Las semanas pasan sin prisa pero sin pausa, llegando el día del acto por el mes del mar. Mantenerme ocupado con la organización me ha ayudado a estar enfocado en el trabajo. La mamá de Mateo terminó los trajes de estrella de mar una semana antes del baile, a los niños les quedaron impecables. La escenografía fue preparada por todos, los trípticos con información sobre la efeméride están impresos y doblados. Ensayamos al menos 1 vez al día el baile. La locución estará a cargo de Janice y Carla, la regulación del sonido la hará Marcia, la recepción de apoderados la realizará Eloísa y Alejandra y yo me encargaré de despedir a los apoderados. Todos estaremos a cargo de supervisar el baile de nuestros correspondientes cursos. Será un día ajetreado.
Comienzan a llegar los apoderados junto a los niños, trayéndolos vestidos con sus trajes desde sus casas, para ahorrar tiempo. Los alumnos se sientan en la zona más cercana al escenario agrupados por curso y separados de los adultos, debido a que así es más práctico prepararlos para cada baile. Detrás de ellos hay dispuestas sillas para los apoderados, esta vez sí son de tamaño adulto, las conseguimos con la junta de vecinos desde su sede. Las familias que llegaron más temprano aprovechan para tomar fotografías de sus niños en la escuela junto a ellos.
- ¡Profesor Alan, buen día! ¿Podemos sacarnos una foto junto a usted? - solicita Carmen en nombre de su familia, quienes la siguen junto a Oliver en su traje de estrella de mar.
- ¿Conmigo? - por qué querrían una foto conmigo.
- Will fue el de la idea - comenta Faith tal y como le vino a la cabeza, a lo que Will la hace callar.
- Está bien, le puedo pedir a otro apoderado que saque la foto. - La mamá de Mateo hace el favor de tomar la fotografía con el celular de Will. Así que a él se le ocurrió tomarnos una foto. Todos sonreímos a la cuenta de tres y ya está sacada la fotografía.
- ¿Puedo enviarte la fotografía? Hace tiempo que no te mando nada por mensaje... -pregunta Will en un tono lamentable... muy raro de escuchar en él.
- Sí, aunque no me gusta salir en imágenes será un bonito recuerdo de ustedes.
- Pero si te ves bien en la foto; espera, ¿ a qué te refieres con recuerdo?
- ¡Miren la hora, voy a ver si llegaron todos, nos vemos! - aprovecho que ya estamos a punto de empezar el acto para zafar de su pregunta. Gracias estrés.
Por suerte todos los alumnos de mi curso ya llegaron, pero aún están junto a sus tutores. Les solicito que lleven a los niños a sus respectivos asientos ya que estamos a punto de comenzar. Una vez acomodados los 3 cursos en sus puestos Janice y Carla dan por iniciado el acto del mes del mar.
La directora Norma da un breve discurso sobre lo que celebran en esta efeméride, relacionado a eventos históricos de nuestro país relacionados al evento. Comienzan los alumnos de Medio Mayor con un baile de animales marinos. A diferencia de mi curso, ellos van vestidos de diferentes animales, cuando la música dice el nombre del animal marino al cual caracteriza dan un paso al frente para bailar. Janice los ayuda recordándoles los pasos. Es una coreografía sencilla acorde a sus 3 años de edad, y el disfrazarse diferentes los hace ver como un acuario. Los padres orgullosos del primer baile de sus hijos sacan fotografías como poseídos. Al finalizar su espectáculo todos aplaudimos.
Sigue el baile de nuestro curso junto a Eloísa, Pre kínder. Los niños se forman uno al lado del otro formando una cadena de estrellas marinas. Álvaro no quería formarse, pero Eloísa toma su mano y lo acompaña, siguiéndola en la coreografía. Nuestro acto es una combinación de baile y canto. Todos cantan la letra según la música y bailan según lo ensayado. Pero algunos no terminaron de aprender la coreografía, así que yo también bailé agachado frente a ellos para ayudarlos a seguir los pasos. Me da muchísimo pudor hacerlo, pero para mis alumnos debe sentirse aún peor bailar solos, por ellos me armo de valor, sólo no miraré hacia atrás. Las familias de mi curso sacan fotografías eufóricas, sólo espero no salir en ninguna. El acto de mis alumnos termina en un aplauso apabullante.
