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― Lo habéis oído – entraba un policía con diario en mano.
Por un momento Jake pensó en Ray.
― ¿El qué? – se inclinó en la silla.
― Enciende la tele que han de estar en directo – se apuró en decirle a un compañero.
Encendieron la antigua televisión de la comisaría, y todos guardaron silencio mientras esperaban a que dieran con el canal correcto. Jake seguía escribiendo en los documentos que tenía sobre la mesa.
"... Como les ha confirmado mi compañera, se sabe que ayer a la noche, una banda de criminales asaltó las instalaciones de la importante compañía J&P, dedicada a la producción de fármacos. Las instalaciones atacadas, no obstante, fueron solo las que se usaban con fines de investigación médica. Muchos de los pacientes que residían en dichas instalaciones han sido hallados muertos, junto con los guardias de seguridad, trabajadores de los laboratorios y el personal que estaba durante el asalto. En cuanto a los asaltantes..."
Hubo un momento de pausa donde se vio como le pasaban un papel a la reportera. Jake alzó la mirada para ver a todos parados frente al televisor.
"Tenemos una última hora, acaban de avisar que uno de los médicos que trabajaba en las instalaciones consiguió salir" – decía la mujer, micro en mano, mientras corría a través del bosque hasta llegar a la cinta policial donde un policía le prohibió grabar o acercarse más allí – "Acaban de encontrar el cuerpo de la mujer, con una herida de arma blanca en el cuello. Se desconoce el tipo de arma. Por ahora continúan las investigaciones." – cambiaron un momento al plató del informativo, pero enseguida volvieron a la reportera – "Me acaban de notificar que falta uno de los niños que residía en el edificio. La policía lo está buscando ahora con perros, pero viendo el panorama no esperan encontrarlo con vida." – salta la voz de un hombre – "¿No hay fotos para que los telespectadores puedan ayudar?" "No, por lo visto no tienen nada que nos puedan dar al menos de momento. En cuanto a los asaltantes, no hay una sola cámara que haya registrado a los criminales, pero se está asociando a un grupo de trabajadores descontentos con la compañía farmacéutica. Aunque por ahora todo son hipótesis. Estaré aquí, en tener alguna noticia la informaré de inmediato."
La señal volvió al plató del telediario haciendo que todos perdieran el interés, bajaron el volumen y empezaron a hablar entre ellos.
― ¿Pero eso no está cerca de aquí?
― Bueno, cerca, cerca... ¿Cuánto te gusta conducir?
― Esta como a dos días en coche a toda castaña – decía uno sentado tras su mesa.
― ¿No es raro que no tengan fotos del niño?
― Si estaba en esa clase de lugar, tal vez tenía la cara deformada o tenía una enfermedad terminal y no querían dejar recuerdos de los malos momentos del niño al final de sus días. O simplemente no quieren que interfieran en su trabajo, como es lógico.
― Comisario, ¿a dónde va?
― A estirar las piernas. Es mi hora del café. – dijo Jake saliendo del lugar.
Jake cruzó la carretera y subió a su coche. Había quedado con un amigo suyo en una cafetería de carretera de lo más mundana. Al entrar por la puerta, una campanita avisaba a los propietarios de su presencia. Avanzó entre las mesas, por ahora vacías, hasta llegar a una que hacía esquina. Allí esperaba un hombre alto y robusto como un armario que tomaba un café y una napolitana mientras leía el diario.
― ¡Hey, Jake! Cuanto tiempo – dobló el periódico y lo dejó a un lado.
― ¿Cómo has estado, Boris? – dijo sentándose.
― Pues no me quejo, ahora estoy de vacaciones. El último viaje a Afganistán me ha dejado un poco tocado y ahora quiero descansar. – suspiró masajeándose el hombro. – Pero dejémonos de batallitas. ¿Cómo ha estado Silvia?
― Bien, ya está por hacerme abuelo.
― ¿En serio? ¡Pues muchas felicidades! – levantó la mano en ver pasar al camarero.
― Un café americano – dijo Jake – ¡Ah! Y si hay, un donut.
El camarero se lo apuntó en la libreta y se marchó de nuevo. Boris removió el café mientras cortaba un trozo de napolitana.
― Últimamente, están pasando cosas muy raras – inició Jake la conversación.
― No creo que tanto como lo que he visto yo en el campo de batalla.
Jake sabía que era verdad. Ambos hicieron el servicio militar en el mismo batallón, pero Boris quería viajar y ver mundo aún si lo que encontrara allí fuera la parte más oscura y podrida del mundo. En cambio, el comisario no pudo con la presión y prefirió decantarse por la policía y asentarse en la ciudad.
― En un lugar como este, no debe haber mucho jaleo ¿no? – dio un sorbo a la bebida – ¿Algún caso interesante?
― La verdad es que no. Es como tú dices, no suele haber altercados a gran escala. Pero... – extrajo de su pantalón la pequeña libreta donde se había apuntado, en limpio, lo que había visto en el edificio abandonado. – Quiero que le eches un ojo a esto, digamos que es una misión personal, por lo que mantengámoslo en secreto por ahora.
