Diez minutos después, sus hermanos salieron finalmente de la fila luego de comprar las cosas. Se veían contentos de cargar las bolsas del mandado.
Daitaro observó a Daiki rehuyendo la mirada. ¿Acaso seguía apenado por haber venido?
Masaru se acercó a Daiki y le ofreció una de las bolsas del mandado. En cuanto el pelirrojo aceptó cargar la bolsa sin muchas ganas, el de ojos verdes le revolvió el cabello y tomó la oportunidad de sujetar la mano de éste con su ahora mano libre.
Daiki se vio levemente sorprendido por la acción, por lo cual le dedicó una expresión interrogante. Masaru tan sólo sonrió y lo jaló levemente para incitarlo a caminar. Mitsuru y Daitaro rieron brevemente al ver cómo Masaru estaba llevándose al otro a su ritmo completamente animado. *Pasando una cuadra, los niños se detuvieron para esperar que los carros pasaran. Masaru, quien seguía de la mano con Daiki, miró a la derecha y observó a una anciana que estaba volteando de un lado a otro cuestionándose algo. El pelinegro lo pensó por un momento. ¿Sería que la señora no sabía si cruzar la calle o no? Regresó su atención a la calle. Se trataba de una avenida amplia, por lo cual venían carros de ambos lados y aunque hubiera un paso peatonal, era entendible que una persona mayor tuviera problemas para cruzarla. Notando que algo estaba en la mente del pelinegro, sus hermanos se vieron curiosos. “¿Sucede algo, Masaru?” preguntó Daitaro al seguir su mirada hacia la anciana. “Oigan, ¿creen que puedan llevar las cosas al apartamento? Los alcanzo después” en cuanto dijo esto, Daitaro frunció levemente el ceño, no se veía feliz. “¿Eh? Pero…” murmuró Daitaro con incomodidad y sin saber bien qué decir. “Vayan a la casa, yo me encargo de regresar con Masaru luego de esto” declaró Daiki con la intención de darle tranquilidad a su gemelo. Daitaro sujetó la bolsa del mandado que Daiki tenía y se quedó en silencio por un momento; sin embargo, con renuencia, suspiró. “No tarden mucho” el de cabello largo les dedicó una sonrisa incómoda. Mitsuru, cargando más del mandado pues ahora Daitaro y él cargaban las bolsas de ellos, los miró con cansancio. “Primero niñera de uno y luego del otro…, ¡Masaru, más te vale que no te quedes ayudando a toda la manzana!” Dicho esto, el rubio le dedicó un pulgar arriba a Daitaro, quien se veía con ganas de cubrir su rostro. Al no poder hacer esto por estar cargando al cachorrito y una bolsa del super, tan sólo desvió la mirada. Daitaro siguió su camino al apartamento con Mitsuru, mientras que Daiki se quedó en la esquina viéndolos alejarse. “¡No vayas a tirar las bolsas, Mitsuru!” gritó Daiki al saber que éste era muy capaz de eso si llegaba a cansarse. “¡No lo haré mientras no se rompan!” contestó el rubio al alzar una de sus manos mostrando una de las bolsas. Daitaro miró a su gemelo de reojo por un momento antes de regresar su mirada al frente y seguir caminando. Ya entonces, Daiki miró hacia Masaru, quien estaba ya a mitad de calle ayudándole a la anciana a cruzar. Daiki se apresuró a cruzar la calle y observó a su hermano despidiendo a la señora luego de que ésta le diera un billete de 10 dólares mientras le agradecía de todo corazón. Masaru sonreía un tanto apenado por las palabras de la mujer, no quería aceptar el dinero ya que no lo había hecho por eso; no obstante, la anciana le insistió en que lo aceptara antes de alejarse y desearle un buen día. “Vaya…” murmuró el de ojos verdes al ver el dólar. “¿Qué? Es genial que te diera dinero, ¿por qué te ves incómodo?” “No sé, sólo quería ayudarla a cruzar… Esto