Observando desde la ventana del bus, fijo mi vista en el horizonte lejano que se desplaza menos en comparación al paisaje cercano. Los árboles, rejas y postes de luz desaparecen fugaces, apresurados y borrosos. Mientras que las montañas quedan atrás lentamente, como aferrándose a permanecer contigo.
Tal vez así sucede con los recuerdos, algunos pasan rápidamente. Por una parte, no siempre se recuerdan todos los postes de luz o los árboles que viste en tu vida, así es como desaparecen anécdotas o recuerdos que no dejan una impresión. Por otra parte, aquellos recuerdos que son como montañas permanecen contigo, se aferran y forman parte de ti, donde quiera que viajes o gires serán parte de tu paisaje. Todo estaría bien de ser posible elegir qué recuerdos pueden ser como arbustos y cuales como montañas. De ser así, no sería tan difícil volver.
Aparecen casas, negocios y plazas, dando paso al terminal de buses. Luego de recibir mi equipaje, salgo del terminal y espero que pase un autobús o taxi que me acerque a mi destino, el cual es la casa de mi amigo Ian. No necesito corroborar el recorrido del transporte, ya que conozco perfectamente por donde transita. Viví en este pueblo durante mi infancia y adolescencia, y apenas tuve una oportunidad salí de aquí. Quizás fue una decisión apresurada, pero no aguanté ni un minuto más en este asfixiante lugar.
Justo cuando comienzo a tener recuerdos molestos de esa época pasa un taxi -se tarda tanto en pasar como siempre- hago la señal de estirar mi mano para que se detenga y subo en él. A diferencia de los taxis de la ciudad, aquí el pasajero paga una tarifa fija apenas sube, mientras que en la ciudad se paga al finalizar el viaje y el conductor revisa un contador que indica la distancia recorrida. Recuerdo haber pasado una vergüenza tremenda la primera vez que subí a un taxi en la ciudad, ya que algunos taxistas inescrupulosos alteran el contador de distancia para cobrar más caro por el recorrido. Pero ya no va al caso, ya que estoy de vuelta en mi tierra natal y ya no tendré que tomar esos molestos taxis de nuevo.
El auto se detiene frente a una casa de 2 pisos y en la entrada se encuentra Ian, quien se acerca corriendo con entusiasmo.
- ¡Hola Alan, Qué gusto volver a verte! - Grita alegremente mientras me abraza con fuerza.
- Ian, también me hace muy feliz verte, ¿pero te puedo pedir que hablemos adentro en tu casa, por favor? - le digo algo avergonzado, ya que el conductor se notaba molesto por la demora en bajar mi equipaje.
- Tan tímido como siempre - me dice más tranquilo mientras bajamos las maletas - tienes razón, tenemos todo el día para ponernos al corriente.
Mientras que Ian me invita a pasar a su casa, observo que tiene su toque en muchos de los objetos que posee, que han cambiado desde la última vez que estuve aquí. Muchas plantas de interior, muy acorde a su gusto por la naturaleza y un estante repleto de libros. La pared que da paso a las escaleras está decorada con fotografías de su familia, y entre ellas estaba colgada una foto que nos tomamos en la escuela. Me invade la nostalgia con una mezcla de tristeza, pero predomina el consuelo de conservar una vieja amistad.
- Veo que aún conservas esas fotografías - Le digo mientras recuerdo lo mucho que me molestaba que me tomaran fotos.
- Sí, y tengo muchas más en un álbum, creo que valió la pena el esfuerzo de insistir tanto en tomarlas- como si supiera justo lo que estaba recordando.
- Tú sabes que no me molestaba contigo, es sólo que no era muy fotogénico - comento a modo de excusa.
- Sí, además tú no querías dejar ningún registro de esa época, pero para mí era importante recordar, tanto lo bueno como lo malo.
- Me hubiese gustado ser tan optimista como tú.
Ian me observa con preocupación, trata de decir algo, pero su primera idea queda guardada en él, piensa por un instante y continúa hablando con serenidad.
- No necesitas ser como yo Alan, tú tienes tus propias virtudes, por eso estoy muy feliz de que volvieras. Sé que no es fácil para ti, pero te extrañaba muchísimo. Puedes pensar que soy un egoísta, pero no pude evitar emocionarme cuando me pediste vivir conmigo.
- ¡¿C-Cómo puedes decir algo tan conmovedor sin una pizca de vergüenza?! Me sorprende que sigas igual de calmado.
- Por eso todos pensaban que era un desvergonzado, todavía recuerdo todos los malentendidos por los que pasé por eso - mira hacia el techo y cubre avergonzado su cara al recordar su mala fama.
- Con mayor razón nos miraban con más extrañeza, como una pareja dispareja, entre el presumido y el antisocial.
Reímos y continuamos preparando la mesa para comer algo, pero Ian busca por la alacena y nota que falta algo.
- Alan, tengo un problemita pequeño, olvidé hacer las compras y no tengo pan ni nada para acompañar la once- menciona en un tono despistado- ¿Me esperarías aquí mientras voy a comprar a la panadería?
