- No siento que esté soñando, estoy en mi subconsciente, ¿supongo? - Caminó Kamui por una senda de madera que aparecía a cada paso que daba.
A su alrededor, puro negro y solo el ruido de crujido de las tablas rompía el impoluto silencio. Kamui avanzó un largo trecho pensando que en algún momento escucharía aquella voz que una vez le llamó, pero no fue así y mucho caminó.
- ¿Hola? ¿Hay alguien? Vaya subconsciente más vacío que tengo... - Protestó el chico y pensó que a lo mejor no era ese el camino correcto.
Con paso dudoso decidió abandonar la madera y lanzarse al oscuro vacío que a su alrededor se cernía. Sabiendo que era su propia mente, no temía que le fuera a pasar nada, por lo que acabó flotando de nuevo en el mundo hueco y sombrío de siempre.
- ¿Y si simplemente me imagino que está aquí conmigo? - Se comentó a si mismo sin estar muy seguro de como imaginarse al Dios Arkai.
De todas formas, lo intentó y para su sorpresa algo surgió. Una brillante luz apareció frente a él, la luz adoptó la forma de una esfera luminosa que quedó suspendida frente a él. Kamui estiró suavemente las manos hacia ella y dejó que se posara sobre estas. Entonces, la esfera reaccionó y la difusa luz se expandió.
+ Te he estado esperando, Kamui, me alegra que por fin nos podamos conocer. - Sonaba una voz que parecía venir de todas partes.
- ¿Eres el Dios Arkai?
+ Bueno, Dios es una etiqueta que vosotros me pusisteis, pero si soy Arkai o por ese nombre se me conocen.
- ¿Qué es lo que hace aquí dentro?
+ Esperaba a que te dieras cuenta y así poder pedirte un enorme favor. Si me ayudas puedo concederte lo que desees.
- ¿Lo que sea?
+ Sí, incluso revivir a tus padres y familiares, así como a la gente del poblado de Calilula... Solo necesito que encuentres a mi hermano Kimera y lo elimines antes de que se despierte como has hecho tú conmigo.
- ¿¡Me está pidiendo que mate!? – Se sorprendió.
+ No exactamente, solo tienes que impedir que el serafín de Kimera despierte. Mephisto, el rey que ahora está conquistando todo el continente y el causante de la muerte de tanta gente, inclusive de tu familia, está buscándolo también. Solo tienes que impedir que ambos se encuentren.
- ¿Y qué papel tiene esa chica de cabello blanco? ¿Y por cuanto tiempo habría que mantener oculto al serafín si lo encontramos? O mejor ¿Dónde lo buscamos? – Las preguntas parecían no tener fin y las respuestas no llegaban.
+ ¿Chica albina? No me digas que Arkana ha bajado... Eso hace que mis planes tengan que avanzar lo antes posible. En cuanto a lo del serafín, no puedo saber cómo es, es un ser creado por Kimera no mío por ello no puedo saberlo de la misma forma que él tampoco puede saber los míos, pero de alguna forma el destino os acabará presentando. Y en cuanto a cuánto tiempo lo has de ocultar, no te preocupes no me llevaría mucho tiempo. Devoraré el trozo de Kimera que oculta en su interior y así él no despertará.
- ¿Así que mi deber es ser tu recipiente y mantenerme cerca del serafín del Dios Kimera?
+ No, tú no eres un recipiente, eres un orbe. Tú sola existencia hace que los serafines, tanto el de Kimera como los míos, se sientan atraídos y se unan a ti, acabareis encontrados todos juntos en algún momento del viaje. Por ahora dirígete al este, hacia las tierras húmedas, allí podrás encontrarte con Junco. Por ahora puedes reunir a mis serafines para que te ayuden. Si vuelves a encontrarte con Arkana, pídele información sobre el serafín de Kimera, ella sabe todo.
- ¿Arkana también es una diosa? ¿Entonces hay tres dioses? ¿Por qué no aparece en las leyendas?
La luz flotante se quedó callada por lo que Kamui dio un suspiró, si quería saber más cosas de Arkana habría de preguntárselo directamente a la chica de cabellera blanca.
