Segundo después, Daiki decidió ignorar a su hermano e ir por otro lado para buscar a Hachi, claro que, no pudo evitar pensar en su gemelo mientras recorría los pasillos. Al preguntarse dónde estaría, una imagen de su hermano en la zona de pastelería apareció en su mente. Su gemelo se veía entretenido viendo los postres y sin intención de irse por el momento. El pelirrojo se sonrojó al creer que era un poco obvio el lugar donde su gemelo estaría. Consideró ir a buscarlo, pero…
No había necesidad de preocuparlo. Él podía encontrar a Hachi antes de que se enterara.
-Daiki, ¿encontraste a Hachi? Ohh, ¡sabía que podías hacerlo!- el pelirrojo imaginó a su hermano elogiándolo por un trabajo bien hecho. Al darse cuenta de su vergonzosa imaginación, Daiki sacudió su cabeza y con un evidente sonrojo, se dio golpecitos en la cabeza queriendo olvidar lo que había visto.
“Entonces…, en qué estaba…”
“¡Daiki, puedo verlo!” ante el grito de su hermano minutos después, el de ojos rojos volteó en la dirección de su voz… para entonces verlo parado sobre una estantería.
“¡¿Pero qué?!” el niño exclamó antes de correr hacia Masaru. “¡¿Qué crees que…?! Ugh…”
El de ojos rojos observó la estantería con muchos productos en el suelo a su alrededor. Sí, Masaru había tirado las cosas en lo que subía o mientras hacía su camino hasta el tope. El pelirrojo miró a los lados en búsqueda de un guardia pero al no ver a nadie, regresó su atención al pelinegro.
“¡¿Acaso estás loco?! ¡Baja de una vez! ¡Nos van a regañar!”
“¡Entiendo eso pero digo que puedo ver a Hachi! ¡Está cerca de la zona de aparatos electrónicos y la ropa!”
“¿Eh? Eso es…” sabiendo que Mitsuru había ido para allá, decidió marcarle para avisarle.
Masaru observó en silencio a su hermano mientras hablaba con Mitsuru, en cuanto colgó y regresó su atención a él, el pelinegro sonrió de oreja a oreja.
“¡Masaru, bájate de ahí!”
“¿Hm? ¿Por qué?”
“¡Es una orden, idiota!”
“¡Haha, no sea tan gruñón, jefe!” exclamó Masaru al mirar hacia un punto de forma diagonal y saltar, cayendo de forma de dar una marometa en el piso para amortiguar la caída.
“...” Daiki se quedó en silencio al no saber qué decir. Sin darle tiempo de pensar, Masaru jaló a su hermano consigo hacia otro pasillo.
“¡Así ya no sabrán que fuimos nosotros!”
“...Hasta que chequen la cámara de seguridad”
“Eh… Sí, quizá tengamos que cambiar de super por un rato, hehe…”
“Sólo hiciste un desastre molesto de reorganizar, no es como que rompieras algo así que no creo que pase algo si volvemos”
“¡Bien!”
“En cuanto a lo que acabas de hacer…”
“¿Acaso no es genial? Puedo enseñarte si quieres”
“Sí lo es, pero… ¡No! Masaru, ¡no brinques así! ¿Qué acaso quieres terminar de nuevo en el hospital?…”
“¿Hm? Bueno, admito que esa vez no medí bien la altura de donde caí… ¡Pero no te preocupes! He practicado bastante como puedes ver ”
“¿Bastante…?” Ante la expresión entre irritación, miedo y descontento, Masaru suspiró.
“Oye, no me hagas esa cara, eso pasó hace como 2 dos años. Antes creías que era genial cuando brincaba y sólo por un accidente, ¿ya no lo es?” Al ver la expresión todavía más amarga de su hermano, continuó tratando de justificarse. “¡Ni siquiera dolió tanto! Claro que iba a regresar a intentarlo en cuanto me recuperara”
“¿Qué quieres decir con que no dolió tanto? ¡Te rompiste una pierna y un brazo!”
“Quizás, pero eso es parte de aprender a brincar, uno tiene que caerse primero” explicó Masaru con un pulgar arriba.
“¡Yo vi cómo te caíste! ¡Tuviste suerte de no caer de cabeza!”
