Aunque llevaban mucho tiempo sin viajar todos juntos, el viaje se les hizo bastante ameno y divertido, pero también tardaron más de lo planeado debido a que el número de miembros en el grupo había aumentado.
- Luxyum, se la conoce como la ciudad de las luces, porque sea de día o de noche siempre tienen luz. - Explicaba Calilula.
- ¿Cómo es eso posible? - Se extrañó Aqua.
- Usan unos Demiürg llamados “estrellas de noche”. Son una especie de insectos luminosos.
Se les hizo de noche. La luz de lunas los acompañó en el camino, hasta que se vieron eclipsadas por la luz que se veía en el horizonte, la luz de la ciudad. Vito fue el primero en dar un esprín para llegar antes, seguida de Aqua y, viendo aquello como una competición, Fogos fue detrás. Aunque Calilula y Kamui suspiraron en ver que reaccionaban como niños, ellos en el fondo también estaban emocionados de ver una ciudad tan grande e iluminada en plena noche.
La ciudad daba la bienvenida a los viajeros con un gran arco luminoso al entrar, seguido de un largo camino de pilares con brillantes Demiürg en la parte más alta. Las casas eran de piedra blanca lo que las hacía más luminosa y la gente subía y bajaba de por todas las calles acostumbradas a ellas, mientras que nuestros viajeros se empapaban en aquel nuevo lugar. Muchos locales estaban abiertos y tiendas exteriores están llamando a la gente con emoción. Cuando se dieron cuenta, se habían separado entre la multitud y las calles. Calilula acabó en un herbario escondido en una callejuela, Fogos en una taberna metiéndose en problemas, Aiko y Vito iban de chiringuito a tiendecita y detrás de cualquier cosa que les llamara la atención. Kamui se fue dirigiendo hacia la plaza mientras observaba la arquitectura del lugar, mientras anotaba todo en su cuaderno, descripciones y esbozos de la ciudad. Aquella costumbre la adquirió en sus largos viajes en mantarraya. Entonces reconoció la calle, luego la callejuela y, finalmente, como dos hombres entraban en ella. Silenciosamente los siguió hasta encontrarse con la escena del sueño. Una chica de piel blanquecina, vestida con un vestido rojo y una capa negra, pelo albino pero lo que más le llamó la atención fue verla con los ojos vendados con una ancha cinta negra. Los dos hombres la acorralaron contra la pared, la chica ni se inmutó, pero en agarrarla del fino brazo notó que intentaba forcejear. Kamui avanzó un paso, temeroso de que volviera a estar soñando la escena, pero en dar tres pasos se sintió seguro y avanzó con determinación.
- Y tú ¿qué miras? Piérdete.
- ¿Hay algún problema con esta chica? – No titubeó.
- No es de tu incumbencia.
- Pues yo creo que sí, no parece que quiera ir con vosotros.
- ¿Quieres pelea? ¡Eh! ¡Eh! - Se acercó a Kamui. - ¿Buscas jaleo? O ¿quieres que nos divirtamos contigo también?
El hombre duplicaba el tamaño del chico, pero Kamui no se movió. El hombre propinó un derechazo en dirección a la cabeza del joven que, con reflejos instintivos, lo esquivó. Con facilidad y gran velocidad, Kamui se escurrió tras aquel hombre agarrándole del brazo. Empezó a retorcérselo tras la espalda. Golpeó su pierna por detrás haciendo que cayera de rodillas sobre el suelo. El otro hombre no se creía la escena, soltó a la chica y fue ayudar a su compañero que se hallaba en el suelo insultando al chico. Kamui tuvo que soltar al hombre del suelo para esquivar la patada que le iba a dar.
- Vamos, no quiero pelear. - Retrocedió Kamui poniéndose al lado de la chica.
- Sí, hombre y que más, ven aquí mocoso, que me las vas a pagar. - Dijo levantándose.
