Habían hecho un buen trabajo, aunque fuese un pequeño poblado con unos cien o doscientos aldeanos, el botín obtenido era perfecto: unos sesenta o setenta prisioneros y casi todas las cosechas intactas. Pocas o casi ninguna edificación destruida junto a una gran cantidad de caballos y ganado obtenidos tras la conquista. No cabían dudas de que Stormwolf era un brillante estratega solo comparable con los conquistadores humanos del pasado como Alejandro Magno o Julio Cesar. Sin embargo eso no significaba que a Crawler le gustase tener que trabajar con él, pero era eso o trabajar al lado de la insufrible de Ingrid.
Bajando de su montura, un enorme Orco de un musculoso y delgado cuerpo cuya piel era similar a la piel humana se acercó al líder de la decimo novena Horda. Golpeando su pecho en señal de saludo, aquel Orco de ojos rojos y rostro esquelético con una cicatriz en el costado derecho de su cara se presentó ante el líder que lo esperaba con un cierto entusiasmo.
- Capitán Crawler presentándose gran general Stormwolf
- Descanse Capitán- le contestó Stormwolf con un tono tranquilo, mientras continuaba leyendo las notas que el alto mando Orco le había enviado- me dijeron que venía aquí con intenciones de reemplazar al difunto capitán Hariel
- En efecto señor- asintió Crawler explicando el porqué se encontraba allí en un primer momento- el alto mando está al tanto de sus campañas exitosas y desea que lo ayude en la batalla entrante contra la ciudad de Kinsfer
- He escuchado que a usted le encanta bañarse en la sangre de sus oponentes, ¿Es eso cierto Capitán Crawler?- le preguntó Stormwolf, haciendo reír a Crawler
- ¿Y a quién no, señor? Es la mejor parte de un combate. Las hembras solo piensan en el sexo, mientras que nosotros solo pensamos en el beneficio de la batalla y en cuan relajante es el tener la sangre de nuestros enemigos en nuestro cuerpo
- Sin embargo conmigo encontrará algo muy diferente capitán Crawler- le contestó Stormwolf con una severa calma- para mí la vida, aun si es la de un ser tan insignificante como un ser humano, es sagrada. Yo no combato por el placer de matar sino por la necesidad de que nuestra especie pueda encontrar la paz algún día
- Entonces es verdad lo que dicen de usted, señor- observó Crawler con un tono desafiante- que es un pacifista que prefiere adoptar a los humanos cómo mascotas antes que matarlos en batalla
- Creo que mis actos hablan más de mí de lo que los otros dirán en todas sus vidas- asintió Stormwolf, ya se encontraba acostumbrado a que criticaran su modo de actuar y prefería resaltar sus logros ante que negar o afirmar aquellos dichos- hoy tenemos una ciudad entera, con varios prisioneros listos para ser entregados al imperio, mientras mantenemos el honor de nuestra especie. Me pregunto si esos charlatanes pueden hacer una quinta parte de lo que yo hago sin perder su honor en el proceso, ahora debo preguntarle ¿Tiene usted alguna queja o duda que quiera expresar respecto a mi política de respetar la vida ajena, aun si esta es una vida humana?
Aquel enorme Orco de piel humana, enorme y ancho cuerpo musculoso que despertaba respeto e incluso admiración al ser visto, de larga cabellera negra y ojos negros se levantó de su asiento, acentuando su imperante presencia. Sin nada que objetar, Crawler le respondió:
- Nada que se me ocurra, señor
- Entonces vaya a su puesto capitán y espere instrucciones de mi parte- le contestó Stormwolf sin dejar de mirarlo de manera amenazante- puede retirarse
- Si señor- asintió Crawler retirándose en silencio mientras comenzaba a planificar el modo de acabar con aquel imbécil con aires de grandilocuencia
Fuera, los carros con los prisioneros dentro comenzaron a partir rumbo hacia su destino en la capital Orca.
Comments (1)
See all