El grupo reprendió su marcha dos días después, cuando pudieron aprovisionarse bien gracias a la influencia de Junco en el poblado. El camino fue tranquilo, quitando el hecho del calor y los insectos, llegaron sin muchos problemas a la tierra de los gusanos tras atravesar una larga helicox que separaba los dos terrenos. Eran cálidas pradera. Junco obligó a hacer una parada para comer y descansar sobre un grupo de rocas que encontraron de camino.
- Que sitio más incómodo para parar. – Se intentaba acomodar Vito en una de las rocas. – Pero al menos se puede respirar tranquilos.
- ¿Por qué se le llama la tierra de los gusanos? – Preguntó Kamui.
- Pronto lo verás, ya casi es la hora de comer.
Todos esperaban expectantes lo que fuera a pasar sin saber el qué. Junco avisó de que ya se aproximaban y se empezó a sacudir el suelo. La roca vibró al son de unas ondas de sonido. Luego, calma y de golpe brotaban del suelo pequeños gusanos.
- ¿Y ya está? ¿Solo un terremoto y un mar de gusanos de tierra por todo el suelo? – Preguntó Fogos.
- Algo de asco da. – añadió Vito.
Junco sonrió y los agarró del brazo para evitar que se cayeran de la roca cuando un fuerte temblor acompañado de un levantamiento de tierra sacudió a todo el grupo. Todos se sentaron al ver al imponente monstruo emerger de la tierra con la boca abierta, tragándose miles de gusanos. Su cuerpo era cilíndrico y de color grisáceo, carecía de ojos por lo que hacía sonar una tranquila vibración con la cual detectaba los objetos. Se volvió a zambullir en la tierra y tras unos minutos, todo volvió a la normalidad.
- El espectáculo es bonito, pero letal si no estás en un lugar seguro. No distingue lo que come, puedes ser engullido por él, si tocas su piel te derrites, está recubierta por una mucosidad que disuelve la tierra y si posas un pie en el suelo antes de que se endurezca, quedarás engullido en la tierra. – Rompió el silencio Junco.
- Creo que quiero salir de aquí cuanto antes.
- Yo también.
- Sí, ha sido impresionante, pero mejor verlo desde más lejos. – Respondió angustiada Calilula.
- Ya no debería haber peligro. Sigamos. – Indicó Junco asegurando el suelo con la punta de los dedos.
Para no perder más tiempo se intentaron apurar sin hacer más descansos y así salir de aquella tierra que en cualquier momento los podría devorar. Aunque antes de abandonar aquellas praderas, Vito se llevó de recuerdo un diente que encontró. Junco confirmó que era de aquella enorme bestia.
- Mirad, empezamos a llegar a zonas montañosas. Preparad las piernas que son laderas bastante empinadas. – Anunciaba Junco.
- ¿Pero cómo puede decirlo tan contento con todo lo que llevamos caminado? – Suspiraba Aqua.
- Yo voto por descansar debajo de aquellos arboles antes de subir esas montañas. – Comentó Vito.
- Por una vez estoy de acuerdo con el pequeñajo. – Secundó Fogos.
Vito y el serafín volvieron a ponerse a discutir por sus diferencias de altura. Mientras, Junco y Calilula esperaban a que decía Kamui.
- Intuyo que se nos hará de noche durante la subida. Propongo descansar y mañana, con el primer indicio de claridad, empezar la subida.
Y así lo hicieron, acamparon bajo los árboles.
- Yo tengo una pregunta para vosotros. – Dijo Vito tras acabar de tragar el bocado que masticaba. – En las escrituras los serafines no tienen género definido, son seres cercanos a Dios y por tanto esencia pura. Entonces como… Ya sabéis…
Los serafines intercambiaron miradas, cada uno interpretó aquellas palabras de forma diferente.
- Creo que lo que Vito pregunta es como ahora tenéis un género definido y no sois, por ejemplo, hermafroditas.
- Bueno, la explicación es más o menos sencilla. Al reencarnar en Astral y adoptar un cuerpo terrenal se nos impuso leyes terrenales. Y como tenemos una apariencia humana se optó por darnos un género femenino o masculino. – Explicó Calilula.
- Yo creo que incluso puede que fuéramos nosotros quienes eligiéramos el género. – Añadió Fogos.
- La verdad es que no me pareció muy importante lo de elegir el género. Nunca nos importaron esas cosas. – Comentó Junco mientras se peinaba. – Es más humano el que divide a su propia población por el sexo con el que se nace. Yo os encuentro a todos los presentes como mis iguales ¿no?
Los serafines asintieron. Vito y Kamui intercambiaron miradas de cierto asombro, pero con cierta sonrisa cómplice, ya que la realidad distaba mucho de aquellas palabras, finalizaron el tema. Antes de que se hiciera más tarde todos se fueron a dormir. Como era habitual, Junco, Calilula y Aqua solían dormir juntos, Fogos se quedaba cerca de Vito alegando que si se despistaba el chico acabaría perdido o devorado por un Demiürg y como sabia lo asustadizo que era Vito, pues se quedaban relativamente cerca el uno del otro. Kamui por su lado solía dormir poco y mantenía largas guardias. Desde el encuentro con el Dios Arkai, soñaba muy a menudo con el pasado o le frecuentaban pesadillas. Aquella noche fue distinta, pudo volver a encontrarse al Dios.
+ Bienvenido de nuevo al mundo de los sueños, Kamui.
- Para estar en mi cabeza eres difícil de encontrar. – Protestó el chico.
+ Bueno, a veces un bosque no deja que veas un árbol.
- ¿Qué narices significa eso?
+ Ni idea, quería sonar que sonara profunda.
- En fin, supongo que ya sabes que estamos de camino a buscar a Set.
+ Sí, no os falta mucho por llegar. Toca hacer un poco de senderismo, pero en peores situaciones os habéis visto. Con tanto serafín a tu lado, los Demiürg ni se asoman. Así que el viaje se os hace tranquilo.
- Puede ser. Hace un rato estuvimos hablando de que les diste un sexo a tus serafines.
+ ¡Ah! Sí, los eligieron ellos. Quería que les fuera más fácil integrarse entre los humanos, y un cuerpo humano tiene un rol sexual en la especie. Yo les hubiera dejado sin género, como antiguamente, pero los humanos tienden a etiquetar todo. Me preocupaba que los rechazaran por eso.
- Entiendo.
+ Lo mismo pasa conmigo y Kimera, los humanos nos etiquetasteis de “Dios”. Pero tampoco tenemos género, y creo que si tuviéramos yo sería del género femenina y Kimera masculino. Hablo hipotéticamente.
- ¿¡Como dices!? – Se exaltó Kamui.
+ Uy, ya está a punto de salir el sol, despierta, que os tenéis que poner en marcha.
Y tras aquellas palabras Kamui se reincorporó del sueño algo mareado. Despertó al resto y tras un desayuno rápido se pusieron en marcha.
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