- ¡Buenos días cuncunita!
Escucho los pasos acercarse, el sonido de las cortinas al abrirse y un peso apoyarse en mi regazo. Pretendo seguir dormido. Pero la luz del día y el insistente zamarreo de mi amigo hacen imposible seguir fingiendo.
- Déjame dormir un rato más. y no me digas que soy un bicho.
- No te dije bicho, sino cun-cu-ni-ta. También conocida como gusano u oruga. Una cuncuna amarilla, debajo de un hongo vivía...
- Ya no cantes.
- Allí en medio de una rama, tenía escondida su cama. Comía pedazos de hojas, tomaba el sol en las copas... -Saca la almohada que uso para no escucharlo.
- Le gusta subirse a mirar, a los bichitos que pueden volar- agarra la frazada en la que estoy envuelto y la tira, yo no la suelto.
- Por qué no seré como ellos, preguntaba mirando a los cielos- se sube a la cama, me empuja hacia la orilla y caigo, como no solté las frazadas caigo enrollado en ellas, seguiré durmiendo en el piso.
- Porqué me tendré que arrastrar,- Me toma de las piernas, con todo y frazada.
- Si yo lo que quiero es volar - y me arrastra fuera de la habitación, por el pasillo hacia las escaleras.
- ¡Está bien, ya que me sacaste a lo bruto, me levantaré!
- Te espero abajo para tomar desayuno, y más te vale que bajes si no te volveré a cantar.
Uno de los acuerdos de convivencia que tomamos con Ian es el compartir durante las comidas. En especial el fin de semana, como ninguno trabaja, debemos desayunar juntos. Esto es en específico importante para Ian, que es un espíritu mañanero, y a pesar de que yo sea reacio a madrugar, me espera y se ha cumplido. Pero tanto le cuesta ser más flexible si le pido dormir un rato más. Y seguía refunfuñando sobre esto durante el desayuno.
- Alan, ya es mediodía, siendo que normalmente desayunamos a las 10, te dí bastante tiempo.
- Pero si quería dormir hasta las 2 de la tarde, me salto el desayuno y almuerzo directamente.
- ¡Pero si las orugas como tú deben comer muchísimo para crecer y generar hormonas para pasar por la muda!
- ¿Por qué insistes en llamarme oruga o cuncuna o como se llame?
- Pues porque cuando llegué ayer del trabajo estabas durmiendo, enrollado en frazadas como una larva en su pupa. Intenté despertarte pero no respondiste, así que lo permití en esa ocasión ¡Pero no puedes saltarte 2 comidas seguidas! ¿Y si te baja la presión, te duele la cabeza o te da indigestión?
- ¡Entonces si me enfermo, me enfermo no más! - Cruzamos miradas, yo esperaba que estuviera más enojado pero me encontré con su cara de "cómo dices eso"
- ¿Pero cómo dices eso? No me hagas esa mueca de "sabía que dirías eso". Si te llegas a enfermar quién sería el que te cuidaría, tu sabes que no es problema para mi, pero es otra historia si es porque te descuidas a propósito. Si sigues así te quedarás en una metamorfosis incompleta sin pasar por tu estadía de insecto adulto completo.
- Ya estoy acostumbrado a que mezcles información de flora y fauna cuando estás hablando, pero yo puedo dormir como quiera y no por eso me trates de insecto.
- Y yo estoy acostumbrado a que tú te desvíes el tema principal cuando estoy preocupado por tí, así que vayamos al grano: ¿Qué pasó ayer que te dejó tan cansado?
Sabiendo que tarde o temprano le terminaré contando de todas formas, comienzo a hablar sobre lo sucedido en el paseo de ayer. Ian me escucha en silencio, si paraba para organizar mis ideas no interrumpió con comentarios. Sólo me miraba ocasionalmente, mientras ambos comíamos, volvió a servirme una nueva taza de té ya que la anterior se enfrió, junto a él venían unas cuantas servilletas que usé para secar mis mejillas. Terminamos de comer y cuando estaba por levantarme de la mesa, tomó mi mano, con su sonrisa cálida y tenue responde.