- Bueno como queráis…
Kamui fue rodeado por los dos hombres. El chico era mucho más ágil que aquellos ellos dos, por lo que le fue fácil esquivar sus golpes, y muy previsiblemente llegaba incluso a devolvérselos. Aprovechando que uno de los dos hombres le intentó hacer una zancadilla dio un salto y se apoyó en el hombro del otro contrincante haciendo que se golpearan uno al otro. Mientras uno pedía disculpas a su compañero, el otro caía inconsciente.
- Ahora, rápido. Vamos. - Avisó Kamui agarrando a la chica del brazo y empezando a correr fuera de la callejuela. - Entre la gente estaremos a salvo. - Comentó mientras veía si les reseguían. No fue el caso.
De pronto la chica tomó la iniciativa y empezó a tirar de él en otra dirección. Entraron en lo que parecían unas calles residenciales para gente pobre, puesto que casi ni había luces que iluminaran el lugar. Condujo a Kamui hasta una de las casas. La chica le ofreció una rustica silla de madera y una taza con agua.
- Gracias. ¿Te encuentras bien? – Se preocupó pues no la había oído decir una sola palabra.
Kamui empezó a plantearse la idea que a lo mejor no podía hablar. La chica estiró la mano indicando que esperara un momento. Se sentó en la otra silla y estiró de la cinta negra que cubría sus ojos. Dejó cubierto el lado derecho y abrió lentamente su ojo izquierdo para que se acostumbrar a la luz de la sala. Su iris era de un claro y brillante azul.
- Muchas gracias por salvarme. - Dijo por fin con una sonrisa y una suave voz. - Tú debes de ser Kamui, te estábamos esperando.
- ¿Cómo sabes cómo me llamo? ¿Quiénes me esperan? - Se sorprendió ante aquellas palabras.
- Bueno… Hum… No sabría cómo explicarte esto, pero tuvimos que intervenir para avanzar el proceso. - Tamborileaba sobre la mesa. - Yo tampoco se mucho, solo soy un recipiente.
- ¿Cómo? Espera, no entiendo que me quieres decir. Empieza por el principio y poco a poco.
- No sé cómo explicártelo y si se lo dejo a Ella… Sus palabras tienen mucho poder y habría problemas. - Se ponía nerviosa. - Lo diré directamente, Kamui eres un orbe.
- Pero ¡¿qué dices?! ¿Qué es eso de un orbe? - La conversación le pillaba de sorpresa e intentaba a similar si creer a la desconocida.
- Un orbe es casi como una parte del Dios Arkai, es algo similar a una representación del mundo en la tierra. Pero no te preocupes, tú y el Dios Arkai sois dos entes diferentes y, por ello, tú tienes una consciencia individual, personal y libre albedrio. Yo en cambio, como soy un recipiente, fui creada únicamente para darte un empujón y ayudarte a conectar con el Dios Arkai antes de que el Dios Kimera acabe con todo.
- Alto, para. Me he perdido. Como puedes decir algo así, todo de golpe. Mucha información. No te puedo creer. – Kamui tuvo que escribir a toda velocidad la desbordante información que recibía, intentando comprender lo que significaban aquellas palabras.
- Lo siento, pero no disponemos de más tiempo. Pronto me encontraran, me tengo que marchar. - Dijo volviéndose a cubrir los ojos.
- ¿Quién te persigue? ¿Esos hombres de antes?
La chica se ató la cinta sobre el ojo izquierdo y abrió ampliamente el derecho. Este era de un vivo color rojo.
+ Ahora escucha. No nos queda mucho tiempo ves y encuéntrate con Arkai. – Aquella voz ya no era la dulce y melodiosa voz de la chica. Era un sonido lejano y, aunque Kamui oía el sonido, los labios de la joven no se estaban moviendo.
- ¿Qué eres? - Se levantó alarmado con un fuerte malestar.
+ Pronto tendrás tus respuestas. Ahora, ve. - Levantó y extendió la mano hacia la cara de Kamui, sin llegar a tocarle, el chico perdió en conocimiento cayendo en un profundo sueño en el interior de su consciencia.
+ Este lugar es seguro y tus compañeros llegarán hasta aquí. – Susurró antes de marcharse.
La historia se reescribió y los viajeros, sin saber cómo, se reencontraron todos en aquella alejada casa.
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