A mediados de abril, las tareas escolares comenzaron a hacerse más y más pesadas. Pero lo que más torturaba a Doo Gyu era la presencia de Seo Jun diariamente. Ese jueves en particular, en el que debían asistir a la clase de educación física, fue completamente insufrible. ¿Por qué? No tenía sentido para Doo Gyu, ambos llevaban el mismo uniforme, solo que la contextura física de los dos era diferente. Por lo tanto, no tenía sentido, al menos para él, ser el objetivo de burlas constantes.
—Mira esas piernas delgadas, ¿seguro que es un chico? —se burló Seo Jun en voz alta a propósito.
—Oh, ni siquiera tiene pelos… —murmuró Jake.
—Seo Jun, realmente pareces un niño. —suspiro Yeon Jun, cansado de la misma situación con el menor. — En verdad, si no te conociera, creería que te gusta de verdad y que por eso lo molestas tanto al pobre chico.
—¿Qué? — Seo Jun lo miró asqueado, aunque un ligero rubor decoraba sus mejillas.
—Pero no te culpo, Doo Gyu es un niño lindo. —admitió Yeon Jun, provocando que el más alto se espante aún más por esa afirmación. No sabía distinguir si estaba celoso o impactado, o, más bien, ambas.
Había algo que no podía negar: alguien de su mismo sexo comenzó a alborotar sus hormonas; sin embargo, se negaba a reconocerlo. Pero las miradas que le dedicaba a Doo Gyu mientras jugaban al baloncesto decían mucho. Mientras tanto, el menor se sintió incómodo durante toda la clase debido a ello. No sabía si Seo Jun estaba planeando mil maneras de asesinarlo y esconder su cuerpo, o si realmente aquel estupido grandulón le estaba ojeando el trasero. Pero le resultó más lógico creer lo primero.
—¿Puedes dejar de verme? Me asustas… —le dijo al trotar cerca del alto, y este se sorprendió tras haber sido descubierto por Doo Gyu.
—No sé de qué estás hablando, marica. —respondió bruscamente, pasando por al lado para empujarlo con su hombro. —Tsk…
—Qué mierda… —se quejó el más bajo tras perder el equilibrio por culpa de Seo Jun. Lo odiaba. Era tan atractivo para él que lo detestaba. Porque sabía que si su cuerpo no se alteraba al mínimo roce del alto, tranquilamente sería capaz de abalanzarse para iniciar una pelea sin importarle el hecho de que tenías más las de perder.
Doo Gyu sentía que su relación con Seo Jun era un caso perdido, que jamás iba a poder mejorar y, de solo pensar que sería su víctima el resto del año y quizás los que siguen, lo cansaba demasiado. No quería eso para él, deseaba recuperar su vida.
Todos esos pensamientos estaban rondando en su mente cuando estaba solo en las duchas enjabonando su cabello. Odiaba bañarse allí tanto como odiaba a Seo Jun. Por ello, siempre procuraba esperar a que todos acabasen primero y se vayan para tener privacidad.
Tal vez, él se incomodaba al ser diferente… no estaba seguro… pero se avergonzaba al ver a otros hombres desnudos y más pena le daba la idea de que lo mirasen a él.
Estaba tan metido en sus pensamientos que no escuchó cuando alguien más entró, y la persona que había ingresado no era muy observadora que digamos. Seo Jun era tan desinteresado que simplemente entró para hacer lo suyo y así poder irse de allí limpio. Pero entonces, en un momento a Doo Gyu se le cae su esponja y cuando se agachó entre quejas, llamó la atención del más alto.
Ambos hicieron contacto visual.
El silencio que se creó fue eterno. Solo se oía el ruido de la lluvia de la ducha.
Entonces Doo Gyu bajó la mirada involuntariamente hasta el pene de Seo Jun.
—¡Oye! —se quejó el alto, tapándose con una de sus manos. Pero él, al igual que Doo Gyu, comenzó a observar por demás el cuerpo desnudo del menor. Definitivamente, no tenía mucho rastro de vello en su cuerpo.
