Los días de mayo comienzan a vislumbrar el transcurso del otoño. Las noches cada vez más heladas invitan a refugiarse junto a una estufa, tomando té, arropado en una cobija. Romper la inercia de la comodidad requiere una fuerza que te desplace. Un ejemplo de ello sería el ansia de buscar climas más templados con el que especies de aves comienzan en época otoñal la migración. Este viaje es parte de su conducta genéticamente programada ante la escasez de alimento y luz diurna que traen las estaciones frías. Pero otra parte de las aves endémicas de la zona vuelan a lugares relativamente cercanos, debido al gran gasto energético que conlleva migrar.
Nosotros como humanos no tendemos a migrar estacionalmente, sino que estamos atados a convenciones sociales como la familia, el trabajo, los estudios, entre otras razones. Aún así, la migración humana está más asociada a motivos socioculturales que climáticos, ya que si en tu región no hay oportunidades, es natural el viaje como respuesta al cambio. Por norma general, la naturaleza del humano lo lleva a permanecer en una zona en la que encuentre estabilidad. Eso no quita que el viaje sea una herramienta de escape a la cotidianeidad. En un nuevo lugar puedes convivir con las mismas personas que ves a diario de una manera renovada. Es por ello que reuniones entre amigos son un buen panorama para favorecer la interacción social, pese a la tentadora alternativa de permanecer refugiado entre las mantas con tu sola compañía.
Reflexiono mientras vamos junto a Ian a reunirnos con Eloísa y Will. Nosotros vamos en auto mientras que Eloísa y Will llegarán por su cuenta al punto de encuentro, un paradero cercano al bar. He estado mensajeando con ellos por separado; al principio pensé en hacer un grupo de chat pero como cada uno preguntaba cosas diferentes pues me olvidé. Al final los dos quedaron claros con las indicaciones así que no ví la necesidad de hacerlo.
Ian viste un abrigo montgomery azul marino, bufanda gris claro, jeans y zapatos de vestir tipo oxford, que le dan un estilo elegante y clásico. Le sienta muy bien, en especial porque para su trabajo viste atuendos outdoor, por lo que aprovecha de cambiar a algo más formal al salir. Yo voy vestido con un suéter cuello de tortuga, una chaqueta con forro de lana, jeans y botines sin cordón. Es lo que solía usar para salir en la capital, pero usarlo aquí con mis amigos es algo nuevo. Suelo ser más casual, pero Ian insistió en que vistiera lo que más me guste lucir hoy. Sus intenciones son más que claras y eso me hace aún más consciente del propósito de reunirnos con Will. Me siento cohibido de la nada, quiero abrir la puerta del auto, lanzarme y volver a casa. Estamos a punto de llegar.
- No es por hacerte sentir nervioso, pero creo que vi a Wilson en la calle. - comenta Ian, quien va conduciendo.
- ¿Ya llegó, tan temprano? cierto, tengo un mensaje en el que me avisó.
- ¿ Te parece que te reunas con él mientras voy a estacionar el auto?
- ¿Me vas a dejar solo?
- Pues claro, luego tendrás toda la noche para compartir con todos, aprovecha este rato antes para estar a solas.
- Estoy nervioso - admito.
- Vas a estar bien, ahora bájate. - enciende las luces de estacionamiento para detenerse en la vía y no me queda de otra más que bajarme. Doblé en la esquina de la calle y voy hacia Will, quien me encuentra a lo lejos y se acerca apresurado. Viste una sudadera, chaqueta tipo parka, jeans y zapatillas, que calza muy bien con su estilo urbano. Se ve más apuesto que de costumbre.
- ¡Hola Will! ¿Te hice esperar demasiado? - y además huele bien, ¿llevará perfume?
- No, para nada; acabo de llegar. ¿Cómo has estado?
- Bien, no ha pasado mucho desde que nos vimos; ayer en la escuela, de hecho.
- ¡Cierto! Pero es nuevo verte en un nuevo lugar, además hoy estás sin uniforme, te ves muy bien... Digo, el uniforme del colegio también te luce bien, pero es diferente verte así, creo que no me expliqué bien... - luce nervioso, es tan lindo, que injusto que me ataques así Will. Tras un torpe momento, ambos nos relajamos un poco, a lo que Will pregunta si ya podemos ir camino al bar.
- Si claro, tendríamos que esperar a los demás que lleguen aquí.
- ¿Los demás? - pregunta incrédulo.
- Si, Ian y Eloísa nos acompañan hoy... espera, ¡no me digas que no te conté!
- A lo mejor cuando te referías a juntarnos éramos los cuatro y yo lo entendí de otra manera.
- ¡Cómo lo siento! pensé que lo había comentado, soy tan torpe.
- No te aflijas, otro día podemos salir sólo nosotros ¿si?
