dije, pero ya no había vuelta atrás. No importaba, pues, en el peor de los casos, solo no nos volveríamos a ver y, cuando lo hiciéramos, seríamos extraños.
Hoshie miró la hora en el reloj que tenía. La expresión que tenía, fue otra vez de sorpresa. Me dio la libreta y dijo:
— Perdón, tengo que irme.
Se paró de la banca y se iba a ir, eso es lo que iba a suceder, pero lo evité cuando tomé por impulso su brazo. Debí de haberla dejado, pero no pude. Mas bien, no quise.
Se dio la vuelta y me vio por un momento sin decir nada, yo aun reacio de soltarla dije:
— Aun… — le solté un poco del brazo.
— Está bien — se rio un poco —. Lo entiendo.
La solté por completo. Hoshie, aun con su sonrisa en el rostro tomó mi libreta y el lapicero junto con ella; la abrió y empezó a escribir en cualquier hoja de aquella libreta. Soltó una risita y me la devolvió junto con el lapicero.
— Realmente tengo que irme — dijo sin dejar de sonreír — pero tú también me interesas… Así que… Si quieres hablar conmigo, llámame.
— Lo haré — sonreí.
Ella me devolvió la sonrisa, y se dio la vuelta para empezar a alejarse. Esperé hasta que desapareciera de mi vista. Quería esperar por si ella volteaba, aunque no lo hizo.
Abrí la libreta justo en donde ella había metido el lapicero. Ella había escrito su número de teléfono en una esquina; eso me hizo sonreír. estaba de buen humor y, si no lo estuviera, ahora lo estaba por esos simples números escritos en un papel o, en realidad, era por la persona que lo había escrito.
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