—¡Hey! —exclamó Doo Gyu avergonzado, intentando levantarse mientras se cubría diferentes partes de su cuerpo. Pero estaba tan nervioso por el encuentro. Que no estaba teniendo ningún tipo de cuidado, y sin querer dio un gran resbalón.
Cerró sus ojos esperando el impacto en su trasero, pero fuera de sentir dolor, solo sintió unas manos grandes y húmedas sosteniendo su cuerpo con fuerza.
—Joder, marica, debes tener cuidado… — Seo Jun estaba aterrado, pues casi se le paró el corazón cuando vio que el menor estaba a punto de darse el peor golpe de su vida. Además de que si se lastimaba, todos iban a decir que él intentó matarlo o algo parecido.
—¿Qué… — Doo Gyu volvió a abrir sus ojos con temor, y ni bien chocó con la mirada de Seo Jun, volvió a bajar su mirada recordando que el otro estaba completamente desnudo, así como él.
—¿Qué tanto miras? —se burló Seo Jun. —Maricon.
—Ugh… sueltamente ya… —se sacudió para zafar del agarre del mayor para así alejarse de él y tomar sus cosas. —Solo estaba confirmando lo pequeña que la tienes. —escupió Doo Gyu entre molesto y apenado, intentando no mirar ni un cabello de Seo Jun para poder huir de allí con dignidad.
Seo Jun quedó boquiabierto con el comentario.
¿¡Qué la tenía pequeña!?, pensó. No podía creerlo.
—Este niño definitivamente necesita lentes… —balbuceó mientras lo veía irse, ojeándole el culo sin ningún tipo de remordimiento. Hasta incluso mordía su labio inferior al verlo. Pero claro, se alertó cuando notó que estaba a punto de reaccionar nuevamente por culpa del nuevo novio de Gaara.
Doo Gyu no podía creer lo que había visto, y no dejó de pensar en ello incluso estando en su habitación. “No solo es alto, sino que también tiene un monstruo entre sus piernas. ¿Por qué, carajos, Gaara terminó con él?”, pensó mientras miraba fijamente el techo como si este fuera a darle una respuesta. Doo Gyu no sabía cómo lo vería al día siguiente después de haberle visto desnudo. Seo Jun realmente era guapo por donde lo mirase, y en verdad, una parte de él anhelaba tocarlo.
Ahora tenía otra razón para odiarlo. Sabía que era mejor así, tener sentimientos negativos hacia Seo Jun lo ayudaba a mantener los pies sobre la tierra y no crear falsas esperanzas.
Por otro lado, Seo Jun tampoco estuvo tranquilo. Él nunca estaba tranquilo cuando se trataba de Doo Gyu. No entendía por qué estaba tan obsesionado con él cuando él siempre había sido un chico bastante tranquilo, pero el menor lograba sacar lo peor de él, o al menos eso creía.
Esa noche fue una tortura…
Estaba acostado intentando conciliar el sueño, pero algo no lo estaba dejando dormir. Sentía cómo unas manos bajaban su ropa interior, y unos besos sobre su pene llamaron su atención. Su intimidad dolía de lo excitado que estaba, y cuando levantó las sábanas pudo ver la imagen más erótica y dulce que jamás había visto en su vida.
Doo Gyu lamió su pene como si fuera el dulce más delicioso del mundo, y Seo Jun suspiró levantando su pelvis para rozar su erección en esas lindas mejillas que el menor cargaba.
—Idiota…—se quejó el chico, envolviendo con sus labios la punta del pene erecto. Así, Seo Jun con una de sus manos lo ayudó, acariciando dulcemente sus cabellos mientras lo empujaba con suavidad para que se la comiera entera.
—Shhh… portate bien… —gruño, estremeciéndose por completo al sentir la humedad de la cavidad bucal del menor. Quien empezó a succionar el pene sin cesar, haciendo esos sonidos obscenos al sorber que lo volvían loco. —Joder, Doo Gyu…
Pero todo no era más que un sucio sueño, y entre suspiros Seo Jun despertó gimiendo el nombre de quien se suponía que era su enemigo.
