En la taberna de un pequeño pueblo, dos borrachos que parecían ser habituales en el local hablaban a susurros y, a ratos, a voces.
- ¿Te has enterado de que ha ardido otro palacio? Nobles incluidos. Ha vuelto a ser el tal Fogos, ese Demiürg que tanto renombre ha empezado a coger. Ya todos le tienen pánico.
- Ya ves, nosotros aquí quemándonos el culo y el Rey no mueve un dedo para solucionar el problema. Se le ha debido de subir a la cabeza eso de estar conquistando tierras, que ya no tiene tiempo ni de reinar.
- Ya bueno, pero sí lo tiene para enviar soldados a arrestar a todo aquel que parezca tener poderes o sean seguidores del Dios Arkai.
- Pues no hables tan alto o la vas a liar. Aparecerá el Rey por la puerta y nos llevará presos a los dos. ¡Ah! Espera, que no creemos en eso. - Y se puso a reír él solo.
- Ni que me preocupara, dudo que nadie me esté escuchando a estas horas en una taberna, está toda llena de borrachos.
- Ahí puede que tengas razón, pero aun así…
- ¡Bah! Dejando eso, te ha enterado. En un pueblo algo más al oeste de aquí dicen que tienen un curandero milagroso, con las plantas hace remedios que pueden curar cualquier enfermedad.
- ¿Ese pueblo que dicen que está lleno de gente enferma y ancianos?
- ¡Ese mismo! Ahora que el Rey parece intentar cazar las sombras de los fantasiosos serafines, los del pueblo tienen miedo de que vayan por ese médico tan hábil y se ve que lo han escondido.
- La verdad es que es lógico ¿Quién quiere perder a alguien que puede curar cualquier enfermedad? Si es que no es un bulo.
- ¿El Rey? ¿el médico? o ¿los serafines?
- Creo que ya se está volviendo algo paranoico. Se le está subiendo el poder a la cabeza
- Que se vuelva lo que quiera, al fin y al cabo, pronto todo Astral será suyo.
- Me da miedo de solo pensarlo, solo esperemos que las cosas no vayan a peor. – Vio que la jarra llevaba un rato vacía. - Se me ha quitado hasta la borrachera.
Kamui quien había estado escondido escuchándolos, se levanta silenciosamente y abandona el local tras pagar por la bebida. La noche sin lunas le ayudo a ir hasta donde habían acampado sin que le vieran. A las afueras, Fogos y Vito estaban sentados junto a unas brasas jugando con unas piedras cristalinas.
- ¡Gane! – Exclamó.
- ¡Quiero la revancha! – Protestó
- Mira, si ya os lleváis bien y todo. – Se asomó Kamui dejando en el suelo una saca con nuevos suministros.
- ¡Kamui! ¡JO! Te has pasado todo el día fuera.
- No es fácil buscar información útil, ni conseguir comida ni dinero. – Se sentó cerca de la hoguera. - Y al final no encontré nada interesante. Bueno, tal vez el paradero de un posible serafín.
- ¡Enserio! Pues vayamos a verlo, quiero ver un serafín. - Se animó Vito.
- ¿Y yo que? ¿Estoy pintado o qué? – Se enfurruñó Fogos, pero le ignoraron.
- No sé si valdrá la pena, a sabiendas de que el Rey parece estar persiguiéndoles, conviene que no nos relacionen con ellos. - Pero se giró hacia Fogos y suspiró. - Aunque creo que ya tenemos los pies metidos en los problemas.
Vito, quien seguía negando que Fogos fuera un serafín, se extrañó.
- ¿Qué tiene que ver un Demiürg con todo esto?
- Sabes, mejor vamos a dormir. Mañana nos dirigiéremos al oeste, tampoco es que tengamos nada mejor que hace. Aunque prefería no tener que verme envuelto en todo esto. – Se tumbó
- ¡Queréis hacerme caso! La verdadera cuestión es como este chico consigue dinero tan fácilmente. – Protestó, pero sus dos acompañantes ya intentaban dormir, así que no le quedó otra que hacer lo mismo.
El grupo se dirigió al oeste siguiendo los rumores y habladurías de los pueblos por los que pasaban. Se hacían pasar por enfermos o estudiosos de medicina y así sonsacar más información veraz. En unas semanas llegaron a los límites del continente.
- Mira Kamui, hay peces volando. – Señaló Vito
El muchacho alzó la vista al cielo, sobre sus cabezas flotaban una gran variedad de peces de diferentes colores y tamaños.
- No están volando, observa bien, están nadando. - Matizó
- ¿Nadando?
- Sí, no ves el agua en el cielo. - Señaló como la luz parecía difuminarse un poco. - A parte mira esa cascada.
- ¡¡Oh!! - Vito se acercó. - El agua está subiendo hacia arriba.
- Es un lago invertido. Se nota que hay ilógica en el ambiente. – Observó Kamui a su alrededor.
- ¿Ilógica?
- Así se les llama a fenómenos como el agua invertida o las tierras flotantes. ¿Es que no sabes nada? - Suspiró Kamui. – A todo esto, ¿Y Fogos?
- ¿No venía detrás de nosotros?
Vito y Kamui se giraron para ver que Fogos se encontraba aún en el otro extremo mirando hacia el agua flotante. Los muchachos le llamaron, pero este agitó la cabeza en negación.
- Por nada del mundo decidiría caminar con eso encima de mi cabeza… - Protestó. - Yo daré un rodeo, nos vemos en el pueblo.
- Pero, te llevará un día más de camino. - Señaló Kamui.
