Todo buen día de clases en preescolar comienza con una rutina de saludo. Nos ayuda a iniciar el día con buena energía y favorece la creación de hábitos. Además no sólo nos saludamos, sino que también reconocemos con qué emoción llegamos el día de hoy, e incluimos la ubicación espacio temporal al reconocer el día, mes, año y estación en el calendario. Todo esto en gran parte es cantando, ya que el verso siempre es el mismo, los niños lo memorizan y es más entretenido para ellos así.
- ¡Hola, hola, niños y niñas! ¿cómo están? - canto a los alumnos sentados en fila frente a la pizarra.
- ¡Muy bien! -contestan todos al unísono.
- ¿Y cómo se van a portar? - repliqué.
- ¡¡Muy bien!!
- Haremos lo posible para ser buenos amigos; hola, hola a todos ¿Cómo están?
- ¡¡¡Muy bien!!!
- Vamos a ver quien vino, vamos a ver quien no, vamos a ver quién falta el día de hoy: cuando la profesora Eloisa me nombre a mi, yo le contesto: profesora estoy aquí. ¿Hoy vino Álvaro? - Aquí es Eloísa quien continúa el saludo para que yo registre la lista de asistencia.
- ¡Yo! - Levanta su mano Álvaro, quien a pesar de hablar poco reconoce su nombre y ya participa de la rutina.
- ¿Hoy vino Bastián? ... - Hoy sí vino Bastián pero está distraído - ¿Hoy vino Bastián?
- ¡Sí profesora, estoy aquí! - responde Bastián al segundo llamado.
- ¿Hoy vino Dominique?
- Sí profesora, estoy aquí - contesta atenta Domi, quien está lista para contestar desde que le tocaba a Bastián.
- ¿Hoy vino Lucero?
- ¡Aquí, aquí estoy profe! - da saltos en su puesto de la emoción, ella es quien más feliz llega a la escuela.
- ¿Hoy vino Ma-?
- ¡Yo! ¡Yo vine!
- Si Mateo, que bueno que viniste pero debes esperar a que diga tu nombre. De nuevo: ¿Hoy vino Mateo?
- ¡Sí tía Elo, estoy aquí! - ya en otra ocasión corregiremos el que llame tía a Eloisa, dos retos ya es mucho para empezar el día.
- ¿Hoy vino Oliver?
- Si, estoy aquí. -levanta su mano Oliver, cada día menos tímido.
- ¿Hoy vino Pascal?... niños ¿ustedes ven a Pascal?
- ¡Si! - replican todos tras observar a sus compañeros y ver que Pascal no contesta.
- ¿Qué sucede Pascal? Ah, disculpa no llamé al señor osito ¿Hoy vino Pascal y el señor osito?
- Si, aquí estoy. Yo también - contesta ella y su osito.
- ¿Hoy vino Trinidad?
- Sí profesora y profesor, yo sí vine porque mi mamá me despertó temprano a hacerme trencitas. - comenta la última niña de la lista, una pequeña de pelo alargado a quien su madre la trae con variados peinados a diario.
- Entonces hoy somos: 4 niñas, 4 niños, 1 profesor y 1 profesora: somos 10 personas en esta sala. Contemos ¿Cuántos son 10 dedos?
Todos los alumnos van contando con sus dedos mientras Eloísa enumera en voz alta, algunos logran realizarlo, mientras que otros sólo realizan el gesto de mover los dedos. A continuación sigo yo marcando la fecha en la pizarra y en el calendario, para luego preguntar cómo se siente cada uno y registrarlo en el panel de emociones. Una vez ya finalizado el saludo, pasamos a realizar la primera tarea del día en el área de matemática, reconociendo la cantidad de elementos dentro de una bolsa. Al finalizar es hora de la colación, la cual también tiene una canción, que repetimos todos juntos.
- La colación, que rica está, la comeremos toda hasta el final, para crecer, para pensar, para estar sanitos y poder jugar. Si no te la comes no vas a crecer y muy pequeñito tu vas a ser. ¡A comer!