- Está bien... espera ¿cómo?
- ¿A la playa estaría bien?
-¿Así tan rápido? - ¿eso lo dije o lo pensé?
- No es necesario que sea tan luego, puede ser cuando ambos tengamos tiempo - no me refería a esa rapidez, sino a que Will avanza tan rápido en tomar decisiones que no le puedo seguir el paso.
- Nos ponemos de acuerdo más adelante, ya viene Ian - se acerca mi amigo salvador, ya no podía estar otro rato más a solas con Will, no es bueno para mi salud.
- ¡Hola Will, tanto tiempo sin verte! - Saluda Ian vigorosamente, dando un fraternal abrazo, que Will devuelve con menos entusiasmo. Ojalá pudiera saludarlo así.
- Hola Ian, ¿el amigo de Alan cierto?
- Si, su mejor amigo y compañero - comenta mientras me abraza por la espalda. Ante la mirada atónita de Will, me lo despego como puedo, pero Ian vuelve a cargarse contra mi, como si fuera una mochila. En ese forcejeo llega Eloísa.
- ¡Hola a todos! Los veo bastante entretenidos. - Ella lleva el cabello suelto, viste un suéter holgado sujeto en su pantalón ajustado de pretina alta, y botas con plataforma. Realmente luce radiante.
- Eloísa, que bueno que llegaste, ya conoces a Will del colegio. Te presento a Ian, él es mi mejor amigo, del que te hablé antes.
- Si, son compañeros de casa, roomies como se dice ahora ¿no?. Mucho gusto - extiende su mano para saludar a Ian, quien extrañamente se tarda en reaccionar a devolver el saludo. Sospechoso. Saluda a Will de la misma forma, el cual le responde con naturalidad. Una vez listas las presentaciones nos dirigimos hacia el bar.
El local al que llegamos es un bar con temática rústica, con mesas en terraza y al interior, además tiene un escenario y una zona de pista de baile. El barrio en el que se encuentra ubicado hay varios negocios relacionados al turismo, como restaurantes, cafeterías, y hoteles. La mayoría de ellas comparten este estilo rústico asociado a que los turistas vienen a la zona por su naturaleza rural. Por lo que dentro de su estrategia comercial adoptan ese estilo para atraer visitantes en épocas estivales. Pero Ian recomendó este bar ya que atraen a su clientela todo el año con presentaciones de artistas en vivo, como grupos musicales o comediantes, karaoke y menús temáticos. La noche de hoy de hecho está programada una competencia de karaoke. No me acercaría a cantar ni por premios en efectivo. Tomamos asiento en una de las mesas de la terraza a pesar del frío debido a que hay calefacción exterior.
- Hay que decidir algo muy importante antes de pedir la carta. - comenta Eloísa en tono serio.
- ¿Qué sería eso?
- ¿Quién será el conductor designado? Uno de nosotros será el elegido para ser el noble sacrificio. - sólo estaba actuando.
- Me ofrezco como voluntario para esta responsabilidad - ¿Ian, en serio? tú eras quien más quería emborracharse hoy ¿A quién estás tratando de impresionar? Creo que se notó demasiado en mi rostro la incredulidad ya que Ian devolvió una mirada pidiendo complicidad, así que no pude decir nada.
- Me parece injusto decidirlo así ¿qué tal si lo decidimos al azar? -sugiere Will, quien no pareció notar el sutil intento de impresionar a Eloísa.
- Estoy de acuerdo con Will, ¿quienes de nosotros saben manejar? - tres de ellos levantan sus manos, menos yo. Me apena asumir que soy el único que no maneja, pero me da nervios, nunca aprendí. Al menos soy el único que beberá de seguro. Los tres deciden a través de piedra, papel y tijeras que el perdedor será el que maneje. Tras un par de intentos resulta Ian siendo el elegido para manejar, hasta para perder tiene suerte.
Llega el mesero a traer la carta, nos habla sobre la competencia de karaoke que comenzará en un par de horas, mientras tanto podemos inscribirnos con canciones en la barra donde el bartender prepara las bebidas. Información innecesaria para mi, pero a lo mejor los demás si quieren. Revisamos el menú y decidimos pedir una porción grande de papas fritas con queso y acompañamientos para compartir. Cada uno comenzó a elegir su trago: Eloísa pide un trago con ron, hielo, menta y limón; Ian una cerveza sin alcohol; yo una jarra de cerveza stout. Will demora en elegir su trago, por lo que le sugerimos una cerveza pale lager, de sabor más ligero.
- ¿Habías probado esta cerveza antes? -le pregunté a Will.
- En realidad... Hoy es la primera vez que salgo a tomar fuera de mi casa. - admite ruborizado.