“Es normal si estás aprendiendo a brincar y caer con estilo” respondió Masaru de forma despreocupada. “¡Si tuviera miedo de romperme algo de nuevo no habría podido aprender a hacer algo como lo que vemos en las películas!” explicó Masaru “Se siente como si tuviera poderes así que me gusta hacerlo cuando se presenta la ocasión”
“¡No es genial que acabes en el hospital, entiende!”
“Nadie dijo que fuera genial acabar en el hospital…, mejor le enseño a Mitsuru, seguro que él diría que es genial”
“Masaru…” Daiki gruñó levemente al escuchar esa idea.
“Déjame adivinar… Él ni siquiera sabe que brinco ni se lo imagina. ¿Entonces no sabe la razón de que yo acabara en el hospital esa vez?”
“Claro que no lo sabe, yo era el único al que le enseñabas esos saltos. Él sólo sabe que te caíste” dijo Daiki al cruzarse de brazos.
“Realmente no creo que tenga algo de malo que sepa…”
“¿Bromeas? El tonto cree que todo es un videojuego, si se emociona al verte podría tener la estúpida idea de imitarte. Es mejor que no sepa que sabes hacer esto”
“¿Es enserio…?” respondió Masaru al verlo con incredulidad. “A Mitsuru no le gusta hacer ejercicio, aunque le gusten los videojuegos dudo mucho que pase de echar porras a tratar de hacerlo él”
“¡En todo caso! Estamos hablando de ti, no me parece que estés haciendo esos saltos y no-”
“¡¿Acaso es una orden, jefe?!”
“Ugh… No es que te quiera ordenar nada, y aunque lo fuera, no es como que lo dejaras sólo porque te lo pedí”
“Ahaha, entonces sabes que no ganas nada preocupándote cuando lo pienso seguir haciendo” Masaru sonrió con diversión. “Me gusta seguir tus órdenes pero no en cosas así. ¡Mejor dime lo cool que es! ¿No te gustaría sentir la emoción de hacer algo extremo?”
“No, gracias… brincar así es innecesario”
“A menos que haya una invasión zombie y tuvieras que saltar de algún edificio a otro…, diría Mitsuru”
“O sea que, como dije, no es necesario hacer brincos como esos”
“Oye, ¿no deberíamos ir a ayudar a Mitsuru? Le dijiste a donde ir pero no sabemos si ya lo atrapó”
“Si Mitsuru lo ve y tiene campo para correr tras él, confío en su talento para alcanzarlo y mínimo arrinconarlo”
“Eh…, sí supongo tienes razón. Es casi imposible superar a Mitsuru cuando se trata de correr. No tiene sentido pero bueno” Masaru se encogió de hombros. “¡Pero en todo caso! ¡Vamos con él!” agregó al ahora jalar a Daiki consigo en la dirección donde estaba Mitsuru.
Daiki estaba seguro que Masaru sólo quería ver cómo Mitsuru atrapaba a Hachi si es que no lo había hecho ya, y bueno… debía admitir que él también quería ver eso.
Al acercarse a dónde estaba Mitsuru, los niños observaron cómo éste estaba hincado frente a Hachi, quien estaba a poca distancia del rubio. Mitsuru miraba al cachorrito con los ojos entornados, básicamente retándolo a que intentara escapar de él.
Ante la imagen graciosa, Masaru sonrió con diversión; sin embargo, Daiki tan sólo se enfocó en lo que pasaba, concentrado en ver lo que ocurría.
“¿Qué se supone que hace…?” cuestionó Daiki.
“Parece que Hachi está haciendo una buena acción al hacer que Mitsuru tenga que usar su talento para correr. ¿Podemos decir que Hachi en realidad está entrenando a Mitsuru?”
“¡No tienen idea de lo que me hizo perseguirlo para llegar a este punto!” exclamó el rubio sin apartar su mirada de Hachi, parecía estar en un delicado duelo de miradas.
“Haha, entonces tenía razón en que Hachi lo está entrenando. ¡Te hacía falta el ejercicio, Mitsuru!”
“Quizá podamos acercarnos por un lado y sujetarlo…” murmuró Daiki al pensar en una estrategia para terminar con esto.
“¡Woof! ¡Woof!” Hachi ladró varias veces con determinación. No era un tono violento o intimidante (menos siendo que era muy pequeño), era evidente que el pequeño tan sólo estaba jugando y le estaba regresando el reto al rubio.