Los niños comen sus colaciones en sus puestos designados, los que están marcados en sus sillas y mesas con su nombre. Algunos niños, como Dominique, Mateo, Trinidad y Lucero pueden comer su colación con completa autonomía. Hay otros como Bastián, Pascal y Oliver que requieren un apoyo parcial para abrir sus alimentos. En cambio, Álvaro es más dependiente de un adulto porque aún tiene dificultades para llevarse la cuchara a la boca por su cuenta, pero si hay tareas que puede realizar solo lo dejamos, como por ejemplo comer bocados individuales de galletas o fruta picada. A medida que van finalizando yo me quedo en la sala mientras Eloísa los acompaña al baño para que laven sus manos, y una vez listos nos preparamos para el recreo.
- ¡Hoy jugaremos a la ronda de el lobo! ¿Quién se suma? - Los invito a tomarnos de las manos y formar una ronda.
- ¡Profesor, yo quiero ser el lobo! - sugiere Dominique entusiasta.
- ¡No, yo soy lobo! - le rebate Bastián, y le ruge a Dominique. y así Mateo y Lucero también quieren el rol protagónico y se rugen entre ellos. Hasta que llega la salvadora Eloísa al rescate.
- Yo seré el lobo junto con Álvaro, todos ustedes quédense en la ronda con el profesor Alan.- ambos se alejan unos pasos de la ronda, ya que a Álvaro no le gusta ser parte de las rondas. Una vez todo listo empezamos, nuevamente, a cantar.
- Juguemos en el bosque mientras que el lobo no está ¿Lobo está? - cantamos los de la ronda.
- ¡Me estoy despertando! - nos responde en tono de lobo Eloísa, y Álvaro repite inmediatamente.
- ¡AAAHHHH! - gritamos los de la ronda. Y así volvemos a preguntar si el lobo está, ellos nos responden acciones desde que se levanta de la cama, lava sus dientes y se viste. Repetimos una y otra vez hasta que el lobo está listo para salir.
- ¡¡Listos o no, allí voy!! - ruge Eloísa y la ronda se dispersa, todos corremos escapando del lobo y el último en ser atrapado gana. Una vez finalizado el juego ya es recreo libre para los niños. Ahora ya podemos descansar mientras vigilamos a los alumnos en los juegos de patio.
- ¡Qué contento que te ves Alan, andas jugando igual que un niño chico! En cambio yo aprovecho el recreo para descansar de ellos - me comenta Alejandra, una de las maestras del medio mayor, curso de los alumnos de 3 años. No suelo hablarle.
- ¿De veras? - no pensé que hasta una colega lo notaría.
- Parece que no te demoraste nada en conseguir novia, se nota que lo pasaste bien anoche - ¿qué le pasa? ¡estamos en el patio!.
- ¡Alejandra, ubícate! - recrimina Eloísa exaltada.
- Tranquila Elo, si ella piensa que sólo eso la puede hacer feliz es asunto suyo. Y Alejandra, tampoco te he dado la confianza para que me preguntes asuntos personales, y menos con niños presentes. - Ante la mirada atónita de Eloísa, Alejandra se aleja avergonzada al otro extremo del patio.
- ¿Alan pero qué actitud es esa? ¡Me encanta! - me abraza Eloísa y me felicita. Ya más que compañeros de trabajo me gustaría ser su amigo.
- Gracias Elo, es que se desubicó Alejandra, tenía que ser cortante con ella sino qué barbaridad iba a decir después.
- Es que ella y su dupla Carla son muy chismosas, al grado de ser venenosas. Antes de que tú llegaras yo era la nueva y desde entonces han criticado o comparan mi trabajo con el suyo- comenta mientras su rostro muestra una mueca de disgusto.- Oye, pero fuera de broma, si que te ves contento ¿pasó algo bueno?
- ¡Si! El viernes pasado me fue muy bien en la cena de la familia de Oliver.
- ¡Uy, tienes que contarme todo! Pero acá tenemos tan poco tiempo. - su semblante se entristeció, tiene un talento para expresar todo con su rostro.
- ¿Qué te parece si salimos con un grupo de mis amigos un día de estos a beber algo una noche?
- ¡Me encantaría! tengo que hablar con mi mamá para que cuide a mi hijo y te confirmo que día puedo. ¿Qué amigos tuyos irán?