parece a que lo hice con dobles intenciones…” “¿Realmente importa? Ella quiso demostrar sus gracias así…” Daiki hizo una mueca de burla. “¿No estás siendo grosero al verte incomodo por la compensación? ¿Acaso esperabas que te diera más?” “¡¿Qué?! Ni siquiera esperé que me diera algo, digo, sólo la ayudé a cruzar” Masaru rascó por detrás de su cabeza evidentemente apenado. “Pero tienes razón, creo que lo mejor es sólo aceptar su buena intención y no pensarlo demasiado” agregó con una sonrisa optimista. “Exacto, y ojalá te sigan dando, es lo menos que espero cuando te la pasas ayudando” dijo el pelirrojo al mirar hacia la pared adyacente, la cual lucía un graffiti que cubría gran parte de la superficie. Se encogió de hombros. “¿Nos vamos?” preguntó al regresar su atención a su hermano… Quién había recogido unas latas que estaban en la orilla de la calle, de momento estaba viendo cómo su hermano las tiraba en un bote de basura que estaba en la esquina que estaba del otro extremo a donde estaba Daiki. “¡Oye, ya vámonos!” ante el grito, Masaru le respondió con un ‘¡Espera, ya voy!’ Sin embargo, una pareja lo detuvo para preguntar por direcciones…, o al menos eso es lo que parecía a los ojos de Daiki por los ademanes que estaba haciendo el de ojos verdes. Daiki entornó los ojos con fastidio. Al ver a la pareja yéndose y a su hermano despidiéndolos, éste corrió hacia él y lo sujetó de la mano ahora jalándolo de regreso. “Te dije que ya” “Haha, lo siento, es sólo que pasa cosa tras cosa y yo…” “Lo sé, pero si no te detengo te quedarías ayudando a todo el que se te cruce por el resto del día” “¿Eh? No exageres, sólo ayudé a la señora a cruzar, recogí la basura y les di indicaciones. ¿Qué tiene de malo?” “Nada, pero como bien dije, si no te detengo no parece que puedas hacerlo por tu cuenta” Masaru hizo un puchero al escucharlo. “Podrías ayudarme y así acabaría antes” “¿Qué? Ni loco desperdiciaría mi día ayudando a todo el que me tope” “Ehh… Pero yo sí te ayudo y hasta te sigo la corriente cuando te pones a decirle cosas hirientes a los que te molestan” “Yo no te obligo a que lo hagas, lo haces porque tu quieres” “Lo hago porque eres mi hermano solamente, ah, pero sólo lo hago cuando creo que tienes razón y porque de alguna manera me dejo llevar cuando estoy contigo” “¿Eso qué significa? “Supongo que de alguna manera es divertido seguirle la corriente, jefe” “¿Y tienes que llamarme jefe cada vez…?” “Sólo cuando siento que me comporto como un secuaz, jefe, hehe” contestó Masaru al sonreír de oreja a oreja. Daiki suspiró con un poco de fastidio. “En todo caso, que seas mi hermano no hará que te ayude cuando andes ayudando a todo el mundo” “¿No habrías ayudado a la anciana si no hubiera estado yo?” “...” Daiki desvió la mirada ante la pregunta. “No” “¿Qué? ¿Por qué no?” “Si hubiera venido por mi cuenta no habría una anciana queriendo cruzar en primer lugar. No sé por qué, pero esta gente sólo aparece cuando estás tú” “Hahaha, ¿quizás no te das cuenta de las personas que necesitan ayuda a menos de que esté yo?” “Quizás, pero de verdad, esta gente aparece por arte de magia” “Ya veo, heh” “Por lo general haces lo que te pido que hagas o te unes a lo que yo hago sin que te lo pida” “¿Hm? ¿Te molestó que dijera que no lo haría si no creyera que tienes razón? Hehe, no lo pienses mucho, me divierte seguirte la corriente casi siempre”