—Doo Gyu…
Haber despertado de aquella forma no fue de su agrado. Descubrir que se había venido por un sueño donde el menor era el protagonista lo perturbó. Hace bastante rato había notado que tal vez él no era tan heterosexual como decía, pero odiaba admitirlo. No iba a dejarse llevar. No iba a permitir que esto avanzara.
Sin embargo, si dejo que otro lado de él avanzara lo que el cobarde de Seo Jun no se atrevía a hacer.
Para suerte de Doo Gyu, Seo Jun comenzó a evitarlo los siguientes días. Fueron días de paz. Pero pese a que el alto lo ignoraba, Doo Gyu no fue libre de los malos comentarios de Jake. Quien le susurraba cosas al pasar a su lado, como “princesa o bonita” y Seo Jun simplemente se reía con sorna.
Parecía que nunca habría un punto medio entre ellos; de algún modo, siempre estarán enfrentados por una guerra que él no comprendía del todo. No sabía por qué terminaron con Gaara, pero entendía que había sido por algo importante porque Seo Jun estaba afectado y su prima evitaba hablar de ello.
—@satoru_12jun :
Entonces… ese chico dejó de molestar.
ya no es necesario que vaya a darle una paliza.
—@bear_gyu03 :
Aunque si se la das no me molestaría…
—@satoru_12jun :
¡Qué malo eres, osito!
Tú no me conoces.
realmente puedo noquearlo…
—@bear_gyu03 :
¡Y... eso suena tentador!
me dan ganas de conocerte.
para ver tus brazos
—@satoru_12jun :
Tú…
—@bear_gyu03 :
Jajajaja es broma.
no te lo tomes enserio.
Respondió rápidamente Doo Gyu entre nervios. Él creyó que todo quedaría allí, en comentarios sueltos, pero a medida que pasaban los días, el otaku comenzaba a ser más coqueto con él y no sabía si él estaba malinterpretando o si en verdad estaba sucediendo.
Ya no le importaba tanto que Seo Jun lo ignore, ni le pesaba demasiado ser el novio de mentiras de su prima porque día y noche compartía mensajes con @satoru_12jun y eso lo mantenía lo suficientemente feliz y entretenido como para preocuparse por todo lo que estaba pasando en la vida real. Por otro lado, los amigos de Seo Jun estaban preocupados por la increíble calma que había entre ambos chicos, era extraño. No sabían si su amigo finalmente había superado el hecho de que Gaara lo hubiera dejado por otro, o si finalmente estos arreglaron sus diferencias.
—¿Con quién hablas tanto? —preguntó Jake durante el almuerzo, tras ver a Seo Jun prácticamente metido dentro de su celular.
—Con nadie… —respondió el muchacho fríamente.
—Pues para no hablar con nadie, dejame decirte, amigo, que sonríes como un idiota. —insistió Jake en un tono burlón, a lo que Yeon Jun se sumó a la burla.
—Quizás se aburrió de andar como enamorado detrás de Doo Gyu y se consiguió a una chica bonita.
Seo Jun suspiró, poniendo sus ojos en blanco. Pero entonces, cuando quiso observar al menor, el dueño de sus peores fantasías sexuales… Notó que también estaba distraído con su teléfono.
Quizás siempre había sido así de tranquilo… pero era la primera vez que lo veía concentrado en otra cosa. Pero entonces, otra cosa llamó su atención, y era la forma en que el chico de teatro, Taemin, observaba con mucho cariño a su enemigo mortal.
—Dejen sus especulaciones… no hablo con nadie especial.
—Pues avísale a tu cara. — Esta vez habló Sung Hwang.
Todos rieron alto, a excepción de Seo Jun que se levantó de su asiento harto de sus amigos. Así que se encerró en el baño para poder mandar un audio.
—Te extraño, osito…
Doo Gyu sonrió a la pantalla de su celular y corrió para estar a solas reproduciendo una y otra vez el audio que le había enviado su “amado virtual” cerca de su oído para que nadie más pudiera escucharlo ni por casualidad. Estaba tan embobado en su mundo, que volando en las nubes chocó con el pecho de otro tonto que estaba igual que él.
—Ugh... lo siento… —musitó Doo Gyu con mala cara tras notar que se trataba de Seo Jun.