- Vamos a la ciudad, de compras.
- ¿Acaso haremos una terapia de compras tipo comedia romántica?
- No seas ridículo, ve a buscar tus cosas que te espero en la camioneta.
El viaje desde nuestra casa hasta la ciudad es de 40 minutos aproximadamente, una vez saliendo de la zona habitacional del pueblo, tomamos la ruta para ingresar a la carretera. Ya en la autopista el tránsito es más expedito, y aunque la velocidad sea mayor, no hay muchos cambios en la aceleración y frenado, por lo que es seguro conversar en el camino. Así también lo sabe Ian, quien se encargó de explicarme las diferencias según cada insecto en su estado de anidación. Al principio me molestó en que insistiera en hablar del tema, pero escucharlo siempre es interesante. Resulta que el proceso en sí mismo se llama Metamorfosis completa, y no es exclusivo de las mariposas, sino que gran parte de los insectos pasa por ello. Existen etapas de huevo, larva, el proceso de pupación y recién ahí son adultos. Esas diferencias les permiten no competir entre ellas por alimento, y algunas anidan en el suelo, en crisálidas y hasta en heces.
Al encontrarnos en la ciudad, nos dirigimos hacia el centro comercial. Lo más cercano a eso en el pueblo es el negocio donde compré los ganchos hace unos días atrás junto a Will. Recuerdo su figura agazapada, llorando desconsolado en el suelo y mi pecho se aprieta. No lo apoyé, sin embargo ¿tengo derecho a tomar esa atribución? ¿él querría que yo hiciera algo, yo me atrevería a hacerlo?
- ¿Alguna tienda que quieras visitar?
- ¿eh... qué decías?
- Yo quiero comprar una chaqueta impermeable, utensilios de cocina y mercadería. Y tú, ¿hay algo que quieras comprar?
- La verdad no sé.
- No necesitas decidir de inmediato, podemos ir mirando cada tienda, de camino se te puede ocurrir algo. Y si aún no quieres nada me ayudas a llevar mis bolsas.
- Entonces seré un perchero.
- Cuatro brazos son mejores que dos, lo bueno es que trajimos muchas bolsas ecológicas para llevar todo. Si eres el mejor perchero te invito el almuerzo. - respondí imitando la pose de perchero con mis brazos a lo que Ian ríe vigorosamente.
Miramos los escaparates mientras caminamos a las tiendas que Ian desea visitar. Pasamos a la tienda de ropa outdoor que le gusta y tras probarse varias - demasiadas- chaquetas, decide llevar un impermeable azul marino tipo hoodie y una chaqueta ocre con interior de chiporro. Entre los polerones con chiporro hay uno burdeo que llama mi atención, me lo pruebo y me queda bien. Demonios, no quería comprar nada, pero hace tiempo que quería un chaleco así, además ya es otoño y de ahora en adelante hará más frío. Terminamos comprando las 2 chaquetas, mi chaleco, y aproveché de llevar una bufanda verde oscuro.
- Aunque ya tengo una bufanda verde, bueno, pues esa es a cuadros y esta es lisa, son totalmente diferentes. - le comenté casualmente a mi amigo.
- Yo no he preguntado nada - mira con sospecha intencional.
- Entonces no me mires así.
- Pero si tú empezaste a dar excusas, el uso que le des es tu problema.
- Bien.
- Pues bien también.
Seguimos comprando lo que necesitábamos en casa, mercadería y utensilios de cocina. Después pasamos a almorzar a un restaurante de comida rápida en la terraza del centro comercial. Ya al ir de vuelta hacia el estacionamiento, Ian necesita pasar al baño, mientras que yo lo espero frente a una librería de útiles escolares y compro rápidamente unos materiales que necesito.
Al volver a mi puesto de espera observé una máquina de gashapones de llaveros deportivos. Busco unas monedas y giré la manilla. Sale un balón de voleibol. Pienso en la famosa película del náufrago que se hace amigo de una pelota. Cuando recuerdo el nombre de la pelota me avergüenzo y escondo el llavero en mi bolsillo. Ian regresa y volvemos a casa.
Comments (7)
See all