“¿Y no te sientes como un secuaz?” “Sí” “¿Entonces por qué lo haces…?” “Lo dices como si ser un secuaz fuera algo malo. Se siente divertido, sabes que me gustan los villanos” “Pero los secuaces sólo siguen órdenes sin cuestionar…” “Pues soy un secuaz de primera clase en ese caso” comentó Masaru “Simplemente creo que es divertido, jefe” “No eres un secuaz, no me llames jefe” “¿Entonces qué soy?” “Mi hermano solamente” “Eh… Eso suena un tanto aburrido. ¿Qué tal 'compinche' entonces?” “¿Qué?” “Bueno, digamos que soy el segundo al mando cuando Daitaro no está” declaró Masaru “Pero como dije, no me molesta hacer lo que me pidas” “...A ti no te molesta hacer nada de lo que la gente te pide” “¡Pero qué dices! Es muy diferente que algún extraño me pida algo a que tú me pidas algo. Me gusta ayudar, pero contigo simplemente es divertido” “Eres muy raro… Entonces si te pido que te avientes de un precipicio, ¿lo harías?” “No” contestó Masaru sin chistar. “¿Que le robaras algo a alguien?” “Sólo si es para recuperar algo que te quitaron o si es necesario” “¿Que golpees a alguien?” “No necesitarías pedirmelo” contestó Masaru al hacer un puño y sonreír con confianza. Sabía que si tenía que golpear a alguien simplemente lo sabría y lo haría. “¿Enterrar un cadáver?” “Seguro, si me ayudas a enterrarlo también, han de ser muy pesados” “Uh… ¿Que le pegues un chicle en el cabello a alguien?” “Sólo si se trata de ya sabes quien, aunque quizás Daitaro se enfade si lo hago” “Uh… No suena a que harías lo que fuera que te pida” “Te dije que soy un secuaz de primera clase” “¡Deja de decirte secuaz!” “Bien, bien… segundo al mando y un secuaz capacitado para cumplir órdenes razonables” “Sólo eres mi hermano y ya” “¿Pero por qué te importa que me auto llame secuaz?” “...No sé, siento que ese término le queda más a Mitsuru” Masaru lo miró con incredulidad. “¿En qué universo…? Haha, Mitsuru, ¿un secuaz? Eh… Bueno, quizás si cree que está en un videojuego” “...¡En todo caso! No te digas secuaz, suena a que no tienes cerebro” “Hmm… ¿De casualidad te recuerda a los niños de la escuela? No me molesta ser tu secuaz pero si me comparas con esos niños entonces tenemos un problema. Los secuaces son los ayudantes de los villanos y dependiendo de cómo…” “¡Espera! ¡No empieces con un sermón acerca de porqué merecen respeto! Ya entendí, te refieres a que te sientes más como un secuaz profesional de algún villano importante” “¡Exacto! Y debo decir, cuando te pones de gruñón y cretino con otras personas aunque te estés defendiendo, se siente como si estuviera apoyando a un villano” “Eh… No sé si tomarme eso como un insulto o no” “No importa, lo importante es que es divertido” Daiki miró a su hermano con sospecha. Su forma de pensar era curiosa pero quería creer que no lo decía con malas intenciones… El pelirrojo observó el graffiti de antes e inmediatamente esbozó una sonrisa maliciosa. “Oye, ¿qué opinas de este graffiti?” “¿Ah?” el pelinegro siguió su mirada, se veía asombrado por la pintura. “¡Es enorme! Cómo es que no vi esto hasta ahora…, un ojo gigante con un 9999…” “¿Qué te parece si hacemos algo de graffiti más tarde?” sugirió Daiki. “¿Y hacer graffiti aquí?” “Hmm, pensaba más hacer graffiti sobre la casa de uno de esos niños de la escuela” “Ehh, no sé, sé que se lo merecen pero no creo que a Daitaro le haga mucha gracia si se entera” comentó Masaru al pensar en esto. “¿Qué tal si salimos en la noche cuando se duerma? Sólo faltaría decirle a Mitsuru” “¿Y qué hay del aerosol? Daitaro se deshizo de los que teníamos, ¿no?” “Uh… Bueno, seguimos cerca de la tienda” sugirió Daiki. Masaru se quedó pensando en esto, no se veía muy seguro de eso. “Pero Daitaro se llevó la cartera…” “¿Qué la anciana no te dio