“¡No se les ocurra acercarse sin cuidado! ¡Este está esperando una oportunidad para huir!”
“No estamos en un videojuego como para que veas a Hachi como si fuera un monstruo al cual cazar…”
“Daiki, no seas aguafiestas” dijo Masaru al darle un leve codazo. Daiki miró al pelinegro, viendo cómo éste se había puesto a grabar lo que estaba pasando.
“De acuerdo…, pero pásame el video luego” dijo el pelirrojo al pensar que esto era sin lugar a duda, material para reírse de su hermano en el futuro. Masaru asintió mientras esbozaba una sonrisa traviesa.
Los niños vieron cómo Mitsuru se lanzaba hacia Hachi en un intento por capturarlo, fallando miserablemente ante la agilidad del perrito… que simplemente se había movido hacia un lado con rapidez.
En lo que esto sucedía, Daitaro caminaba hacia ellos con una expresión llena de intriga.
“¿Qué está pasando?”
“Ah, Hachi tan sólo nos puso a hacer ejercicio” contestó el pelinegro de muy buen humor. Al escuchar la respuesta, Daitaro sonrió con mucha diversión.
“Ya veo” el de cabello largo miró a Daiki quien se veía un poco decaído y avergonzado por algo. Daiki miró a su gemelo y tan sólo suspiró. Daitaro creía entender que sus hermanos habían estado intentando atrapar a Hachi, por lo cual se acercó a donde estaba Hachi y se puso en cuclillas.
“Hachi, ¿tenías ganas de correr? Es verdad que no te bajamos en un buen rato…, pero no puedes hacer eso, por más gracioso que sea imaginarlos corriendo detrás de ti”
“¡Woof! ¡Woof! ¡Woof!” el perrito ladraba con alegría, como si estuviera afirmando lo que el otro decía.
“Hachi, vamos a casa” llamó Daitaro con una voz amable y cariñosa, estiraba sus brazos hacia él instándolo a acercarse. El perrito movió su pequeña colita de lado a lado muy emocionado antes de correr hacia sus manos y terminar en los brazos del pelirrojo.
Los niños vieron asombrados la facilidad con la que Daitaro había terminado con lo que sucedía. Masaru quien seguía grabando, detuvo la grabación y guardó su celular para proceder a reírse por las caras cansadas de Daiki y Mitsuru.
Mitsuru frunció el ceño y le dedicó una expresión de fastidio a Daiki.
“Creí que habías dicho que no importaba saber donde estaba Daitaro”
“Era una emergencia y no podíamos distraernos” ante el comentario, Daitaro miró a su gemelo y le sonrió con entendimiento. Daiki se sonrojó levemente y apartó la mirada para que su gemelo no lo viera.
“Hicieron muy buen trabajo persiguiendo a Hachi”
“Casi lo atrapamos, no necesitábamos que intervinieras” ante lo dicho, Daitaro soltó una breve risita.
“Lo sé. No le habría dado mucha oportunidad a Hachi de estirar sus patitas de haber venido antes, no es así, ¿Hachi?” sugirió el de cabello largo al perrito, quien ladró brevemente aparentemente afirmando lo dicho.
Masaru se veía divertido por todo esto y no podía quejarse, le había gustado tener una razón para correr por la tienda; sin embargo, Mitsuru, a quien evidentemente le molestaba tener que hacer ejercicio, veía a Daiki de forma acusatoria. Daiki tan sólo suspiró y se encaminó hacia las cajas registradoras.
“¿Les parece si ahora sí vamos por las cosas que quería Masaru?” sugirió Daitaro.
“Ah, cierto, las dejé todas cuando Daiki me marcó” el pelinegro miró en la dirección que su hermano había tomado y posicionó una mano de forma de hacer su próximo grito más potente. “¡Daiki! ¡¿De qué quieres tus frituras!?”
El pelirrojo miró a su hermano con cansancio. ¿Qué no se cansaba de gritar?
“¡Las que veas que digan queso cheddar!” contestó Daiki antes de seguir su camino fuera de la tienda.
“¡A la orden, jefe!” contestó el pelinegro con otro grito. Daiki decidió ignorar su grito y tan sólo apresuró el paso para que su hermano dejara de gritar. Esperaría cerca de las cajas registradoras pero era mejor esperar afuera, así el de ojos verdes ya no podría preguntarle nada a los cuatro vientos.
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