—Está bien… —dijo el alto sin darle mucha importancia y siguió con su camino, dejando al menor sorprendido por su increíble reacción.
—Wow… él finalmente me está dejando en paz… —susurró casi sin poder creerlo, pero cuando su celular vibró con un nuevo mensaje de @satoru_12jun, se fue lejos de allí con una enorme sonrisa de enamorado.
Seo Jun se detuvo, y miró de reojo cómo Doo Gyu se iba casi saltando de felicidad. Algo en él le decía que debía estar más atento al menor, no entendía por qué, pero entonces miró la pantalla de su teléfono y leyó con detención el nombre de usuario de quien le robaba la atención todos los días.
Esa noche, el otaku llamó a Doo Gyu a su celular y, como siempre, el más joven demoraba en responder porque lo ponía más nervioso al hablar por llamada. Sobre todo luego de haber sido, tal vez, un poco coqueto durante toda la semana en la que estuvieron comunicándose sin parar.
—¿De verdad quieres ver mis brazos? —musito @satoru_12jun al otro lado de la línea.
—Mierda, otaku, por lo menos dime hola primero… —balbuceó Doo Gyu avergonzado.
—Oh… ¿entonces no quieres? —insistió el chico en un tono coqueto. Doo Gyu estaba acostumbrado a que sea así con él, pero no quería perderse dentro de ese juego y decepcionarse.
—Yo no dije eso… —ni siquiera necesito terminar de hablar que su celular sonó con una notificación nueva. Era de @satoru_12jun. —Oh… tú… —balbuceó nervioso, atreviéndose a picar aquella foto temporal que solo pudo observar durante un par de segundos.
¡Él realmente le había mandado una foto de su brazo! Y era tal como se lo había imaginado. Fuerte.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan callado? —cuestionó el chico ansioso. —¿No te gustó?
—No, no, sí me gustó... — Doo Gyu casi se ahogó con su saliva cuando se dio cuenta de lo que dijo. —Digo, no me molesto, solo que no me lo esperaba. Es la primera vez que me dejas ver un poquito de ti.
—A mí también me gustaría conocerte, osito… pero me temo que si me ves, te vas a enamorar de verdad.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Porque soy muy guapo… a pesar de ser otaku. —bromeó.
—Aunque con esos brazos, me temo que sí dejaría que me ahorques. —jugueteó Doo Gyu.
—¿Te atreves a coquetearme, osito travieso? —se burló el chico de voz ronca, riendo de una forma tan atrayente que dejaba al menor embobado. No quería perderlo, pero no podía evitar caer en esa red.
—¿Acaso no es lo que querías? ¿Si no, por qué me mandas fotos?
—Mmmh… creo que me descubrieron. — Doo Gyu cubrió su boca con una de sus manos, intentando contener esa emoción que nacía de su pecho. Sus mejillas estaban más calientes, y al otro lado, el culpable, quien tenía miedo de lo que sentía… estaba demasiado caliente y sensible al oír las reacciones de Doo Gyu. Este se sentía culpable, porque estaba seduciendo al chico precisamente porque le recordaba a cierta personita que solía ver en la escuela, y con él si se atrevía a hacer lo que no podía con la otra. Sin saber, por supuesto, que se trataba de la misma persona.
—Tú…
—Osito… si realmente no quieres que te coma, será mejor que cortes. —le advirtió el chico entre suspiros.
—¿A… a qué te refieres? —balbuceó Doo Gyu, sintiendo un fuerte cosquilleo dentro de sus pantalones.
@satoru_12jun tomó aire y relamió sus labios sin pensar en que estaba a punto de joder a la única amistad bonita que había hecho, y que quizá esto podría lastimar a ambos.
—Quiero escuchar cómo metes tu mano en tu ropa interior…
—Otaku… si esta es una broma, no es divertida… —insistió Doo Gyu, apretando sus piernas.
—¿Crees que estoy jugando? Escucha bien… —el menor contuvo su respiración, prestando atención a los sonidos que podía oír del otro lado de la línea. Él se estaba masturbando y Doo Gyu estaba siendo oyente. —Mmmhg… osito, déjame escucharte.
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