- Ian, el que vive conmigo y tengo que invitar a Wilson.
- ¡¿El hermano mayor de Oliver?! ¿Ese Wilson? - ya me están sacudiendo otra vez.
- Si, pero no he confirmado todavía.
- ¡Entre más seamos mejor!
Ya para ese entonces se hizo hora de volver a la sala. Fuimos a buscar a los rezagados a los que les dificulta volver del recreo, Mateo y Bastián, y seguimos con nuestro día de clases. Como actividad de apresto seguimos trazos curvos con crayones. Vimos un video sobre el mar, para asimilar el movimiento de las curvas con los trazos. El segundo recreo sucedió sin inconvenientes y en el tercer bloque de clases compartimos el cuento "¡No dejes que la paloma conduzca el autobús!" por Mo Willems. Al finalizar la historia comenzaron a prepararse para volver a sus casas.
- Niños ¿Qué les parece si el profesor Alan los acompaña al portón?
- ¡Sii, que nos lleve él! ¡Profe Alan! ¡Profe Alan! - los niños me toman de las manos y del delantal, el resto hace una fila detrás de mí y nos vamos camino al portón.
Con el portón abierto observé llegar a los apoderados, Carla y Janice también esperaban a los suyos. Poco a poco se acercan a retirar a sus pequeños. Entre abrazos espontáneos de parte de los niños y conversaciones breves pero amigables con los apoderados me despido de la mayoría de mis alumnos. Es entonces que llega Will a buscar a Oliver. Siguen detrás de mí Janice y Carla, por lo que debo ser discreto con mi entusiasmo.
- ¡Buenas tardes profesor Alan! - saluda agitando su mano desde la distancia.
- Buenas tardes, vienes a buscar a Oliver, ven Oliver viene tu hermano. - invito a Oliver para que vaya con Will, pero extrañamente no se va con él, sino que me abraza una pierna con fuerza.
- ¿Qué pasa Oliver? Nos vamos a casa, ven que te llevo a caballito.
- No quiero ir contigo, quiero ir a mi casa con el profesor Alan - me mira con ojitos de puchero. ¡Qué tierno es! me agacho para responder mirándolo cara a cara.
- Oliver, querido, no puedo ir contigo ahora porque estoy trabajando ¿cierto Will? - lo miro para que me ayude a convencerlo.
- Hagamos un trato, ven aquí - toma a su hermanito en brazos, le susurra al oído, ante lo cual Oliver reacciona contento y decide quedarse en los brazos de Will. - Entonces profesor, nos vemos mañana.
- Eh... ¡ nos vemos! - ¿Qué le habrá dicho? En fin, le escribiré un mensaje para preguntarle. Además necesito invitarlo a salir, así aprovecho de matar dos pájaros de un tiro.
Después de almorzar, me preparo para comenzar a planificar y armar material para la semana, no sin antes escribir un mensaje a Will.
- Oye Will, hoy no te equivocaste y me dijiste profesor, ¡muy bien!
- ¡Uff, menos mal! Estuve practicando, que mi hermana me moleste es una cosa, pero que lo noten las otras profesoras te puede traer problemas.
- Gracias Will, en todo caso la directora no tiene problemas con que me haga amigo de los apoderados.
- ¿En serio? ¡Qué amable es!
- Si es buena gente... Oye ¿Qué le dijiste a tu hermano recién?
- Cuando te vea de nuevo te digo.
- ¡Qué pesado!
- Jajajaja, es que si no te doy una excusa ¿cuánto más voy a esperar para que nos veamos? Habría que ver quien pierde la apuesta primero.
- No es necesario ganar o perder una apuesta ¿Qué te parece si salimos a tomar algo? - Menos mal que lo estoy invitando por mensaje, sino vería mi cara como tomate.
- ¿En serio?
- ¡Claro! Coordinamos el día y vamos. - Ahh que nervioso estoy, me sudan las manos.
- Déjame organizar mis días libres y te aviso qué día puedo.
- Estamos hablando entonces, ¡cuídate! - ¿Cuídate?, no soy su mamá, soy pésimo en esto.
- ¡Cuídate también, nos vemos!
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