Es una tarde de jueves y recorro los pasillos del supermercado comprando mercadería para la casa, mientras aprovecho de buscar qué podría llevar de regalo para la familia Miller. Al invitarme a su casa a cenar, ellos costean la comida por lo que sería considerado un regalo de mi parte ¿cierto?. La verdad no estoy muy seguro ya que hace muchos años que no he sido invitado a una cena familiar.
Los tíos Herman y Gabriela, los papás de Ian, me recibieron en su casa de manera muy natural, por lo que nunca me sentí como un invitado sino uno más de su familia. Al inicio me quedaba solamente a jugar al Nintendo y a las cartas, pero con el tiempo eran más frecuentes los almuerzos y cenas junto a ellos. Solía negarme por sentir que estaba invadiendo su espacio como familia, pero los platillos que preparaban lucían tan apetitosos que mi voluntad flaqueaba ante los guisos, kuchenes y emparedados de tantas capas y sabores. Incluso llegué a sentirme ingrato con mi propia familia al no llegar a comer con ellos. Una noche llegué a mi casa buscándolos para explicarles que había comido fuera. Cuando no los encontré, tampoco había comida para mí. Mis padres ni notaron que estuve ausente.
Más adelante, cuando viví en la ciudad las invitaciones que recibía de mis amigos y parejas eran en algún bar. Antes de volver aquí a trabajar, arrendaba una habitación en un hostal y luego un departamento junto a roomies. En el caso del hostal, es complicado invitar a alguien al ser demasiado pequeños e incómodos para reunirse, y de paso hay reglas que prohíben las visitas. Recién cuando compartí departamento fue que pude recibir invitados, pero el contexto era casual y no implicaba cenas elaboradas, sino más bien fiestas con mucho alcohol. En conclusión, mi experiencia como invitado no es válida para este ambiente familiar saludable y estable.
Como ahora debo relacionarme con los demás como un adulto de verdad y ajustarme a este nuevo entorno, tengo que seguir las reglas de cortesía de una visita respetable. Como dice el dicho "En Roma haz lo que los romanos". Busco en internet: reglas para ser el invitado perfecto, como evitar arruinar una visita a cenar, hasta que encuentro un blog de modales. Aquí dice que no hay que llegar con las manos vacías y pensar en algún regalo.
Repentinamente recordé el llavero que compré en el centro comercial la semana pasada. ¿Y si aprovecho de regalárselo a Will? Así tendría la excusa de la visita para entregarlo... ¡Ya basta de distracciones! Necesito concentrarme en encontrar un regalo para toda la familia. Regalar comida es difícil porque ellos ya preparan pan y pasteles, no puedo llegar con postres de la competencia. ¿Tal vez es buena idea dar artículos de aseo como jabón o detergente? Siempre es útil tener algo así. Pero ¿y si interpretan que los veo sucios, o si son alérgicos? ¿Quizás un mantel?¿Un ramo de flores?¡¿Vino?!. Al final me rendí de pensar y decidí comprar un set de té aromáticos de diferentes sabores.
Transcurre la noche del jueves y el día viernes sin inconvenientes, llegando la tarde de la cena. Llamo al timbre del portón a un costado de la panadería, que da acceso a la zona residencial. Al inicio pensé en entrar por la tienda, pero una nota frente a la puerta avisa a los clientes que se encuentra cerrada temporalmente por motivos personales. Mientras espero que alguien salga a la llamada del timbre observé la fachada exterior, una casa de 2 pisos de color amarillo, la zona de la tienda esta expuesta a la calle para facilitar el acceso a los clientes, y el resto del terreno lo rodea un portón de madera. El hogar está unido a la zona posterior del negocio, la construcción continúa hacia la derecha formando una especie de L invertida. En el segundo piso se observa una terraza que abarca las 2 ventanas del frente. Al haber pasado un tiempo considerable desde que llamé el timbre vuelvo a tocar, en esta ocasión sale a recibirme Faith, quien me invita a pasar. El patio está ocupado por la camioneta en la que viajamos con Will a comprar.
Entramos a la casa por la sala de estar. En el living se encuentran sentados Oliver y su padre en el sillón ojeando un libro. La zona del comedor se extiende hacia la izquierda y al fondo está la cocina abierta en donde Will y su mamá están concentrados terminando de cocinar.
- ¡Mamá, Willy, ya llegó el profe Alan para que vengan a saludarlo! - grita Faith hacia la cocina.
- ¡No me digas Willy! ¡Hola Alan! Apenas termine de cocinar voy.
- No te preocupes hijo, yo termino de vigilar la cocción, vaya a saludar. - Le responde su madre, mientras se coloca los guantes de cocina.
- Está bien, saludo y vuelvo a terminar de moler las verduras de la sopa, y poner los vasos.