- Una cosa, si eres tan poderoso como dicen porque no haces tú estas cosas. Solucionar estos problemas, arreglar el mundo, por ejemplo. Sin faltar al respeto, claro.
+ Mi poder no se ha restaurado del todo desde el conflicto con Kimera. Estamos ambos recobrando las fuerzas. Así que, si fuera por mí, lo haría hecho hace tiempo. Saldría de este mundo y volvería al mío. De modo que se podría decir que también estoy encerrado aquí contra mi voluntad.
- Pues que quieres que te diga, vaya chasco de Dios. Me esperaba algo, no sé, más impresionante…
- ¿Te recuerdo que soy el creador de este mundo? Tú y todos los seres vivos y no vivos son creaciones mías, a excepción de los Demiürg. Y también tuve, en mi mayor momento de esplendor, la capacidad de dirigir los destinos de todos los seres vivientes.
- Un momento, ¿Entonces de donde salen los Demiürg?
+ Son creaciones de Kimera. Vio mi creación y dijo que un mundo tan idílico era muy aburrido e insufló seres que corrompieron a los míos. Introdujo la avaricia, los celos, la ira… las guerras y las enfermedades. Introdujo el miedo, el miedo a ser inferior, el miedo a otros, el miedo a lo desconocido, el miedo a los Demiürg…
La luz empezó a centellear con diferentes colores.
+ Para contrarrestar eso, envié a los serafines con la esperanza de derrotar al mayor de los focos del conflicto, los autoproclamados Reyes Demiürg.
Kamui se había callado, pero en su cara aun corría muchos interrogantes de las que esperaba respuesta.
+ ¿Qué más quieres saber? ¿El por qué te elegí a ti? ¿Alguien que fue esclavo? ¿Qué hizo de todo y lo inimaginable para sobrevivir?
- Sí, exacto. ¿Por qué yo? ¿No siempre son personas puras y virginales las elegidas de los dioses? Limpias de pecado. Yo he hecho cosas de las que me arrepentiré toda la vida. Además, mi vida como esclavo se ha llevado todas esas buenas virtudes que buscan los libros sagrados. Mi piel está llena de las marcas de todos los amos por lo que he pasado. Me han ensuciado y Tú lo has de saber. – Se empezó a desvestir - ¡Mírame bien! Este sello es mi primera marca de esclavo, descubrí lo que es la mala vida, esta otra es del noble de Amel, con él aprendí que los adultos si pueden hacerles cosas malas a los niños, en Fortus aprendí a robar y mentir, con la familia Adagio entendí lo que es la tortura física y psicológica, este cuerpo está lleno de cicatrices ¿quieres que siga? – Kamui se iba airando aun siendo consciente de que el Dios Arkai sabia de su pasado.
+ En ningún momento he dicho que estuvieras sucio. Yo siempre he estado contigo desde tú nacimiento, he estado aquí y no tiene nada que ver con tu yo terrenal el que yo pueda alojarme en ti. Si no, tu yo interno, que es el capaz de albergarme en tu interior. Cualquier otra mente me rechazaría o se volvería loca. Poder escucharme es un gran golpe mental, mucho peor que cualquier golpe físico. Por ello eres especial, permites mi existencia en ti. No te menosprecies. Es tu gran capacidad de querer sobrevivir, echen lo que te echen, lo que te ha llevado a convertirse en quién eres. Eres como el mundo, puedes estar destrozado por fuera, pero tu interior quiere seguir luchando por estar ahí, sobrevivir y seguir adelante. Así que alza la cabeza y vuelve a tu mundo, tus compañeros esperan que despiertes.
- ¡Espera! Cuando podremos volver a hablar.
+ Solo tienes que llamarme desde tus sueños y acudiré a ti. Yo siempre estoy contigo.
Kamui lentamente fue abriendo los ojos y pudo ver que se encontraba rodeado por los serafines que le acompañan en su viaje. Notó como Calilula suspiraba aliviada y sintió el peso de Vito que se había dormido junto a su cama.
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