Susurros a nuestro alrededor de pronto se expanden a todo el grupo y comienza un súbito caos. Padres abrazando a sus propios hijos, sujetos en un firme agarre, miradas confusas, exclamaciones de pánico y quejas inundan el lugar.
- ¿Oíste, se perdió un niño?
- ¡Cómo no lo vieron sus papás!
- ¿Qué hacían las maestras que no vieron nada? - era parte de lo que se entendía mientras todos tenían algo que decir al juzgar un posible culpable.
Algunos comienzan a llamar por teléfono, otros graban como si estuvieran documentando para compartir en redes sociales. El grupo es un desastre y no veo a Will ni al resto de su familia por el alboroto. Faith evita la mirada de otros escondiéndose tras mi espalda. Tomé su mano y corrimos hacia Eloísa, al saber que ella me ayudaría sin juzgar que perdí de vista a uno de mis alumnos. Me lleva con Norma, quien tras meditar un instante, sube a una de las mesas del camping. Proyecta su voz para dar su discurso.
- Atención a los presentes, guarden la calma y mantengan el silencio. He sido informada de que el paradero de uno de nuestros alumnos, Oliver Miller, es desconocido. Ante situaciones de emergencia como esta, lo primero es mantener la calma y actuar con cautela, han pasado unos minutos desde la última vez que alguien ha visto a Oliver y es crucial ser sensatos con la situación.
Norma, en su rol de directora dirige la emergencia, llama a la calma a los cuidadores alterados, y procede a comunicarse con los guardaparques del recinto quienes acuden rápidamente al sitio. Al estar la situación más controlada, logré encontrar a Will y a sus padres. Eloísa y yo llevamos a Faith junto a su familia, reciben a la afligida adolescente en sus brazos.
- Yo, él estaba allí ... los huevos, se agachó y... los otros corriendo, yo no ... lo ví más. -Su madre en un estado de desesperación intenta articular ideas.
- ¿Alguno tomó una foto de Oliver hoy? - Pregunta un calmado Will a su familia mientras abraza a su madre, evitando que caiga al suelo ante un probable desmayo.
- Yo tengo una que tomé cuando llegamos. - busca el padre en el celular.
- Bien, tenemos que llevar esa fotografía a los que organizan la búsqueda. - Lleva a su madre junto a su hermana, toma el celular y comparte la fotografía a su propio teléfono. - ¿Me llevas donde la directora, por favor? - cruzamos miradas pero es Eloísa quien reacciona primero.
- Sígueme, acaban de llegar los guardaparques y están con ella ahora mismo.
Los tres corrimos hasta fuera de la camioneta donde estaban reunidos. Comparte la fotografía reciente de Oliver con todos los presentes para así comenzar a formar cuadrillas de rastreo. La idea es conformar grupos compuestos solamente de adultos. Para ello, uno de los adultos de la familia cumple el rol de quedarse con su niño y el otro participa como voluntario. Cada miembro de la familia de Oliver se dividió en grupos diferentes para facilitar su reconocimiento, a excepción del padre quien por sus dificultades de marcha no puede acceder a los terrenos. Deja notar un profundo pesar en su semblante. Una vez todo organizado, inicia la búsqueda.
Comenzamos a adentrarnos en el bosque. Decidí formar grupo con Wilson, al ser con quien he tenido más trato de su familia. Además, estoy preocupado por lo compuesto que se ve, durante el tiempo que estuvimos preparándonos estuvo conteniendo a su familia y participando activamente de la organización de las patrullas. Temo que en algún momento toda esa compostura pueda perderse mientras pase el tiempo y no haya noticias. Sólo espero que tengamos buenas noticias pronto.
Avanzamos lentamente, gritando su nombre, revisando rastros en el camino que indiquen si siguió esta ruta, como una prenda, un trozo de tela o sangre. Revisamos entre los arbustos, en las grietas, desniveles del terreno, sin embargo no hay señal de su presencia. Pensar que buscamos señales suponiendo lo peor, me hace intentar imaginar un escenario más alentador.
- ¿Qué canción le gusta? - se me escapa un pensamiento en voz alta.
- Ah, ¿Disculpa? - replica confundido.
- Perdón, es sólo que me preguntaba ¿cuando están en casa Oliver responde cuando lo llamas por su nombre?
- Ahora que lo dices, sólo me responde si estamos cara a cara jugando.