- Tranquilo, cuando vuelvas dile a Faith que te ayude con lo último. - Ante el acuerdo entre ellos para organizar lo que falta para comenzar la cena, Will sale de la cocina acercándose a nosotros.
- ¡Qué gusto que vinieras! - toma mi mano entre las suyas y la agita en un energético saludo. Lleva puesto un delantal de cocina, le sienta bien.
- Gracias a ti, digo, a ustedes por invitarme.
- No hay por qué. -responde con una sonrisa de oreja a oreja - Puedes esperar en el living por mientras junto con mi papá y mi hermanito. y tú Faith termina de ordenar la mesa dice mi mamá.
- Está bien, ¡vengo enseguida profe! - se alejan juntos mientras que Faith habla con Will - ¿Y tú desde cuando llamas al profe Alan sólo por su nombre?
- ¡No me preguntes eso ahora y termina de colocar la mesa! - gira a mirarme algo avergonzado y vuelve a la cocina.
Me siento en uno de los sitiales de la sala de estar. El papá de Will -que también se llama Wilson, pero por alcance de nombre lo llamaré por su apellido- me saluda con un escueto gesto agitando su mano en el aire, ya que sigue ocupado jugando con Oliver. Es así que observo con más detalle el espacio a mi alrededor. Hay plantas de interior, un ficus y una monstera, sobre unas mesas porta macetas. El sillón y los sitiales se ubican alrededor de una alfombra en dirección hacia el rack, sobre él está la televisión. En las paredes se aprecian marcos, entre ellos destaca una fotografía familiar. Aparecen todos los miembros unos años más jóvenes, la mayoría luce similar, exceptuando a Oliver quien se ve más pequeño, y al padre quien luce una postura más erguida y un semblante serio.
- Esa fotografía es de hace 2 años- comienza la conversación el señor Miller.
- Disculpe no quise fijarme tanto- no reparé en el buen rato en que miré fijamente el cuadro.
- Es una bonita foto, por eso la colgamos ahí. Es de la época en que vivíamos en el área metropolitana.
- ¿Quiere decir en la ciudad? ¿En qué zona vivieron? Yo en esa época trabajé allá, en el sector sur poniente.
- Nosotros vivíamos en el sector nororiente, parece que estábamos muy lejos como para habernos encontrado. - Comenta mientras sonríe suavemente, su mirada parece enfocada hacia el pasado. Cabe señalar que no sólo estábamos lejos territorialmente, sino que desde lo socioeconómico el sector nororiente de la capital es reconocido por ser el más acaudalado. Entre más alejado del centro, más bajo es el estrato, y pues mi sector no estaba precisamente cerca.
- Hay tantas personas en la ciudad que es difícil que se den esas coincidencias. A diferencia de aquí en donde todos se ven a menudo.
- Así es, además el ritmo de vida aquí es pausado, es por eso que nos mudamos a este lugar.
- ¿Hace cuánto que viven aquí?
- Desde hace 1 año más o menos, por sugerencia del médico. Tenía que cambiar mi estilo de vida tras sufrir un accidente.
. No quise sacar un tema delicado para usted - evité su mirada por haber sacado un tema delicado.
- Tranquilo pequeño, no te sientas mal, para mí es un tema asumido y resuelto. Sólo me toca vivir de esta manera lo mejor posible. Antes yo era el que proveía en el hogar, pero después de lo sucedido tuvimos que cambiar abruptamente. Me jubilé anticipadamente ya que la mitad de mi cuerpo está débil. Vendimos nuestra casa y compramos ésta, junto con eso invertimos en el talento de mi esposa que es hornear.
. A pesar de su enfermedad es un alivio que pudieran tomar esa decisión pensando en su salud. No cualquier familia hace ese sacrificio. - El señor Miller vuelve su mirada con un destello.
- Soy muy afortunado de tener esta familia. - Gira a mirar a su esposa e hijos, quienes lo contemplan con cariño, su esposa posa su mano en sus labios y le lanza un beso.
- ¡Todo está listo para comer! pasen a tomar asiento. Papá, Will te ayudará a pararte y yo llevaré tu bastón. - nos habla Faith con el bastón en la mano. - Ve a sentarte profe, nosotros ya vamos.
Paso a sentarme en el comedor, hay seis puestos de los cuales uno lleva un alzador, una especie de asiento que abrochado sobre la silla sirve para que los niños alcancen la mesa de manera cómoda. Espero que tome asiento el señor Miller, luego Faith se sienta a mi derecha. Will sienta a Oliver en su silla, volviendo a la cocina con la señora Carmen para servir las entradas. Ambos sirven los platillos, y proceden a tomar asiento, quedando Oliver y su padre en los extremos de la mesa, frente a Faith se sienta su mamá y Wilson frente a mi.
