Ambos caminamos lentamente por la acera, lo observo y extrañamente lo noto cabizbajo. Ahora que lo pienso, al inicio estuvo contento, sin embargo durante la cena fue quien menos habló. En la siguiente cuadra hay una plaza y le propongo si paramos un momento allí para aprovechar de hablar un poco antes de llegar. Tomamos asiento en una de las bancas, allí Will toma una postura pensativa, su mirada dirigida al suelo, dedos entrelazados, preparándose para decir algo, pero las palabras no salen de su boca.
- Sabes Will, ese día en que tu hermano desapareció... no siento que merezca tanto agradecimiento. Debí estar más atento cuando la actividad se descontroló, pude haberte ayudado mejor al organizar la búsqueda. Y sobre todo, cuando comenzaste a llorar al encontrarlo... yo no supe qué hacer. Me puedes decir lo que sea.
- Alan, yo... no quiero que menosprecies lo que hiciste por mí ese día. Cuando estaba rodeado de toda esa gente tenía que ser fuerte porque mis padres y mi hermana me acompañaban. Ellos ya estaban desconsolados, no podía derrumbarme frente a ellos. Recién cuando estuvimos solos, empecé a asimilar la situación, a entender lo peor que le podría pasar a Oliver. Y me desquité contigo, me avergüenzo tanto... -su cuerpo se recoge y comienza a temblar- Lo siento.
Nuevamente la barrera vuelve a aparecer, si me mantengo tras ella con tan solo unas palabras de consuelo bastarían para calmarlo. Pero si la cruzo, debo ser realmente sincero con él. Tomé su rostro y lo giré hacia mí, nos miramos para comenzar a entendernos. Sujeto una de sus manos con firmeza.
- Mírame Wilson, quiero que comprendas algo. No necesitas ser fuerte para los demás, tienes tanto derecho como los otros a sentirte desolado, asustado por lo que sucedió.
- Pero te grité siendo que sólo querías ayudar... y cuando perdí el control al encontrar a Oliver... que pena que me vieras así.
- Cuando reprimes todo lo que te sucede, es natural que explotes en cualquier momento. La situación era difícil, solo prométeme que tendrás más cuidado en no reprimirte ¿si?
- Prometo intentarlo, pero tú también debes valorar todos los esfuerzos que haces. Me apoyaste tanto y ni siquiera lo notas.
- Está bien, pero si veo que te estás guardando algo... te llegará un buen reto.
- Y si veo que andas viendo el vaso medio vacío, también te retaré.
- Llevaremos una competencia, y el que pierda tiene que invitar al otro.
- Cuando gane, ¿qué podría pedirte? Podrías ir a trotar conmigo, ir a un cerro o a la playa.
- ¡Qué, yo no corro ni en un incendio: cuando yo gane vamos a emborracharnos!
Con las disculpas dadas por ambos, seguimos nuestra marcha más calmados. Lo que a Will lo apenaba, a mí no me afectó como él esperaba; y que lo que yo sentía sobre no haber ayudado en realidad no fue así, él sí se sintió apoyado por mí. La percepción de los eventos varía según nuestra perspectiva. Suponer lo que el otro siente sin intentar comunicarse es un error. Me alegra el haberme dado ánimos para entendernos mejor. Con la mente más clara, y con los ánimos en alto, saqué un sobre de regalo de mi bolsillo y se lo di.
- ¿Esto es para mí? - comienza a abrirlo y al sacar el llavero de balón de vóleibol lo mira con expresión confusa, entre agradecido y dudoso. - Gracias, pero ¿por qué una pelota?
- Es que cuando lo ví pensé en tí. En la película Náufrago, hay un balón de vóleibol que es el compañero de Tom Hanks mientras está en una isla, y en su soledad dibuja un rostro a ese balón y lo nombra Wilson.
- No he visto la película, pero en la escuela solían reírse de mi nombre por ese personaje.
- Pues no saben apreciar una buena película. Además, no sé de qué se burlaron, a mí me gusta mucho... tu nombre, me refiero.
- ¿Estabas pensando en mí? ¡Muchas gracias! - Will se alegra tanto que me toma desprevenido y me abraza efusivamente. Este abrazo se siente tan distinto al de su madre, me quedé congelado. Apenas nota mi sorpresa, Will se separa avergonzado. - ¡Disculpa, no quise asustarte, no lo haré más!
- Sólo me tomó de sorpresa, no me sentí mal, no te aflijas. - trato de tranquilizarlo.
- Entonces... ¿Eso significa que puedo hacerlo de nuevo?
- ¿Qué? veo que se te pasó la vergüenza muy rápido. - Ahora yo me siento avergonzado.
- Será para otra ocasión entonces, ya llegamos. - No me dí cuenta de que estábamos frente a mi casa.
- Cuídate en el camino de vuelta. -le pido mientras abro la cerradura del portón.
- Volveré rápido y te escribo apenas llegue. ¡Buenas noches! - se marcha corriendo de vuelta. Apenas lo pierdo de vista entro a mi casa y espero la notificación de su mensaje.
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