Tras el largo viaje entre las montañas, que si subir que si bajar, pudieron por fin vislumbrar las altas murallas que Set había levantado para proteger la frontera de Ferrus, la parte noroeste del continente Astral, del Rey Mephisto.
- Me parece increíble que haya construido algo así entre fragmentos flotantes y terrenos tan pequeños de islas. – Comentó sorprendido Vito.
- Si tienes en cuenta que es el Serafín que controla la tierra no me parece tan descabellado. – Añadió Junco.
- Aun así, ahora entiendo cómo han conseguido hacerle frente al ejército enemigo.
Junco los guio hasta una de las fortificadas entradas, donde cinco guardias armados les dieron el alto.
- Alto, Serafín y seña. – Les gritó uno de ellos a modo de código.
- ¿Serafín y seña? ¿Qué es eso? – Se extrañaron Aqua y Vito.
- Con Serafín, pregunta el mes en el que estamos. Os sabéis los meses del año ¿Verdad? – Arqueó una ceja Kamui – Y con seña supongo que será algo que Junco sabe.
- Terra Junco. – Les respondió el Serafín.
- Bienvenido Junco, ya sabes son los procedimientos. Ahora os revisarán las pertenencias y tal, y podréis pasar. – Les respondió alguien desde lo alto de una de las ventanas del muro.
- Lo entiendo no os preocupéis. Chicos, dejad que revisen que no llevamos nada peligroso. – Indicó.
- ¿Qué entendemos por peligroso? – Se preocupó Fogos por Fogo.
Tras un rápido cacheo, y gracias a las influencias de Junco, le dieron el visto verde al grupo y les abrieron las puertas. Al otro lado se alzaba otra muralla, no tan alta como la anterior, pero custodiada por grupos de seis soldados. Tras atravesar esa segunda protección, pudieron llegar al territorio de Ferrus.
- Aquí, se han venido a refugiar los más creyentes del Dios Arkai, así que ojo con lo que decís, hacéis o enseñáis. – Les advirtió Junco. – Han llegado a “obligar” al noble de estas tierras a hacerles iglesias. Ya que Mephisto ha destruido todas a su paso.
- Bien lo tendremos en cuenta. ¿Ahora hacia dónde vamos? – Se apresuró Vito observando todo a su alrededor.
El poblado fronterizo tras los muros era bastante llamativo, las casas estaban fortificadas y los fragmentos de terreno se unían por estructuras escalonadas de piedra en vez de helicox. Los habitantes aprecian ser todos soldados en vez de aldeanos.
- Habrá que buscar por aquí, espero que no haya ido hacia el interior de Ferrus, porque entonces sí que será difícil encontrarle. Voy a preguntar por allí, no os vayáis muy lejos. – Avisó Junco mientras se alejaba acompañado de Calilula.
El resto decidieron buscar algún lugar para hospedarse por si se alargaba mucho el encontrarle. Enseguida notaron que un lugar fronterizo no es un sitio normal. Consiguieron que les cedieran unas literas en una de las casas. Allí comprobaron que, aunque por fuera se vieran como casas fortificadas, por dentro habían sido modificadas para albergar armas, munición y soldados, además de estar listos para ser asediados.
- Se que este panorama os ha desanimado, pero si nos adentrásemos en el territorio verías que tan hermoso es el noroeste. La gente es algo fría pero muy amigable con sus amigos y leales como ellos solos. – Llegó Junco. – Me han dicho que Set debería estar por aquí, que esperemos a que se oían disturbios y allí lo encontraríamos.
- ¿En algún momento podríamos ver más allá de este poblado? – Preguntó Vito. – Me gustaría ver lo que has dicho por mí mismo.
- Creo que hay que recordarte que no estamos haciendo un viaje de placer. – Revolvió Fogos el pelo de Vito.
- Junco ¿Cuál es el poblado más “normal” cerca de aquí? – Interrumpió Kamui.
- Déjame pensar. – Hizo una pausa para meditar. – Derousa, está a dos días a pie. Con montura podríamos llegar en uno.