― Veamos – dijo recogiéndolo.
Llegó el camarero con el pedido de Jake y este le pagó de inmediato. Espolvoreó el azúcar dentro de aquella pequeña taza y se puso a remover mientras Boris no decía una sola palabra, pero tampoco quitaba los ojos del papel.
― ¿Y bien? Desde tu punto de vista, ¿Qué crees? – saboreó un trago de café.
― Quieres que te sea sincero – comentó tamborileando encima de las letras – Si tu hija va a tener un hijo y quieres protegerlos a ellos y a ti, conviene que te olvides de esto. No sé dónde lo habrás encontrado, pero lo mejor que puedes hacer es no involucrarte más.
― Con que así son las cosas. Me lo imaginé. Sabía que esto iba a ser turbio.
― Pues, debía ser algo importante para haberte metido hasta aquí – comentó señalando un párrafo que Jake no había sido capaz de descifrar.
― Un compañero desapareció cuando quiso investigar unos asesinatos y ya no se ha vuelto a saber de él.
― Ya veo. En sí, el contenido no seria el problema. El problema es la palabra Noir, podría ser casualidad, pero ¿ahora están aquí?
― ¿Cómo que "ahora están aquí"? – se sorprendió Jake.
― Lo que te voy a decir no puede salir de aquí. Ese nombre ya sonaba en las entrañas de la guerra desde hace un tiempo, pero es información clasificada. Así que solo sé los rumores que había en el campo de batalla, nada oficial. Hablaban de ellos como un batallón secreto, eran la élite de la élite. Algunos decían que no eran humanos. Era imposible saber quiénes eran sus integrantes o donde iban a atacar. Simplemente llegaban, hacían y se marchaban. Nos dejaban el camino despejado. Por lo visto, en algún momento, los altos cargos no pudieron hacerse cargo de ellos, o bien por temor a que se sublevaran contra ellos, o bien porque no podían dejar que se supiera de su existencia, así que simplemente los eliminaron. – acabó de trocear la napolitana. – o eso dicen. De eso hace como... ¿Vente o treinta años ya? No entiendo como ha aparecido un nombre como este en un lugar como ese. – señaló el texto.
― Creo que me desharé de esto – estiró la mano hacia el cuaderno, pero Boris no lo soltó.
― Yo tengo un conocido que sabe más cosas, y tal vez esté interesado en ello. Protegeré tu anonimato, déjame que me encargue de eso.
― Con una condición – suspiró Jake – que me digas que pone aquí. – señaló la parte que no conseguía traducir.
― Como quieras. Aunque esa curiosidad no es buena. Eso que ves ahí, es una maldición. Es algo que, solo puede entenderlo quien realmente ha caído en un abismo de oscuridad. – .
"Voy a hacer a cada ser humano, del color de la oscuridad. A todos. Al final del mar de invierno, donde todos se sienten solos. No existe camino de regreso. Es sólo la forma de la oscuridad. Donde no sufrirás. Sólo estar del lado de la oscuridad. Tú. Celebración de la fiesta de Vermilion. Miro fuera de la muerte, con el odio en mis manos. Preocúpese por la paz... en el interior de sus zapatos. Viene esta vez del color de la oscuridad. De esta oscuridad."
― Pues no veo que signifique nada en particular. – acabó la bebida Jake.
― Mejor así. – se levantó Boris – Espero que nos encontremos otro día. Y que no me traigas cosas peligrosas como estas – sonrió llevándose el cuaderno.
Jake suspiró rascándose ligeramente la nuca. Estiró los brazos y acabó de comer el donut. Lo que Boris no sabía es que lo que se llevó eran los apuntes a limpio que había hecho Jake. Aún conservaba las fotos y los apuntes en sucio, pero sabía que no era seguro tenerlos. En llegar al coche quiso tirarlos, aunque no podía arriesgarse. Condujo hasta el barrio marginal, allí entró en el peor bar que vio y se sentó a esperar. No tardó en llegar Lui. Desde la desaparición de Ray lo vio frecuentar dicho lugar.
― Vamos, no he hecho nada para que estés aquí... Bueno, nada que se me pueda inculpar – dijo sin sentarse. – ¿Vienes a preguntar por Ray?
― Toma – le pasó una carpeta que contenía todo lo investigado – esto es todo lo que encontré investigando. Así que ahora dejaré el caso. No quiero involucrarme con nada de lo que hay ahí dentro. Haz lo que quieras con esto, pero no me metas a mí en ello.
― Pues vaya amigo. – suspiró Lui, a quien le empezaron a brillar los ojos por la información que tenía en manos Has hecho bien. Yo me encargo de esto. Desde ahora no nos conocemos.
Elcomisario se levantó y abandonó el lugar que apestaba a alcohol y porros. Jakeprefirió no poner en peligro a su familia por algo como eso. Así pensaba queestaría a salvo de lo que fuera a ocurrir después. Lo que no sabía era queBoris en ese mismo momento se dirigía a ver a aquel conocido, que tanto parecíasaber del tema.
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