Perla Negra
En el planeta madre, Steven estaba con Garnet, Amatista, Perla y Connie en el palacio de Diamante Rosa, pensaban cómo hablar con Diamante Blanco.
–Fue muy rápido –dijo Steven –No pude decirle ni tres palabras.
–El lugar de Diamante Blanco es diferente al de las otras –dijo Perla –Ella cuida del planeta madre. Hace cosas diferentes a las de las otras Diamantes.
–Pero ahora él es un diamante –dijo Connie –Y ella es como su tía, así que tiene su derecho a ser escuchado. Debe haber un momento donde él pueda hablar con ella.
–Tienes razón –dijo Garnet –Su autoridad debería permitirle convocar una reunión con ella por derecho. Ya tendrás ese momento Steven, solo hay que prepararte.
–Entonces ¿Qué hacemos ahora? –preguntó Steven.
–Ha sido un largo día –dijo Connie.
–De hecho el tiempo es un poco más lento para quienes están en el espacio –respondió Perla.
–¿Que tal si nos tomamos el día libre? –preguntó Steven – ¿Y si salimos a dar un paseo mientras tanto?
– ¡Aguarda Steven! –respondió Connie –Si sales ahora del palacio habrá una multitud de gemas esperándote allá afuera como un grupo de paparazzis.
–Es cierto –dijo Steven –Eso no sería nada bueno.
–Steven –dijo Garnet –estas gemas acaban de saber que Diamante Rosa no fue destruida. Lo mejor será que no estés cerca de ellas mientras tanto, hasta que se tranquilicen las cosas.
–Sí, esperemos a que baje un poco la tensión por tu llegada –dijo Amatista.
–Está bien ¿Y que tal si damos un paseo por el palacio?
–Bueno, esa es una mejor idea. Sí ¡Vamos! –respondió Connie contenta.
–Chicas ¿Quieren venir con nosotros? –preguntó Steven.
–Claro, me gustaría ver el palacio después de mucho tiempo –dijo Perla.
–Bueno, vamos –dijo Garnet.
–No hay mucho que hacer aquí, así que está bien –dijo Amatista.
Y todos salieron de la habitación. Todos estaban afuera de la habitación de Diamante Rosa. El pasillo era un camino que iba en espiral hacia abajo. Steven se asoma a mirar al fondo.
–Vaya –dice Steven sorprendido –Es más alto de lo que pensé.
–Podría hacer un escupitajo desde aquí –dijo Amatista –pero ya sabes, no se vería bien.
–Vamos chicos –dice Connie. Steven y Amatista continúan caminando.
–Olvidaba que llegué a la habitación en una burbuja –dijo Steven.
–Cuando llegamos aquí corrimos lo mas rápido posible y nos cansamos al llegar a medio camino, jejeje –dijo Connie –Esto me recuerda cuando fuí de excursión a la plaza de La ciudad que no duerme y tuvimos un tour por el lugar. La profesora nos dijo que su diseño estaba inspirado en los palacios de los antiguos imperios orientales.
–No creo que hayan sido iguales a esto –dijo Steven.
–Bueno –dijo Connie –obviamente ellos tenían cocinas, baños, celdas y sus rutas de escape secretas en caso de que fueran invadidos.
Perla pensó en eso un momento.
–En realidad, hay algo parecido –dijo Perla
– ¿Uh? –se pregunta Connie.
–Cuando tu madre, siendo aún Diamante Rosa seguía en el planeta madre, ella hizo una ruta de escape secreta en su habitación para salir del palacio cuando no había nadie, para poder rondar en el sector sin que la vieran.
– ¿Enserio? –preguntó Steven.
–Bueno, fue algo que me dijo una vez en los días en que colonizaba la tierra –dijo Perla –dijo que solía andar por el sector viendo a escondidas a las demás gemas. Veía a todas ellas designadas y enviadas a cumplir con su deber. Sin dudarlo; solo hacían lo que debían hacer. Las otras Diamantes la limitaban en sus tareas, pero ella pensaba que era capaz de hacer lo mismo que las demás Diamantes sin importar su formación; y con ello insistió para que le encomendaran la tierra.
–No sabía que hacía algo así en el planeta madre –dijo Steven.
–Fue algo que pasó hace mucho tiempo –dijo Perla –Ella sentía curiosidad por las demás gemas al igual que con la tierra.
Perla se puso nostalgica en ese momento
–Steven –dijo Perla –si quieres convencer a Diamante Blanco de que nos ayude a sanar a las gemas corrompidas tendrás que ser más exigente contigo mismo. Deberás aprender las costumbres de una Diamante y actuar como tal si queremos que esto funcione.
–Está bien Perla –dijo Steven –Haré lo necesario para tener su atención.
–Necesitamos un plan –dice Connie.
–Creo que hablaré con Diamante Azul y Diamante Amarillo –dijo Steven –Ellas pueden ayudarme a hacer una convocatoria con Diamante Blanco.
–Pasar tiempo con las Diamantes te ayudará a saber más sobre ellas –dijo Garnet
–Yo te acompañaré –dijo Connie.
–Connie –dijo Perla –para acompañar a Steven con las Diamantes solo puede ir una a gema. Tendrías que reemplazarme como escolta de Steven.
–¿De verdad? –preguntó Connie.
–Sí –respondió Perla –Además, le dije a tu madre que cuidaría de tí.
–Está bien –dijo Connie –Entonces solo te acompañaré aquí en el palacio y tú irás con él, Perla.
–Muy bien –dijo Perla.
–Bien –dijo Steven –Ahora tenemos un plan.
Las Gems continúan caminando a la planta baja. Incluso a Steven y a Connie se les viene la idea de hacer una carrera hasta la planta baja. Ambos llegan finalmente a la planta baja de la sala de el trono con las Gems llegando detrás.
–¡Gané! –exclamó Connie, ambos se están riendo mientras descansan. Entonces Steven voltea y se queda observando el trono de Diamante Rosa.
–¿Steven? ¿Qué pasa? –pregunta Connie.
Steven camina hacia el trono, entonces él se para a observarlo.
–¿Steven? –le vuelve a preguntar Connie.
–Uh, lo siento –responde Steven –Estaba pensando. Mi madre no pudo hablar con las Diamantes la última vez.
Steven no estaba seguro de como convencería Diamante Blanco para que curara las gemas corrompidas en la tierra.
–Oye –dijo Connie –Lo lograremos. Yo te ayudaré.
–Nosotras también te ayudaremos –dijo Amatista –Aunque no sepamos como –dijo Amatista.
–Gracias chicas –dijo Steven.
Las Gems acompañan a Steven y se quedan detrás de él viendo el trono de Diamante Rosa.
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