- ¡¿Tienen montura?! ¿Qué usan? ¿Mantarrayas también? – Se emocionó Aqua.
- Aquí domesticaron unos Demiürg llamados vasacho. Tienen las patas largas y robustas, cornamenta y el cuerpo recubierto de pelo duro. Los usaban para trabajar el campo o tirar de los carros, pero ahora se han vuelto indispensables para el transporte de munición y el combate. – Describió Junco. – Pero será mejor que lo veáis vosotros mismos. Aunque viendo como están el panorama no se si nos dejaran alguno.
Tras eso, siguieron al serafín hasta las cuadras donde guardaban las monturas. Aun con la descripción de Junco, no se esperaban ver bestias tan grandes y con cabeza de lobo, con grandes incidimos que asomaban al bostezar.
- ¿Forasteros? ¿Qué os trae por aquí? – Se asomó un mozo de cuadra guiando a una de aquellas bestias.
- Buenas tardes, soy Junco. – Se presentó.
- ¿Junco? ¿El agricultor?
- El mismo. Y estamos aquí porque mis amigos quieren ir hasta Derousa, me gustaría saber si hay alguna montura disponible.
- Me sabe mal dar malas noticias, pero se prevé otra arremetida, así que no puedo ofreceros ninguna. Como alternativa os puedo sugerir ir en un carro que sale mañana. – Dijo mientras ataba a la montura. – Irán a buscar suministros y pasarán por Derousa. Como parte de aquí vacío podrías ir a preguntar si os podrían llevan hasta allí.
Mientras hablaban, el resto intentó interactuar con el vasacho sin mucho éxito. Aunque no fue agresivo, simplemente no se dejaba tocar. El mozo les explicó que esas bestias tenían mucho carácter, pero no eran peligrosos para los humanos siempre y cuando estuvieran bien alimentados, ya que eran carnívoros y les alimentaban con carne de vaca o con algún Demiürg. Con la ayuda del chico, Aqua y Vito pudieron acariciar a uno de ellos.
Salieron de allí y se dirigieron a la zona de carga, donde varios carros estaban siendo vaciados. Preguntaron hasta dar con el conductor de uno de los carros que partía mañana en dirección Derousa. Tras un rato de negociación, accedió a llevar a un máximo de cuatro personas y un pago por adelantado.
Por la noche, tras haber cenado las sobras de los soldados, empezaron a escuchar gritos de discusión provenientes del exterior. Nadie le dio importancia, pero el grupo, extrañado, se asomó fuera. El poblado estaba iluminado únicamente por las antorchas y la poca luz que desprendían las lunas aquella noche. Los centinelas pasaban con candiles y el arma lista para cualquier ataque sorpresa. Siguieron los gritos y el ruido de pelea hasta dar con una plaza en la cual tres hombres discutían con un anciano. Tras escuchar un poco determinaron que estaban discutiendo por trivialidades.
- ¡Yo digo que sí!
- Y yo que ¡NO! ¡NO! Y ¡NO! Esta juventud se pierde con las comodidades. – Gritaba mientras zarandeaba el bastón. - ¡Te pasa algo en las piernas!
- Si es usted el que siempre protesta de tener que subir escaleras. O ¿Es una excusa para no ir?
- ¿Quieres ver como las subo? ¡Pues vas a ver como las subo! – Se lanzó el anciano a subir a un escalón que daba a una fuente seca que había en mitad de la plaza.
Y como se esperaban todos, el anciano se cayó de espaldas. Los cuatro se echaron a reír, de lo borrachos que iban. El hombre con el que discutía le ayudó a levantarse y pasándose los brazos por encima de los hombros se fueron tambaleándose a otro lado. El grupo de serafines se quedaron estupefactos ante aquella escena tan bizarra y loca.
- Cosas de borrachos – Sentenció Vito a lo que Kamui asintió.
- Me da a mí que hoy no es el mejor día para decirle nada a Set y mañana estará de resaca. – Comentó Junco poniendo los brazos en jarra. – Habrá que esperar.
Con el tema de ir a Derousa, encontrar y hablar con Set pasó a ser una cosa secundaria.
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