Por último se presentan los alumnos de Kínder, quienes presentan una obra de teatro sobre los eventos históricos del mes del mar. Representan las acciones que aparecen en el audio, y la mayoría de los niños están moviendo unas telas azules representando el mar. En lo personal, la idea es válida, pero si sólo 2 alumnos se lucen y el resto sólo es agua de mar no veo que este acto sea justo para todos. Se nota en que la cantidad de apoderados tomando fotos es mucho menor en comparación a los dos primeros actos. Finaliza con aplausos del público.
Una vez terminados los tres bailes se da por finalizado el acto, por lo que continúo mis labores de dirigir a las familias hacia la salida de la escuela. Muchos se acercan a hablar conmigo, me presentan a sus familias, me piden fotos con sus niños, por lo que accedo a tomarnos una foto grupal con Eloísa y los pequeños. Una vez tomada la fotografía sigo con mi tarea de escoltar la salida, ya que muchos se quedan cerca de la puerta y entorpecen el tránsito. También detienen sus autos fuera de la puerta, por lo que tengo que salir a pedirles que estacionen en otro lado. En una de esas ocasiones en las que salí de la escuela para hablar con los conductores reconocí una silueta entre la multitud.
¿Cómo supo que trabajo aquí? ¿Acaso me siguió? No lo había notado antes, habrá sido desde mi casa con Ian. ¿Hace cuánto tiempo me ha estado persiguiendo? ¿Acaso querrá más dinero?. Una tormenta de preguntas comenzó a rondar en mi mente, cuando observo que mi padre comienza a acercarse a mí. Escapé despavorido dentro de la escuela, empujando a un par de personas en el camino. No tengo tiempo, necesito esconderme. Voy a la bodega de materiales, que está en el segundo piso. Cierro con un pestillo desde dentro.
Acurrucado en el suelo de la bodega, siento que mi respiración se agita entrecortada. Estoy temblando. De pronto los recuerdos de mi infancia comienzan a resurgir, como si fuera agua escapando de una tubería rota. Esas ocasiones en que dejaba de estar borracho y surgía la ira de la sobriedad. Cuando escapaba por la ventana para que no se desquite conmigo por no poder comprar su trago. Los gritos de dolor de mi mamá por sus golpes, para que luego lo perdonara como si nunca pasara. La ropa manga larga que usaba en verano, para que no notaran las marcas. Cuando me escondía, igual que ahora, esperando que no me encuentre. No he cambiado nada desde entonces. Sigo escondido.
Tocan la puerta. Cubro mi boca para no dejar escapar el sonido de mi respiración. Unos momentos de silencio después se oyen unos pasos alejarse. Aún no puedo estar seguro de que se haya ido. Es cuando comienza a sonar mi teléfono. Demonios, no lo puse en silencio. Los pasos se acercan y comienzan a tocar la puerta nuevamente.
- ¿Alan, estás ahí? - Es Eloísa a quien oigo del otro lado. No quiero responder, ni salir. Recibo un mensaje por mi teléfono. "Podemos esperar afuera"
- Vine a buscar unos materiales y me quedé encerrado. - respondo por mensaje. No me sale la voz.
- Iré a buscar una llave y vuelvo. - Me responde en voz alta a través de la puerta, oigo sus pasos alejarse por las escaleras. Tengo que abrir y trabar la puerta desde afuera para que mi mentira sea creíble. Saco el pestillo y abrí la puerta lentamente. Para mi sorpresa, Eloísa no estaba sola buscándome.
- ¡Qué alivio que la puerta se pudo destrabar! - en estos momentos agradezco que Will sea despistado.
- Menos mal, pensé que me quedaría atrapado mucho más tiempo.
- Estás temblando.
- Es cierto... creo que me puso nervioso estar encerrado. - mis estúpidas manos no dejan de temblar, las aprieto con fuerza para intentar detenerlo.
- ¡Cuidado, te haces daño! - Will agarra mis manos y las toma entre las suyas. Tiene las palmas tibias tal como pensé.