- ¡¿De veras, o sea que nunca te has emborrachado?! - exclama realmente asombrado Ian, yo también estoy enternecido, realmente es un chico tan bueno.
- No es como si nunca hubiera bebido, tomo en mi casa en ocasiones especiales, como año nuevo. -Intenta excusarse por sus buenos hábitos.
- ¿Y qué haces cuando sales con tus amigos entonces? - Ian continúa con su interrogatorio y no lo detengo, yo también quiero saber.
- Cuando vivía en la capital, con mis amigos del equipo de fútbol nos juntábamos a jugar partidos de otros deportes o íbamos a la montaña. Y cuando estábamos en casa jugábamos a videojuegos de fútbol, carreras de autos o juegos de mesa. Y pues desde que me mudé aquí... no he tenido oportunidades de hacer nuevos amigos, exceptuando ahora. - Es tan adorable como su hermanito, quiero tanto abrazarte Wilson, pero aprieto mis brazos para aguantar. Eloísa se adelantó y palmeó su espalda con dulzura.
- No necesitas explicar nada Will, me alegra que te animaras a venir, yo también hace muchísimo que no salía a conocer amigos.
- ¿En serio? - preguntamos todos al mismo tiempo, lo que lleva a Eloísa a reír a carcajadas.
- Hace unos años tenía muchísimas amigas y amigos pero me alejé de ellos por culpa del papá de mi hijo. Ahora sólo me dedico a trabajar y cuidar a mi niño.
- ¿Tienes pareja... digo, tienes un hijo? - Ian no puedes ser más obvio.
- Sí, mi hijo se llama Antonio y tiene 10 años, también le gusta el fútbol como a tí Will, un día podrías enseñarle algunas técnicas, si quieres claro.
- ¡Me encantaría! Pero, ¿y el papá de Antonio no pondrá problemas para que vaya? ya que dijiste que él te alejó de tus amigos - esa sí es forma de preguntar sutilmente. Bueno, porque su pregunta sí es con buenas intenciones y honesta.
- Tranquilo, a ese psicópata ya lo dejé hace muchos años. Desde que nació Antonio puse como prioridad a mi niño. Ni para comprar pañales sirvió el inútil. Pero esta historia es muy densa para una noche ¡Mejor comencemos a tomar, ya vienen con nuestro pedido al fin!
Una vez servida nuestra comida comenzamos a comer, beber, y conversar. Iniciamos hablando temas generales, como por ejemplo a qué nos dedicamos en el trabajo. Gracias a esto entendí por qué es Will quien trae y lleva a su hermano a la escuela. Resulta que él se encarga de amasar y hornear el pan cada mañana, además de hacer las compras de insumos para la tienda, todas tareas que realiza desde muy temprano. Entonces el viaje con Oliver lo realiza mientras está terminando de comprar.
Mientras continuamos pidiendo más tragos, la conversación comienza a distenderse a temas que no saldrían a la luz a menos que estuviéramos ebrios, como era nuestro caso. Ian es la excepción porque el puede hablar de lo que sea sin tapujos estando sobrio, es algo natural en él. Hablamos sobre cómo inició la amistad entre Ian y yo en la escuela.
- ¿Entonces se conocen desde los 6 años? - preguntó Will, quien ha tomado menos pero es el más afectado por el alcohol. Pobrecito.
- Así es, Ian me regaló un dulce como disculpa por decir que mi ropa era vieja.
- Pero Alan, ¿es necesario contar todo?
- Sólo eras un niño pequeño, no lo decías con mala intención, solo estabas curioso.
- Pero lloraste mucho, sin importar la intención te herí, perdóname amigo.
- Hace mucho que te perdoné y te sigues disculpando. Ya pasó.
- ¡Te quiero mucho Alan!
- Que bueno, ya suéltame.
- ¡No! Sólo cuando me digas que también me quieres.
- ¡Está bien! Te quiero... ¿Contento?
- Pero dímelo bonito.
- Ian: te quiero muchísimo. Eres el único al que le perdono ser un imbécil.
- ¿Están seguros que ustedes no son novios? - pregunta incrédula Eloísa, mientras Will parece atorarse con una papa frita.
- Me encantaría, pero para mí Alan es mi hermano, aunque sea un gran candidato para cualquiera ¿no crees Wilson, que Alan sería una excelente pareja?
- ¡Ya para Ian, te estas pasando! Will, no necesitas contestarle- ¿Ese era tu plan? ¿preguntarle directamente?
- ¡Claro que sí, Alan sería el novio perfecto!
- ¡Will también está muy borracho! - Eloísa no puede más de la risa, llega a llorar.
- Alan tiene bonitos ojos, sonríe muy lindo, es amable con los niños, es genial que trabaje en algo que otros hombres no se atreven. Cualquier mujer estaría más que contenta de tenerlo como pareja.
- ¿Cómo?
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