- Me da igual, es mejor eso a dejarme mojar.
- Pero si no gotea… - Comentó Vito con la palma de las manos hacia arriba esperando a que lo mojara el agua voladora. Algunos peces se quedaron mirando hacia él.
- Será mejor que haga lo que quiera. - Siguió caminando Kamui. – No vale la pena perder tiempo en esta discusión.
Cuando pasaron el lago flotante, empezaron a extenderse tierras de cultivos sobre los fragmentos de tierras flotantes enlazados por helicox y, un poco más a lo lejos, el pueblo.
- Forasteros ¿no es así? - Se les acercó un anciano que cargaba una pesada hoz. - ¿En qué se les puede ayudar, jóvenes?
- Estamos buscando al médico. – Se lanzó Vito.
- Lo siento, pero no sé de qué me hablan, en este humilde pueblo no hay más que trabajadores del campo que veis.
- Disculpe el comportamiento de mi compañero, lo que queríamos decir es que somos tres viajeros que estamos en busca de una medicina.
- ¿Tres? - Miró a su alrededor.
- Sí, el tercero se ha rezagado, parecía encontrarse algo mal y le hemos dejado descansar mientras comprobábamos el lugar.
- ¿Y es seguro dejarle solo estando enfermo?
- Oh, sí, no se preocupe. No es una enfermedad que afecte al físico, es algo un poco más profundo… Más bien idiotez. - Dijo lo último en un susurro inaudible.
- Vaya, pues es una pena, este no es el pueblo que estáis buscando, pero podéis venir, y descansar en mi casa. - Señaló el pueblo.
- Aceptamos con mucha ilusión. - Respondió Vito pensando en poder dormir, por fin, en una cama.
Los dos muchachos fueron guiados por el anciano hasta el pueblo. Kamui observó que la población estaba muy sana y que no solo había ancianos y niños, sino también familias de todas las edades. Todos eran muy energéticos y aun que los adultos y ancianos parecían venir de trabajar las tierras, aun se paraban a jugar con los niños. La comida era buena y el alojamiento también. Al caer la noche, todo era apacible, silencioso y tranquilo. “Antinatural” pensó Kamui.
- Un curandero capaz de crear un paraíso en la tierra. ¡Ja! Suena a chiste. - Comentó Kamui asomado a la ventana de la casa del anciano. - Hospitalidad, sonrisas, todo muy perfecto… Demasiado.
- ¿Y es raro? - Preguntó Vito que ya estaba tumbado en su cama.
- Un médico puede curar enfermedades, personas… Incluso animales si se le apura. Pero ¿sanar la tierra? ¿El alma? … Lo único que afirma es ser un serafín, es el único capaz de hacer esto, y, a la vez, señala con una flecha enorme un “Estoy aquí, ven y cázame” a mi parecer. Sobre todo, ahora que el Rey está enviando soldados en su busca. No tardaran en dar con este sitio.
- Ya veo. Visto así, esto pinta mal para el pueblo y para él.
- Bueno, al menos nada más llegar ya negaron su existencia. Por otro lado, no parece que viva en el pueblo, pero aun así no puede estar escondido toda su vida, tiene que salir a tratar a los pacientes o los pacientes tienen que ir a verlo. Y será en ese momento cuando le pillaremos. - Cerró la ventana.
A la mañana siguiente llegó Fogos, eso sorprendió al pueblo, pues llegó por el lado de la montaña, la cual, supuestamente, estaba llena de Demiürg. Todos evitaban ese lugar. “Pasar vivo es una misión imposible” comentaban los pueblerinos.
- Era más rápido y seguro ir por el lago. - Comentó Vito.
- Ya, bueno, la cuestión es que llegué ¿no? – Protestó Fogos sentándose. - Por cierto, gracias al rodeo que he hecho, he descubierto algo interesante.
- ¿Sí? A ver sorpréndenos. - se acomodó Kamui en la silla de la habitación.
- Solo desde la montaña se puede ver que bajo de las tierras de este pueblo hay conectado otro trozo de tierra, no muy grande. A través de un helicox artificial, que hay escondida en algún lado del pueblo, se puede bajar y llegar. Es un terreno lleno de plantas y hay una pequeña casa en el centro. - Comentó orgulloso su descubrimiento.
- Ahora solo hay que descubrir como bajar hasta allí.
- Que Fogos finja tener una fiebre muy alta, no creo que escapen ante dos amigos pidiendo ayuda ¿no? – Propuso Vito.
- Así es, siendo gente que estuvo enferma, sabrán cómo se sufre y no ignorarán un grito de auxilio. – Remarcó Kamui. - No me esperaba esa idea de ti, Vito.
- Yo también puedo ser útil cuando me lo propongo. - Hizo pucheros.
- Hay un problema y es que estoy sano. - Comentó dándose un golpe en el pecho. - Nunca he enfermado.
- Siempre hay una primera vez para todo. Fogos, ¿no dominas el fuego? Solo haz que tu temperatura corporal suba para fingir que tienes fiebre y ya. Te tumbas en la cama y esperamos a ver qué pasa. - Explicó Kamui. - ¿Podrás hacerlo?
- Claro, ¿Tenias alguna duda? – Se empezaba a acomodar en la cama.
- Bien, lo pondremos en práctica mañana por tarde. Después de comer, antes de que los del pueblo nos echen o sospechen más. - Suspiro Kamui al ver que había varias personas mirando hacia la ventana de esa habitación. El chico los saludó, ellos les devolvieron el saludo y se dispersaron. – A las malas habrá que salir corriendo.
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