Es cuando vuelve Eloísa con las llaves y se detiene en la escalera al observarnos tomados de las manos. Ante su llegada intento separar mis manos de las de Will, pero tiene un agarre muy firme y no me suelta. Se acerca a nosotros como si fuera algo natural y me pregunta si quiero un té, para que lo pueda beber en el comedor de profesores. Acepto su ofrecimiento y los tres vamos al comedor.
Mientras que Eloísa y Will preparan tres tazas de té y galletas, Eloísa comienza a hablar.
- Unos apoderados de nuestro curso me comentaron todo lo que vieron. Estabas afuera de la escuela, viste algo o alguien, y entraste corriendo a la escuela. Sé que no subiste a la bodega a buscar materiales pero entiendo que no quieras decir la razón por la que estabas allí.
Por lo visto Eloísa ni Will no han insistido en preguntarme lo que me sucedió y se los agradezco. Recibo la taza de té de manzanilla, bueno para calmar los nervios. Al parecer me veo más asustado de lo que creí. La calidez de la bebida, junto con su compañía me tranquilizan, aunque aún tengo miedo de que mi papá siga afuera. Me levanto de mi puesto, asomo por el visillo de la ventana la mirada para ver si ya se fue, pero si me asomo demasiado me podría ver de vuelta.
- ¿Hay alguien a quien estés buscando? Puedes describirlo y vemos si sigue afuera.
- Es una buena idea Will, qué te parece si nos dices como es y así revisamos por tí.
- Es... un hombre mayor, de alrededor de 50 años pero se ve mayor. Lleva el cabello y barba largos, de aspecto desaseado. No recuerdo cómo iba vestido, pero camina tambaleándose ebrio. - No les digo que es mi padre.
- Será más fácil buscar ahora que todos los apoderados y alumnos se han ido, ¿verdad Will?
- Si... busquemos juntos Eloísa, no es seguro que vayas tú sola.
- La escuela está cerrada, así que estás seguro aquí. ¿Está bien sí te dejamos solo un momento mientras buscamos? - Asiento para tranquilizarlos, y salen juntos a recorrer los alrededores de la escuela.
Así es como permanezco en el comedor de la escuela. Al parecer el resto de las profesoras ya se fueron a sus casas. Pasé encerrado más tiempo de lo que pensé. Observo el vapor del té caliente salir de la taza mientras escucho las manecillas del reloj de pared avanzar sin prisa, pero sin pausa. Una sensación de indescriptible soledad me inunda. Cuando estaba en la bodega lo único que deseaba era estar solo. Ahora que por fin lo estoy los extraño. Sujeto la taza de té para calentar mis manos, pero no es la misma temperatura de las manos de Will. Ahora debe estar caminando junto a Eloísa, a lo mejor esta instancia les permite conocerse mejor. A pesar de que me están ayudando y siendo tan amables conmigo sólo los imagino siendo más cercanos y me duele el pecho. Soy un asco. No puedo llorar ahora; si lo hago ambos se darán cuenta y es lo que menos quiero. Al menos tengo que lucir como si estuviera bien. Me dirijo al baño a lavar mi cara con agua helada, voy de vuelta al comedor y ya estaban ambos de regreso.
- No había nadie alrededor por suerte. Will te lleva a tu casa. Ian aún no puede pasar a buscarte porque está trabajando aún. Y yo necesito ir a cuidar a Antonio.
- Lo siento por preocuparlos a ambos, pero prefiero volver solo.
- No fue una pregunta, aún estás pálido y me preocupa que te suceda algo de vuelta. - insiste Will determinado. Ante la mirada intensa de ambos, no me queda más remedio que aceptar su propuesta.
Voy de vuelta a mi casa caminando junto a Will. Al parecer su mamá se fue manejando el auto familiar con el resto de los integrantes. Mientras caminábamos no conversamos mucho, pero Will me sujeta de la mano al ver que estaba comenzando a morder mis uñas. Es así que seguimos nuestro camino por lo que se sintieron horas hasta llegar a casa. La mano que sujetó Will permaneció tibia unos minutos después que nos despedimos.
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