El platillo de entrada es palta rellena, que consiste en una palta partida en 2 mitades sin cuesco ni cáscara, rellena de una pasta de pollo mezclado con mayonesa, pimentón y aderezos como sal, pimienta y limón. La palta va colocada sobre hojas de lechuga y la pasta es decorada con trozos de aceituna y huevo duro. La textura cremosa de la palta complementa la mezcla de sabores de la pasta, y envuelto en crujiente lechuga lo hacen una ensalada realmente deliciosa. Mientras terminaba de comer comencé a halagar el platillo, a lo que tanto Will como su madre se mostraron orgullosos.
- Y eso que recién vamos en la entrada: ahora serviremos sopa, tras ello el plato de fondo y por último el postre, así que espero tus comentarios de cada uno - comenta Carmen expectante.
Mientras tanto Faith retira los platos de entrada, sirve y lleva a la mesa los platos de sopa. Es una crema de verduras. Su temperatura contrasta con la frescura de la entrada, dando una sensación relajante. Al entregar los cumplidos correspondientes la conversación comenzó a darse de manera natural, sobre temas como preferencias de series, películas y música. Entre estar distraídos en la charla la señora Carmen ya se encontraba sirviendo el plato de fondo, a lo que Will se levantó para traerlos a la mesa.
El platillo principal consiste en un gratín de papas a la crema con queso, un plato cocinado al horno que consiste en capas de papas doradas en rodajas, intercaladas con una burbujeante salsa a base de leche y queso; resultando en una preparación cremosa y absolutamente sabrosa. Como acompañamiento lleva ensalada de brócoli, cuya textura granulosa y crujiente contrasta con la suavidad de las papas. Creo que en ese momento ya no necesitaba palabras para que notaran lo mucho que me gustó la comida, me ofrecieron una segunda porción apenas terminé el primero. Antes de pasar al postre, la señora Carmen inicia el tema principal de esta invitación.
- Me alegro que estés disfrutando de esta cena que preparamos con mucho cariño.
- De veras que todo está delicioso, estoy muy agradecido por su invitación.
- Hablo por todos en esta familia al decir que nos ha encantado compartir contigo. El motivo por el que lo invitamos es para agradecerle por su ayuda en la búsqueda de Oliver.
- Fuiste muy ingenioso con tu idea de la canción - complementa Faith el comentario- se nota que conoces bien a tus alumnos, en especial mi hermanito.
- De hecho apenas caímos en cuenta que Oliver no responde cuando lo llamamos por su nombre, ir a buscarlo nosotros mismos era algo normal - agrega el señor Miller.
- Toda la situación de su pérdida fue compleja y desesperante, pero tanto la ayuda de la escuela y que pudieras acompañar a mi hijo en la búsqueda, es algo que nunca olvidaremos, esta cena es sólo parte de nuestra profunda gratitud.
Termina de reflexionar la madre de Oliver, quien conmovida se levanta de su asiento y se acerca a mí, invitándome a levantarme también, para envolverme en un cálido abrazo. Toda la tensión que sentí por miedo a un posible resentimiento de su parte se alivió. Devuelvo su abrazo apoyando mi rostro en su hombro, y me invita a ayudarla a servir el postre. Llevamos a la mesa una variedad de tartas, kuchenes, mousse y frutas en porciones individuales, para ser consumidas a elección de cada uno.
Terminamos de cenar y continuamos compartiendo en la sala de estar, en donde me invitaron a ver los álbumes de fotos familiares. Tanto Faith como Will insistían en no abrirlos y en vez de eso jugar un juego de mesa. Ambos me buscaban como un aliado para elegir su opción, pero la curiosidad me ganó y elijo ver las fotografías. Los señores Miller relatan los momentos en los que tomaron cada imagen, aparecen sus hijos recién nacidos, muchas fotografías de situaciones cotidianas, de viajes, primeros días de escuela, fotos matrimoniales, partidos deportivos, fiestas de cumpleaños. Hay fotografías de la pareja bailando, de Faith dibujando por las paredes, Will aparece en uniforme de fútbol, comentaban que esas eran sus aficiones. Cada registro muestra evidencia de los gratos recuerdos que han compartido como familia. Entre más observo lo acogedores y unidos que son, mayor es el contraste con mi propia familia. Si no fuese por los padres de Ian no tendría fotos de mi infancia. Con ese sentimiento agridulce terminó la velada y expliqué que por la hora debo retirarme. Les entrego el regalo que traje, siendo Carmen quien se mostró muy a gusto por el té aromático. Will ofrece acompañarme hasta mi casa, lo cual su familia reafirma como una gran idea, ambos nos abrigamos y nos despedimos.
- ¿Sientes que está muy helado afuera? - pregunta Will mientras nos acercamos al portón.
- No mucho en verdad, el clima es agradable.
- ¿No te molesta si vamos a pie? -propone mientras se aleja de la camioneta.
- Para nada, mi casa no está tan lejos, vamos juntos. -Como sé que no está enojado, podemos ir tranquilos y volver a ser amigos como antes.
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