un billete?” “¿Hablas de que use lo que me dio para un aerosol?” Al considerar esto, Masaru se vio reacio. “No sé, de por sí me siento raro porque no esperaba que me diera dinero y usarlo para vandalizar la casa de alguien… Aunque sea la casa de un niño que se lo merece…” “¡Vamos! ¡Es una buena oportunidad ahora que Daitaro no está viendo!” “¿Por qué no mejor mañana golpeamos a uno en la escuela?” sugirió Masaru felizmente. “Ya tenía ganas de golpear al que quemó tus libros aquella vez” Daiki desvió la mirada con disgusto. “No recuerdes eso, haces que me den más ganas de rayar su casa, tch” “Mira, te diría que sí si no fuera porque este dinero me lo dio la señora. Sugiero que hagamos otra cosa” “...” Daiki desvió la mirada evidentemente disgustado. “¿Por qué te importa tanto el uso que le des a ese billete? Ya te lo dio, ya es tuyo, puedes hacer lo que quieras con él” Masaru suspiró al escuchar a su hermano quien sonaba evidentemente enojado y frustrado. “Y es por eso que estoy diciendo que no quiero usarlo para algo así. Tú eres quien quiere que lo use…” “¡¿Pero por qué no?! ¡De todas formas lo harías con otro billete! ¡No tiene sentido lo que estás diciendo!” “...” Masaru se vio un tanto fastidiado de escuchar al otro. “Daiki, por más que grites no te voy a decir que sí y no quiero pelearme contigo, es como hablarle a una pared cuando te enojas” “Tch” Daiki se giró al escuchar eso. “Vaya secuaz que eres” “Mira, ¿qué tal si compramos el aerosol pero lo usamos para hacer graffiti en otra parte? Hay paredes para hacer graffiti en la ciudad. No quiero usar este billete para vandalizar pero podemos usarlo así” sugirió Masaru. “...” el pelirrojo caminaba con intención de regresar al apartamento y sin ganas de dirigirle la palabra a Masaru, se mantuvo en un silencio incomodo. Masaru suspiró. “¡Te tocó la mala suerte de que no sea Mitsuru, pero aún podemos hacer graffiti si te calmas!” exclamó el de ojos verdes al acercarse trotando a su hermano. “Sí, tienes razón, Mitsuru será tonto pero al menos no dice estupideces como esta” contestó Daiki al verlo con mucha irritación. “...” Masaru entornó los ojos con molestia. “Se me están quitando las ganas siquiera de hacer graffiti, pero… De nuevo, podemos hacer graffiti dónde nos dejan hacerlo por esta vez y divertirnos, o bien…, puedes hacer tu berrinche y quedarte sin hacer nada” Daiki sostuvo su tabique expresando su frustración e irritación. “Cállate, no quiero hablar contigo ahora” “Como quieras” contestó el pelinegro al caminar a lado de su malhumorado hermano. Masaru sabía que Daiki tenía problemas para controlar su ira, era muy fácil hacerlo enojar y le costaba calmarse…, por lo que en una ocasión donde su hermano estaba en paz, Masaru le había dicho que para evitar peleas inútiles, lo mejor era que Daiki le dijera a Masaru que no quería hablar si veía la necesidad. Era imposible razonar con él y Masaru se había encargado de hacerle saber a Daiki que lo mejor para todos es que simplemente lo aceptara y lo dijera. Claro, esto no había sido fácil y necesitó de muchos intentos para que su hermano lograra hacerle caso; sin embargo, Masaru había aprendido a que no tenía caso discutir con él y menos funcionaba el ceder a sus berrinches. Lamentablemente Mitsuru todavía cedía cuando Daiki se ponía muy insoportable, pero al menos Masaru ya tenía una idea de cómo lidiar con él. En el caso de Daitaro…, bien, él tenía el lujo de no tener que lidiar con eso, pues si alguien podía controlar a Daiki o ponerle un alto con facilidad, era él.
Comments (0)
See all