- No te preocupes, yo puedo ir a comprar por ti, mientras que tú terminas de poner la mesa y preparar el té. Solo dime donde queda ahora el negocio y voy de una carrera. - No es la idea que él haga todo en la casa, deberíamos compartir las tareas domésticas.
- ¿En serio? te lo agradecería mucho, ahora la panadería queda donde antes estaba la librería, a unos minutos caminando derecho por esta calle.
- Está bien, si recuerdo donde quedaba, voy y vuelvo.
- Ten, tu copia de las llaves - me entrega el par de llaves de la puerta y el portón unidas a un llavero de rana, muy de su estilo.
Camino por un recorrido que solía hacer seguido, después de clase veníamos a pasar el rato juntos para estudiar, jugar a la gameboy o a ver televisión. Pensándolo bien, también hubo muy buenos momentos que pasé aquí, tal vez volver era necesario para recordar eso. La antigua librería fue renovada por completo, ahora lucía como una acogedora pastelería, sin nada que envidiar al estilo de la ciudad, destacando del aspecto aburrido de los otros negocios del barrio. Paso con curiosidad y en el mesón atiende una joven de aspecto tranquilo.
- Hola, buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle?
- Hola, quería comprar una bolsa de pan de molde, algo para acompañar el pan - mientras observo la vitrina que exhibe una variedad de pasteles, tartas y galletas. - y un par de pasteles de la vitrina.
- ¿Cuáles pasteles quiere específicamente?
Una de las cosas que más me cuesta hacer en la vida es decidir entre opciones. Siempre pienso en que quizás no me guste lo que elija, ¿y si a Ian tampoco le gusta?, una decisión tan pequeña me quiebra la cabeza.
- Mmm... ¿me podría recomendar usted algo? Es que soy nuevo aquí y no sé qué elegir.
- ¡Claro! entre toda la variedad de pasteles, el más popular, y mi favorito, es la tarta de frutas, la recomiendo a ojos cerrados. Además, todo lo que ves es preparado en esta tienda, así que garantizo su calidad.
- Entonces, llevaré dos tartas, además del pan, y una mermelada, a tu elección también por favor. - no quiero entrar a pensar entre las opciones de mermelada tampoco.
- Está bien, de moras entonces - sonríe mientras cubre su boca. - Espero que puedas probar más variedad de nuestros productos para que después sea más fácil elegir, ¡hasta luego!
Procedo a pagar e irme rápidamente, un poco avergonzado de mostrar tan pronto mi lado indeciso. Sin embargo, a pesar de todo, la joven fue muy agradable y tuvo bastante paciencia, así que, tomando el lado positivo, vuelvo a casa de Ian.
La mesa ya se encuentra servida, acomodo en unos platillos las tartas de frutas, el pan en la panera y la mermelada directo a la mesa. Pasamos un buen momento recordando viejos tiempos, Ian me habla sobre su trabajo en el parque nacional como investigador de la biodiversidad del parque, determinando los estados de conservación de las especies de plantas y animales de la zona. Escucharlo hablar con tanta pasión me alegra y deseo que siga manteniendo su vocación en lo que realiza.
- ¿Y tú Alan, cuando comienzas a trabajar?
- De hecho, parto mañana con una inducción por parte de la directora, luego me presentaré a los apoderados y desde el día siguiente sigo por mí cuenta.
- Todavía no creo que de todos los lugares a los que postulaste, sólo hayas quedado aquí, en tu pueblo natal. Menos mal que no es en nuestro antiguo colegio, sino que en un colegio de preescolar aparte.
- Si, yo tampoco lo creí, de hecho envié mi currículum a muchos colegios, pero me llamaron en muy pocos, en parte se debe a la discriminación hacia los hombres en el área de educación.
No he mencionado que estudié para ser educador de párvulos. Siempre me llamó la atención el área de la pedagogía, y en general tengo un buen trato con los niños, pero de haber sabido la aversión que siente la comunidad escolar por los hombres trabajando en esta área hubiera elegido otra carrera. Sin embargo, me encantaría desempeñar mi rol adecuadamente para contribuir a disminuir el prejuicio de nuestro género en el área. Por una parte, entiendo el miedo que pueden sentir los padres y otros colegas, pero no es correcto generalizar así con todos. Espero que en esta oportunidad resulte, ya que sino tendré que dedicarme a otra cosa.
- Sé que vas a estar bien, con lo paciente que eres, seguro te llevarás bien con los niños, así que da lo mejor de ti.
- Gracias, eso intentaré. - Miro la hora y ya es muy tarde - me encantaría seguir hablando, pero mañana es lunes así que deberíamos ir a dormir.
- Sí, por supuesto, te llevo a tu habitación.
Subimos la escalera con mis maletas, entramos a una habitación con una cama, escritorio, silla y clóset.
- Traté de dejar sólo lo esencial para que puedas acomodarte y decorar como tú prefieras, cualquier cosa que necesites sólo avísame, de ahora en adelante esta es tu casa también. Buenas noches.
Sus palabras me tranquilizan y hacen que me sienta cómodo en mi nueva habitación.. Acomodé mis pertenencias en el armario, y me dí una necesaria ducha después del viaje. bolso lo que pueda necesitar en el trabajo mañana. Sin tiempo de pensar demasiado, el sueño me invade y duermo profundamente.
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