- ¿Y si está de espaldas o lo llamas desde otra habitación, se acercaría?
- ¿Qué tiene que ver eso con la canción? - continúa llamando el nombre de su hermano en voz alta, escudriñando el lugar.
- Escúchame un momento, si Oliver en estos momentos está jugando en el bosque, no nos va a responder si lo llamamos. - Will se detiene y me mira en silencio. - Tal vez si nos oye pero se quedará en donde está porque es más divertido. Pensaba que sería buena idea buscar en el celular su canción favorita, así se acercaría a nosotros.
- Pero y si no escuchamos que está llorando o si pide ayuda. - Su voz se quiebra pero mantiene una postura firme.
- Pondremos el volumen bajo y no sonará la canción todo el tiempo, además cuando tu hermano se cae no suele llorar fuerte. Por lo menos así sucede en el patio de la escuela.
- ¡Pero aquí es otro contexto: Está solo y perdido, no hay nadie cuidándolo! - exclama alterado; sé que no está enojado conmigo, es sólo la situación que lo tiene al límite. Me acerco a dar palmadas suaves en su hombro.
- Al menos intentémoslo, no perdemos nada al probarlo ¿está bien?
- Cinco patitos de super simple. Siempre la cantamos cuando lo baño.
Encuentro la canción, subo el volumen pero mantengo la intensidad más baja que nuestras voces. Continuamos la marcha sin volver a hablar excepto por llamar a Oliver, nuestros gritos resuena en el bosque sin respuesta. Es entonces, que en la orilla de la laguna, entre unos arbustos, una voz se oye cantando parte de la melodía que suena desde el teléfono. Will corre llamando por su hermano, pero sigue cantando entre el follaje. Apresuradamente lo agarra entre sus brazos; llevaba en sus manos un escarabajo, con el que debió estar jugando en la tierra. Embarrado en lodo, pero sin lesiones ni signos de trauma aparente; el pequeño se observaba tranquilo y feliz de ser abrazado por su hermano, acurrucado en su regazo. Mientras que las piernas del mayor cedieron ante el súbito alivio, un llanto desolador escapa de la coraza que mantuvo durante la búsqueda.
En ese instante brota en mí el ansia de unirme al cálido abrazo del reencuentro. También siento un profundo consuelo al ver a mi alumno en buenas condiciones, y de ver a mi amigo aliviado de que no sucediera una tragedia. Pero me detiene una barrera imprevista, es el presentimiento de que si la cruzo, mi relación con ellos cambiará drásticamente. Es así que mantengo la distancia, llamo por teléfono a Norma para dar la noticia del hallazgo de Oliver, quien avisa al resto de las cuadrillas de búsqueda. Esperamos a los guardaparques para que vengan a buscar a Oliver y Wilson, quien por el shock no podía levantarse del suelo y fue asistido por el equipo y trasladado en auto hacia un hospital.
Uno de los guardaparques ofreció llevarme en el auto junto con los hermanos, pero al ver que la directora también iba en el auto para acompañarlos al hospital, decliné el favor comentando que podía volver a pie para que viajaran con más comodidad. Mientras el auto se alejaba, me encontraba por primera vez en el día completamente solo y en silencio, oyendo el sonido del viento entre las hojas. Recién entonces noté mis manos temblorosas, comenzando así una arrolladora tensión desde la boca del estómago subiendo a mi garganta, las lágrimas manchan las mangas de mi ropa. Tomé asiento en una piedra cercana hasta calmarme y volver con el grupo de mis alumnos y apoderados. Mientras que algunos apoderados se quedaron para escuchar sobre novedades del caso, la mayoría de ellos ya se había retirado, entre ellos la familia de Oliver, quienes ya estaban de camino al hospital, acorde a lo referido por una apoderada.
Con el viaje escolar ya suspendido, los que quedamos terminamos de ordenar la ornamentación que quedó de la pascua. Mis colegas me informaron que la directora autorizó que pudiera retirarme del trabajo antes, pero no quería dejar a mis compañeras y apoderados limpiando solos. Al finalizar, una de las familias ofreció llevarme en su auto. Durante el viaje recibí una llamada de la directora informando que Oliver estaba en buena condición y fue dado de alta. Finalmente llego a casa, me desplomo sobre la cama y duermo desde la tarde hasta el día siguiente.
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